16.

Alisa rodó los ojos mientras miraba a su hermano hacer el tonto. Desde que llegó de Rusia hasta ese momento, todavía se preguntaba qué demonios había hecho su madre para educar a un muchacho tan corto de mente.

—Solo tenías una tarea, Lev —le recriminó de vuelta a casa—. Una. Y no la has hecho bien.

Lev rodó los ojos, las mejillas ligeramente rojas. Los demás iban delante suya, Yaku discutiendo algo con Nishinoya y Tanaka mientras la hermana de Yaku hablaba con la de Taketora sobre algo, mirando de reojo a ambos rusos de vez en cuando.

El viento de la noche empezaba a soplar, y Lev ocultó el mentón en el cuello de la chaqueta mientras seguía observando a Yaku. El muchacho se veía alegre con ambos del Karasuno, y a Lev le alegraba verle sonriente, pero no podía evitar pensar que sería el único año que lo haría. Aunque intentaba no tomarle demasiada importancia, se había acostumbrado a las clases particulares de Yaku, a sus regaños y a sus patadas, y sinceramente no se imaginaba un entrenamiento sin el líbero ahí.

No sólo él, sino todos los demás de tercero. Su capitán incluido. Lev no sabía cómo iban a seguir sin verles todos los días, sin las bromas de Kuroo y los regaños de Yaku junto a los suspiros de Kai intentando calmarlos.

Pero sobre todo, a Lev se le iba a hacer difícil ir al gimnasio y no encontrarse con Yaku diciéndole que no debía llegar tan tarde. A Yaku sin sonreírle cuando hacía bien un pase. Cuando hacía bien un bloqueo. Cuando fallaba una recepción y tenían que volver a repetirla por quinta vez. Sentía un vacío en el pecho al pensar que no volvería a patearle cuando hiciese un comentario respecto a su altura, o no le daría la mitad de su almuerzo cuando se le olvidase, porque no estaría ahí.

Alisa pareció notar la tristeza que le había embriagado de repente, y le dio un ligero golpe en la cabeza.

—Si piensas tanto, te vas a fundir el cerebro.

Su hermana le sonrió, y Lev le devolvió la sonrisa antes de que las hermanas la llamasen.

Rio al ver la gran diferencia de altura entre las dos chicas y Alisa. La hermana de Taketora era ligeramente más alta que la de Yaku, seguramente contribuyese su pelo atado en dos altas coletas rizadas mientras que la otra chica lo tenía liso y suelto. La que más destacaba era su hermana, con su piel mucho más blanca y su claro cabello, y sobre todo por su altura. Se inclinaba hacia delante para escuchar mejor a las otras dos, y reían como si se conocieran de toda la vida.

Lev prefirió no meterse entre ellas, y decidió escuchar la conversación de Kuroo, detrás suya, quien mantenía un brazo rodeando los hombros de Kenma, inmerso en su juego, y Sugawara, quien apoyaba un brazo sobre el hombro de Sawamura.

—¿Tú crees que eso va a funcionar? —el vicecapitán de Karasuno arqueó una ceja.

—Por supuesto que sí —atrajo hacia sí a Kenma para evitar que chocase contra una farola—. Solo hay que organizarlo bien.

—Yo no veo claro que Noya... —empezó Sawamura, interrumpido por Suga.

—Tú nunca ves nada, Daichi —el albino rodó los ojos, y miró a Kuroo—. Vamos a necesitar convencer a la hermana de Yaku. ¿Podrás con eso?

—Déjamelo a mí —Kuroo se señaló a sí mismo con su mano libre, y guiñó un ojo.

—Suga, ¿estás seguro de que es una buena idea? —el capitán de Karasuno seguía sin convencerse de cualquiera que fuera esa idea—. No me fiaría de un gato.

Kuroo le dedicó su sonrisa felina a Sawamura.

—Agradece que no estoy interesado en cuervos —guiñó un ojo.

—Suficiente tienes con los gatos —sonrió Sugawara.

Lev arqueó una ceja, confuso. Parecían estar hablando algo sobre Yaku y el líbero del Karasuno, pero no entendía nada de lo que decían. No sabía si porque hablaban en clave o, simplemente, era algo que solo los de tercer año podían entender —Kenma tampoco parecía entenderlo, aunque más bien, ni siquiera estaba interesado—. Así que lo dejó pasar mientras veía su hermana acercándose a Nishinoya por alguna razón que no alcanzaba a comprender.

¿Qué tenía que hablar Alisa con el líbero de Karasuno?

Lev no lo comprendía, pero realmente no sabía si quería enterarse. Yaku, por su parte, parecía muy interesado en hablar con el as del equipo visitante, ¿Azumane, era?

Eso le interesaba más. De un par de zancadas, adelantó al líbero y a su hermana, alcanzando a los otros dos.

—¿Tú crees? —preguntó el más alto de los dos, aunque era más bajo que Lev.

—Sí, Yuu sabe mucho acerca de esas cosas. Me aconsejó qué regalarle a mi madre en su cumpleaños.

¿Ah, sí? Lev no recordaba que eso fuese así. Más bien fue Kenma quien le aconsejó que le comprase aquel yukata...

—¿De verdad? —ni el mismo rematador se lo creía.

—¡Sí! Pregúntale, seguro que está encantado de acompañarte.

Azumane puso una mano detrás de su nuca en un gesto indeciso mientras miraba de reojo al otro líbero.

—Pero pensaba que vosotros ibais a ir de nuevo a... —el de Karasuno calló para pensar bien las palabras—. Bueno, ir a tu casa y todo eso, Noya no dejaba de comentarlo antes de venir a Tokyo. Parecía muy contento de estar contigo.

Lev parpadeó sorprendido al notar el ligero tono de tristeza en la voz del as, a pesar de que sonreía como acostumbraba. Yaku, sin embargo, no pareció percibirlo, lo que le llevó a dudar de su interpretación.

—¡No te preocupes! Estará encantado. ¿Verdad, Noya?

Yaku miró hacia atrás, prácticamente ignorando la presencia de Lev. Noya despegó su mirada de Alisa para fijarse en Yaku.

—¿A qué te refieres?

—Azumane quiere comprar algo para su madre, pero dice que ahora que los capitanes están reconciliados no les quiere molestar —por alguna razón, Yaku sonreía mucho—. Así que he pensado que tú le podrías ayudar. Ya sabes, me ayudaste mucho cuando fue el cumpleaños de mi madre.

El líbero de Miyagi arqueó una ceja.

—¿A qué te...?

—¡Noya, cómo has podido olvidarte!

Lev sintió la mirada de Alisa, y la miró negando con la cabeza. Él tampoco sabía qué demonios ocurría con Yaku.

—¿Olvidarme?

—¿De qué te has olvidado, Noya?

Tanaka, que había pasado en algún momento a hablar con Taketora, miró a su amigo extrañado también.

—Pues no lo sé —respondió—. ¿De qué me he olvidado, Morisuke?

El líbero de Nekoma suspiró resignado.

—No tienes remedio, Yuu. Ahora ve y acompaña a Azumane a comprarle un buen regalo y no te quiero de vuelta hasta que estéis los dos conformes con la compra.

Con una rapidez que Lev solo le había visto usar en los partidos, Yaku tomó de la muñeca a Nishinoya y le lanzó hacia el as de Karasuno. Este evitó que el muchacho cayese debido al repentino acto de Yaku, sujetándole por el brazo.

—¡Venga, marchaos!

Empujó a ambos con las dos manos, y Nishinoya y Azumane se miraron entre sí contrariados.

—¿Quieres...? ¿Quieres venir, Noya? —preguntó inseguro el rematador.

—¡Claro! —el líbero sonrió ampliamente, aparentemente dejando pasar lo extraño que estaba Yaku.

Lev vio, sin más, cómo ambos se desviaban (por consejo de Yaku) por la esquina más próxima. Alisa se acercó a él y le dio un codazo con una gran sonrisa.

—Es muy lindo, tu amigo digo —guiñó un ojo—. Ya entiendo muchas cosas.

—¿A qué te refieres?

Su hermana nunca había sido la persona más cuerda de la familia, pero sentía que la entendía aún menos durante ese día.

—Oh, ya lo entenderás. Tú tranquilo, tu hermana está aquí para ayudarte.

Le dedicó una sonrisa casi compadeciente, y luego se reunió de nuevo con las dos muchachas, que estaban riéndose con (o más bien, de) Taketora y Tanaka.

Pero si Lev entendía poco a su hermana, Asahi había dejado de entender por completo a Yaku.

No sabía cómo había derivado su conversación (más bien algo forzada, dado que Asahi no tenía mucha relación con el líbero de Nekoma, y lo único que sabía de él era que, aparentemente, estaba en una relación con Noya, y este no se lo había dicho pese a dos años de conocerse) acerca de algo tan banal como la idea de regalarle algo a la madre de Asahi, a estar él, a solas, en la noche, en una ciudad que no conocía bien, con un extremadamente sonriente Nishinoya Yuu.

El camino que Yaku les había indicado era, indudablemente, la vía al corazón de la capital. Los coches, las luces y la actividad bullía en el distrito centro, y Noya parecía un niño pequeño en un parque de atracciones. Se acercaba a cada escaparate de pastelería que veía para observar los dulces, indicándole a Asahi que sería un gran regalo el comprar tarta. Pero eso era algo que su madre podría comprar normalmente en Miyagi, y además se podría dañar en el viaje de vuelta.

Noya pareció decepcionado por ello, pero eso no le quitó la sonrisa por más de un par de segundos.

Al cabo de media hora, Asahi se vio forzado a sujetar a Nishinoya por la chaqueta para que no se perdiese entre la multitud. La estatura de Noya, sumado a su rapidez para ir de un lado a otro y la gran cantidad de gente hizo que Asahi le hubiese perdido más de cinco veces, todas reencontrándose porque era Noya quien le veía a él.

Asahi no sabía cómo ni cuándo, pero para cuando quiso darse cuenta, sus dedos estaban entrelazados con los de Noya mientras salían del bullicio nocturno de Tokyo, su mano libre sujetando una bolsa que contenía una pequeña estatuilla de la Torre de Tokyo.

No era lo más original del mundo, pero venía incluida una postal de la ciudad bastante agradable y además había comprado unos dulces —por insistencia de Noya— que no se dañasen fácilmente. Y a su madre siempre le había gustado eso de coleccionar souvenirs, así que suponía que estaba bien.

Lo que seguro que no estaba bien era que estuviese Noya tan tranquilo —bueno, todo lo calmado que podía estar de normal— mientras las piernas de Asahi estaban a punto de fallarle y el corazón seguramente se le saliera del pecho en cualquier momento.

Azumane Asahi no era tonto. Sabía que las reacciones que tenía al tener al líbero cerca no eran ni de lejos las mismas que le provocaban cualquiera de sus amigos. Suga y Daichi, por ejemplo, no le producían las mismas sensaciones que Nishinoya.

Una sonrisa del líbero parecía iluminarle el día, fuera cual fuera. Incluso si era el peor día de su vida, estaba seguro de que Noya podría arreglárselo con un par de palabras y una sonrisa de las suyas.

Suponía que todo había empezado por admiración a la fortaleza y autoconfianza de Noya. El líbero era lo contrario a él, pero aún así no se llevaban mal. Nishinoya tenía un gran carácter, un gran carisma, sabía cómo apoyar a todos sus compañeros, era confiable, un buen amigo y...

Asahi solía quedarse sin palabras a la hora de describir a Noya. Estaba seguro de que ni usando todas las palabras del diccionario podría definir lo maravilloso que era su líbero.

—¿Asahi? ¿Me estás escuchando?

Los grandes ojos castaños de Nishinoya le miraron con curiosidad, y Asahi asintió, desviando la mirada con nerviosismo.

—Sí, sí. ¿La hermana de Yaku, decías?

—¿Qué? De Akane hablé hace ya mucho —se extrañó—. ¿Estás bien, seguro? Parece que tienes algo de fiebre... ¡Ven, vamos a sentarnos ahí!

Señaló un banco cerca de un parque cercano. En el centro había una fuente que brillaba de muchos colores, que a Asahi le recordó a la que estaba al lado del cine donde Noya había dicho que le llevaría el sábado siguiente, ya en Miyagi. No iba a mentir, se había emocionado un poco al saber que había sido a él a quien había invitado (Asahi suponía que Tanaka estaría ocupado, y Yaku no iba a hacerse el viaje solo por eso), pero después de lo que Suga le había dicho...

—¿Quieres algo de comer o beber? Puedo ir a comprar...

—No, no, estoy bien —sonrió, sentándose junto a él.

Si le dejaba ir, seguramente Noya notaría que sus manos seguían entrelazadas, y no lo haría de nuevo. Era lo más cerca que iba a estar de él, así que no pensaba desaprovecharlo.

—Has estado distraído todo el camino de vuelta. ¿Hay algo que te preocupe?

En realidad, le preocupaban muchas cosas. Le preocupaba el hecho de que Noya no le haya contado algo tan importante como que está en una relación sentimental con una persona que apenas veía (no se lo imaginaba lo duro que debía ser eso). Le preocupaba el que no pudiese sentir más que el sentimiento egoísta de no querer dejarle ir a casa de Yaku, aunque sabía que Noya estaría más feliz allí que en ese parque con Asahi. Le preocupaba no poder alegrarse y entender a su amigo cuando Noya sí lo haría si la situación fuese a la inversa, porque sus sentimientos se lo impedían.

Pero ninguna de esas cosas se las podía decir a Noya.

—No, para nada —rio—. Lo típico. Va a acabar el año y yo aún no sé a dónde voy a ir o qué voy a hacer...

Aparte, estaba el hecho de que el curso se acababa y, por tanto, su tiempo en Karasuno. Su tiempo de ver a Noya todos los días, de regresar junto a él, de jugar con él...

Y ni siquiera tenía claro qué quería hacer a partir de ahí con su vida. ¿Seguir la universidad? ¿Trabajar? ¿Un grado superior?

—Claro, debes estar preguntándote muchas cosas ahora... —sonrió Noya, algo triste—. Me va a dar pena cuando te vayas, ¿sabes? ¿A quién más llamarán delincuente junto a Ryu? ¿Y repetidor? Será una pena para ellos pensar que por fin te graduas.

Noya rio, y Asahi sonrió, sabiendo que tan solo intentaba molestarle para animarle.

—Yo también te extrañaré, Noya —dijo con sinceridad.

La risa del líbero se cortó por completo, y le miró con los ojos muy abiertos durante unos silenciosos segundos.

—¡Más te vale! —volvió a reír—. ¡Me dolería si no lo hicieras! Tienes que visitarnos, y ver lo bien que lo haremos aunque ya no estéis. ¡Ganaremos las nacionales, las internacionales y las mundiales! Por supuesto, Daichi y Suga también. Tenéis que verlo.

—No me lo perdería por nada.

Ambos quedaron en silencio después de eso. Un silencio incómodo, porque Asahi quería preguntar. Quería preguntar si de verdad le extrañaría tanto como él lo haría, si era cierto lo que Suga le había dicho, si confiaba en él lo suficiente para decirle ese tipo de cosas, o simplemente no quería que nadie lo supiese porque tenía algún problema.

No sabía si preguntar directamente, porque no quería meterse en su vida, porque Noya podía hacer lo que quisiese, pero... dolía un poco.

—Noya... —el líbero hizo un sonido, indicándole que atendía—. ¿Tú...? Bueno, ¿te has planteado...? Ya sabes, bueno, ¿estar...? ¿Tener...?

Oh, Dios. Estaba haciendo el tonto.

—Si no terminas la frase, no lo entiendo, Asahi —sonrió divertido.

El calor en sus mejillas fue en aumento.

—Me refiero a... En algún momento...

—¿Sí?

Asahi sentía que no podía decirlo. Las palabras se le atascaban en la garganta.

—Bueno, lo típico... Estar con alguien, tener... una relación...

Noya pareció comprenderlo, y sus mejillas se volvieron un poco rojas.

—¿Una relación romántica, dices?

¿Por qué a él le salía tan directo y normal?

—Sí, más o menos.

—Bueno, me lo he planteado, sí... —miró al suelo, y luego le volvió a mirar a él—. Como todo el mundo, supongo. ¿Por?

—No es algo de lo que hayamos hablado mucho —sonrió nervioso—. Y pues tenía curiosidad de si habías tenido alguna... clase de relación antes. Con alguien, no sé.

—Realmente nada demasiado serio —rio—. Creo que en primaria jugué con una niña a ser una pareja de recién casados en un parque. No duró mucho porque me puse a jugar al voleibol a los diez minutos. Menudo esposo estoy hecho.

Ambos rieron. La tensión en los hombros de Asahi se alivió de gran manera.

—¿Y tú, Asahi? —preguntó al poco el líbero.

—Nunca jugué a eso, porque era el más tímido de la clase —se puso su mano libre tras la nuca—. Así que supongo que nunca he tenido nada cercano.

—Seguro que lo hubieses hecho mejor que yo.

—Puede ser —rio.

Esperó a que le dijera algo. Parecía dudar, y Asahi lo asoció a que no sabía si contarle su relación con Yaku. Debía decir, siendo fiel a la verdad, que se sintió decepcionado de que, en vez de hacerlo, Noya se levantase.

—¿Te encuentras mejor? —Asahi asintió—. Será mejor que volvamos, no quisiera preocupar a la madre de Yaku. Además de a Suga, que seguramente no tarde en llamar.

Como si lo hubiese adivinado, Asahi recibió una llamada entrante. Sacó su móvil mientras se levantaba, y era, efectivamente, Suga.

Noya le soltó la mano y le quitó el móvil, respondiendo por él.

—¿Ya volvéis? Está demasiado oscuro, ya es tarde —empezó a decir Suga por el altavoz.

Se oyó de fondo un «ya son mayorcitos, Suga» por parte de Daichi.

—Tranquilo, Suga, te lo devolveré sano y salvo a casa.

—No le hagas caso, Suga, ahora volvemos —rio, sabiendo que su amigo debía estar indignado por las palabras de Noya—. Prometo que no pasará de las doce.

—¡Encima que me preocupo por vosotros! —rio Suga—. Pero antes acompaña a Noya a casa de Yaku, no se vaya a perder.

—¡Hey!

—Noya, no sabes usar el Maps —aportó Daichi, ahora al parecer cerca del teléfono.

—¡Eso es mentira!

Asahi rio.

—De acuerdo. ¿Te sabes la dirección, Noya?

—La tengo en el móvil, Yaku me la dio. Ahora te lo paso.

—¡Daos prisa!

Asahi y Noya se miraron con una sonrisa cómplice y asintieron a la misma vez.

—¡Sí, mamá! —dijeron al unísono, y Noya colgó, devolviéndole el móvil a Asahi.

Ambos echaron a reírse, sabiendo la cara que se le debía haber quedado a su amigo.

Mientras Noya le mandaba la dirección de Yaku —evitando que Asahi mirase los mensajes—, ambos empezaron a caminar. Asahi puso la dirección en Google Maps en cuanto la recibió, y empezaron a hablar acerca de la liga de voleibol mientras seguían las instrucciones del móvil de Asahi.

Ninguno de los dos pareció darse cuenta, pero algún momento del trayecto, sus manos volvieron a unirse.

Y no volvieron a separarse en todo el camino.

Ohayo Sekai Good Morning Woorld~!

No debería usar esa canción cuando no voy al día con la serie pero meh.

BUENO HE ACTUALIZADO Y NADIE SE PUEDE QUEJAR QUE SON 3000 BUENAS PALABREJAS.

Y qué puedo decir. Me ha gustado cómo ha quedado :)

Por mucho que me digáis que es una no-cita, ES UNA CITA OK SOLO QUE IMPROVISADA Y QUE ELLOS NO LO SABEN PERO SOLO MIRADLOS.

En cuanto a otra cuestión que me atormenta: MIDO 1.60 VALE PARAD LOS COMENTARIOS DE LA GENTE ALTA DICIENDO QUE ES ALTA QUE ME DUELEN Y RECIBO MUCHOS ÚLTIMAMENTE. Igual os quiero gente-poste, solo porque os gusta Haikyuu <3

Bueno es todo lo que tengo que decir por ahora. Y que seguramente estemos a la mitad del Fanfic uwu

¡Hasta otra!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top