Capítulo 26

—A ver Amber, no te mortifiques. Joshua no dirá nada —me dice Tiffany.

Estamos las dos acostadas en el pasto de un parque que queda a unos cinco minutos de la casa de Tiffany. Miramos el cielo azul despejado, sin nubes, el viento frio hace que se nuestra piel se estremezca, aunque, afortunadamente tenemos un abrigo puesto.

Acostadas como dos personas que ni saben qué hacer con su vida.

Tal vez es razón.

Pero el miedo de que alguien más que Tiffany sepa mi secreto es aterrador, no puedo dejar de pensarlo. La madre de Tiffany lo sabe, así que ella también ha guardado el secreto, con ella no me preocupo porque ella sabe cómo es mi mamá, sabe que preferiría mil veces a mandarme a un país que no conozco por el simple hecho de que no siga en el Pole.

Exagerado lo sé, tal vez otra madre no hubiese llegado ese extremo o simplemente dejaría que su hija hiciera lo que le haga feliz.

Pero no es mi caso.

—Se fue molesto de casa —suspiro. Tampoco me ha escrito desde ayer.

—A sinceridad, no me importa Joshua, ¿sabes? Llevo conociéndola hace años también, pero no tengo ninguna amistad con el como tú.

A Tiffany la conocí desde pequeña más bien, teníamos entre nueve o diez años. La conocí en la escuela que estábamos antes, a mí me habían pegado una pelota en educación física, la pelota fue directo a mi cara y me estremecí del dolor. Recuerdo que antes de irme un niño me ofreció su ayuda, pero negué varias veces y me fui.

Ese niño siento que lo he visto en alguna parte.

El punto es que Tiffany me vio llorando en el baño y me ofreció su ayuda. Ella no tenía amigas y mis supuestas amigas hablaban mal a mis espaldas. Después de esa hablamos y seguíamos encontrándonos en clase, así crecimos, juntas.

Después, a los trece años, conocí a Joshua. Mis padres y los suyos se conocieron en una fiesta, más bien la fiesta de bienvenida a los nuevos integrantes de la compañía que en la actualidad trabajan. Se conocieron, se llevaban bien, algunas veces se complementaban y se daban ideas para proyectos, en fin, una linda amistad.

En un encuentro específicamente en un parque, ambos nos conocimos. Jugamos, hablamos y así hasta que se volvieron más frecuentes las visitas, iba a mi casa, algunas veces iba a la de él, desde que lo conozco solo he ido unas tres veces.

Y así hasta que formamos una amistad. A Tiffany le cayó bien Joshua, sin embargo, se molestaba cuando algunas veces él no quería que fuera a fiestas o algo por estilo.

Un rato más tarde, nos levantamos y nos vamos del parque. Hemos pasado casi la tarde entera en el parque, hablando, recordando cosas o simplemente quedarnos en silencio admirando el cielo.

Llego a casa y mis padres están hablando por el teléfono en la sala, saludo con mi mano, pero están tan entregados en la conversación, que ni notan mi presencia. Cierro la puerta detrás de mí, el olor de un platillo desconocido me lleva a la cocina. Veo que es Jason que está cocinando. Su cabello negro y su espalda cubierta por su camiseta blanca y unos pantalones cortos, es lo primero que veo.

—¿Tu cocinando? —pregunto extrañada juntados las cejas—. Qué raro que la casa aún está intacta.

—Ja, ja —ríe sarcásticamente pero después se ríe de verdad—. Pensaba que podía a hacer esas galletas que tanto te gustan.

—¿Las galletas de avena con chocolates? —sin querer suelto un gritito cuando asiente con la cabeza.

Son mis galletas favoritas de toda la vida, he intentado hacerlas, pero como siempre, se me queman. Apuesto a que mis ojos han de estar iluminados y más cuando veo esas seis galletas en un plato que seguro es mío.

Me da el plato y me dirijo a la encimera, me siento en el taburete alto y comienzo a comer mis galletas.

Te comes eso y fácil te comes a una gente —me dice Jason cargando con su plato que tiene solamente cuatro galletas y se sienta en mi frente.

—¿Me estas retando? —lo fulmino con la mirada y asiente.

—Si, demuéstrame que eres capaz de comerte esas seis galletas.

—Y créeme, soy capaz de comerme más —sigo comiendo.

Siempre que me gusta algo, no me importa cuantas veces lo coma, siempre me va a seguir gustando.

Termina de comerse una galleta, se limpia y se tapa la boca aun masticando la galleta.

—Estaremos solos por dos semanas —me suelta y dejo hasta de masticar. Frunzo el ceño y sigo masticando lentamente.

Trago.

—¿Por? —pregunto agarrando otra galleta.

—Nuestros padres se irán por dos semanas a Australia por varios proyectos que, al parecer, les conviene mucho.

—¿Se irán solos? —necesito información completa.

—Según escuche los Sellers, los Gray y otras personas irán al viaje.

Me quedo en una sola palabra, no escucho lo otro. ¿Debería de enviarle un mensaje, aunque, de que me serviría decírselo? No iré a su casa, el no vendrá a la mía...

No le diré nada mejor.

Solemos hablar no todos los días, al menos los días que no podemos hablar mucho ya sea por cansancio, ya que suele hacer ejercicios en las tardes o por las tareas que nos dejan, suele escribirme si estoy bien o que he hecho durante el día.

Una pequeña conversación que me alegra siempre.

—Por cierto, Conor también se ira con su novia, pero es solo por una semana.

—Entonces nos quedaremos solos, por dos semanas —no me molesta realmente, después de todo supongo que con Jason puedo entablar una conversación normal sin peros ni discusiones.

—Si, lo bueno es que Sylvia vendrá a cocinar porque si no, cuando lleguen nuestros padres no encontrarán ni las huellas aquí.

Me rio. En este momento algo me llega a la mente y es que Jason es el del medio, pero lo sabe todo, más que Conor que es el mayor.

—Jason —devoro otra galleta, el desgraciado cocina bastante bien—. Sabes por qué mamá y papa no se llevan bien con los Gray? Ni tampoco los padres de Joshua se llevan bien con ellos.

Nuestros padres no suelen hablar de eso, lo he notado porque mis padres junto con los Sellers suelen hablar bastante mal de los padres de Dylan. Ni en un solo momento los escucho hablar bien de ellos y es todo un misterio. ¿Habrá pasado algo entre ellos? ¿Una pelea o algo así?

Ya ha terminado sus tres galletas mientras que a mí solo me falta una.

—Según escuché hace varios años atrás, ellos eran amigos —se limpia la boca—. Los Gray y nuestros padres.

Frunzo el ceño.

—Eran amigos hace muchos años atrás, yo tenía ocho, Conor diez y tu solamente tenías cinco años de edad.

Frunzo aún más el ceño, ¿eran amigos? No recordaba absolutamente nada de eso. ¿O sea que yo conocí a Dylan?

—Tal vez no te acuerdas, pero aun eras muy pequeña, hay personas que suelen acordarse de algunas cosas a partir de los siete u ocho años.

Tal vez sea por eso, no recuerdo haber visto una foto o verlos a ellos. Ni siquiera recuerdo ver visto a Dylan antes de ingresar este año escolar.

—No recuerdo nada, ¿llegamos a conocer a Dylan? —pregunto en un susurro. Estábamos hablando bajo en caso de que nuestros padres nos sorprendan entrando a la cocina.

—Si, tu y el llegaron a hacer amigos. No se separaban cada que estaban juntos.

Todo es tan confuso. Me molesta no recordar nada, por más que trate de hacerlo nada llega a mi mente.

—¿Y sus padres como se llevaban con nosotros?

—Bueno, en mis pocos recuerdos porque tampoco me acuerdo mucho, Liza y Anthony nos trataban bien. Su otro hijo no me caía para nada bien ni a Conor tampoco.

—Keller —pronuncio.

—El punto es que Dylan jugaba mucho contigo, me atrevería a decir que le gustaba estar más contigo que con nosotros —hace una pausa.

Me rasco la cabeza. Dylan se acordará de eso?

—¿Y cuantos años duró su amistad?

—Tres años, cuando cumpliste los ocho años, dejamos de ver a Liza, Anthony y a Dylan.

—Tal vez pelearon —opino.

—Tal vez.

¿Debería decirle lo que ha estado sucediendo con Dylan? Tal vez Jason no haya sido el mejor hermano del mundo, pero si me aspira confianza. Mucho más que mis padres.

—Jason...

—¿Sí? —alza su cabeza encontrándome con sus ojos azules iguales a los míos.

—¿Podría confiar en ti para algo? —paso a paso.

Suspira profundamente.

—Antes de que me digas algo, quiero disculparme por tal vez no ser el hermano que ha estado siempre contigo, no haberte dicho que tus notas eran suficientes cuando Jennete te hacia a un lado —la mención de mi madre y recordar esos tiempos me hace estremecer un poco—. Lo siento si llegaste a pensar que no eras suficiente al lado de Conor y yo, si lo llegaste a pensar lo siento por aquello.

—Sabes siempre me inspiraste confianza, mucho más que Jennete y Sheldon que son mis padres y no es tu culpa. Tu nunca me dijiste que fuera como tu o que nunca sería igual que tú, que no era suficiente... —hago una pausa—. Si sé que no hemos tenido una relación hermana y hermano que tanto hubiese querido tener antes, pero podríamos intentarlo.

Con Conor no podría decir lo mismo, el sí me llego a decir unas de esas palabras y mis padres solo le seguían la corriente mientras Jason solo se quedaba callado queriendo ayudar, pero sin saber cómo hacerlo.

—Podríamos intentarlo —repite con una sonrisa incrustada en sus labios—. ¿Entonces que es aquello que querías decirme?

Abro la boca para decirle sin embargo abren la puerta de repente. Mis padres aparecen, tienen la ropa de la reunión de esta mañana aun, a excepción de que se han quitado los sacos.

—¿Jason te dijo ya? —me dice mi madre sin saludarme ya que no me ha visto en todo el día.

—¿Lo de que se irán por dos semanas? —digo.

—Si, quedaras a cargo de Jason ya que también Conor se ira de viaje con Jenna —dice papá buscando un vaso y lo llena del bebedero que tenemos en una esquina.

—Si, Jason te cuidara bien, le dije que nada de salidas, a menos que él no te lleve, iras a casa de Tiffany simplemente los sábados y regresaras el mismo día.

Trago grueso.

—¿Mamá, se te olvida que tengo que ir los lunes, miércoles y viernes a casa de Tiffany a estudiar? —miento. Esos días son los que voy al Pole Dance.

—Bueno, dos semanas sin ir no te harán nada —especta mamá—. Además, tendrás a Jason aquí que puede explicarte.

Jason bebe de su jugo mirándome.

—Mamá puedo ir, o sea, ¿cuál sería la diferencia con y sin ustedes?

—Amber Sofia Davis Grace... —oh Dios no, acaba de pronunciar mi nombre completo—Te dije que no iras y punto.

Se marcha por la puerta como humo, mi padre solo se queda viendo en la esquina del bebedero y deja el vaso arriba de este marchándose por igual. Sin decir una sola palabra.

En la cocina se escuchan los suspiros de Jason y los míos.

—¿Entonces me ibas a decir algo o no? —me acuerda Jason.

—Solo quería saber si podía confiar en ti o no —me levanto del taburete tomando el plato vacío y lo llevo al fregadero—. Luego te diré lo que es, pero aún no quiero decirlo.

El asiente. Comienzo a lavar todo lo que ensució Jason y es que al parecer sabía que iba a fregar porque la cantidad de cucharas, tenedores y cuchillos es una exageración.

Jason se va de la cocina lo más seguro a su habitación y cuando termino hago lo mismo.

***********

La tarde del domingo llega, Jason, Conor y yo estamos parados en la puerta esperando a que nuestros padres se suban en el auto del chofer que los llevaría al aeropuerto.

El tamaño de ambos me hace sentir minúscula pero no tanto como el chico que me tiene pensándolo todas las noches.

Nos despedimos por última vez y entramos a casa cada uno volviendo en lo que estaba. En sus habitaciones. Cuando entro mi celular vibra, lo enciendo y es Dylan que me he enviado un mensaje

Dylan: Mis padres acaban de irse.

Me muerdo el labio inferior y escribo.

Yo: Los míos por igual.

Me contesta al instante.

Dylan: Esta sería la oportunidad perfecta de vernos sin ser en la escuela.

Yo: Si, seria perfecto. ¿Te parece el sábado?

Yo aquí haciendo planes sin saber que decirle a mi querido niñero.

Dylan: Uhm, el sábado voy a salir, ¿te parece el domingo?

Me muerdo aún más el labio, la idea de poder verme con Dylan sin moros a la costa me hace sonreír.

Yo: Perfecto.

Seguimos hablando de otras cosas y terminamos la conversación cuando me dice que se dará un baño.

Quien fueras jabón.

Saliendo del Whatsapp, entro de nuevo con un mensaje de Tiffany. Mas bien una foto.

La foto habla de una discoteca llamada Exotic.

Tiffany: Tenemos que ir, dicen que es muy chula por dentro.

Yo: Somos menores de edad, no nos dejaran entrar.

Habla la que si quiere ir.

Tiffany: Créeme, ya tengo la solución.

Frunzo el ceño, ¿cuál será esa “solución” según Tiffany?

Yo: Bien, iremos el sábado entonces.

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