8.

Yaku estaba nervioso.

Sería la primera «reunión» de Yuu y él desde que empezasen a hablar por teléfono de sus respectivos problemas amorosos. Era normal que estuviese nervioso.

Además, tenían que convencer al entrenador del Karasuno de que dejara a su líbero quedarse en casa de Yaku mientras durase su estancia en Tokyo.

Pero aún no llegaban y se iba haciendo tarde. El pie de Yaku no dejaba de dar pequeños toquecitos en el suelo, sentado en el banquillo de los vestuarios mientras los demás terminaban de cambiarse.

—¿Te pasa algo, Yaku?

Los ojos marrones de Yaku miraron a Kuroo con extrañeza.

—¿A mí? Nada.

—Ya, y por eso parece que te vas a cargar el suelo —rió—. Venga, puedes decirle al confiable Kuroo lo que te ocurre, amigo.

El capitán se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros. Yaku le dedicó una mirada de soslayo.

—Aunque me ocurriera algo, que no, serías la última persona a la que se lo diría.

Kuroo suspiró y dejó caer su brazo, hasta que su mano se posó en el banco.

—Hoy deberían llegar los de Karasuno, ¿no?

—Ajá —asintió—. Lo cual aún no te he preguntado. ¿Cómo así te dio por decirles de un entrenamiento?

—Bueno, hacía tiempo que no los veíamos, ¿no? —se encogió de hombros—. Pensé que sería buena idea. Solo eso.

—Por qué será que no te creo.

—Hombre de poca fe —suspiró, y se levantó—. De todas formas, ya mismo deberían llegar. Según Sugawara, han tenido un percance, pero ya están de camino.

—¿Hablas con él? —arqueó una ceja—. ¿Desde cuándo?

—¿Y ese repentino interés en mi vida? —rió.

—No es interés en tu vida, idiota. Solo curiosidad.

—Pues no desde hace mucho. Solo hablamos para cosas banales como estas —se encogió de hombros—. Nada del otro mundo.

—Ajá.

Yaku rió al ver la cara de nerviosismo de Kuroo.

—Bueno, venga, vamos a ver a esos cuervos.

El líbero se levantó y puso las manos dentro de su sudadera roja. Kuroo le siguió tras coger a Kenma del brazo para moverme de los vestuarios. Lev andaba con los de segundo emocionado por ver al diez del Karasuno, al que le pensaba preguntar si había crecido algo —aún no parecía entender que la gente baja no era baja por gusto—.

Kuroo tenía claro que, para Lev, Hinata era una especie de muñeco con muelle incorporado, único en su especie. Le dejaba ser, porque no hacía más daño que al orgullo del rematador del Karasuno, pero eso se solucionaba con un partido.

Los de primero eran tan simples...

Ambos se unieron al grupo que ya salía al patio de su instituto para ver si el autobús que traía a los del Karasuno ya había llegado. No tuvieron que esperar demasiado, porque ni bien salían, el vehículo ya estaba entrando al recinto.

Todos alzaron la mano a modo saludo. Los de Karasuno sacaron las cabezas por la ventana, empezando a gritar a modo de respuesta.

Cuando todos bajaron, Yaku buscó con la mirada al líbero. No le hizo falta buscar demasiado, porque Noya estaba corriendo ya hacia él.

Corriendo demasiado rápido, quizá.

Yaku no tuvo demasiado tiempo para apartarse, y los dos acabaron rodando en el suelo. Cuando se detuvieron, se miraron y echaron a reír a carcajadas.

—¡Cuánto tiempo! —rió el del Nekoma, y Noya le ayudó a levantarse—. Se te ve emocionado. ¿Ha pasado algo?

—¡Si yo te contara! —rió—. Pero habrá tiempo para eso, no te preocupes. Solo... intenta no decir nada delante de Suga.

—¿Qué pasa con él? —frunció el ceño.

—Creo que sospecha algo. Bueno, creo no, lo sé. Y ya sabes, es bastante amigo de Asahi...

—Entiendo —rió Yaku—. Supongo que estaba tardando en darse cuenta. Eres demasiado obvio.

—¡Eso es mentira! —se cruzó de brazos.

—Ya.

Yaku arqueó una ceja al apartar la vista del castaño y ver a Lev con Hinata encima de los hombros. Noya le siguió la mirada y empezó a reírse fuertemente.

—¡Lo ha hecho! —exclamó el líbero—. ¡No me creo que lo haya hecho!

—¿Qué hacen? —preguntó Yaku, mirándole extrañado.

—Es que... —Noya recuperó el aire—. Hinata está pidiendo a toda la gente alta que le suba en brazos para saber qué se siente ser tan alto. ¡Hasta Tsukishima lo ha hecho! Pero Kageyama se ha negado en rotundo.

—Empiezo a creer que en vuestra ciudad estáis medio pirados todos.

—No lo dudes —rió Noya, y vio a Hinata saludarle desde sus, ahora, dos metros pasados.

—¡Así bloquearía a cualquiera! —dijo Hinata, quejándose de nuevo de su falta de estatura.

Momentos después, Lev le bajó de sus hombros y miró a Yaku.

—¡Yaku-san! ¿Quieres también? —preguntó sonriente.

Noya puso una mano en la boca para no soltar una risotada mientras Yaku se sonrojaba.

—¡Vete a la mierda!

—Vamos, Yaku-san, si te mueres de ganas —dijo Noya, aún aguantando la risa con lágrimas en los ojos.

—De lo que me muero de ganas es de pegarle una patada.

Noya no pudo más y soltó toda la risa que había estado conteniendo. Yaku le miró mal, pero algo más captó su atención.

La visión del calmado Sugawara y el imbécil de Kuroo hablando. Una conversación que tenía todas las luces de ser secreta.

Entonces se fijó en el capitán del Karasuno, que no parecía estar particularmente feliz de ver a su vicecapitán con Kuroo. Cuando este se dio cuenta de que estaba siendo asesinado con la mirada, sonrió como solo un gato podía sonreír y pasó un brazo casualmente por los hombros de Sugawara mientras seguía hablando con él.

Yaku pensó que vería a ambos enzarzarse en una pelea a muerte. Sin embargo, Sawamura guardó las formas —porque no era como su capitán, se dijo Yaku— y se acercó a separar a Hinata y Kageyama, que parecían estar discutiendo por alguna tontería.

Se dio cuenta entonces de que faltaba uno de tercero. Concretamente, ese de tercero.

Noya pareció darse cuenta de lo que pensaba.

—Se ha quedado dormido, y hemos decidido dejarle un rato más.

—Ya veo —rió—. ¿Has logrado convencer a tus profesores?

—Oh, sí. En el momento en el que no me acosaban todos, he podido decírselo.

—¿Y eso? ¿Por qué te acosaban?

—Suga —murmuró—. Pero ya te lo contaré. Lo importante es que me han dejado.

—¡Genial! —ambos chocaron las palmas de sus manos—. A mi madre no le importa. Tenemos un futón de invitados, así que puedes dormir en mi habitación.

—¿No la compartías con tu hermana? —preguntó curioso.

—No, solo que se la pasa molestándome y por eso parece que vive en mi habitación —suspiró—. Pero la tiene aparte.

—Suerte que no tengo hermanos.

—Sí, mucha suerte. Tengo miedo cuando Lev viene a mi casa, porque esa cría es una maldita cotilla y habla por los codos.

Noya rió, imaginándose a la niña soltando cualquier cosa que comprometiera a Yaku. No sería la primera vez que lo hacía en frente de Noya cuando estaban hablando por videollamada, frente a Lev tampoco tendría demasiados reparos.

—¡Vosotros dos! ¡Que vamos a jugar un partido! —anunció Ennoshita, atrayendo la atención de los dos líberos. ¿Un partido a esas horas, y con los de Karasuno recién llegados?—. ¡Daichi-san ha retado al capitán del Nekoma!

—Ya está Kuroo armándola —suspiró Yaku, caminando hacia el grupo que se había formado. Noya le siguió suspirando también.

Hinata apareció con una adormilado Asahi que miró incrédulo a Daichi, pero el capitán del Karasuno no le hizo demasiado caso, más concentrado en mirar a Kuroo de una manera que a más de uno hubiera espantado.

Pero Kuroo era Kuroo, y más que tener miedo, lo que hacía era divertirse. Sonreía ante la molestia de Daichi, y Suga estaba en medio, mirando a su capitán con una mueca de desacuerdo.

Suga parecía ser el único consciente de que estaban en desventaja respecto a los de Tokyo por el cansancio del viaje, porque Hinata estaba más que animado mientras hablaba con Kenma y los demás más de lo mismo, picándose entre sí.

Noya y Yaku se miraron mientras entraban en el gimnasio, conscientes de que eso no iba a acabar bien.

Y no acabaría bien.

★★★

Hey, gentecilla~

Estoy: muerta. Lo he acabado justo en el recreo y ahora me toca filosofía 🙂

Pero bueno que hoy era el cumple del bebé líbero del Karasuno y había que hacer algo. Así que aquí lo tenéis, cap.

Saben las estrellas cuándo volverá a haber otro así que disfrutadlo JAJAJA —Martamewaamatar—

¿Review? 👀✨

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