1.

Nishinoya no era una persona que se distrajese con facilidad en el campo de juego. Para nada. Sus ojos castaños estaban siempre atentos a la dirección y la curvatura del balón para hacer la mejor recepción posible.

Ese era su objetivo después de todo, lograr que el balón no cayese al suelo.

Sin embargo, últimamente su atención se veía desviada del balón a otro foco que le parecía más atractivo que una pelota amarilla y azul, y tenía que hacer un esfuerzo titánico para centrarse en su tarea.

Recibir todos y cada uno de los balones era imposible, y Noya era consciente de eso. Tan solo se dedicaba a recibir todos los que podía, pero que fallase tantas más de tres veces seguidas era algo muy inusual en él.

Eso solo pasaba en dos ocasiones: cuando el oponente era muy fuerte, o cuando estaba en otro mundo.

En esa ocasión, era la segunda.

—Noya, ¿pasa algo? —Suga se acercó a él al ver tantos fallos repetidos en el entrenamiento con Kageyama—. Estás raro.

—Nada —sonrió, pero eso no alivió el ceño fruncido de Suga.

Instó a Kageyama a continuar, pese a la mirada no muy convencida de este. Suga no indagó más tras la llamada de Daichi para que le haga unos pases, y Noya respiró profundamente antes de fijar su mirada en el balón, y no en el chico que se dedicaba a hacer saques en la cancha de al lado.

Hizo una mueca al volver a pensar por qué Daichi había decidido que su compañero de entrenamiento fuera Kageyama y no Asahi como de costumbre. Ni siquiera Hinata parecía satisfecho con el cambio.

Al pensar en eso, el balón terminó por caer al lado de la línea de la cancha, pero en el interior de lo permitido. Chasqueó la lengua, recriminándose por no haber pensado en la posibilidad de que se pudiese curvar al final.

Sintió la mirada analizadora de Daichi y Suga en su espalda, y segundos después, el capitán anunció el final del entrenamiento y el comienzo del estiramiento.

Comentó con Kageyama lo bien que estaba evolucionando en cuestión de saques con toda la normalidad que pudo, aunque el colocador parecía ser consciente de que Noya no estaba en su mejor día. Asahi también pareció darse cuenta, porque obviamente le preguntó, pero el líbero le contestó con su habitual alegría y no pasó de ahí.

Asahi era muy inocente, y Noya solía agradecer que fuera así.

Sin embargo, a Suga no se le escapaba ni una. Después de todo, era el vicecapitán, de tercero, y sentía que tenía cierta responsabilidad sobre todos los del equipo. Y no era el único, pues Daichi también lo sentía como capitán, pero Suga sabía que en temas sentimentales, Daichi era un cero a la izquierda.

Tras el enfriamiento, todos ayudaron a recoger y cerrar el gimnasio para ir a los vestuarios a cambiarse de ropa.

En el camino, Suga trató de sacarle algo a Noya, sin demasiado éxito.

—Ya te he dicho que no le pasa nada.

Daichi colocó una mano sobre el hombro de Suga, que suspiró y le miró con los ojos entrecerrados.

—¿No lo ves? ¿Cuándo Noya ha estado con el móvil tanto tiempo?

Señaló al muchacho, que caminaba escribiendo algo en el teléfono mientras los demás comentaban los próximos partidos de práctica.

—Bueno, puede que tenga algo importante que hacer.

—Me lo habría dicho.

Daichi suspiró. Cuando algo se le metía entre ceja y ceja a Sugawara Koushi, no había poder humano que se lo sacara.

—¿Y qué piensas que es?

—No lo sé —admitió—. Pero lo voy a averiguar.

La sonrisa que esbozó no le dejó lugar a dudas a Daichi de que iba a hacerlo.

•••

—¡Yaku-san!

Yaku estiró el brazo sin dejar de mirar al teléfono, parando a Lev y escribiendo con la otra mano.

—¿Qué quieres, Lev?

—Kuroo-san me manda a preguntar con quién hablas tanto.

—Dile a Kuroo que se meta en sus propios asuntos.

Vio de reojo a Lev asentir e irse tan alegremente a darle el recado a Kuroo. Hizo una mueca al verle su sonrisa felina, como si supiera todo lo que pasaba por su mente y hubiese mandado a Lev con ese propósito.

Le dedicó su mejor mirada de «vete a la mierda» mientras esperaba la respuesta de Yuu.

No tardó en llegar.

«Me parece que Suga sospecha algo. No deja de mirarme todo el rato»

Uh, eso sería un problema. Aunque se llevase bien con el dos del Karasuno y no parecía ser una mala persona, o alguien que fuese divulgando secretos, mientras menos gente lo supiese, mejor.

«Invéntate algo, no sé, dile que tu tía de Kyoto es una narco que está en fuga y esperas una llamada o algo»

—¡Yaku, vamos! —gritó Kuroo mientras Kenma se apoyaba en él para jugar a la PSP.

—¡Qué ya voy, jodido pesado! —bufó mientras cerraba la puerta del vestuario.

«Claro, y de paso que mi tía abuela es de la Yakuza y tiene sedes en todo Japón. El que tiene fama de delicuente es Asahi, no yo»

Yaku rió con la respuesta.

«Míralo así, tenéis más en co...»

—¿Con quién hablas tanto?

Yaku le dio un puñetazo en toda la cara —sin querer, claro— a Kuroo ante la repentina cercanía.

Kuroo acabó en el suelo y Kenma tuvo suerte de no seguir usándole de muleta o habría corrido la misma suerte.

—¡Kuroo-san! ¿Estás bien?

Lev extendió una de sus largas manos para ayudar a Kuroo a levantarse.

—Estoy bien, estoy bien —tranquilizó.

Yaku le vio levantarse y siguió escribiendo la respuesta.

—¡Oye, al menos una disculpa!

—Es lo menos que te mereces por cotillear móviles de otras personas —le espetó sin mirarle.

—Yaku tiene razón, Kuroo. No debes espiar a los demás —dijo monótonamente Kenma, sin quitar la vista de la PSP.

Lev miró a Kuroo rodar los ojos y luego a Yaku caminar como si nada mientras seguía escribiendo con el móvil. En ese momento se dio cuenta de que era mejor no enfadar a Yaku, por su propio bienestar.

El golpe que se le había quedado a Kuroo tenía pinta de doler —más de los que Yaku frecuentemente le daba de por sí a Lev— y eso que les separaban unos veinte centímetros  de diferencia.

No, definitivamente no iba a ser Lev quien se metiera en lo que fuera que Yaku estuviese haciendo.

Lev apreciaba su vida.

•••

Holasa~

Bueno, este sería el primer capítulo. Algo corto pero eh, tiene sus 1000 palabras al menos XDD

Espero os haya gustado~

¿Review? ✨




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