18. Mantenernos en pie.

Tauro.

Estoy bastante cansado, dado a que no he comido como debería, las energías de mi cuerpo son escasas, aunque después de los regaños de mi mejor amigo, me he visto en la obligación de alimentarme como antes, sin embargo mi estómago muchas veces no está de acuerdo. Con la ayuda de mis hermanos y Libra, poco a poco comienzo a recuperar un poco de vida con mis comidas, puesto que me obligan a hacerlo. Supongo que es normal, si ellos estuvieran en la misma situación yo haría lo que ellos.

Por el momento estoy un poco angustiado por la rubia que me saca suspiros y el pelirrojo que es mi amigo incondicional. Libra sigue aún preocupada por Acuario, aunque este ya ha logrado recuperar el movimiento, todavía es un poco torpe y eso se arreglara con un par de días más, o al menos eso esperamos todos. Aries sigue angustiado por el fuerte resfriado de Leo, no se separa de su lado, permanece en aquella habitación, sentado en una silla mientras planea en su cabeza cosas importantes y durante la noche, se duerme con ella en la cama de colchón blando. Al menos creo que duerme, pues se nota cansado y unas notorias ojeras comienzan a hacer aparición bajo sus orbes negros y carmín.

Quisiera hacer algo y aunque ayudo a Cáncer con el tratamiento de la leona, no soy un gran apoyo, o así es como me siento. Sin embargo, la chica de garras y cola, ya está comenzando a mejorar, poco a poco, al fin ha regresado de su letargo, pero la alta temperatura de su cuerpo persiste.

Quisiera que pudiéramos relajarnos como antes, no tener este tipo de preocupaciones por la cosa más mínima, siento que en cualquier momento podríamos explotar en un ataque de histeria y ansiedad, no deseo eso, mucho menos para mis seres importantes.

Así que, por el momento, mis hermanos y yo estamos sentados a la orilla de aquel manto acuático, con los pies sumergidos en su interior húmedo que se mece de un lado al otro. Trato de poner mi mente en blanco y apenas si funciona.

Apenas logro recordar cómo era todo antes de este caos, como era todo antes de que Ofiuco nos atacara ¿Qué es lo que desea? Quiero saber, si puedo ayudarla y evitar toda esta tragedia, lo hare sin dudarlo, pero no puedo, o no sé cómo.

—Tauro. —Escucho la voz de Capricornio llamarme, dejo de admirar el agua cristalina y clavo mis ojos en aquellos orbes avellanas. — Deja de pensar, te estas quemando el cerebro por nada.

—Quizás sea así...

—Sé que estas angustiado como todos nosotros pero realmente no quiero que estés mal de ninguna forma, así que por favor, tranquilízate un poco.

Sonrió ante sus palabras y asiento, logrando sacarle un suspiro de alivio. Noto sus ojos desviarse hacia la figura de Virgo, yo hago lo mismo. Hay un aire de seriedad, sombrío alrededor de él, su cabello verde y largo parece como una capa de invisibilidad para su persona, parece contrariado y estoy seguro que la ansiedad lo está ahogando, por ponerlo de alguna forma. Comienzo a acariciar su cabellera con lentitud, causando que sus ojos me miren un momento con sorpresa, sacándolo de su estupor y de su mundo en el que se encierra. Al notar que soy yo quien hace aquello, su semblante se relaja y sin más se deja mimar por mí.

—Debes estar muy tenso. —Murmuro lo suficientemente alto para que me escuche. Solo suspira en respuesta. —Está bien.

O lo estará al menos.

***

—Aries. — Le llamo pero el chico sigue moviéndose frenéticamente de un lado al otro por la pequeña habitación, en estos momentos, Sagitario es quien se encarga de cuidar a Leo. — Aries.

Se detiene abruptamente y me mira con un semblante hastiado y lleno de cansancio.

— ¡A la mierda!— Exclama haciendo énfasis con los brazos. — Sé que Leo está mal, pero no podemos aplazarlo aún más.

— ¿Vas a comenzar con tus planes?

— ¡Sí!

— ¿Qué harás con ella?

—La dejare aquí, si es necesario. Sé que estará bien bajo el cuidado de Poseidón.

—Aries, ella ya está despierta, ya no esta tan enferma como antes y es tan terca como tú, ¿crees que se quedara aquí por las buenas?

—No sé, no me interesa, Tauro, no podría llevarla, esta aun mal como para ir y yo no voy a arriesgarla de esa manera tan idiota. Se va a quedar, quiera o no. —Se pasa la mano por el cabello de manera ansiosa. — Si hace falta la atare a la cama.

—Primero que nada—Suspire mirando al techo para luego volver a clavar mis ojos en mi amigo. —, tienes que planear bien todo con los demás y luego lo discutiremos entre todos.

—Es verdad. — Sus cejas estaban unidas en un gesto de ira y seriedad. — Iré de inmediato y comenzaremos pronto.

Con esto dicho, el pelirrojo sale de la habitación, cerrando la puerta con un golpe seco. Me froto la frente con aire cansado, se el temperamento que tiene ese chico y solo espero que por estar apresurando las cosas no arruine algo, además de que no quiero que comience a discutir con nadie, mucho menos con Libra en cuanto comiencen con sus planes de ataque. Estoy seguro que podría darle un paro cardiaco a esa chica con cualquier problema nuevo que se agregue a la situación.

En cuanto salí, me encontré con ella en el pasillo. Se notaba aún muy cansada, pero yo la obligaba a tomar siesas o cosas por el estilo, le animaba a arreglarse como antes, para que se preocupara de ella como lo hacía anteriormente, no es que no me pareciera bella al natural, pero sentía que se despreocupaba mucho por su persona y eso era lo que menos quería. Suspira por milésima vez en el día y yo le miro contrariado, acaricio sus hombros, deleitándome con su piel nívea suave; sus ojos se encuentran con los míos y una sonrisa rota se abre paso en sus labios. Sin poder contenerme, le deposito un casto beso en sus labios finos y rosados, para luego dejar otro pequeño en su frente. Se acerca más a mí y su brazos se enrollan en mi torso, sin dudar, mis brazos la envuelven tratando de darle un lugar donde refugiarse.

Es obvio que todos necesitamos uno.

Aries.

Creo que puedo considerarme una bomba que en cualquier momento estará a punto de explotar, dado que he tenido que vigilar a la torpe de mi hermana, no he podido entrenar y por consecuente, la energía y la ira en mi interior no se han descargado en nada, temo que pueda hacerlo con alguien que no se lo merece.

Quizás pueda aprovechar el momento que tengo ahora que Sagitario la cuida, así que sin pensarlo mucho, me dirijo fuera del establecimiento para poder romper un par de rocas con la espada que nunca abandona mi espalda, colgada con una tira de cuero alrededor de mi hombro y mi pecho.

Antes de salir, me encuentro con Cáncer. Le miro y sé que mi cara es de pocos amigos, como si quisiera arrancarle la cabeza a alguien y es que en parte me siento así. Se acerca lentamente a mí y yo permanezco inmóvil. No sé cómo esta chica puede hacer lo que quiera con mi cuerpo sin desearlo.

—Aries, tranquilízate un poco. —Dice con su mirada aterciopelada.

— ¿Leo estará mejor pronto?— Evado el tema.

—No lo sé, no estoy segura, pero espero que así sea.

—Bien. —Asiento de manera agresiva. — Supongo que sin duda la dejare aquí.

— ¿Qué dices? No puedes hacer eso, sé que estas ansioso de poder hacer un movimiento, pero no creo que sea lo mejor dejarla en este lugar, no cuando está enferma y estoy segura que ella quiere ayudar un poco, después de todo...

— ¡Lo sé! Joder, lo se. — Exclamo ya en mi límite, quisiera detenerme, ella no tiene la culpa, pero sé que me es imposible ahora. — Esta enferma, sí, pero no puedo quedarme en estos momentos a ser su maldita niñera, el Olimpo está siendo gobernado por esa chica lunática ¡y yo no me quedare de brazos cruzados! ¿Qué esperas que haga? ¿Qué vea como todo el mundo se viene abajo? ¿Cómo todo se quema a mí alrededor? ¡No puedo!, quizás tú lo hagas, pero yo no.

—Aries, lo entiendo...

— ¡No! No lo entiendes, ¿Qué entenderías tú, si solo eres una cangreja que se esconde asustada en su caparazón al primer problema? —Espeto señalándola de arriba abajo. Sus ojos me miran sorprendidos y quizás dolidos. — No soy como tú.

—Sí, no eres como yo. — Afirma con voz sombría. — Yo no soy una idiota como tú, Aries. A mí no me vengas a decir que solo se esconderme, porque tú y yo hemos pasado por cosas distintas.

—No te hagas la comprensiva, tampoco la víctima, porque no sé qué hare.

— ¡¿Quién te entiende?! Primero me dices mierdas a la cara y ahora te comportas como si yo tuviera la culpa, bien, yo no te dije que te guardaras todo, yo no soy quien tiene las respuestas a todo ni soy la causante de estos problemas.

— ¡Ya sé que no lo eres!— Desesperado, jalo mis cabellos con ambas manos. — ¡Estoy estresado!

— ¡Todos lo estamos!— Su dedo me golpea repetidas veces el pecho, mientras se acerca aún más a mí. Siento su rostro a unos cuantos centímetros y siento que podría robarle un beso si hace cualquier tipo de movimiento. En estos momentos no parezco estar cuerdo en lo absoluto. — ¡¿Qué es lo que quieres?!

— ¡Quiero que todo esto termine!— Su mirada parece dura contra mis ojos oscuros. — Quiero que volvamos al Olimpo, quiero que todo pare, volver donde antes, no ver sufrir a todos, es más fácil cuando las guerras las peleo solo, necesito calma por una vez en toda mi existencia, quiero que la única preocupación que tenga en estos malditos momentos sea conquistar tu jodido corazón encerrado.

Mis ojos se abren desmesurados ante mis palabras, tanto ella como yo nos sorprendemos de lo que mis labios dicen. Noto un sonrojo crecer en sus mejillas y puedo imaginarme que me encuentro en las mismas que ella. Su mano se encuentra extendida sobre mi pecho, nuestros ojos permanecen clavados en los del otro, como si nos fuese imposible apartarlos y siento mi cuerpo temblar aunque no sé muy bien el por qué.

¡¿Qué debo hacer ahora?!

Géminis.

—Me alegra que ya estés mejor. — Le digo a Acuario.

Ambos estamos sentados en la cama, yo me dedico a dibujar en un trozo de hoja mientras que él solo me observa, puedo sentir una sonrisa en su rostro y de vez en cuando le miro de reojo.

—Es bueno poder moverme como antes. — Afirma alegre. — Es bueno verte dibujar como antes.

—Es bueno hacerlo, me libera.

—Lo sé. —Le escucho resoplar. —Era un fastidio no poder moverme como antes ¿sabes?

—Me lo imagino, no eres un chico que se quede quieto por mucho tiempo, en eso nos parecemos a Sagitario.

—Sí. —Ríe y yo le miro. Noto su mirada oscurecerse y se lo que se le viene a la mente. Se acerca a mi oído y siento su cálido aliento contra mi piel. — Podríamos...

—No. —Niego divertida, soltando risillas nerviosas. —No creo que sea lo mejor, no ahora.

—Géminis.

—Acuario.

Nos miramos un segundo, sus ojos turquesa encontrándose con los míos de color azul. Soltamos risas divertidas ante el aire de seriedad que nos inundó por un momento. Abre la boca para decir algo más, pero al escuchar unos gritos en el exterior, se calla por completo y ambos miramos en dirección a la puerta de la habitación. Mi ceño se frunce con duda, dejo mis cosas sobre la cama y me pongo en pie, dispuesta a ver qué sucede ahí afuera. Acuario no me detiene, aunque estoy segura que ganas no le faltan. Salgo de la recamara y miro el pasillo por el lado izquierdo, encontrando nada, sin embargo, del otro lado distingo dos figuras. Cáncer y Aries de un momento a otro se quedan callados y estáticos en su sitio. A paso lento me les acerco, noto sus rostros rojos en cuanto llego a su lado, ninguno se percata de mi presencia hasta que me digno a hablar.

— ¿Qué sucede?— Cuestiono pasando mi mirada de un chico a otro.

Ninguno me mira, al contrario, ambos desvían la vista a lugares contrarios. La cangreja mira el suelo, mientras el carnero observa la pared a su lado derecho.

—No es nada. — Murmura Aries y puedo notar un atisbo de vergüenza en su voz, cosa un tanto extraña.

Antes de que pueda replicar, ambos desaparecen de vista, yendo en direcciones completamente diferentes el uno del otro. Bien, no sé qué sucede, pero tengo curiosidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top