14.

Noya despertó con un sueño aplastante que le hacía querer cerrar los ojos de nuevo. No reconoció el lugar donde estaba, y por un momento su mente se bloqueó al preguntarse cómo había llegado ahí.

Luego recordó los acontecimientos del día anterior y miró a su derecha. La cama de Yaku estaba desordenada, señal que su dueño había dormido ahí, pero ya no estaba. Noya juraba haberse dormido antes de Yaku, tenía la vívida imagen de la espalda del muchacho jugando al Mario Kart como último recuerdo antes de caer redondo.

Sin embargo, no tuvo tiempo para preguntarse dónde estaba. El molesto sonido de su móvil (el mismo que había provocado su despertar) reclamaba su atención. Noya quería mucho a Suga, de verdad, pero iba a matarlo por convencerlo de poner a Asahi gritando su maldito nombre. Aunque, siendo honestos, no le había convencido, era más bien el pago de una apuesta que Noya perdió.

Y escuchar la voz de Asahi no era algo que le disgustase (aunque siempre lo tenía en vibración delante suya porque ni se quería imaginar la vergüenza que pasaría si escuchase ese tono) pero escucharlo gritar el nombre de Suga por la mañana era algo que le estaba dando una jaqueca buena.

Se levantó para buscar su móvil, encontrándolo en el escritorio de Yaku, totalmente cargado junto al del otro chico. Supuso que había sido el del Nekoma quien lo había cargado, tomándose la molestia de buscar su cargador en la mochila, y se apuntó el agradecérselo entre risas al recordar a Suga, quien había hecho lo mismo varias veces por Daichi y por Asahi.

Desbloqueó el móvil, descubriendo que eran varios mensajes del grupo de Karasuno. ¿Qué hacía el mundo que parecía más activo que él? No se sorprendió al leer mensajes de Hinata (ese chico sí que era más activo que él de costumbre) emocionado al saber que Fukurodani entraría en juego ese día, deseando ver de nuevo a Bokuto. Tsukishima solía ser una persona que seguía un horario, pero no faltó sus comentarios mandando a Hinata a dormir, porque si no, no crecería y sería enano por el resto de su vida.

Suga manteniendo la calma no era tampoco fuera de lo habitual, pero que tuviese mensajes del vicecapitán preguntándole por privado un "Qué tal la noche" le hizo arquear una ceja.

Le respondió un simple "bien", suponiendo que era por el instinto "maternal" que Daichi y Asahi siempre le achacaban. Cuando el chico le mandó un "me alegro" con un emoji guiñándole un ojo, Noya no supo que responder. A lo mejor sí que le faltaban horas de sueño y tenía que volver a enterrarse en el futón hasta que Yaku le sacase de su casa.

Decidió ser en cambio un invitado decente y salir de la habitación, oliendo la comida que seguramente se estaba preparando en la cocina. Su estómago rugió, y entonces vio la puerta de enfrente abrirse de repente.

Todo pasó muy rápido.

Noya pudo distinguir el cabello blanco de Alisa y una mota de cabello castaño antes de caer hacia atrás por el empujón que alguna de las dos le había dado sin verlo, más centradas en bajar lo más rápido posible que en él. Noya parpadeó sorprendido ante la energía de ambas, ¡y a él le decían que era enérgico!

Bajó las escaleras con mucha más normalidad que las dos chicas, acariciando su estómago ante el buen olor que aumentaba su hambre. Cuando llegó a la cocina, encontró a las dos muchachas sentadas correctamente mientras Yaku les servía pancakes con miel. A Noya se le hizo la boca agua y agarró una silla rápidamente, cogiendo el tenedor que estaba servido y dando pequeños golpes en la mesa con él.

—Vaya, parece que el desayuno os ha hecho despertar a todos —rio Yaku—. Mi madre ya se ha ido a trabajar, así que podemos repetir. Pero no mucho, porque leugo os dolerá el estómago.

Los tres asintieron y Noya sintió la felicidad en su cuerpo al ver su plato siendo servido. Decir que se lo comió en tres bocados sería ir por lo bajo, y extendió el plato a Yaku para que le pusiera más.

—No sabía que cocinaras tan bien —dijo Noya, cogiendo un buen trozo de su segundo plato.

—Mi hermano es el mejor cocinero —se enorgulleció Akane.

—Tienes suerte, el mío no sabe hacer ni un huevo frito —Alisa pidió su segundo plato—. Pero comer le encanta.

—Oh, ¿sí? —se interesó Noya, divertido, mientras miraba a Yaku—. Mira por donde, eso es un punto a favor para ti. Dicen que a las personas se les llega por el estó...

—Yuu, tengo un cuchillo.

Noya se calló. Las dos chicas se miraron confusas entre sí, pero decidieron no preguntar ante la clara mirada amenazante de Yaku. 

—Hoy jugáis, ¿verdad? —preguntó Alisa.

—¿De verdad? ¡Quiero verlo! —reclamó Akane—. ¡Llévame contigo, hermano!

—¿No has llevado a tu hermana a un partido? —preguntó curioso Noya.

—No es que haya estado interesada...

—¡Mentira! ¡Nunca me quieres llevar porque dices que empezaré a molestar a tus compañeros! —se cruzó de brazos—. ¡Como si yo fuera a hacer eso! ¡Soy un ángel!

—Lo único angelical en ti es tu cara, Akane.

—¡Mentira!

Noya rio. Akane se le hacía muy pequeña, y pensar que era menor para él por un par de años se le hacía raro. Pero Alisa era igual que ella y era mayor, así que a Noya ya no le sorprendía nada.

—Venga, no seas malo, llévala —animó Noya—. ¿Qué mal puede hacer?

Yaku le miró de reojo mientras colgaba el delantal que llevaba puesto en su sitio.

—No la conoces.

—Vamos, Yaku —animó también Alisa—. Tu hermana es mona. Seguro que se porta muy bien, ¿a que sí?

—¡No tengo cuatro años, sé comportarme!

—A Lyovochka le hará ilusión verla, estoy segura —sonrió Alisa.

—Sí, tú piensa en lo feliz que harás a Lev, hombre —comió de su pancake para contener la risa.

—Das asco, Nishinoya Yuu.

—Así eres... mi mejor amigo —dijo entre mordisco.

—Si habéis terminado con las ñoñerías de mejores amigos, yo quiero que me llevéis con vosotros —declaró Akane levantándose sin tomar su segundo plato, lo que le decía a su hermano que iba muy en serio.

Morisuke suspiró, sabiendo que no tenía demasiadas opciones. Aunque se negara, Akane buscaría la forma de seguirles ahora que tenía refuerzos.

—De acuerdo. Pero te comportas o te mando a casa.

La sonrisa se amplió como la del gato Chesire y corrió a su habitación, seguramente para cambiarse. Yaku volvió a suspirar mientras Noya le miraba divertido.

—Eres buen hermano en el fondo —rio Noya.

—Estoy de acuerdo —apoyó Alisa, terminando su desayuno y dejando el plato en el fregadero—. Yo también voy a cambiarme. Dile gracias de nuevo a tu madre por dejarme su ropa. Se la lavaré.

—No hace falta, lo meto en la lavadora y estará bien —Alisa asintió y fue tras Akane, agachando la cabeza para evitar chocar contra el marco de la puerta.

—Estaba muy bueno —Yaku le recogió el plato antes de que Noya pudiera levantarse a dejarlo en su sitio.

—Tengo un mal presentimiento —le dijo—. Y como se haga realidad, te culparé a ti, Yuu.

—Aceptaré la responsabilidad —sonrió.

Ni Nishinoya ni Yaku sabían la que se iba a montar.

★★★

Kenma estaba cansado.

Eso era un mood habitual en él, pero en esa ocasión no solo estaba cansado físicamente. Estaba cansado de que Yaku no se le declarase de una maldita vez a Lev y que Lev no viera las malditas señales que este le enviaba. Cuando los del Karasuno venían, era aún peor, porque tenía que aguantar a la estrella de Karasuno siendo completamente ignorante de las miradas que le dedicaba su líbero. Tenía que soportar que el par de tercero se comportasen como una pareja pero que al tiempo que alguien les mencionaba algo al respecto los dos lo negasen fervientemente. Y Shoyo no se libraba con su colocador tampoco. Kenma, Kenma, tenía que ser quien soportase sus constantes quejas acerca de Kageyama Tobio cuando Shoyo hablaba sin darse cuenta todo el tiempo de él.

Kenma no sería el mejor en temas sentimentales (no entendía de ello, no quería entender de ello) pero le cansaba. Hasta que empezó a hacerse interesante.

Kuroo había malinterpretado sus palabras cuando le había redirigido a Shoyo (debió de haberle puesto en contacto con el líbero, pero Kenma admitía que no tenía ganas de pensar demasiado) y de alguna manera inexplicable había hecho equipo con el vicecapitán del Karasuno para unir a Yaku y al otro líbero en una relación.

Kenma se hacía una ligera idea de cómo habían llegado a la conclusión de que los dos estaban en algún tipo de amor secreto. No quería tampoco muchos detalles, pero se había vuelto un buen giro de trama, y se le hacía divertido ver a Kuroo conspirando con el albino de Karasuno. Kenma sabía que, pese a su rivalidad inicial, Kuroo y Yaku habían acabado por ser buenos amigos a lo largo del tiempo y el hecho de que el líbero le oculte algo así debió serle algo impactante. Suponía que con los de Karasuno era igual.

Kenma sabía que esos dos querían que los líberos se sintieran seguros para hacer pública su "relación", y el hecho de que Kenma supiese la verdad desde el principio hacía todo eso muy interesante, como una buena trama de videojuego. Y, como en todo buen videojuego, aparecían personajes nuevos e inesperados que le ponían más salsa al asunto.

Por eso, Kenma no se sorprendió cuando las dos hermanas aparecieron en el gimnasio del instituto Nekoma aquella mañana. Podría decir que sí le sorprendió ver a una tercera persona en la ecuación, pero su presencia podía hacer todo aún más interesante.

—¿Pasa algo, Kenma? —preguntó Kuroo a su lado.

Kenma tan solo sonrió.

¡Hey! Hoy es el cumpleaños de una amiga que sigue este fanfic, así que he escrito el capítulo dedicándoselo a ella. ¡Feliz cumpleaños!

Espero que os haya gustado el capítulo ;) ¿Adivináis quién es la tercera persona?

¡Hasta la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top