20.
Lev no tenía muy claro qué había sucedido ese día.
Su hermana le había dicho muchas veces antes que era muy despistado, y que cuando no entendiese algo recapitulase lo sucedido. Aún así, Lev todavía no estaba muy seguro de qué había pasado, así que recapituló por quinta vez.
Por la noche, le llegó un mensaje de Yaku diciéndole que quería quedar con él para decirle algo. Lev se imaginó dos escenarios en principio: o bien le regañaría por dejar su taquilla abierta —le pasaba muy a menudo— o bien le daría lecciones de voleibol. Sobre todo teniendo en cuenta de que, aparte de que no sabía cómo recibir el balón correctamente, su sincronización con su colocador no era lo que se decía perfecta.
Pero todo eso podía decírselo en el gimnasio, delante de todos, o bien a la salida del entrenamiento. No entendía por qué esa repentina citación, pero no se sentía con ganas de contradecir al de tercero, quien de no haber sido líbero posiblemente fuera vicecapitán debido a su actitud. Lev recordó haber pensado cuando entró al equipo que era Yaku el vicecapitán —porque a Kuroo ya le había conocido— en vez de Kai, quien solía ser menos... más tranquilo.
No era como si le disgustase el carácter de Yaku, al contrario, era muy divertido verle jugar, entrenar, estar con él. Incluso cuando se enfadaba mucho cuando le preguntaba por su altura —no sabía aún cuál era el drama con ello, ¿no eran todos los líberos pequeños de nacimiento? No tenía nada de lo que avergonzarse.
Por eso, accedió sin más y fue como todos los días al instituto. Quiso preguntarle por qué esa citación antes, pero Yaku parecía muy concentrado con su examen de historia y definitivamente no quería ser él quien le distrajese. Sabía que era muy importante para él sus exámenes, los de tercero se jugaban mucho en ellos, y Lev decidió que sería mejor el dejarle estudiar con tranquilidad.
Hasta ahí todo bien. Lo que no alcanzaba a comprender era lo que sucedió en ese encuentro.
Recapitulando de nuevo, estaba con Yaku en el lugar acordado, y entonces empezó a preguntar qué quería. Al principio actuaba extraño, sin no siquiera mirarle cuando Yaku siempre le miraba a la cara. Daba igual la situación, o su diferencia de altura, a Yaku no le intimidaba nada y menos bajaba la mirada.
No entendía siquiera qué quería decir cuando había sido él quien le había citado ahí. Trató de decírselo, pero cuando le miró, Yaku parecía triste. Quiso preguntar, o hacer algo para que dejase de estar así, pero Yaku no quiso ni escuchar ni ser consolado. Empezó a decir un montón de cosas tan rápido que ni siquiera llegaba a entender, a duras penas deducía que era japonés. Escuchaba su nombre, y cosas referidas a su altura, o a voleibol, o a la vida académica en general pero las frases se cortaban y gritaba demasiado para poder ser entendido perfectamente. Sí parecía enfadado con él, por alguna razón que Lev no entendía tampoco. Intentó detenerle y preguntar, pero Yaku no le dejó.
Luego, al final de todo eso, se detuvo. Seguía enfadado, y Lev intentó poner una mano en su hombro para calmarle, pero Yaku se echó hacia atrás y le soltó un no sé cómo pude enamorarme de un idiota como tú.
Claro y sonoro. Lev no supo qué decir al respecto, demasiado paralizado por... ¿la sorpresa? ¿El desconocimiento? Otra cosa que no sabía. Y antes que pudiese hablar, Yaku se tapó la boca con sus dos manos y salió corriendo.
Quiso detenerle, quiso hacer muchas cosas en esos cinco minutos que estuvieron ahí, pero Yaku no le dejó hacer nada en ningún momento y luego no se presentó al entrenamiento. Ni él ni Kuroo.
Kenma parecía saber algo, porque dijo que ninguno de los dos asistirían, pero el colocador no estaba dispuesto a soltar prenda a Lev. Aunque lo sabía, preguntó. Era de esperar que no le respondiese, pero en esa ocasión fue diferente.
Lev sabía que, de normal, Kenma tendía a huir de contacto físico y relaciones de amistad, y solo lo permitía con poca gente como Kuroo y Shoyo —siendo la excepción a la regla el animado chico de primero. Pero en ese momento, Kenma le dedicó una sonrisa que no sabía si calificar de buena o peligrosa, y le dijo que ya lo vería.
Cuestión, Lev seguía muy confuso cuando llegó a casa. Decidió meterse en la ducha para ver si así entendía algo (su madre le solía decir que pensaba mejor cuando se estaba duchando) pero incluso tardando tres veces más de lo normal no lo entendió.
Así que finalmente optó por buscar en Internet las palabras exactas de Yaku. Encontró muchas cosas, la mayoría fragmentos de novelas o de mangas. Tampoco esperaba que saliera la Wikipedia diciéndole lo que significaba una frase (aunque sería genial) pero de toda su investigación solo sacó más preguntas, y una en concreto destacaba.
¿A Yaku le gustaba él?
Es decir, más que como a un amigo, o alguien a quien enseñar voleibol. Es decir, como su madre y su padre se querían. Tipo como el capitán de Karasuno quería al colocador suplente. O como Kuroo mismo a su propio colocador. O como Bokuto a Akaashi.
Analizó las parejas más cercanas que tenía, e intentó compararlas con la actitud de Yaku hacia él. Kuroo y Yaku no eran ni de cerca iguales. Bokuto y Yaku menos. Ni hablar de los de Karasuno. ¿Pero entonces por qué le diría eso? Quizá estaba enfadado, y Yaku rara vez se enfadaba tanto. Era más de enfadarse un momento y luego de golpearle le daba una botella de agua, o una fruta, o cualquier cosa como disculpa.
Pero esta vez no hubo nada. Se fue corriendo sin más. Y Lev tenía muchas dudas y ninguna respuesta.
—Lyovochka...
Dejó su móvil a un lado y giró la cabeza para ver a su hermana en la puerta de su habitación, su perfecto pelo hecho un desastre y una mirada de cansancio que rara vez se veía en Alisa.
—Dime.
Alisa sonrió. Lev quería mucho a su hermana mayor, pero esa sonrisa daba miedo.
—Buenas noches.
Pero si acababa de llegar, se dijo Lev. Sin embargo no dijo nada, solo asintió y Alisa cerró la puerta. Escuchó la conversación con su madre acerca de por qué llegaba a esas horas, pero no alcanzó a oír lo que respondió su hermana y tampoco le interesaba especialmente. Después de todo, Alisa sabía lo que hacía, era mayor a Lev y definitivamente la más inteligente de los dos, aunque su madre solía decir que eran muy parecidos y muy guapos.
Claro que esa era la opinión de su madre.
Lev se miró en el reflejo de su móvil apagado. Alisa era muy guapa, como bien afirmaba mucha gente, pero Lev no se consideraba igual a su hermana en ese aspecto. Tenían el mismo color de pelo y sus ojos eran ligeramente similares —aunque Alisa los tenía de diferente color—. La piel era igual de blanca, pero a Lev no le gustaba especialmente. No era como si supiera demasiado, pero a su gusto era mucho mejor alguien con la piel más morena, el cabello más oscuro, los ojos más oscuros también, como marrones... Y aparte, a la gente de poca altura no le costaba encontrar ropa, y quizá por eso eran más atractivos. A la gente alta le costaba un mundo, comprobado. Aparte, había visto en Internet (mientras buscaba la frase) una encuesta de que había más probabilidad de congeniar con alguien de tu altura que con otro que no lo sea.
Siendo así, ¿realmente podía gustarle a Yaku? Porque Yaku sí era atractivo, y por otra parte siempre le había molestado su diferencia de altura. Además, con el líbero de Karasuno congeniaba muy bien y eran más o menos de la misma altura.
No estaba seguro. ¿Debería preguntárselo? Podía hacerlo, pero ¿y si le decía que había escuchado mal? ¿O que lo había malinterpretado? Porque era lo más probable.
Sin muchos recursos, decidió acudir a su última baza.
Desbloqueó el teléfono y realizó una videollamada. Miró la hora mientras se marcaba. Era pronto aún, no estaría dormido.
—¿Lev? ¿Qué quieres a estas horas?
Kuroo tenía una cara parecida o peor a la de su hermana cuando contestó.
—Te dije que te acabaría llamando —no le sorprendió escuchar la voz de Kenma, monótona como siempre.
—Esto... Quería hacerte una pregunta.
—Recurrir a ti es de las últimas de las opciones realmente —se burló el colocador, y Kuroo le lanzó una almohada.
—Pues pregunta. Ya sabes que tu capitán es la persona más confiable —sonrió.
—Sí, claro.
Ignoró a Kenma, ampliando su sonrisa mientras bebía de una botella de agua.
—¿Tú crees que le puedo gustar a Yaku?
Kuroo le conocía, habían pasado tres años en el mismo equipo, ¿no? Él podría saberlo.
Pero de repente su cámara se lleno de agua y escuchó a Kuroo toser. De manera borrosa distinguía a Kenma dándole palmadas en la espalda mientras seguía mirando su consola.
—Tú eres tonto —dijo cuando se recuperó—. Después de todo eso...¡Ponte a pensar!
No esperaba una reacción tan brusca. Lev parpadeó sorprendido y la llamada se cortó. Se encogió de hombros. A lo mejor les había pillado en mal momento o algo.
Miró fijamente la pantalla del móvil. De normal, cuando no podía ser Yaku, recurría a su hermana para estas cosas —así se enteró que a él le gustaba Yaku aunque evitó que su hermana se diese cuenta— pero ella no estaba precisamente de buen humor por lo que había visto. La última sí era Kuroo, pero ya había visto el resultado.
De repente saltó una notificación en su teléfono.
[@haibalev] @yaku.libero ha hecho una historia por primera vez en mucho tiempo. ¡Ve a verla!
¿Yaku usando las historias de Instagram? Eso era una novedad. Era una de estas personas que estaba en contra de las historias en todas partes y también era cierto que usaba más Twitter.
Tocó la notificación, y salió una foto de Yaku con una sonrisa parecida a la de Alisa momentos antes y una mano haciendo signo de la victoria.
Me quiero morir pero ya está hecho.
Sin querer, Lev le dio a su perfil. Aparecieron fotos suyas, obviamente. La última con Lev en el centro comercial antes de entrar.
Y mirando las cuatro fotos que tenía se dio cuenta de que Kuroo realmente no era su última opción.
☁☁☁
Noya estaba algo nervioso.
Solo un poco. Un poco mucho. Un poco bastante. Vale, estaba muy nervioso.
Suga no había dejado de sonreír de oreja a oreja durante el resto del entrenamiento, y eso le daba mala espina. No era raro que Suga sonriese, pero no así. Daba muy mal rollo.
Lo peor era que su aliado, compañero, amigo, casi hermano llamado Tanaka Ryuunosuke también actuaba raro. Noya no estaba muy seguro de qué ocurría, al final solamente era una cena, ¿no?
Viéndose desprovisto de información, se acopló al grupo de primero, quienes actuaban al menos de manera normal. Hinata y Kageyama eran muy divertidos, y aunque Tsukishima tenía un sentido del humor muy propio, al menos estaba Yamaguchi para calmarlo si quería hacer alguna broma de las suyas —incluso así, el bloqueador tenía por costumbre meterse sobre todo con el dúo de primero—.
Y así, su entrenamiento acabó siendo uno de los más raros del año.
En fin. Decidió adelantarse al resto, ya que su casa definitivamente estaba mucho más cerca y sinceramente no quería lidiar ni con Suga ni con Tanaka en ese modo. Le ponía aún más nervioso, y por eso ese entrenamiento sería recordado como el que Nishinoya Yuu, el mejor líbero de Miyagi, falló más de la mitad de las recepciones.
Ciertamente no era su culpa. Era de Suga, y de Tanaka, incluso de Daichi por no decirles nada. Parecía ser el capitán solo cuando se trataba de la cancha. El resto del tiempo, lo era Suga.
Mandó un mensaje a Morisuke por el camino con las noticias —había insistido en que le mantuviera actualizado— pero tras ducharse, arreglarse y cambiarse, el líbero siguió sin contestar. Noya supuso que tendría algún asunto que atender y por eso no respondía.
A cambio, recibió un mensaje de Suga deseándole suerte y otro de Ryu —que al parecer se había enterado de algo que él no— dándole ánimos porque ponía, textualmente: mucho ánimo, lo vas a necesitar bro.
¿Por qué parecía como si fuera a jugar una final? ¡Solo iba a cenar a casa de un amigo! Bueno. Era lo que eran. A ver, sí, a Noya solo tal vez se le notaba un poquito que le gustaba Asahi, pero no era tan obvio. Más obvios eran Daichi y Suga y ahí estaban. Por no hablar de Shoyo y Kageyama. Pero Noya no era así, ¿verdad?
¿Verdad?
Sí, bueno, quizá se distraía con mucha facilidad cuando Asahi estaba rematando porque sinceramente se le veía genial. Y puede que se enfadase de más cuando Asahi pensaba tan mal de sí mismo cuando era la persona más buena, amable y amigable del mundo a pesar de que medía casi metro noventa y la gente parecía echarle veintitantos años. Era cobarde muchas veces, pero cuando se le necesitaba se podía contar con él, y le enfadaba que Asahi no se diese cuenta de lo genial que era.
Pero no era muy obvio que le gustaba, ¿no? Es decir, Asahi no era tonto y se habría dado cuenta también. Y había hecho jurar y perjurar a Suga que no diría una palabra a nadie —aunque la regla no se aplicaría a Daichi, contaba con ello—. Y si se hubiera dado cuenta, le habría dicho algo, ¿no?
Un momento.
Noya tuvo una realización. ¿Y si se había enterado y quería aclarar las cosas? ¿Y si iba a rechazarle? Asahi era una persona tímida y muy buena, seguramente lo querría hacer de manera que no se sintiese mal por ello. Querría que siguieran siendo amigos, o esas cosas típicas de las películas.
¿Para eso entonces era la cena?
Morisuke: Lo siento, Yuu, no había visto el mensaje. Ahora estoy algo ocupado, pero suerte :) Ya me contarás.
Suerte era lo que iba a necesitar, sí. Y puede que una tarrina de helado tamaño humano.
—Debería dejar de pensar tanto —se dijo, suspirando y mirando el reloj.
Asahi y él habían quedado de encontrarse en casa del rematador, así que ya podría ir yendo si encima no quería llegar tarde. Una parte de él quería no llegar, pero sabía que estaba mal y que tenía que ser valiente. Si iba a ser rechazado, pues bueno, que fuera más temprano que tarde, ¿no?
Además, no todo tenía que ser malo. Podía ser que a lo mejor, y solo tal vez, le correspondiera. Solo quizá. Podía ser, ¿no? A ver, tenía una posibilidad al menos, ¿verdad?
Caminó más rápido. Si seguía así, iba a acabar dándole algo solo por los nervios y las dudas. La mayor posibilidad era que no fuera nada, y que simplemente Asahi quisiera cenar con él y hablar como los buenos amigos que eran. Había ido a casa de Ryu varias veces incluso a dormir. Con Morisuke igual.
No tenía por qué ser nada.
Pero en el fondo quería que fuera algo. A ser posible, bueno.
La casa de Asahi no estaba lejos precisamente de la suya, pero el camino se le hizo eterno, casi como el ir a casa de Shoyo —que eso sí que estaba en el otro extremo, y encima iba a bicicleta—. Cuando timbró, notó que los dedos le temblaban un poco.
En serio, ni en la final contra Shiratorizawa se sintió tan nervioso.
—¡Voy!
Noya escondió las manos en los bolsillos para que no se notase su nerviosismo. Asahi no tardó en abrir la puerta, recibiéndole con una gran sonrisa.
—Hola —saludó. Y se sintió como un idiota, porque no sabía ni qué decir.
—Hola. Pasa, pasa, ¿tienes frío?
Ya. Se tenía que fijar en sus manos.
—¿Eh? No, qué va. Solo es una costumbre.
Asahi pareció asumirlo sin más, pero sin duda le había quedado la pregunta en la cabeza, porque llevaban dos años conociéndose. Noya solía hacer eso cuando estaba nervioso, y Asahi seguramente lo supiera.
En fin.
—Justo estaba terminando de cocinar. ¿Te sientas y me esperas? —dijo cuando llegaron al salón comedor.
—Si quieres te ayudo, no me importa —sonrió.
El olor de espaguetis a la carbonara le llegaba como una brisa de aire fresco, y no podía esperar a hincarle el diente. No había comido nada y el entrenamiento había sido agotador.
Además, Asahi cocinaba genial. Eso no podía quitárselo.
—No te preocupes, está bien. Tú siéntate y relájate.
Sí, se había dado cuenta.
Asintió y obedeció. Tampoco tenía muchas opciones.
La mesa de comer estaba ya puesta a falta de los platos. Esta era más grande que la de Noya, teniendo en cuenta de que en la familia de Asahi eran cuatro mientras que en la suya solamente eran dos. Siempre era agradable ver a la familia de Asahi, de carácter tranquilo como él, y no sabía si era bueno o malo que no estuvieran en casa ese día.
Quizá estaba pensando demasiado.
—Y aquí está. Espero que te gusten.
Asahi puso delante de él un plato con unos maravillosos espaguetis que aún estaban humeantes. Tenía probabilidad de quemarse si se lo comía muy rápido, ¿pero a quién le importaba? A Noya no.
Asahi paró de soplar para reírse al ver a Noya beber rápidamente del vaso de agua que había para él.
—Están muy buenos —felicitó—. Aunque a lo mejor debería haber esperado un poco.
—Suga te echaría una charla acerca de por qué no deberías comer algo caliente sin soplar antes, pero yo no soy Suga —rio.
—Y lo agradezco. A veces pienso que tengo dos madres.
—Tranquilo, yo igual. Pero yo le he aguantado tres años junto a Daichi, hazme caso que es peor cuando vais a la misma clase.
Noya se lo imaginaba, y echó a reír.
—Es peor cuando eres un año menor. Hazme caso.
—No quiero imaginar cómo se sienten los de primero.
Se echaron a reír juntos al imaginar a los cuatro de primero siendo regañados por Suga —que obviamente había pasado— y por Daichi también.
—Se preocupan demasiado.
Siguieron hablando y riendo acerca de sus compañeros de equipo y de voleibol. Así, Noya pudo relajarse completamente, aunque no era nada raro tratándose de Asahi.
Asahi tenía un efecto tranquilizador. Era como escuchar lluvia en un día de otoño, como tomar un chocolate caliente en invierno. Relajante. Reconfortante.
Recibió un mensaje de su madre preguntándole cuándo iba a volver. Se disculpó con Asahi para contestarle y, mientras su amigo aprovechaba para rellenar la jarra de agua, Noya le respondió con un «seguramente algo tarde» y se fijó en la notificación de Instagram de la historia de Morisuke.
La abrió por curiosidad, pero no alcanzó a responder porque Asahi había regresado.
Todo iba con normalidad hasta que, cuando acabaron de comer, Asahi pareció ponerse nervioso. Noya lo notó en el ligero movimiento que hacía con el dedo sobre su mejilla, y en la manera en la que sonreía.
—Esto... Noya, verás. Quería decirte una cosa.
Si bien Asahi era tranquilizador la mayoría de las veces, otras parecía ser una inyección de adrenalina que hacía que su corazón latiese a mil por hora.
—Dime.
Trató de sonar como si no se estuviese tirando en paracaídas. Esperó haberlo conseguido.
—Verás... Yo...
Asahi miraba a todos los rincones den su casa menos a él y Noya no sabía dónde meterse.
—Yo... Yo te...
Y entonces, el teléfono de Noya empezó a sonar por todo lo alto.
⏩ To be continued
¡Hola!
No, no he muerto XD. Solamente que la vida me ha impedido escribir. La vida, la inspiración, la pandemia, la Universidad... ¡Al final me salieron bien mis exámenes! Muchas gracias por vuestro apoyo <3
En fin. Es larguillo por la espera, y bueno, con suerte el siguiente no tardará medio año XD.
Una cosa que quería decir. No ha sido especialmente en este caso, pero lo he visto mucho últimamente por mis redes de amigos que tengo fickers y gente ficker que sigo (sobre todo en inglés). De verdad, si os gusta una historia, no presioneis al autor para seguirla. Es decir, repetidos mensajes de un usuario diciendo "actualiza" y ya pues crea una sensación de agobio y malestar porque a veces nos sentimos mal al hacer otras cosas que nos gustan y no tener tiempo para absolutamente todo pero tenemos que priorizarnos.
Una cosa es querer leer más y otra que obligues a alguien que no te debe nada a darte algo gratis. Si te gusta la historia, apoya al autor de esta. Sé amable y si no actualiza, pues bueno, a lo mejor tiene no sé vida. Si de verdad queréis con muchas ganas la actualización y no podéis aguantar porque os morís o algo, es tan fácil como llegar a un acuerdo con el autor para una comisión. Normalmente están dispuestos (hay quienes no eh)
Por favor, apoyad a vuestros fickers <3 Las historias las hacemos con todo el amor del mundo.
¡Y bueno! Eso es todo. Os dejo con la intriga del siguiente cap :)
¡Nos leemos!
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