22. Manticora

Cáncer.

Caminamos entre vegetación de todo tipo, con algunas avecillas cantando y ciertos insectos pululando por ahí, pero todo está sumido en un silencio penumbroso y que avisaba que algo no estaba yendo del todo bien.

De un momento a otro, nos detenemos un segundo, bebemos un poco de agua de varias cantimploras que llevamos con nosotros; más vale prevenir que lamentar. Sagitario observa un arbusto de flores azules con cierta curiosidad, supongo que a sus ojos parecen muy bellas para ignorar.

Me paso la mano por el cabello y agradecería tener algo con que sujetármelo, pero soy tan quisquillosa que no pienso en esas cosas.

Algo cruje entre las plantas y poco después, un rugido rompe el silencio formado. Escucho algo caer de lleno contra el suelo húmedo y rápidamente me giro en esa dirección. La manticora está sobre Sagitario, tratando de arañarle con sus garras, arrancarle la garganta con sus colmillos o pincharles con su aguijón venenoso, mientras que el pobre chico usa su arco como un tipo de protección, colocándolo en el cuello de la bestia para empujarla lejos de su ser, pero obviamente esta es más grande y fuerte, sin mencionar que el azabache debe preocuparse por no ser destrozado por las garras.

Mi dedo se acomoda inconscientemente sobre el botón de mi látigo y aunque una parte de mi grita que debo escapar y esconderme, otra mucho más grande me ordena ayudar. Gracias a esto, me quedo estática esperando reaccionar, algo que no parece que sucederá pronto

Siento mi corazón ir a mil por hora, acelerando mi respiración y mandando una extraña sensación por todo mi torrente sanguíneo que se siente, excitante hasta cierto punto.

Capricornio corre de inmediato a auxiliar a nuestro amigo de fuego, con su maza en ambas manos. Una barra de metal con extensiones en los extremos que parecen simular alas de vidrio, pero en realidad son de metal pulido y afilado. Esquiva un par de arañazos, pero no logra evitar el alargado aguijón, que pronto lo toma por la cintura y lo lanza lejos, causando que este se golpee contra un árbol de manera estrepitosa.

Exhalo agitada, mirando a todos lados en busca de una epifanía de lo que debería hacer y por suerte, esta aparece segundos después. Moviéndome sigilosamente y con rapidez entre los arbustos, avanzo por un costado, pasando desapercibida por la manticora.

Aflojo mi muñeca con un par de movimientos y respiro tratando de concentrarme, una vez mentalizada, utilizo mi arma. Dando un zarpazo en dirección de la bestia alada, logro atrapar su cuello, o por lo menos eso creo, me conformo con que este enrollado a su cuerpo. Doy un tirón, apoyándome en el tronco de un árbol, poniendo toda mi fuerza en las piernas. La manticora se gira a verme después de unos cuantos jalones, mostrando sus colmillos amenazantes y una mirada oscura que no tarda en causarme pavor. Trago con fuerza a pesar de que mi garganta esta seca por completo.

Comienza a acercarse hasta donde me encuentro, pero en mitad de camino, se sacude con vehemencia, su poder es tan grande, que fácilmente con esto logra que mi látigo se escape de mis manos y se suelte de su ser. Me maldigo mentalmente, aun con la vista clavada en la manticora, acercándose con lentitud, acechándome como una presa indefensa, porque eso soy en estos momentos de mala suerte. Doy un par de pasos en reversa, rompiendo ramas y hojas en mi camino.

Pienso que mi final está cerca cuando la bestia empieza su carrera hacia mí con una velocidad sorprendente, sin embargo, nunca se encuentra conmigo, pues Capricornio, después de recuperarse de su golpe, le ataca por un lado, tacleándolo muy apenas y cayendo ambos al suelo.

Aprovechando el momento, corro a tomar mi arma, no hay tiempo que perder. Dispuesta a usarla de nuevo, me giro para encararla, mas no puedo hacerlo. Una brisa sopla con fuerza en el lugar cuando la manticora alza vuelo, con el signo de la cabra entre sus garras, tratando, en vano, de agarrar su maza que por desgracia se quedó perdida entre las plantas.

— ¡Sagitario!— Chillo desesperada, buscando un poco de esperanza en el signo de fuego.

—Estoy en ello. —Dice y veo como adolorido de un hombro, toma su arco y una flecha.

Observo, de manera consecutiva, a Sagitario y la manticora, que solo logra alargar la distancia entre el cielo y la tierra del Olimpo. El azabache apunta en silencio, completamente concentrado y eso me exaspera un poco, exhala lentamente y por fin, dispara.

Mi cuerpo vibra y no sé exactamente el porqué.

Vemos como ambos caen desde gran altura y me aterro con la idea de que algo pueda pasarle a Capricornio. Veo una pequeña batalla en el aire entre ambos, quizás por mantener el equilibrio o por hacerse algo al otro.

Unos instantes después, se desploman frente a nosotros. Capricornio sobre un arbusto de unas flores, que aunque no soy experta, sé que poseen pequeñas espinas, por otro lado, la manticora cae en plena tierra, profiriendo un alarido de dolor. Sagitario no logró darle justamente en el corazón, pero al menos ha logrado herirle en la parte del lomo, cerca de sus alas, quizás por eso una no puede moverla muy bien.

La manticora se pone en cuatro y se sacude, causando que su melena se revuelva. Sus ojos se clavan en Sagitario, o en mí, no estoy del todo segura, pero es claro que tiene pensado atacarnos.

Mi mano se mueve sin pensarlo en cuanto la veo en su posición de ofensiva, lanzando un latigazo que atrapa una de sus patas, rápidamente presiono el botón, dejando correr una descarga de electricidad por el arma y su cuerpo, causando que se retuerza por sus entrañas revolverse ante la energía y suelta rugidos de dolor que logran estrujarme el alma. Mientras esto sucede, escucho algo a mi lado tensarse, luego siento una pequeña ráfaga de aire y finalmente, veo a la manticora caer sin vida en el suelo.

Dejo de presionar el botón y el pequeño zumbido que acompaña a la corriente cesa. Observo a la bestia, entre aturdida y agitada, sintiendo mi cuerpo tenso por todo y al mismo tiempo parezco estar más ligera de lo usual.

Mis ojos se dirigen al signo de fuego, viendo como descansa de su posición de tiro y respirando un tanto exaltado. Recordando donde se encuentra Capricornio, salgo corriendo en su búsqueda.

— ¿Qué tan mal estas?—Cuestiono y mi voz parece ajena hasta para mis propios oídos.

Le tiendo la mano y le ayudo a salir de aquel lugar espinoso, para que se incorpore y se arregle un poco.

—Tengo espinas en lugares que nunca creí que existían. —Asegura haciendo una mueca de dolor.

Le veo retirarse tantas como puede, dejando marcas pequeñas en su piel. Le quito unas cuantas que él no alcanza, cuando terminamos, nos devolvemos a ver al arquero.

—No hay tiempo de preocuparse por mí. —Dice en cuanto ve que abro mi boca. — Hay que irnos rápido de aquí.

—Bien. —Declara el castaño reanudando la marcha por el jardín; nosotros les seguimos. —No falta mucho para salir, solo unos cuantos metros más, si no me equivoco.

Caminamos con más rapidez que antes; en cuestión de lo que me han parecido segundos, salimos del lugar. Mis ojos no logran reconocer lo que hay frente a mí.

Este no es mi Olimpo.

When actualizas más de una vez en un mes.

Que esta pasado conmigo?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top