Capítulo 3
He decidido venir hacia acá para poder liberar las ganas que tengo de volver. Tenemos vacaciones de un mes y me la he pasado extrañándolo, todo lo extraño, así que aquí estoy.
Apago el interruptor y conecto las luces alrededor del espejo dejando que sea solo eso que ilumine el salón. Las luces de neón moradas parpadean, reproduzco I Feel Like I'm Drowing en bucle en los altavoces colocando mi celular encima de él y me preparo para bailar.
Tengo puesto un top y unos pantalones cortos color negros, suaves para no tener inconvenientes durante mi propio espectáculo. Le he dicho a la secretaria –hija de la dueña- que me deje pasar a estirar mi cuerpo lo cual no lo pensó y termino dejándome pasar.
Camino alrededor del tubo estirando mi cuello de varias formas, de arriba hacia abajo, de lado a lado y dándole vueltas. Joder, por no calentar en casa ahora estoy teniendo un dolor inmenso en el cuello y la nuca, sigo dando vueltas y cuando ya me siento con menos dolor subo despacio hasta que mis pies ya no sienten el suelo.
Engancho el codo izquierdo al tubo y el otro brazo lo sostengo más abajo, pongo en punta mis pies y comienzo a caminar en el aire.
Uno de mis movimientos favoritos, se ve tan fácil que cualquiera quisiera intentarlo. Pero cuando lo hacen se caen y ya no quieren volver más.
Esto cansa, te quieres retirar y no volver más. Que la quemen si es posible es lo que piensas cuando te cansas de algún lugar.
Pero cuando amas tanto algo, no te importa tener dolores musculares, no te importa tener ampollas en las manos, te caes de una forma tan brusca que te duele caminar, inclusive pensar te duele.
Aunque aun teniendo experiencia me sigue doliendo la cabeza al pensar.
https://youtu.be/2eAAqDZ8V68
Padre, esto me duele.
Me miro en el espejo revoloteando mi cabello con las manos y me acuesto en el piso. Doblo una de mis piernas encorvándolas y la otra la estiro.
Bien Amber, aun conservas tu flexibilidad.
Paso mi mano por mis piernas y la bajo, mantengo una pierna arriba y levanto el pecho. Se supone que me debo de levantar con la fuerza de mi abdomen, pero termino mareándome.
Me acuesto boca abajo para calmar el mareo y termino riéndome. Tiffany tendría que estar aquí, apuesto que se estuviese riendo por mi intento de ser sexy.
Me levanto y escucho a alguien carraspear su garganta. Me doy la vuelta.
—¿Judela? —me sorprendo al verla, esta recargada
Es una de las mejores chicas en el aro acrobático, ha ganado medallas, trofeos y diplomas. Desde pequeña siempre ha estado en eso.
—La misma —da un leve asentimiento y comienza a caminar hacia mí.
No solemos hablar mucho ya que estamos en clases diferentes, pero de vez en cuando nos topamos y nos quedamos hablando.
—¿Y Tiffany? —se cruza de brazos mientras que yo busco mi botella de agua.
— Está bien, he decidido venir sola, eso es todo —me encojo de hombros abriendo a botella y bebiendo.
—También yo he venido sola —dice y luego suspira—. Extraño las clases.
—También yo —inflo mis mejillas con el agua y luego la bebo. Amo hacer eso—. Bueno solo es un mes, no es nada.
Ahora dilo sin llorar.
—Si, escuche que la maestra dijo que nos tendría una sorpresa.
—¿Que sería eh? —pregunto, siempre he querido participar en algún evento, no de mucha gente ya que eso me aterra, pero una competencia. Me encantaría.
—Creo que hará una competencia.
—Waoo eso es impresionante —digo
—Si, pero no le digas a nadie.
—Claro que no, solo a Tiff.
—Claro —se limita a decir.
Nos quedamos un rato en un silencio cómodo y luego mira el tubo de la nada tomándolo.
—Deberías enseñarme algunos movimientos —lo toma y da una simple y fácil vuelta.
—Por supuesta Judela.
Le enseño algunos movimientos mientras hablamos, se ha caído varias veces, pero no son nada y lo vuelve a intentar.
—Está bien, la primera vez siempre es difícil —la animo, aterriza al suelo y sacude la cabeza.
—Esto es bastante complicado, no sé cómo te sale tan bien —le presto mi toalla para que se seque el sudor.
—Nada es complicado si eres constantes y prestas atención.
—¿Tus padres saben que practicas esto? —pregunta y me tenso un poco—. Lo pregunto porque sabes que es un deporte un poco discriminado.
La verdad es que no, ellos no lo saben ni lo sabrán tampoco. Mis padres se creen perfeccionistas y quieren que sus hijos también lo sean, no se Jason y Conor pero yo esa regla la rompí hace cuatro meses.
Era un mes de abril cuando descubrí este lugar, descubrí que había dos estudios, uno de Pole Dance y el otro del Aro Acrobático. Y pues fue algo muy obvio que me fui por esto.
—Si —miento—, claro que lo saben solo que no suelen preguntarme mucho y yo tampoco doy detalles.
—Oh —asiente varias veces mordiéndose el labio—, bueno mis padres si saben y están orgullosos por mis medallas.
—Ah... —que digo, que bueno, me alegro, bien por ti, ¿gracias?
Me rasco la cabeza y le doy una sonrisa—. Eso es bueno, que tus padres te apoyen.
Asiente y se hace un silencio. Recojo mis cosas listas para irme y miro el reloj.
5:33 p.m
Me da tiempo llegar, mamá me dio permiso hasta las seis y algún faltan algunos minutos. Espero no retrasarme.
—Bueno Judela —me engancho la mochila al hombro—, te dejo tengo que irme.
—Claro, también yo. Fue un gusto encontrarme contigo y gracias por las pequeñas clases.
—No es nada —camino a la puerta.
—Me saludas a Tiffany.
Como respuesta, le enseño el pulgar.
Camino por el largo y ancho pasillo, veo la luz colarse por el cristal, me despido de la secretaria mandándole saludos a la maestra y tomo mi abrigo largo.
Salgo y veo si en la acera de la calle no hay nadie para salir de una forma rápida del estudio. Joder, ¿porque tuve que nacer en una familia adinerada y popular? Es una molestia tener que ocultarte por los estúpidos paparazzis.
Tienen prohibido acercarse a nosotros por lo que mi miedo no sería si me tocaran o me invadirán con preguntas, aquí el verdadero miedo es grabarme salir de esa escuela, hacerme famosa por todo New York, que mis padres vean la noticia y me reprochen de que somos una familia perfecta y debemos de dar ejemplo, y luego de eso me castigara y me moriré del aburrimiento y...
Si ya entendimos niña dramática.
Al menos tu no me juzgas.
No he visto hasta ahora nadie y debo de cruzar la calle opuesta a esta. Veo cuando cambia el pequeño semáforo de pasajeros a verde y cruzo. Es un poco ancha y de una sola vía así que cruzo despacio.
Voy cruzando llegando a la mitad de la calle y veo como un auto que estaba parado en la acera, acelera a toda velocidad y me quedo frenética al ver que se dirige en mí misma dirección y no del otro lado.
Joder estoy muerta.
Camino más a la derecha y entonces el auto toma para mi lado, maldita sea.
—¡Frena! —dice uno del auto y el otro frenando justo en mis piernas, el auto apenas me topa.
Estoy temblando del miedo, casi me choca.
—Joder Matt por eso no te quería dar el volante —escucho el sonido de una puerta abrirse y cerrarse bruscamente. Tengo mis ojos cerrados procesando lo sucedido, casi muero.
—¿Estás bien? —pregunta una voz grave poniendo su mano en mi hombro.
No me muevo y decido abrir mis ojos. Veo al chico que al parecer conducía con su cabeza afuera del auto descapotable, y miro al otro lado para ver el chico.
—No creo que este bien, estas pálida —dice el otro chico y de reojo lo veo torcer los labios.
—Un momento —hace una pausa y vuelve a hablar—. ¿Amber?
No espere que mi nombre sonara tan hermoso en la boca de un chico.
—¿Si, tú eres Dylan cierto? —pregunto con mi respiración casi calmada.
Suelta una risa y no encuentro lo chistoso—. Obvia nena, ¿acaso hay otro Dylan que sea igual de hermoso y guapetón que yo? —maldito arrogante, pestañea varias veces esperando una respuesta de mi parte.
—¿Dylan es enserio? —habla en sujeto que está dentro del auto—. ¿Ella muriéndose del susto y tu haciéndole tus chistes arrogantes? —se desmonta del auto y se dirige a mí.
—Perdón eh... —sacude la cabeza—. ¿Te sientes bien entonces? —ahora cambia a un tono preocupado.
—Si, solo fue un pequeño susto —muevo mis manos dándome aire y respiro profundo.
—Pequeño susto y casi se desmaya —Dylan lo fulmina con la mirada y su amigo se inmuta a reír—. Digo...que bueno que te sientas bien —mira para abajo para evitar la mirada intensa de Dylan.
—¿Entonces no quieres que te llevemos al hospital? —niego con la cabeza.
—Estoy bien Dylan —miro el reloj y son las 6:10—, tengo que irme.
—¿No quieres que te llevemos? —pregunta el chico gracioso.
—No, está bien. Voy caminando —doy un paso y Dylan se me atraviesa.
—Voy a conducir yo, si es tu miedo —dice metiendo sus manos al interior de los bolsillos.
—Hey, no conduzco tan mal. Fue el coche que se desvió —se defiende el chico, Dylan chasquea la lengua.
—Si claro, y casi me hacen carne molida —bien, estoy peleando con dos chicos a mitad de la calle siendo las seis y algo sabiendo que mi madre me dará un sermón al llegar a casa.
—Pero no lo hicimos, en vez de carne molida, te hicimos carne blanca —entendí la referencia del chico.
—Como sea —suelto una carcajada—, gracias a los dos por la recompensa de que casi me matan pero puedo irme sola.
—Si insistes tanto, está bien —le doy una sonrisa y me paso por su lado.
—Adiós chico que casi me atropella, me caíste bien.
—Tú también carne blanca—se despide con su mano y Dylan nos mira ofendidos.
—¿Y para mí no hay nada? —interfiere cruzándose de brazos.
—Me caíste mal, arrogante —doy mi humilde opinión—, eso es todo, bye.
—No hay un beso como en las películas que las mujeres besan a su salvador?
—Ya quisieras —sin más camino por la acera.
Por un momento había olvidado que casi fui atropellada.
Apresuro el paso acordándome de que ya eran más de la seis y solo rezo por el que mamá no esté en casa, sino me llevare el regaño del año. ¿A veces me pregunto cómo es que ella aún no se ha enterado estos meses?
Ah ya lo recuerdo, vive pendiente a su trabajo y a sus dos hijos favoritos.
Llego a casa y rezo un Ave María, reviso de nuevo el reloj y son las 6:29.
22 minutos tarde, no es nada. Adentro la llave dándole la vuelta y veo a mamá en la computadora con unos lentes y un albornoz puesto. Cierro la puerta y levanta su vista.
—Mami —le doy una sonrisa y la voy a abrazar. Ella me deja que lo haga y solo espero que caiga.
Duro un buen rato y ella me devuelve el abrazo, cosa rara. Me separo de ella y la miro a los ojos.
—¿Por qué llegaste treinta minutos tarde? —enarca una ceja esperando una respuesta.
Creo que el abrazo no funcionó.
——————+——————
Hasta aquí el capitulo de hoy.
Espero les haya gustado. Conocimos hoy a Dylan de nuevo.
¿Preguntas?
De no tener nos vemos en el próximo capitulo.
Los quiero.
Ross.
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