Capítulo 6

Justo en ese momento que se da la vuelta y sus ojos chocan con los míos, el resplandor de un rayo ilumina toda la estancia. Joder, este chico me lo encuentro por todos los lados.

—Que lindo es verte Davis —dice al verme con una sonrisa ladeada, doy varios pasos un tanto incomoda por la presencia de él. Voy mirando a los lados para ver si aquí están todos los materiales que necesito y efectivamente, aquí están todos.

—Diría lo mismo Gray, pero me vale lo mismo tu presencia —le digo colocándome a su lado. Es bastante alto, tengo que mirar hacia arriba para verlo bien, pero lo hago de reojo.

El piensa que no me estoy dando cuenta de las miradas que me está echando desde que llevo aquí y la verdad, se me ha olvidado porque estoy aquí en vez de buscar los materiales e irme a mi casa.

Nos seguimos mirando de reojo hasta que aparece un chico alto rubio con un perro en brazos. El que me atropello cuyo nombre nunca me acuerdo.

—Hey —saluda y se para detrás del mostrador—. ¿Amber? —arruga las cejas esperando un asentimiento de mi parte.

—Si, vine porque la otra papelería estaba cerrada y pues...

—¿Escuchas Matt? —interrumpe la jirafa egocéntrica—. Tiene esta papelería como segunda opción. ¿Permites que venga porque no ha tenido otra opción?

Joder, quiero estrellarlo contra el mostrador.

—Dylan, tus chistecitos los dejas, no me espantes a las personas —lo regaña para luego mirarme—. Lo siento, perdona a este troglodita.

Le doy una sonrisa, él se ve tan amable, tan gentil, tan dulce, tan inocente. A comparación de este que se cree superior a los demás.

En pocas palabras uno es Alegría y el otro es Desagrado ligado con superioridad.

—Está bien, tengo que hacer un trabajo de artística y necesitare unos materiales —le explico.

—Adelante escógelos, luego los traes —asoma la vista hacia la puerta —. Creo que tendrás que hacer el trabajo aquí, el día está bastante feo.

Le doy una mirada hacia el exterior y si esta feo, espero que me dé tiempo, no quisiera hacer el trabajo enfrente de Desagrado.

—Me dará tiempo —saco mi celular para buscar la foto que he buscado del internet para más o menos tener una idea.

—Si tú lo dices —pasa sus manos en el pelo del cachorro, me doy la vuelta para buscar los materiales e irlos a pagar.

Busco la pintura, cinta adhesiva, madera, cartón, cartulinas, no sé cómo hare las sillas, ni tampoco las mesas, improvisare con papel a ver si sale. La verdad es que mi plan era hacer mi casa en este trabajo, pero mi casa es muy grande y los brazos se me caerían.

Tomo los materiales y me dirijo al mostrador para pagarlo.

Mitchel Cave, ¿puedes estar tranquilo? —regaña al perro quien no ha parado de moverse en los brazos de Matt.

— ¿Mitchel Cave? —pregunto frunciendo el ceño—. ¿El vocalista de Chase Atlantic?

—Si —responde Dylan por el girando los ojos—, es loco con esa banda.

—¿Quién no lo es?

Matt rueda los ojos y baja al cachorro. Me da la factura con la funda de los materiales.

—Vuelve pronto —me da una sonrisa, me doy la vuelta y veo que ha empezado a llover.

—¿Enserio? ¿Ahora tiene que llover? Lo lindo es que, en vez de cesar la lluvia, lo que hace es aumentar cada vez más con fuertes vientos azotando la puerta de entrada. Suelto aire mientras camino hacia las ventanas.

La lluvia es tan hermosa, provoca tranquilidad, pero en ocasiones también provoca la melancolía. Provoca un sinfín de emociones, tantos como recordar el pasado como también despertar sentimientos positivos.

Me sobresalto cuando escucho el ruido del trueno escuchándose como si algo cayera hacia acá de tan fuerte que se escuchó. Suelto los materiales dejándolos caer al suelo y estos se salen de la funda expandiéndose por el lugar.

Me agacho para recogerlos y ni quiero mirar hacia arriba sabiendo que los dos han de estar mirándome raro. Recojo los materiales y decido alzar la vista al ver a alguien en mi frente sosteniendo unas tijeras con un marcador.

—Gracias —le agradezco tomando lo que tiene agarrado.

Me quedo sentada en el suelo, pensando en si hacerlo aquí o no.

Suspiro y saco todos los materiales de nuevo.

—¿Lo harás aquí? —me pregunta Dylan con sus manos metidas en los bolsillos.

—¿Dónde más lo haría? ¿Afuera? ¿Bañándome con la lluvia?

Veo al cachorro que tenía Matt en sus brazos dirigirse hacia nosotros, le ladra a Dylan y este frunce el ceño. Sigue ladrando, Dylan solo se queda mirándolo hasta que...

El perro alza su pata para orinar en los zapatos de Dylan, suerte que los quita.

—¿¡Que mierda Matt!? ¿Tu perro tiene una puta fuente ahí debajo?

—A ver, a ver, a ver... A mi perro no me lo ofendas —camina hacia el mientras que yo evito reírme. Lo carga de nuevo y se lo lleva—. Yo... vengo en un momento, sopórtense y no se maten —se gira—. Por cierto, Amber, cualquier cosa que quieras la tomas.

Asiento esbozando una sonrisa y con eso se marcha cruzando la puerta trasera y cerrándola. Me quedo con Dylan a solas.

—No te vas a quedar ahí parado haciendo nada ¿no?

—No —camina hasta la otra pared y se sienta en el suelo mirando la lluvia con una expresión severa.

Mido la madera que he escogido para cortar la cartulina verde que pegare, luego de medirlo lo pego con la silicona y lo pinto de un verde más oscuro que hará del pasto. La pongo en un lado y me encargo de hacer la piscina, recorto las medidas del cartón de acuerdo al tamaño de la piscina, calculo bien si todo esta correcto y procedo a pegar los extremos. Con ayuda de un papel decorativo azul, lo recorto y lo pego debajo de los cartones para que se vea como si fuese el piso de la piscina, también añado papel decorativo azul a los lados.

Recorto cuatro lados más estos que serán para afuera de la piscina, en pocas palabras la cerámica de ella. Los pego y ya casi esta lista, solo falta recortar las escaleras que las recorto pequeñas y más grandes y las coloco dentro de la piscina.

—Tienes buena mano para eso —se voz me interrumpe y alzo la vista. Tiene sus brazos cruzados con las piernas extendidas.

—Gracias —paso un mechón de mi cabello a mi oreja y sigo con el proyecto.

Para llenar la piscina necesitaría resina, echarla a la piscina, que se seque y listo va a estar llena.

—Ahm... —trato de llamarlo, pero tampoco lo quiero molestar—, tú que eres amigo de Matt, sabes si hay resina?

El duda un poco poniendo su mano en su cabeza y frunciendo los labios.

—Está detrás de ti —se limita a decir, giro la cabeza y que estúpida soy.

De nuevo pasando pena chama.

Veo el precio de la resina y la tomo, la abro y la expando por toda la piscina. Se esparce como si fuese agua espesa, según dice tarda dos horas en secarse, de aquí a eso termino.

— ¿Y tú, no tienes algún trabajo pendiente? —pregunto para dejar el silencio atrás, odio el silencio, pero lo amo a la vez.

—Si, tenía que hacer una maqueta, pero no me da la gana de hacerla —mira su reloj y posa su vista en mí.

Normal, no tener ganas de hacer clase.

—¿Por qué no te la gana? —sigo preguntando. Dejo la piscina de un lado y busco mis dos propósitos siguientes, las escaleras y parte de la casa.

Joder me falta todo.

—Porque odio la escuela —se encoje de hombros.

—Oh —me limito a decir.

Ya tengo recortadas los pedazos de cartón y los pego formando las paredes y los pisos de la casa, corto las pequeñas escaleras y los barandales que darán vista al segundo piso.

Dylan se levanta yendo por detrás del mostrador buscando no sé qué. Miro por los cristales para ver la lluvia y ha disminuido muy poco.

Vuelvo de nuevo a la estancia y veo a Dylan acercándose con ¿unos juguetes de muebles?

—No te rompas la cabeza haciendo muebles de papeles —tomo los muebles que son para juguetes, pero aun así me servirán.

—Gracias —le digo, el solo se limita a asentir y vuelve a sentarse en el suelo.

Le quito el papel a los juguetes y los voy acomodando en la casa ya hecha, solo me falta el techo, pegar la piscina o y también la parte de tras de la casa.

Los pego con silicona no vaya ser que se caigan y conociendo lo olvidadiza que soy, sé que si los pongo allá se me van a quedar en la casa.

Esta madre viene con bañeras, muebles, inclusive con una cama. Hago el techo y lo pego, hago lo mismo con las escaleras y la piscina enfrente. Por último, le añado una pequeña planta en las escaleras y un letrero que dice propiedad de Ambar Davis.

Insrte foto de la maqueta.

Recuesto la espalda de la mirada soltando aire, me quedo por un rato cerrando los ojos y los abro de golpe cuando siento la puerta trasera abrirse.

—Oh, siguen vivos —es Matt, viene con espuma en el cabello—. Ven que solo es cuestión de soportarse.

Se pone los puños en la cintura mirándonos.

—Si bueno, ya terminé.

Se acerca a mi inspeccionando el trabajo y abre la boca.

—Esta hermosísimo, madre mía —aún sigue sorprendido—. Si tu no obtienes tu diez de diez me quejo con la maestra.

Medio rio y me levanto recogiendo la basura de los materiales y tirarlos al basurero.

—¿Ustedes no tienen trabajos que hacer? —pregunto arrojando los residuos y devolviéndome. El perro de hace rato vuelve de nuevo pasándome por el lado y moviendo la cola.

—Yo si —dice Matt sentándose en el suelo, acariciando el pelaje de Mitchel Cave—, ya lo tengo hecho —mira a Dylan—. El, no hace clases.

En este instante, Dylan se levanta del suelo estirando sus brazos hacia arriba y de nuevo vuelve con un porte de "me vale vergas la escuela"

—Me vale igual la escuela, solo espero largarme de ahí —se sube la capucha buscando en su bolsillo.

—¿Y cómo esperas largarte sino haces clase? —pregunto enarcando las cejas. Porque de poder largarse de la escuela sin hacer nada, lo haría.

Eleva su vista hacia mi guardando de nuevo el celular en su bolsillo—. No lo sé, luego te digo la respuesta.

Me guiña el ojo y lo ignoro.

—¿Por qué a mí no me guiñas el ojo? —le pregunta Matt a Dylan. Trata de guiñar uno, pero aparte de que abre la boca, guiña ambos ojos.

—¿Matt te gusta Dylan? —veo la lluvia y ha cesado un poco, podría irme, pero sé que sosteniendo una sombrilla más un trabajo más una persona despistada, eso no terminaría muy bien que digamos.

—¿A quién no le gusta Dylan? —alza sus cejas esperando una respuesta de mi parte.

—A mí no me gusta.

Dylan suelta una risa detrás de mí—. A todas les gusto —dice en un tono más grave.

—Pero a mí no, entiéndelo —lo miro—. No me gustan los chicos egocéntricos que se creen la gran cosa por tener un auto de millones de dólares —añado otra cosa —, tampoco que se crean que todas las chicas deben de estar enamoradas de ellos porque por el hecho de que se acuestan con varias chicas.

—Uhhhhh, golpe bajo —dice Matt, Dylan lo fulmina con la mirada y el sube al perro tapándose la cara con él.

—Nos vemos Matt, gracias por todo —me despido tomando la sombrilla. He olvidado enviarle un mensaje a mi madre.

Y eso significa Peligro cuando llegue a casa.

—Gracias a ti, vuelve pronto —dice de vuelta. Salgo topándome con el frio clima, los fuertes vientos, y un poco de lluvia. La puerta sigue abierta por lo que puedo escuchar a los dos de atrás murmurando algo que no logro captar.

—Se caballeroso estúpido por un día —es lo único que puedo escuchar.

Alguien se coloca detrás de mí, de reojo puedo ver el enorme troglodita de Dylan acercándose a mi oreja—. Te llevare y no aceptaré un no por respuesta —siento su aliento caliente en mi cuello.

—Así no era —susurra Matt agarrándose el puente de la nariz.

Él se encoge de hombros pasando por mi lado, abre la puerta del copiloto de su Porsche en color negro.

—¿Qué esperas? No estaré aquí todo el día —con una mano sostiene la puerta y la otra la coloca en su cintura.

Alzo mis manos girando los ojos y caminando hacia el auto. Antes de montarme le digo—. Solo para que quede claro... —me pongo en su frente teniendo que elevar un poco mi cabeza para mirarlo.

No me había dado cuenta de sus ojos en color miel. Nunca los había visto, las mayorías eran de azules, verdes, marrones...Pero mieles, jamás.

—Solo para que quede claro... —me recuerda, sacudo la cabeza olvidando sus ojos.

—Solo para que quede claro, me subiré hoy por el hecho de que no me quiero mojar y arruinar mi proyecto —con eso me subo al auto y el me cierra la puerta. Camina hasta su asiento y se sube.

Enciende el motor esperando un rato para que el ambiente se enfrié y lo pone en marcha. Hemos ido bastante callado, no es un silencioso incomodo, solo es un silencio. Afuera solamente se escuchan los fuertes golpeteos de la lluvia contra los cristales hasta que llegamos.

Pero se mueve un poco más adelante.

—Antes de que te quejes, te llevaré más adelante.

—¿Por?

No me dice, se estaciona un poco más delante de mi casa deteniendo el auto, le quita las llaves y se baja del auto sin dirigirme una sola palabra. Abre el baúl y lo vuelve a cerrar de una forma brusca. Por el espejo retrovisor veo que viene con un paraguas a abrirme la puerta.

—Tu casa tiene una cámara dirigida al lado que veníamos, si te llevo del lado contrario la cámara no me vera y así te evitas la gran conversación de tu madre.

Esbozo una sonrisa bajándome del auto, quedo muy cerca de su rostro, cierro la puerta y juntos caminamos hasta llegar a mi casa. Me deja en la puerta esperando que entre ya que cuando entro no me mojo puesto que esta techado.

—Gracias —le digo y el solo me da una sonrisa como respuesta. Ya dejándome adentro, se da la vuelta marchándose.

Creo que no es tan malo después de todo. 

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Me agrada el nombre del perrito.

¿Qué tal este capítulo? Malo, bueno?

Espero que estén bien y sin mas que decir...

Besos y abrazos a todos.

Aquí la foto de la maqueta de Amber (ya quisiera que me quedaran así las maquetas) Aunque ni me ponen.

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