Capítulo 18

Sus labios estan sobre los míos apoderándose de mi boca. Ambos estamos acostados en la cama, yo abajo y ella arriba de mi acariciando mi cabello con una mano y con la otra agarrando mi cara.

La tomo del cabello y echa su cabeza hacia atrás, se lo que quiere y se lo doy. Acerco su cuello a mi boca y comienzo a dar lengua en toda su cuello, dejo besos húmedos en el y subo a su mandíbula besando de lado a lado.
Suelto su cabello y me da un beso corto para luego incorporarse y estar sentada arriba de mi.

No sé en qué momento pero ambos estamos en ropa interior, ella tiene una ropa interior roja delgada que lo que hace es prenderme más de lo que estoy, y un sostén del mismo color.

En cambio yo lo que tengo unos boxers grises.

Debí de ponerme uno más sexy para esta ocasión.

Aunque lo está porque se me marca bastante, ella lo nota. Esta a horcajadas de mi, su sexo roza mi parte y solo cierro los ojos para que esto no se salga de control.

¿Le gusta que le roze Señor Gray? —se mueve de atrás hacia adelante y no me permito cerrar los ojos porque no quiero perderme de esta hermosa vista.

—S...si....me gusta —ni el habla me sale.

—¿Esta tartamudeando? —sus ojos están fijamente a los míos, mirándome con profundidad, sus ojos azules sean oscurecidos y sus pupilas están dilatadas—. ¿Por qué no habla? ¿Se le olvidó? —ese tono me prende.

Ahora mismo no sé mi nombre.

Ella para de repente y baja un poco más, recostandose entre el medio de mis piernas y su cara a la altura de mi entrepierna.

—¿Quiere hacer esto más divertido? —tomo el borde mi bóxer y solo respiro fuertemente preparándome para lo que ella va a hacer—. ¿Si o no? —me vuelve a hablar con un tono exigente con sus dedos en el borde sin moverlos esperando mi respuesta.

—Si —digo por fin—. Hagamoslo más divertido nena.

Sin pensarlo dos veces me baja los bóxer, me elevo un poco para que pueda sacarlos y los tira a alguna parte de la habitación. Lo toma entre sus manos y está a un punto de acercarse más.

Hasta que..

¡Ring! ¡Ring!

—Joder —exclamo—. ¿Quien demonios llama?

¡Ring! ¡Ring!

Sin decir nada ella se baja de la cama y se larga de la habitación. Asi, sin decir nada.

—¡Amber! —la llamo pero no vuelve.

—¡Amber! —vuelvo a repetir.

—Amber...

Me despierto de un sobresalto buscando algo en mi habitación.

O más bien a alguien.

Sin embargo no hay nada, la habitación del sueño era mi habitación, todo exactamente igual.

Solo que sin ella.

Me quedo en shock por un momento hasta que vuelvo a la realidad y escucho mi celular sonando.

¿Así que no fue el sueño?

Me siento en el borde de la cama tomando mi celular de la mesita de noche y contesto.

—¿¡Qué!?

—Buenos días amargado —me dice Matt desde el otro lado del celular—. Cada día amanece más amargado, cada día vas eliminando de palabras, ayer fue ¿Que tal? Hoy  fue, ¿Que? Mañana será ¿Qu?

—No estoy de humor Matt.

—Nunca.

Menos con ese jodido sueño lo cual me ha provocado una erección que supongo que ni haciéndome una se va a bajar.

—Son las seis de la tarde, solo quería saber de ti.

—¿Las que?

Miro mi celular y efectivamente son las seis de la tarde.

Mamá va a matarme como cuando vaya y el hombre no esté ahí.

—¿Matt quieres dar una vuelta? Tengo que ir a un lugar a entregarle algo a un hombre calvo.

—Contigo hasta el fin del mundo, bebé —giro los ojos y cuelgo la llamada.

El hombre supuestamente va a estar en el parque en eso de las ocho y allá tengo que aparecerme. Yo entre una cosa y la otra me cogen esas dos horas que quedan.

Me quito los pantalones yendo hacia al baño y luego los boxers. Me meto a la ducha abriendo el agua fría la cual está helada, pero solo quiero quitarme esta erección.

Esto no puede ser, ¿hace cuánto no tenía un sueño húmedo? ¿Y con Amber? ¿Es enserio?

Desearla tanto e imaginarla diario creo que me está haciendo demasiado daño.

Pero no puedo hacerlo.

Es que sus labios, sus ojos azules, su cabello oscuro largo cayendo en ondas, su nariz respingada, sus mejillas poniéndose Rojas de nada, su risa, su forma de hablar, como me provocó ese día...

Estoy perdido, ¿no?

Pero no me importa, he pasado un rato imaginando todo de ella que se me ha olvidado que estaba en la ducha. Miro hacia abajo a donde está mi hijo, que ya está un poco más bajo.

—Deberías controlarte en ocasiones —le digo cerrando la ducha y tomando mi toalla para secarme.

Me secó todo el cuerpo y me amarro la toalla en las caderas para cepillar mis dientes. Termino de acepillarme y me pongo algo simple. Unos pantalones grises y una camiseta negra.

En eso se basa mi clóset, pantalones deportivos, camisetas, una o dos camisas para alguna ocasión especial y sudaderas.

Me peino mi cabello con mis manos y bajo las escaleras yendo al sofá donde está el paquete. La casa está sola, o bueno, digamos. Kellen está en su habitación lo más seguro estudiando, la sirvienta está en la cocina escuchando algunas músicas latinas.

—Estas contenta ahora que estás sola —mis padres están en una reunión y los demás servidores se han ido.

Ella es la única que se queda a dormir, llevamos cinco años conociéndonos, para mi ya era una segunda madre. Me daba consejos y me ayudaba cuando mis padres no estaban para mi.

—Veo que vas a salir —se fija en mi vestimenta —. Te estaba preparando unas galletas de avena con chocolates.

Entro a la cocina y le doy un beso en la frente, o ella es muy bajita o yo soy muy alto pero me agacho un poco.

Sabe cuánto amo esas galletas, más si es ella que lo hace.

—Dejamelas ahí, ya luego me las como cuando venga.

—¿A dónde vas? —pregunta encendiendo el horno.

—A entregar algo de mamá al parque, tal vez me quedé un rato caminando para que no te preocupes.

—Cuidate mi hijo entonces —me da un abrazo la cual recibo.

Recibo muchos abrazos de su parte sin embargo, de mi madre se pueden contar cuantos me ha dado.

La mayoría falsos delante de cámaras y gente con dinero.

Me despido y me voy al estacionamiento. Enciendo el auto y coloco algo de música para no estar tan callado en el camino. Voy a buscar a Matt a su cada quien lleva una gorra negra, una sudadera roja y unos jeans negros.

—Hola amargado —cierra la puerta y aceleró—. ¿No vas a decir algo o estás disminuyendo palabras cada día?

—¿Qué quiere que te diga payaso?

—Ese es mi Dylan.

Vamos todo el camino cantando hasta llegar al parque Kingpark, donde el hombre calvo nos espera. Salimos del auto y abro la puerta de atrás tomando el paquete entre manos.

—¿Hace cuanto no venía a este parque?

El parque Kingpark es uno de los más viejos de la ciudad, uno de las más divertido ya que cuenta con muchos juegos para niños, comidas, columpios, y esas personas que dibujan los rostros de los niños.

En mi infancia siempre estaba aquí, si no me encontraban en la casa aquí estaba jugando con Matt. Echando carreras con nuestras bicicletas y buscando problemas con niños de uno o dos años mayores que nosotros.

Solo eramos nosotros dos, nos conformabamos y aún lo hacemos con el uno del otro. Y aunque me gustaba que Matt fuera conmigo al parque, aveces deseaba que mis padres fueran y pasáramos un día en familia, todos juntos. Viéndome columpiarme por si solo sin ayuda de nadie, o cuando le ganaba a otros niños con mi bicicleta.

Yo quería que ellos estuvieran ahí, en esos momentos donde me sentía el mejor del mundo. Ver esos padres jugando con sus hijos pequeños, celebrar hasta lo más tonto que hacían esos niños, estar ahí para ellos en cada momento, sin perderse nada.

Eso quería.

Pero mis padres siempre estaban para Keller, él desde pequeño era estudioso, inteligente y le sobrepasaba a todos. A cada rato le entregaban medallas, le entregaban certificados, llamaban a mis padres para felicitarlos a ellos por el gran hijo que tenían.

Y siempre le daban atención a él y no a mi. Yo en cierto punto quedé olvidado y ya no tenía motivos para estudiar por lo que mis notas bajaron y fue peor porque me comparaban con él.

—¿Que no ves lo estudioso que es Kellen? —me reclamaba mamá.

—Si, no ves que a cada rato nos llaman para felicitar a Kellen con su comportamiento e inteligencia? —me decía papá.

—¿Y tú? ¿A ti solo me llaman para decirme que no has hecho clase?

—Eres una vergüenza para esta familia.

Lo último me dolió bastante tanto que lloraba todos los días en mi habitación, recordaba esas 6 palabras con claridad y aún lo hago. Me alejé en teoría de mi familia, de los único que no me he alejado son de mis padres y es porque sigo viviendo ahí.

Solo tenía 12 años para cuando me dijeron eso.

Solo era un niño que quería atención.

Solo era un niño que quería que lo trataran como los demás padres hacían.

—¿No es ese calvo de allá? —Matt me saca de mis pensamientos y dirijo mi mirada hacia el enfrente.

Tiene un traje completo negro con un maletín a su lado del asiento y su mirada fija en un libro que tiene enfrente.

—Ese mismo.

Nos dirigimos y Matt se queda en un lado del parque caminando dejándome a solas con el hombre.

—Soy el hijo de la Señora Coleman, Dylan Gray —estrecho mi mano, el hombre deja su libro a su lado y me estrecha su mano.

—Supongo que es para mi esa caja.

—Supone bien.

Le entregó la caja y la revisa, lo que hay dentro son unos planos y no sé que más porque nunca se me ha dado conocer sobre la arquitectura.

El poco que sé es por mis padres.

—Todo bien, dile a tu madre que fue un gusto negociar con ella —asiento y le doy la espalda caminando hasta Matt.

—¿Ya sé lo diste?

—¿Tu que crees? ¿Acaso la caja es invisible que no la ves?

—Creo que la falta de no estar con una chica en específico la cual no voy a mencionar pero es baja con el cabello castaño...—lo fulmino con la mirada y termina de describirla—, te afecta.

—No me afecta, es mi humor de siempre.

Hemos ido caminando y hemos hablado de todo un poco, principalmente de ciertas dos chicas lo cual no pienso mencionar. Matt me dice que ella es especial, que Tiffany lo hace sentir bien, lo hace dejar ser como él es, se ríen y otras cosas.

Sin embargo yo no he vuelto a hablar con Amaber hasta esta mañana.

Para nadie es un Secreto que desde que he tenido ese acercamiento hacia ella en la excursión, yo he dejado a Barbara y ahora está molesta conmigo. No sé la razón porque no somos parejas pero de ella haberse enamorado de mi no es mi problema.

Es su problema por seguir conmigo sabiendo que no busco nada formal.

—Oh no... —dice Matt y lo miro, miro a donde van dirigidos su ojos, entonces lo veo y siento algo dentro de mi removerse.

La veo besándose con el niño llorón de Joshua en mi frente, él la tiene agarrada a ambos lados de su cara mientras ella esta solamente parada, sus brazos están en ambos lados de su cuerpo mientras él mueve su cabeza a los lados esperando algo, una reacción.

Sin embargo la única reacción que obtiene Joshua es una cachetada de Amber.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top