13.
Lev estaba muy confuso en su vida.
De repente, le había llegado un mensaje de su hermana —la misma que se había marchado diciendo algo en ruso que él no entendió— diciéndole lo «mono» que era Yaku. Nada que fuera desconocido para él, pero esperaba de verdad que no hubiese tomado en serio eso de «no te atreverías a ir a casa de Yaku-san y menos a esta hora» que le había dicho un tiempo antes.
Aunque su madre le había dicho que se iba a quedar a dormir en casa de un amigo... Pero no podía ser Yaku. No se conocían de nada. ¡De nada!
Sin embargo, seguidamente había otro mensaje que decía que Yaku pensaba que él, Haiba Lev, era mono cuando Yaku le enseñaba a defender.
No podía ser, ¿verdad? No, estaba desvariando. Su hermana no podía estar tan loca como para ir a casa de un desconocido a esas horas. Pero mandarle esa clase de mensajes a esas horas de la noche... Alisa no estaba tan mal como para decirle eso así porque sí, de repente. En el fondo le apreciaba como hermano que era suyo. Entonces, ¿Yaku, el Yaku que él conocía, había dicho eso de él en verdad? Imposible.
Decidió librarse de dudas y directamente hablar con Yaku.
«Yaku-san... ¿piensas que soy mono?»
Cerró los ojos para darle a enviar, sin querer pensar dos veces en ello porque tenía altas posibilidades de arrepentirse.
Al cabo de unos minutos le llegó la respuesta.
«¿De dónde demonios te has sacado eso, idiota?»
Era una respuesta esperada, pero no lo había negado. Lev ladeó la cabeza en confusión. Se esperaba un «claro que no, imbécil» o algo por el estilo.
«Lo siento, ha sido un error»
Yaku no pareció ver el mensaje, así que dejó el móvil y miró el techo poniendo las manos detrás de su cuello.
O su hermana cotilleaba su vida y sabía algo acerca de su gusto por el líbero —cosa que él no entendía porque no le había contado nada, básicamente porque ni él sabía lo que sentía— y quería gastarle una mala broma o él no se lo explicaba.
Pero si Lev estaba confuso respecto a su hermana y en general a su vida, Asahi no estaba mejor.
Los de tercero tenían una habitación para ellos, algo cómodo teniendo en cuenta que eran tres. El problema venía a que él estaba en medio de Suga y Daichi, que por alguna razón habían pasado de mejores amigos a morir a odiarse con el alma. Por lo menos por parte de Suga, porque Daichi parecía más bien molesto por la indiferencia del albino.
¿Por qué estaban molestos? Quién sabía. Pero lo que le resultaba aún más confuso al as del Karasuno era lo que le había escuchado a Suga comentando con Kuroo esa tarde cerca de la furgoneta en la que habían llegado a Tokyo, cuando estaba despertándose.
¿Noya estaba enamorado de Yaku? ¿El líbero del Nekoma? ¿Y no se lo había dicho?
Lo peor era que parecían corresponderse. De otra manera no había manera que Kuroo lo supiese también. Y además Yaku había invitado a Noya a su casa a pasar la noche. Suponía que estarían juntos y lo mantenían al margen de sus equipos por alguna desconocida razón. ¿Por miedo de que no aceptasen su relación? Podría ser.
Pero Noya debería tener la confianza suficiente para al menos contárselo a él. O sea, eran buenos amigos después de todo, y llevaban dos años de confianza, ¿no?
A lo mejor suponía algo respecto a Asahi. ¿Tan obvio era? Quizá lo ocultó porque no quería romperle el corazón.
Suspiró. No sabía si preguntarle a Suga, que parecía mejor enterado del asunto que él. Por cómo estaba su humor, suponía que era mejor no hacerlo pero a la vez no se quería quedar con la duda.
Decidió que el mejor momento era cuando Daichi fue a ducharse y pudo estar a solas con Sugawara, que parecía entretenido con su móvil. ¿Qué pasaba últimamente con los móviles?
—Oye, Suga —el albino le miró—. ¿Yaku y Noya...? Bueno, tú sabes...
—Oh, ¿tú también te has dado cuenta? —sonrió.
Eso lo confirmaba.
—Bueno, la verdad es que escuché la conversación que tuviste con Kuroo antes...
—Ah, ¿no estabas dormido? Bueno, no quería decírselo a nadie hasta que ellos no lo hicieran, así que guarda el secreto.
Asahi asintió y se tumbó en su futón. Entonces sí era cierto.
—Oye, Asahi... No te sientas mal si Noya no te ha dicho nada —dijo, como si adivinara lo que estaba pensando—. Seguramente no esté preparado aún pero estoy seguro que te lo dirá a ti el primero.
Si tan solo fuera eso, Asahi no estaría muy mal. Pero se sentía fatal al estar triste ante la felicidad de su amigo. Se sentía muy mal porque Noya siempre estaba ahí para alegrarle y alegrarse por él y en cambio, Asahi no podía hacer lo mismo.
—Sí, lo sé —le sonrió a Suga, y luego volteó a un lado para que el chico no le viese—. Por cierto, ¿por qué estás enfadado con Daichi?
—Ah, ¿por qué era? —Asahi dio media vuelta para mirarle incrédulo—. ¡Ah, sí! Se suponía que tenía que invitarme a una cafetería, ¡lo prometió! Llevaba semanas deseando ir a esa cafetería. Y el imbécil va y se olvida.
Asahi iba a decir algo pero entonces tocaron la puerta.
—Adelante —dijo Suga.
La puerta se deslizó, dejando ver a Hinata y Kageyama. El rematador estaba sonrojado ligeramente y el colocador miraba a otro lado.
—Buenas noches... —saludó el más pequeño—. Esto... quería preguntar si... bueno, alguno tenía un cepillo de dientes de sobra porque se me ha olvidado...
Hinata rió nervioso, y Suga suspiró.
—Asahi, ¿me pasas la mochila que está cerca tuya?
Asahi se sentó y estiró el brazo para pasarle la mochila. Siempre se impresionaba que Suga pudiera cargar con un campamento entero en su mochila. Pesaba un demonio.
—Ten, Hinata —extendió un cepillo de dientes nuevo y al muchacho se le iluminó la mirada.
—¡Mil gracias, Suga-san! —exclamó, tomándolo.
Kageyama entonces les miró con aire dubitativo, y Suga sacó una toalla blanca de su mochila. El colocador pareció sorprenderse al verla.
—¿Necesitas esto, Kageyama?
Asahi vio como el muchacho asentía algo avergonzado y se acercaba a cogerla.
—Muchas gracias, Suga-san.
Hizo una reverencia y fue tras Hinata, que saltaba de la alegría de poder lavarse los dientes.
—¿Cómo sabías que quería una toalla? —preguntó Asahi en cuanto se fueron.
—Porque siempre se le olvida. ¿No lo has notado?
—Por Dios, Suga, ¿qué eres, su madre? —rio.
—Tú ríete, pero cuánto vamos a que se te ha olvidado traer calcetines.
Asahi entonces se dio cuenta de que, efectivamente, se le había olvidado.
—¿Cómo...?
—Siempre se te olvida. Por eso he traído de repuesto.
Asahi iba a darle las gracias cuando la puerta se volvió a abrir y Daichi entró, mirando a ambos con una expresión que daba miedo.
—¿Alguno se ha traído un cargador de sobra?
Suga suspiró mientras rebuscaba en su mochila, y Asahi se preguntó, cuando el muchacho lo sacó y se lo lanzó a Daichi, por qué tendría un cargador del tipo de Daichi cuando Suga usaba un modelo distinto.
Decidió no preguntar.
—¡Gracias, Suga!
Suga cruzó los brazos y cerró los ojos, sacando a Daichi un suspiro. Asahi se acostó de nuevo, y trató de ignorar la tensión que se había vuelto a formar entre ambos en favor de conciliar el sueño.
No lo conseguiría pronto, porque su cabeza no paraba de darle vueltas a la misma cosa.
Noya estaba enamorado de alguien y parecía feliz con ello. Asahi debería estar alegre por su amigo, y sin embargo, no lo estaba.
★★★
Juro solemnemente que tengo justificación.
Okey quizá no. O quizá me he ahogado en cosas que hacer y en la pereza.
¡Lo importante es el resultado y es que he actualizado! Bueno, aquí veis un poco la perspectiva de los crushes y el lío que me he montao.
Bueno... Hasta la próxima :)
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