Capítulo 4
Me rasco la nuca pensando en una respuesta. Si le digo que casi me atropellan, me pone a un guardaespaldas, si le digo que fue un amigo de Dylan Gray, los denuncia a los dos.
—La clase estuvo un poco intensa y por eso dure tanto —miento. Mamá sube su codo encima de la mesa y coloca su mano por debajo de su barbilla.
Asiente y pasa su lengua por sus dientes—. ¿Las clases con Tiffany las entiendes o cómo vas?
Le he dicho que cada lunes, miércoles y viernes siempre voy a donde Tiffany para que me explique las clases, la verdad es que cuando voy a donde ella nos vamos directamente al estudio. Claro está que en ocasiones pues si me explica las clases porque mi mente en ocasiones no da para tantas materias.
—Claro, sabes cómo es ella. Es como Wikipedia, todo lo sabe —le sonrió agarrándome el borde de la blusa.
—Sabes que puedes invitarla y... —ay no.
—Si lo sé, pero como yo soy la que necesita ayuda en las clases, no puedo hacer que venga y también me la explique —créete esa.
—También es verdad —mueve ligeramente su cabeza y vuelve a lo suyo. Sin más me despido de ella yendo a la cocina por un vaso de agua. Subo las escaleras sosteniéndome del barandal hasta llegar a la parte de arriba. Camino por el pequeño pasillo y me detengo en seco.
¿Escucho besos y jadeos? Sigo el sonido dirigiéndome a la puerta final del pasillo y veo la puerta de Conor casi abierta.
Ambos están sin ropa, la chica está saltando como saltamontes mientras Conor aprieta sus ojos. La chica para de moverse cuando dirige su mirada hacia mí, Conor al parecer va a protestar y es ahí cuando se da cuenta que su mirada se dirige a la puerta.
Abre la boca, pero yo soy más rápida que él.
—Cuando vayan a hacerlo, hagan el favor de cerrar la puerta —tomo el pomo de la puerta y le doy un portazo, la vuelvo a abrir para dar mis últimas palabras—. Y por favor póngale seguro.
Le pongo el seguro y la cierro. Ahora si voy a mi habitación, una vez llego cierro la puerta tras de mi tirando la pequeña mochila al suelo. Me quito los zapatos y luego todo lo que tengo de ropa quedándome solo es ropa interior, me envuelvo en una toalla lista para tomar el baño, pero no sin antes tomar mi celular.
Salgo de la habitación y luego encerrarme en el baño. El baño esta como quien dice al lado de mi habitación, Conor duerme arriba mientras que Jason duerme abajo, dice que es porque no le gusta el ruido y prefiere mantener su propio espacio.
Reproduzco All The Time y pongo el celular encima del inodoro. Me quito la ropa interior tirándola al lado del inodoro en un intento fallido de hacerlo caer arriba de la tapa. Subo mis hombros y me doy la vuelta caminando despacio mientras contoneo las caderas dejándome llevar de la música.
Imaginaré que hay alguien.
Me meto al interior de la ducha y abro la llave dejando que el agua caliente me caiga por mi cuerpo desnudo. Cierro los ojos mientras que mi cabello se moja, tengo un tiempo sin lavarlo, que le caiga agua no estaría nada mal. Introduzco mis manos en mi cabello dándole un poco de masaje a mi cuero cabelludo y por unos segundos, me llega cierta persona a la mente.
Esa camiseta negra que se le ajustaba a su cuerpo, con unos vaqueros azules. Su cabello negro estaba revolteado haciendo que pequeñas hebras se le escapen tapándole la frente, su rostro definido que solo de verlo sabes que es un arrogante creyéndose el mejor de todos.
Y esos ojos mieles mirándome fijamente.
Me salgo un poco del agua para estregarme el cabello con el shampoo y el acondicionador, y por último me estrego con el jabón quitando los rastros del sucio. La canción cambia y ahora es Work de Rihanna que suena, altas ganas de bailar esa canción hasta el suelo.
Cierro el agua y salgo del interior de la ducha tomando la toalla que la puse en el cristal de la ducha, seco mi cabello despacio para no maltratarlo y luego mi cuerpo. Me envuelvo en ella y me arrasco la cabeza. ¡Joder!, ¿por qué si acabo de lavármela siempre me pica? Recojo mi ropa interior, bajo un poco la música y tomo el celular, abro la puerta y la vuelvo a cerrar mientras camino de nuevo hasta mi habitación.
Cierro la puerta con seguro, tiro la ropa interior al lugar donde almaceno la ropa sucia y luego busco una limpia. Decido ponerme una con miles de corazones de todos los colores, opto por un pijama corto morado y saco el secador listo para alisar mi cabello. Lo conecto y decido llamar a mi persona entretenida para olvidar el tremendo problema de lidiar con mi cabello.
—¿Alo? —dice cuando toma la llamada.
—Hola bruja tonta, ¿cómo estás? —odio el maldito sonido que hace el secador, es tan escandaloso.
—Muy bien y bruja tonta tu abuela —hace una pausa —. Mentiris, ella no ha hecho nada para caerme mal —añade después.
—Se que no eres capaz de insultar a gente de mi familia —solo voy por un mechón de pelo secado y ya me duelen las manos —, a excepción de mi madre, ni la mencionas.
—Yo no menciono a gente que traten mal a mi mejor amiga y tus padres no son la excepción.
—Lo sé, en fin... —cambio el tema, no quiero recordar que cada dio tengo que compartir con sus comparaciones de sus hijos perfectos—, hoy fui al estudio un rato.
Suelto un suspiro.
—Te hubiera acompañado, pero tuve que acompañar a mi madre al hospital —suelta aire.
—Oh cierto, ¿cómo le fue?
—Todo muy bien —suelta un aire agotador —, el doctor dice que el dolor en la rodilla se debe a la artritis, según el nada fuera de lo normal.
—Es bueno escuchar eso, ella se merece todo lo que está bien en esta vida.
Cuando el padre de Tiffany se enteró que su madre estaba embarazada de ella, le había dicho que se quedaría con ella, para que la criaran juntos. Dicha promesa no la cumplio y una mañana cuando ella se levantó y él se había ido, dejándole una nota diciéndole que él no quería a su hija, que era muy joven y no quería vivir encerrado en una casa con ellas dos.
Así que, con mucho trabajo logro traerla al mundo con ayuda de sus padres nació Tiffany sin faltarle nada. Hace meses atrás, le ofrecieron un trabajo en una oficina que esta que baila sola. Y ella se lo merece.
—Si, y... ¿qué tal tu día?
—Normal, excepto que casi me atropellan.
—Lo dices tan calmado como si fuera algo de todos los días, ¿no te paso nada?
— No —suspiro mientras suelto mis brazos, solo dos mechones más y termino—, frenó a tiempo. Adivina quién era.
—¿No me digas que fue un famoso? —quisiera yo.
—Ya quisieras —paso la mano por mi cabello y estiro mis brazos hacia arriba. Tener un cabello lindo cuesta demasiado.
—¿Entonces quien fue? Dilo sin rodeos Am... —alza la voz y apuesto a que debe estar sonriendo tanto que le duelen las mejillas.
—Dylan y su amigo.
—Espera —hace una pausa y continua —, ¿Dylan Hamilton?
—No, Dylan Sprouse —suelto con ironía.
—No vengas con tus chistes, aunque Dylan Sprouse es cualquier cosa menos un chiste —suelta un umm de manera seductora.
—Confirmo —suelto una risilla.
—Espera, nos hemos distraído del tema, ¿de quién hablábamos? —dice entre risas.
—De Dylan —le digo para que lo recuerde, ya que solemos cambiar de temas cada dos segundos y luego no nos acordamos de que hablábamos al principio.
—Cierto —de un momento a otra cambia de tono—, un momento, ¿fue el quien te atropello?
—No, fue su amigo. Al parecer está aprendiendo a manejar y pues de casualidad estaba en la calle, cuando iba cruzando, se le fue las manos y aceleró demasiado —explico—. Frenó justo a unos instantes de mí y ahí fue que vi a Dylan salir del carro.
—Ay, apuesto a que se veía como un papi —cambia su tono a uno algo juguetón mientras que yo ruedo los ojos.
—No —niego—, del susto no me di cuenta de cómo estaba.
La verdad es que si me fijé, pero es algo común tu verle la vestimenta a una persona.
—Ujum —ese ujum significa que no me cree—, descríbelo.
— Pues si se veía lindo, pero cuando me hablo se fue toda la magia por el estar con su arrogancia.
—Según dicen en la escuela, la arrogancia es algo que predomina en él. Pero no importa, no se puede negar que es hermoso.
—Es un estúpido que se cree especial, eso es lo que es —termino mi cabello y me alegro internamente de haber acabado. Lo dejo respirar un poco para más tarde hacerme una cola baja.
—Pero bueno, ¿quiénes somos nosotras para juzgar?
—El dúo peligroso, eso es lo que somos. Quien caiga en nuestras bocas o nos haga daño, esta jodido —le digo.
—Eso es lo que somos, el dúo peligroso dinámico.
Seguimos hablando y colgamos la llamada para hacer cosas pendientes. No sé sus cosas, pero las mías son ir a cenar y ver las redes sociales. Decido entrar a Instagram a ver que tiene y veo una publicación de hace cuarenta y cinco minutos con 1, 095 me gusta y 40,001 reproducciones. ¿La gente no tiene que hacer que ese video en más de una hora tiene todos esos me gusta?
Es de Barbara, la castrosa de la escuela o bueno una de ellas. El video es un Boomerang donde hay un chico sentado con un cigarro entre los dedos y de su boca sale el humo, al parecer hay una chica, que creo que es Barbara, moviéndole el cabello. No puedo ver quién es el chico, los comentarios están desactivados así que no hay un chismoso que diga quién es.
Mi celular anuncia una llamada y no dudo en tomarla.
—Hace una hora me llamaste Tiffany —selecciono el altavoz en la llamada y sigo viendo Instagram.
—¿Y? —hace una pausa y pregunta—. ¿Viste el video que subió Barbara? Encima no tiene comentarios para saber quién es —suelta aire.
—Lo acabo de ver, ¿la gente no tiene nada que hacer que en menos de una hora ya tiene esos me gusta? —pregunto deslizando la pantalla.
—Eh...Te das cuenta que nosotras pertenecemos ahí no? —suelto una risa y ella también.
—Pues sí pero lo vimos cuarenta y cinco minutos después.
—Mañana todos estarán hablando de esto, júralo que sí.
—Mejor, así sabemos quién es.
—¿Qué tal y apostamos? —propone y ya veo que voy a perder—. Yo digo un nombre y tu uno, quien salga le tendrá que hacer lo que quiera al otro.
—No gracias, siempre pierdo en las apuestas —hubo una vez que me toco besar al que no le gustaba ponerse desodorante, por perder en una apuesta tuve que besarlo y el mal olor me llego nada más acercarme a él, desde ese momento no volví a apostar.
—Despreocúpate no te podre a besar a alguien que no se higienice bien.
—Pues ni así.
—Vamos Amber, plis... —alarga el plis por demasiado tiempo, me tiene los oídos irritados y decido ya aceptar.
—Ya, está bien —acepto—. Creo que Zion Sorní, uno de los futbolistas. Su cabello es suave y tiene mucho, y encima también fuma.
—Podría ser —lo piensa por un rato y vuelve a hablar diciendo su opinión—, yo digo que puede ser Dylan Hamilton, no sé, algo me dice que sí.
—Ya veremos, ¿qué apostaremos?
—Mañana lo veremos, hablamos. Buenas noches.
—Buenas noches —le cuelgo. Son las nueve de la noche, aún es temprano. Me quedo mirando videos en YouTube de coreografías de Pole Dance hasta que son las una de la mañana, entonces coloco el celular en la mesita de noche y cierro los ojos quedándome dormida.
___+___
Hasta aquí el capitulo. ¿Que tal les va pareciendo la historia?
¿Quién creen que será el del vídeo? ¿Que causará ese vídeo en la escuela?
Lo sabremos en el próximo capitulo.
Los quiero.
Rosslina.
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