Capítulo 2
Uno se distrae cinco minutos recordando el pasado y ya están dos futbolistas peleando.
—¿No crees que eres un inmaduro al pelear por un puesto de capitán?
—Ese puesto debe ser mío, fui capitán por tres años consecutivos —su agarre en su camiseta se hace más fuerte.
El otro solo se ríe, ni siquiera le devuelve el golpe ni nada.
—Te lo daría como buen samaritano que sería —lo suelta y se hecha hacia atrás haciendo que su espalda se golpee contra uno de los casilleros.
—¿Renunciaras? —dice Joshua, su respiración está hecha un desastre.
El chico del cabello negro suelta una carcajada.
—Dije que si fuera un buen samaritano te lo daría —hace una pausa—, pero como no lo soy te quedas a llorar.
Joshua se lanza contra a él de nuevo pero dos chicos los separan a tiempo.
—Eres un idiota Dylan.
—Lo sé, gracias por el halago —suelta con un poco de arrogancia.
Un poco no, bastante.
Si él es así de arrogante siempre, pues con razón Joshua se le lanzó encima.
Uno de los chicos se lleva a el tal Dylan y el director llega.
—¡Todos a clase! —demanda y nos vamos retirando poco a poco.
—Dylan Gray y Joshua Benito Sellers, vayan a la dirección —lo sueltan y se dirigen a la dirección. Joshua tiene la cabeza agachada y Dylan pues va como si le diera lo mismo.
A Tiffany se le escapa una pequeña risa.
—¿Ustedes que hacen aquí? Lárguense.
Asentimos varias veces y nos vamos a clase.
—Bonito inicio de semana —murmuro.
—Joshua Benito —Tiffany bufa—. O sea, suena como un venado, pero chiquito.
—Tiffany no es lindo burlarse del nombre de una persona.
Me fulmina con la mirada, pero no deja de reír.
—Te recuerdo que te burlaste del nombre del hombre del helado —no debería burlarme, pero termino riendo también.
Es difícil no reírse con su nombre y apellido.
—Se llamaba Dick Alive —me burlo.
—En ese momento Duolingo se sentiría orgulloso de mi.
Llegamos a clases y al entrar vemos a la jodona de Barbara Lewis.
No la soporto, se cree la más inteligente. Se siente superior a los demás y no digo que no lo sea, todos tenemos que tener su autoestima, pero ella parece un grano en el culo.
Mejor dicho, que es.
El maestro llega como quien dice detrás de nosotros.
—Inicio de semana y ya hubo una pelea —suspira, me imagino que es la de Joshua y Dylan.
—¿¡Una pelea!? —Barbara se sobresalta de su asiento y se tapa la boca con la mano.
—Si Barbara —exclama el maestro con un aire agotador, toma asiento.
—Pero, ¿quién peleo? Siempre me vivo perdiendo las cosas interesantes —un chico pisotea el piso y murmulla algo inaudible.
—Nada interesante —toma una carpeta—. Solo fueron Dylan y...
—¿¡Dylan!? —¡Dios mis oídos!
No la soporto.
—¡Pero mi Dylan no se atrevería a pelear! —exclama y tiene la mano en el pecho.
Se me olvido agregar que es dramática también.
—¿Tu Dylan? —dice un chico soltando una carcajada—. Todos sabemos que Dylan no es de relaciones serias.
Ella lo mira de arriba hacia abajo y luego rueda los ojos.
—Tal vez yo soy la excepción —mira hacia adelante.
El maestro está a punto de tirarle la mesa, las venas en su frente son algo muy notarios.
—Ya quisieras ser la novia oficial de Dylan Gray —le responde el chico de vuelta.
Un momento...
¿Dylan Gray?
Uno los cables y algo me llega a la mente, pero no llego a descifrar lo que mi mente quiere decir.
Entonces le pregunto a mi Wikipedia.
—Tiffany.
—¿Si? —susurra sacando el cuaderno de la materia.
—¿El apellido Gray te suena?
—Gray... Gray... —frunce el ceño. Cierra los ojos y murmura muchas veces el nombre.
Lleva algunos minutos así y le topo el hombro.
—Tiffany, estoy aquí, en la tierra
—¿Puedes hacer silencio? Lo estoy buscando en mi mente Wikipedia.
Como dije, ella es mi Wikipedia.
—Ah ya —abre los ojos y chasquea los dedos.
—¿Qué?
—¿Gray no es el apellido que tu familia odia? La familia Gray Coleman creo que era así.
Claro...
Dylan es uno de los hijos de Gabriel y Naia Gray. Ellos son arquitectos al igual que mis padres y pues desde no sé qué años hasta la actualidad, se han tenido odio. Un odio no normal.
—Es hijo de los "enemigos" de mis padres —hago énfasis en enemigos porque de por si no sé cómo llamarlo.
—Y dicen que el otro hijo de ellos es un egoísta —susurra Tiffany—. Y está en la universidad.
—¿Algo más que quieras agregar? — ¿cómo es que sabe tanto? Digo, pasamos la mayor parte del tiempo juntas y yo no me entero de tantas cosas.
—Si, se junta con gente de su mismo nivel de dinero. Ya sabes, otros niños riquitos.
—Es apellido Gray, ¿qué esperas?
Se encoje de hombros.
El maestro habla.
—El día de ayer tuvimos un concurso de bioquímicos.
Si, y de tanta suerte que tengo no gané.
—Perdón a los que no ganaron, pero despreocúpense habrá más concursos que ganar durante este año escolar.
Y el resto continua en lo mismo, bla, bla, bla... Clases, recesos, un maestro dolido por el divorcio y adivinen quiénes se comieron la historia de principio a fin.
No diré quiénes somos.
—Y por eso me dejo... —solloza y se limpia las lágrimas con la mano.
—Wao maestro, esa historia fue muy...
—Conmovedora y triste —termino por el chico.
No sé qué decir en estos casos, creo que ya sé que la psicología no es lo mío.
—Gracias chicos —busca algo en sus bolsillos y saca una servilleta. Se sacude los mocos de una forma áspera.
Agradezco que el timbre suene.
Algo mejor que ya no soportar los llantos del maestro, es que ya es hora de irnos a casa.
Todos salimos y nos sentimos como si se nos hubiera quitado un peso de encima.
—Sin ofender, pero el maestro Brainly sonaba como un motor averiado —murmura un chico al salir del aula.
—Sin ofender dice —Tiffany rueda los ojos en un acto divertido.
Guardo los libros y me llevo los necesarios que tendré que usar en casa. Camino hacia afuera con Tiffany hasta que me despido de ella.
—¡Amber!
Escucho como me llaman.
Es Joshua.
Sale disparado de la escuela y frena justo delante de mí.
—¿Te suspendieron? —pregunto.
—No, logré convencer al director.
Justo aparece Dylan a su lado.
—Lo logré convencer yo niñato llorón —me mira fijamente.
—Dylan apártate quieres —pronuncia Joshua apretando los puños.
Me mira de arriba hacia abajo y se moja los labios.
—Enséñame esta preciosura —Joshua lo fulmina con la mirada.
—Un momento ustedes ya hablan o...—alargo esperando una respuesta.
—No hablamos, no nada, lo odio —enfatiza Joshua.
—Si, a mí tampoco me interesa iniciar una conversación contigo, pero como decía... —lo mira y me extiende la mano—. Dylan Gray.
La tomo.
—Amber Davis.
—Oh, Davis...
Asiento y quito mi mano de la suya.
Se le escapa un hoyuelo junto con una sonrisa.
—Bueno ya —Joshua interrumpe el saludo.
—¿Son novios? —nos señala y niego rápido.
-No -apresuro a decir.
Él asiente sin quitar la sonrisa.
—Si Dylan, puedes irte. Tengo que llevar a Amber.
—No sabía que era tu niñero. Como sea fue un placer conocerte Amber —me pasa por el lado y se posa en mi oído—. Si algún día te cansas de este niñero, yo podría serlo.
Lo miro y me guiña un ojo antes de desaparecer.
¿Y esa confianza? O sea, para yo decir algo así a alguien debo tener años de conocerlo.
—¿Qué te dijo? —pregunta Joshua, frunciendo el ceño.
Sacudo mi cabeza.
—No es nada... ya vámonos.
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