5.
Noya llegó a su casa y subió a su habitación, rechazando la oferta de cena de su madre. Ya cenaría más tarde, ahora quería ver qué quería Yaku.
Inició el ordenador y dejó la bandolera en su sitio mientras esperaba que cargase. Su ordenador era del año tropecientos, solía tardar. Le escribió a Yaku mientras, para avisarle que ya había llegado.
Cuando se activó, abrió Skype y ni bien puso el chat ya le estaba entrando una llamada.
De Yaku, obviamente.
La aceptó y vio al líbero del Nekoma con las mejillas rojas y mirando la pantalla con impaciencia.
—¡Yuu, ayúdame!
Noya parpadeó ante el grito y ladeó la cabeza. Yaku mostró entonces su móvil, aunque apenas podía ver lo que ponía en la pantalla.
—¿Qué pasa? ¿Qué es eso?
—¡Lo que pasa es que Kuroo y Kenma...! ¡Y Lev...! ¡Y el idiota de Kai...!
—A ver, por pasos. No te entiendo nada —puso las manos delante suya—. Respira. Que te da algo.
Yaku obedeció. Pasaron unos minutos en el que el líbero de Tokyo se relajó y ordenó las ideas.
—A ver. Es que hoy acabamos antes, y yo vine a casa pronto para cuidar de mi hermana, porque mis padres se van a una fiesta —Noya asintió, y Yaku prosiguió—. Y pues estos se iban a ir a una feria que hay por ahí. Y parece ser que el idiota de Kuroo tiene suerte y le ha tocado unas entradas para el cine en uno de esos juegos de la bolita.
—Ya, ¿y? —preguntó ante el silencio.
—Pues que luego jugaron a las cartas en casa de Kai. Y apostaron.
Noya recordó al bloqueador que perseguía a Hinata y lo asoció con el nombre de Kai.
—¿Y qué apostaron? —arqueó una ceja.
No había nada que lo involucrase directamente. ¿Por qué estaba tan raro?
—Pues ni idea, pero Kuroo jugó con sus entradas. Y el idiota de Lev va y gana.
Oh. Ya veía por dónde iban los tiros.
—¿Te invitó? —puso los brazos sobre el escritorio para acercarse más con la silla.
—Pues eso es lo malditamente mejor. Que resulta que luego se pusieron a jugar a verdad o reto.
Noya hizo una mueca. Ya veía mejor por dónde iba.
—¿Y...? —instó.
—Y que el idiota de Kai retó a Lev a que me invitase al cine. Y me llamó para decirme eso.
—¿Te dijo que le habían retado? —contuvo la risa porque, lo sentía por su amigo, pero era muy gracioso.
—¡Claro que no! Kuroo se encargó de decírselo. Pero a ver, se oían las risitas de esos idiotas y Lev es muy malo para mentir, así que acabé sacándole toda la verdad. Pero acabó diciéndome que iba en serio lo de ir juntos.
Noya quería en serio la suerte de Yaku.
—¿Y qué vas a hacer? La invitación está hecha.
—¡Ese es el problema! ¡Qué no sé si mandarle a la mierda o no!
—¡Pues ve! ¿Qué pierdes?
—¿La dignidad? No sé, por eso te estoy llamando.
Yaku se cruzó de brazos y Noya rió.
—Vale, a ver. Recapitulemos. No quieres ir con Lev porque te ha invitado a partir de un reto.
—Ajá.
—Pero también quieres ir porque es una buena oportunidad.
—Ajá —repitió, asintiendo.
—¡Pero ve! ¡Yo encima comiéndome la cabeza pensando en cómo decirle algo a Asahi sin que suene raro y tú rechazando oportunidades!
—¡No lo he rechazado directamente!
—¿Qué hiciste entonces?
—Colgué.
Noya suspiró y puso una mano bajo su barbilla, apoyando en codo en el escritorio.
—Eso se llama rechazar indirectamente.
—No, porque no le he dicho que no. Le he insultado, pero eso es normal.
—De toda la vida —rodó los ojos, divertido.
—Bueno, ¿qué hago? ¿Le digo que sí, le digo que no, le mando a mierda...?
—¡Dile que sí! Ojalá tener tu suerte, en serio. ¡El destino te lo pone en bandeja!
—¡Ni tan en bandeja! ¡Mira por todo lo que tengo que pasar!
—¡Hermanooooo!
La voz venía de una niña de unos diez años que estaba en la puerta de la habitación, detrás de Yaku.
—¿Qué ocurre, Kane?
—¡Tengo hambre!
—Coge algo.
—¡No llego a las galletas!
Yaku suspiró.
—Akane, estoy ocupado, ¿no me ves?
—¡Tus problemas amorosos pueden esperar, mi estómago no!
—¡Akane!
Yaku se sonrojó y Noya rió a carcajadas.
—Se nota que es tu hermana.
El líbero le miró a través de la pantalla y suspiró.
—Hablamos mañana, que esta niña...
—Igualmente tenía que ir a cenar y darme una ducha, no te preocupes.
—¡Vamos! —instó Akane.
—Está bien, espera... —bufó—. Adiós, Yuu.
—Adiós —sonrió y cortó la llamada.
Noya siguió sonriendo mientras bajaba a por su cena.
Ya tenía una idea gracias al dilema de Yaku.
•••
Kuroo no estaba muy seguro de eso, pero decidió que pensárselo demasiado era peor.
—¿Sí? ¿Quién es?
—¿Hinata? Soy Kuroo.
Hinata calló un instante, sorprendido.
—¿¡Kuroo-san?! ¿Qué ocurre? ¿Por qué tiene mi teléfono?
—Kenma me lo dio —aclaró—. Tengo que preguntarte algo, si no te importa.
—¡No me importa!
—Verás, es que Yaku ha estado algo raro... —miró a la puerta de clase. Aún no llegaba—. Y quería saber si tú sabes algo.
—¿Yo? No he visto a Yaku-san en un buen tiempo.
—Ya, pero Kenma dice que tú puedes saber algo.
—Ni idea —negó Hinata—. ¡Kageyama! ¿Tú sabes algo de Yaku-san?
—No —respondió simplemente desde el fondo.
—¿Estás tan temprano con Kageyama? —miró el reloj, aún faltaban quince minutos para que empezasen las clases.
—¡Es que ese idiota cree que puede llegar a clase antes que yo!
Kuroo rió al escuchar la réplica de Kageyama. Sin embargo, no entendía por qué Kenma le había dicho de hablar con el diez del Karasuno cuando era obvio que...
Un momento. ¿Karasuno?
—Hinata —llamó.
—¡Sí, sigo aquí! —dijo mientras parecía esquivar algo.
—¿Vuestro líbero actúa raro últimamente?
—¿Noya? Yo lo veo como siempre.
Kuroo hizo una mueca. Obviamente, un chico que solo tenía en la mente el voleibol no iba a fijarse en esas cosas. Suspiró.
—¿Tienes el teléfono de Sugawara?
La pregunta pareció sorprenderle.
—¿Sí? ¿Por?
—¿Puedes pasármelo, por favor?
Si alguien podía saber algo, ese era Sugawara Koushi. Además, Yaku se llevaba muy bien con él, a lo mejor le había comentado algo.
—¡Claro! Enseguida se lo... ¡Kageyama, deja de tirar fichas!
—¿Fichas? —parpadeó Kuroo.
No sabía que Kageyama supiese tirar fichas. Creía que era igual de alocado por el voleibol que Hinata.
—¡Sí! ¡Las fichas del póker que trajo el profesor el otro día! —le dijo Hinata—. ¡Duele mucho!
Kuroo rió. Ya le parecía raro.
—Bueno, gracias Hinata.
—¡De nada! ¡Kageyama que...!
Kuroo colgó en medio del reclamo a Kageyama, suspirando. Sugawara merecía un altar al controlar a esos dos.
Guardó su móvil y vio a Yaku por la ventana que estaba al lado de su pupitre y que daba al patio. El líbero estaba bostezando mientras se restregaba un ojo.
Cómo que era Kuroo Tetsuro que iba a averiguar qué le pasaba a Yaku.
Mirad es la última vez que hago caso a esa niña.
Las 3 de la mañana.
Me la cargo.
MARTA TE VOY A MATAR ME OYES.
Bueno esto sería todo por hoy que tengo mucho MUCHO SUEÑO.
¿Review por mis horas de sueño perdidas?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top