7.Inframundo

Tauro

Capricornio y yo ponemos una barricada en la puerta mientras los pasos sobre nosotros siguen, la ansiedad aumenta en nuestros corazones. No sabemos qué hacer. ¿Qué era eso? ¿Qué hacía aquí?

— ¿Y bien? ¡¿Qué hacemos?!— Chilla Libra con las manos sobre la cabeza.

—No sé. — Afirma Aries con voz queda mirando la espada de Apolo.

— ¡Tenemos que hacer algo!

— ¡Eso ya lo sé!

—Basta, bajen la voz. — Les ordena Hermes.

Ambos se callan y miran al Dios quien sigue sobre la espalda de Acuario. El lugar se sume en un silencio, hasta que Hermes vuelve a hablar con un tono de voz bajo y una mirada seria.

—Todos acérquense.

Hacemos lo que pide, nos acercamos lo más que podemos al signo de aire, todos apretujados unos a otros. Los ojos de Hermes se cierran con fuerza a tal punto que se ven leves arrugas en sus parpados. Cuando me doy cuenta estoy cayendo hacia el suelo cubierto de hojas mientras veo los troncos de los arboles ir hacia arriba con rapidez.

Cuando me encuentro con el blando suelo, los demás están junto a mí, sentados sobre las hojas verdes de las plantas y la tierra café. Acuario logra aterrizar de pie sobre el suelo a duras penas aun con Hermes en su espalda. Se tambalea un poco pero se mantiene erguido. Al parecer Hermes nos ha transportado a otro lugar, lejos del hotel y de aquella criatura. Un bosque.

Veo como el Dios está agotado con una capa de sudor sobre el rostro, los parpados caídos, los brazos se ciñen a la camisa de Acuario como si estuviera sufriendo, además su cara esta rojiza como si tuviera fiebre.

Libra rápidamente se acerca a donde se encuentra, le coloca la mano en la frente y de inmediato la aparta.

—Está ardiendo. —Dice mirando a Cáncer.

La chica de agua se pone de pie con rapidez, mira a su alrededor como si buscara algo. Noto como se acerca a una laguna cerca de donde estamos. Está rodeada por varias rocas grandes de color gris, casi blanco. Se quita un delicado suéter que lleva encima, le arranca la manga y la sumerge sobre el agua azulada de ahí. Después de escurrir aquel trapo negro, regresa sobre sus pasos, le pide a Acuario que baje al dios y lo acomode sobre el suelo. Delicadamente lo recuesta, con sumo cuidado. Cáncer se hinca y pone sobre su regazo la cabeza de Hermes. Pasa sobre su rostro el trapo húmedo, luego lo deja sobre su frente, esperando que el agua fría de la laguna le ayude a bajar su temperatura. El pecho de Hermes sube y baja frenéticamente, es casi como si no pudiera respirar.

—Parece que uso toda la energía que tenía. — Afirma Capricornio acuclillándose junto a la chica de agua y al Dios.

—Tenemos que ir inmediatamente con Hades. — La voz de Virgo suena áspera y autoritaria.

Le miro de arriba abajo. Está bien, esta entero, no le ha pasado nada después de aquello por lo que me siento un poco aliviado.

— ¿Cómo? Hermes no está bien, no puede llevar a nadie en ese estado. — Piscis señal con energía al Dios. Se nota la angustia en su voz pero además se nota rígida, tensa.

—Ella tiene razón, sin Hermes no podemos viajar a ningún lado. — Le sigue Libra.

—No podemos quedarnos aquí cuando aquella cosa acaba de atacarnos. Probablemente ya venga para acá. — Espeta mi hermano con una mirada fría que me corta la respiración por un segundo.

— ¿Qué quieres que hagamos? ¡¿Eh?!— Leo se crispa inmediatamente, con furia y ansiedad habla, con la cola en alta al igual que sus orejas.

—Leo...

— ¡Cállate!— Le ordena a Sagitario, lanzando fuego con la mirada que viaja hasta Virgo. — No podemos quedarnos aquí porque es peligroso pero ¡¿Entonces?! Sin la ayuda de Hermes, estamos completamente varados. ¡Si tienes alguna idea cabellos de lechuga entonces dila! Soy toda oídos. — Sus brazos se abren con desdén y se inclina un poco hacia adelante. Toda esta situación es demasiado para nosotros.

La tensión comienza a afectarnos seriamente.

—Sagitario puede ayudar. — Los ojos del azabache se abren desmesuradamente al escuchar aquello salir de los labios de mi hermano.

— ¡¿Sagitario?! ¡Este mocoso apenas puede viajar el solo!

—Si tanto te molesta mi idea entonces tú aporta algo.

Ambos se fulminan con la mirada, a unos cuantos centímetros de distancia. Leo tiene las manos cerradas en puños, clavándose sus largas uñas en la blanda piel que pronto comienza a sangrar. Esto debe parar.

Leo gruñe con fuerza como si estuviera a punto de saltar sobre una presa débil.

— ¡Cállense!— Mi boca se cierra cuando Cáncer se me adelanta. Me giro a verla al igual que los demás, con un poco de asombro y miedo, viendo como detrás de su naranja cabello sus ojos deslumbran enojo, con una chispa de frialdad, la sombra que cubre un poco su rostro por cubrirlo con su cabellera le da un aspecto aún más amenazante. —Sean maduros, joder. Entiendo que estén tensos y la situación luce como si se nos fuera de las manos pero dejen de pelear como unos malditos críos mimados. No resolverán nada con eso.

— ¡Pero...!

—He dicho que te calles, Leo.

La chica de fuego no hace más que hacer caso a regañadientes, encogiéndose un poco en su lugar. Escucho un resoplido provenir de Cáncer, largo y cargado de muchas emociones. Se gira a ver a Capricornio quien le mira igualmente con naturalidad. Aquella chica no le da miedo, es más como si la respetara en cierto sentido.

— ¿Alguna idea de donde estamos?— Le pregunta a mi otro hermano.

Capricornio mira el suelo, luego las plantas y por último el cielo. Se queda un minuto viendo a la nada mientras su cerebro trabaja dentro de él.

—Diría que estamos como por el norte de Europa.

—Noroeste. —Confirmo llamando su atención por unos segundos. —Esto luce como Gran Bretaña.

—Estamos muy lejos de Roma. Son poco más de 1,400 millas de ahí hasta acá. — Prosigue Capricornio después de ayudarle un poco.

—Al parecer aun con poca energía, Hermes ha podido llevarnos bastante lejos. —Capricornio asiente de acuerdo conmigo. —Aunque no sabemos si con esta distancia sea suficiente.

—Sera mejor que no nos confiemos. —La mirada blanquecina de Cáncer se suaviza un poco cuando baja la mirada hasta el Dios. Le acaricia un poco el cabello pegajoso por el sudor y se lo aparta de la cara. Se ha comenzado a estabilizar. Qué alivio. —Sagitario.

Noto como el azabache da un respingo repentino por el llamado.

— ¿Si?

— ¿Qué tan bueno eres para viajar?—Le mira.

Sagitario se percata de que se ha calmado un poco por lo que menos tenso, se acerca un poco.

—Puedo viajar con rapidez por mi cuenta pero jamás lo he intentado con más personas, puede que si no lo hago bien entonces se queden en un limbo espacio-tiempo.

—Creo que tendremos que correr el riesgo. — Comenta Capricornio captando la mirada de la chica de agua sobre él.

Ella asiente.

—No queda de otra. — Afirma Libra casi en un murmuro.

—Deberían marcharse lo antes posible. —Aries señala con la espada a su amigo de mismo elemento, asustándolo un poco. —No tenemos tiempo que perder.

***

Miro el cielo de tono azul oscuro repleto de pequeñas luces que parpadean, algunas son azules, otras son rojas y algunas hasta son amarillas. Dormí un poco, lo suficiente para sentirme descansado y con energías. Libra se acurruca aun dormida sobre mi pecho. Me alegra que este durmiendo con tranquilidad.

Virgo se quedó haciendo guardia durante la primera parte de la noche, después le siguió Sagitario junto con Piscis. Ambos en estos momentos están vigilando que no pase nada extraño en el lugar.

Toda esta situación esta comenzando a darme jaqueca. Pensar que en cuanto salga el sol tendremos que ir al inframundo. Ya he hablado con Hades antes, de vez en cuando las pocas veces que era requerido en el Olimpo, intercambiábamos algunas palabras. Es agradable.

Me sumerjo en un montón de ideas y cuando me doy cuenta el día ha comenzado. Los pájaros del lugar comienzan lentamente a cantar melodiosamente. Poco a poco los demás van despertando. Cuando me pongo de pie me arreglo un poco la ropa y me sacudo la tierra que llevo encima al igual que los demás. Algunos lucen más descansados que otros.

Veo a Aries estirarse con pereza, rápidamente le doy un golpe con la mano en la curvatura de su espalda logrando que suelte un quejido de dolor, me fulmina con la mirada y yo solo sonrío. Es divertido molestarlo.

—Les encargamos eso. Vuelvan bien ¿De acuerdo?— Pide Piscis con preocupación y temor en su mirada.

—No te preocupes, estaremos bien. — Afirma Libra acariciándole un poco el cabello.

— ¿Llevas contigo la lira?— Pregunta Géminis a la rubia.

—Siempre la llevo conmigo. — Sonríe coqueta como de costumbre.

—Ten cuidado, no te equivoques en las notas al tocar. — Le dice Acuario señalándola de manera autoritaria pero dulce.

—No lo hare. No me presiones.

Los chicos de aire se sonríen. Aries intercambia algunas palabras con sus amigos de mismo elemento. No hace falta ser un genio para saber que les dice.

—Leo, cuida a Sagitario. —Le dice mirando a la chica felina quien asiente. —Sagitario, no molestes a Leo. — Sus ojos se posan en el pelinegro (o eso creo)

—Lo dices como si siempre la molestara. —Refuta este con un mohín en el labio inferior.

—Sí, lo haces. —Reclama la chica.

—No.

—Sí.

— ¡No!

—Silencio. —Les ordena el peli-rojo con los brazos cruzados. —Regresen vivos ¿quieren?

— ¡Dalo por hecho!—Afirma Sagitario con una pose como un soldado, la mano sobre la frente y erguido completamente.

Me giro a ver a mis hermanos, me miran con preocupación. Estaré bien. No decimos nada. Capricornio me revuelve el cabello un poco, mientras que Virgo con solo su mirada me dice que me cuide. Asiento con la cabeza.

***

Alzo la mirada encontrándome con la "linda" mascota de Hades. El Cancerbero. Un perro enorme de pelaje negro que posee tres cabezas, con ojos rojos brillantes que tienen una mirada fría y amenazante, con la que sientes que en cualquier momento te degollaran vivo con esos enormes colmillos que tienen del cual sale un líquido negruzco, su propio veneno. Sus garras son enormes y afiladas.

Es el guardián de la puerta que da al inframundo. Evita que los mortales entren y que las muertas salgan. Es extremadamente agresivo pero existe una simple forma de apaciguarlo. Con música.

De eso se encarga Libra. De su dorado cabello toma un pequeño pasador brillante que con unos simples toques se transforma en una lira hermosa y bien cuidada. Con temor se le acerca pues el Cancerbero está en posición defensiva, mostrando los colmillos, con la nariz arrugada hacia atrás y el pelaje crispado. La mano de Libra tiembla por unos segundos antes de comenzar a tocar con agilidad y delicadeza las cuerdas casi transparentes del instrumento. El Cancerbero deja de lado la idea de atacarnos y lentamente comienza a recostarse sobre el suelo negro con hollín, minutos después las tres cabezas están con los parpados cerrados, están completamente dormidos, dentro de un dulce sueño.

Cuando Libra termina, suelta un suspiro de alivio. Avanzamos y cuando estoy junto a ella le sonrío con animosidad. Ella corresponde a mi gesto y ambos caminamos hasta la enorme puerta de color plateado con rubís incrustados en la manija. Sagitario y yo empujamos con fuerza la puerta de metal pesada que nos abre paso al Inframundo.

El lugar está repleto de almas pululando por ahí sin más que hacer. No tienen a donde ir, ni nada que hacer. Nadie a quien visitar, nadie a quien extrañar, al contrario, son ellos quienes son extrañados. Pareciese que no existe techo pues al mirar arriba lo único que ves es un inmenso torbellino negro con tonalidades de azul, como las almas. Lo mismo sucede si miras abajo.

El camino negro como la obsidiana es lo que nos guía a través de todas aquellas personas que una vez vivieron, para llegar al hogar de Hades. Sagitario mira a todos lados con asombro, mires por donde mires solo hay tonalidades de azul y unas cuantas almas de tonos rojizos. Sagitario parece niño en dulcería.

Este lugar parece no agradarle a Libra mientras que a Leo y a mí, nos da muy igual. Le tomo la mano a la rubia quien la aprieta un poco contra la suya. Llegamos a la entrada de la casa de Hades. Luce como el coliseo romano, aunque este es pequeño en comparación con el otro. El color de las paredes es rojo vino con algunos toques de negro. Me adelanto y toco con cierta pena la puerta, utilizando los nudillos, golpeando lo suficientemente fuerte para ser escuchado.

Acomodo mis manos a mis espaldas, entrelazando la una con la otra mientras me balanceo sobre mis pies esperando a que alguien abra.

Sonrío con todos los dientes al Dios que me ha abierto la puerta. Sus labios finos algo pálidos se curvean en una pequeña sonrisa, correspondiendo mi saludo. Su cabello negro le cae por el cuello algo largo y lacio, cubriendo un poco sus ojos que cambian de tonalidad, a veces negro, a veces blanco, otras azul y de vez en cuando rojo.

—Hola, Hades.

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