13
En la mansión...
MyungJun no sabía qué estaba pasando, pero había decido confiar en Dongmin y en Bin, y en sus instintos, por lo que se encontraba escondido en el lugar que se le fue indicado.
Por varios minutos no pasó absolutamente nada, en el estrecho lugar solo se distinguía su propia respiración y sólo lo acompañaban sus propios pensamientos.
Sin embargo, un estruendo fue lo que puso en alerta al omega. Y de la nada, solo podía escuchar disparos, bullicio y golpes fuertes contra las paredes y el suelo. Tal parecía que una guerra se había desatado, pero él no saldría a averiguarlo, estaba demasiado asustado y su instinto de supervivencia estaba encendido.
Sí, salir no era una opción.
(...)
Dongmin caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, mordiendo sus uñas debido a la ansiedad que le producía toda la situación. Por lo que él sabía, se encontraba en un refugio perteneciente a la organización a la cual Moon pertenecía.
El susodicho se encontraba en otra habitación hablando por teléfono con su hermana Moon Sua, y pidiéndole el favor de llevar a Sanha con él lo antes posible, él le mandó la ubicación sabiendo que podía confiar en ella.
Una vez pudo colgar, se dirigió a la habitación donde se encontraba Dongmin. El establecimiento en el que se encontraban era enorme, con docenas de habitaciones para albergar trabajadores y refugiados.
El menor ya se encontraba sentado en un pequeño sillón al final de la pequeña sala, con la mente dispersa en tantas cosas y tantas emociones que le estaban abrumando. Bin lo sabía, así que fue cuidadoso al acercarse a su lado, tomando asiento al otro extremo del pequeño sillón, con apenas centímetros distanciándolos.
Fue cuando Dongmin sintió que algo a su lado se hundía por un peso ajeno que entonces salió de su ensimismamiento, dirigiendo su mirada aturdida hacia el alfa a su lado.
—¿Te encuentras bien? ¿No sientes ningún malestar?—preguntó el alfa con sinceridad, con genuina preocupación en sus ojos cafés.
Dongmin asintió suavemente, enderezándose en su lugar.
—Estoy bien, es solo que estoy muy aturdido, aún no puedo creer que todo esto esté pasando...Se siente como un sueño—respondió, mirándolo a los ojos y comunicándole cómo se sentía con ellos.
Bin asintió en comprensión. Por supuesto que lo entendía.
—Poco a poco esto se irá sintiendo cada vez más real, ya verás. Es cuestión de tiempo—le dijo comprensivo y a la vez animándole.
—Eso creo...—susurró.
Se quedaron en silencio unos segundos, solo mirándose a los ojos con complicidad, totalmente cómodos ante ello. Hasta que Dongmin decidió romperlo.
—¿Ahora qué sigue?—preguntó el omega, queriendo tener una visión más clara sobre lo que le repararía el futuro.
Se sentía a la deriva, expuesto a un mundo al que no estaba seguro que podría enfrentarse.
—Serás enviado a un lugar seguro hasta el día del juicio, ya que eres un testigo clave—le dijo con parsimonia.
—¿Cuánto tiempo y a dónde?—preguntó con aún más curiosidad.
—Cerca de un año y un par de meses más, más o menos. ¿Dónde? Um, eso aún no lo sé, pero lejos de Corea—respondió con la información que tenía a disposición por el momento.
—¿Lejos de Corea? Pero yo ni siquiera sé hablar inglés...—pensó en voz alta, inconsistentemente formando un tierno puchero con sus regordetes labios.
Bin rió brevemente con ternura ante la imagen del menor, realmente era bonito. Dongmin era precioso, ciertamente.
—No te preocupes por eso, la agencia te felicitará cursos si es necesario y aparte estarás bajo el cuidado de personas que hablan coreano—le explicó Bin brevemente un poco del procedimiento.
Dongmin asintió comprendiendo.
—¿Qué crees que pase con él?—preguntó refiriéndose a su victimario.
—Él obtendrá su merecido, puedes estar seguro de eso. Lo más probable es que primero tenga que pasar un año o más bajo prisión preventiva mientras se sigue investigando—explicó lo más simple posible para que el menor no tuviera alguna duda.
Dongmin comprendió totalmente, asintiendo en confirmación de ello.
(...)
Sanha se encontraba de camino a casa escuchando música a través de sus auriculares, obteniendo un poco de paz gracias a las canciones de su playlist. Era su manera de relajarse, de disipar un poco el constante embrollo en el que se encontraba envuelta su cabecita. Tantos problemas solo para un chiquillo de 16 años.
Era algo tarde y ya había acabado su turno en el trabajo de medio tiempo que aún seguía teniendo, por tanto, se encontraba cansado y con muchas ganas de llegar a casa a dormir como tronco.
A una cuadra de su casa, fue cuando alguien se le acercó. Era una mujer en sus veinte, de pelo negro abundante y largo, de alta estatura para el promedio femenino en Corea. La miró totalmente confundido y a la defensiva, porque caminaba directamente hacia él.
Pero antes de que pudiese preguntar algo, la mujer se adelantó.
—¿Eres Yoon Sanha, cierto?—preguntó cuidadosamente hacia él.
Sanha parpadeó algo incrédulo, ¿cómo esa mujer sabía de él y para qué lo buscaba?
Dubitativo asintió lentamente.
—Soy colega de Moon Sua, agente Kim Doyeon—se presentó e hizo una breve reverencia que Sanha, algo aturdido, correspondió.
En ese momento pudo sentir el olor que emanaba de ella y la delataba como alfa.
—¿Entonces...?
—Perdone que no pueda explicarle mucho en este momento, pero necesito que me acompañe. Usted se encuentra en peligro—dijo bruscamente, interrumpiéndolo.
Aquello envió una descarga por todo el cuerpo del menor, acelerando su corazón y poniéndolo en guardia, con su instinto de supervivencia totalmente alerta.
—¿Cómo...?
—Lee Dongmin escapó y es muy probable que vengan por usted, así que por favor acompáñeme en este momento, no tenemos mucho tiempo—parloteó con prisa, halando de él hacia un auto negro que estaba a unos metros de donde interceptó al menor.
"Lee Dongmin escapó".
"Lee Dongmin escapó".
"Lee Dongmin escapó".
Esa frase era lo único en lo que su mente podía pensar, su cerebro estaba demasiado ocupado procesando eso como para prestar atención a lo demás. Simplemente se dejó hacer de aquella extraña, dejando que lo subiera a su auto sin rechistar.
"¿Dongmin escapó? Pero...¿es esto en serio?" Pensaba y preguntaba dentro de sí.
Y fueron esas preguntas las cuales lo trajeron devuelta a la realidad, cayendo en cuenta de que la mujer a su lado manejaba algo arbitrariamente entre las calles atestadas de vehículos en Seul.
—¿Me podría explicar qué está pasando?—demandó una explicación, con el corazón ofuscado en su pecho.
—Ya se lo dije, Lee Dongmin escapó y es muy probable que quieran buscarlo a usted por ello...
—¿Sabe dónde está?—preguntó directamente.
La mujer dudó en responder, mordiendo su labio inferior.
—Pronto lo sabrás—dijo tajante.
—O sea, sí lo sabe—dedujo, acertando.
—Está hablando mucho, ¿no cree?—murmulló tratando de enfocarse en la carretera.
—Creo que debería de entender mi situación, ¿no?—contraatacó.
—La entiendo, pero entiéndame usted también a mí, estamos en una situación engorrosa, déjeme concentrarme ya después le explico todo. ¿Por favor?—ladró contra el menor, totalmente ofuscada por la tensión del momento.
Era poco probable que el señor Cha fuese detrás de Sanha tras verse envuelto en tremenda cacería por parte de las autoridades, pero eso no quitaba que siempre había una mínima posibilidad de que lo impensable pasara. Eso sumándole que debía ser sumamente cuidadosa al dirigirse al refugio, no vaya a ser que alguien la estuviera siguiendo. Muchas vidas estaban en sus manos en ese instante y Sanha no paraba de hacer preguntas, preguntas que en otro momento podría responder con calma y con la mente ordenada, pero ese no era el momento para ello.
Sanha decidió no responder y sólo se tragó todas sus preguntas. Había captado el mensaje.
(...)
Habían agentes, policías, militares, bomberos y ambulancias en el lugar, que en ese momento ardía en llamas. En una de las ambulancias se encontraba MyungJun siendo atendido por un equipo de paramédicos. El omega se encontraba bien pero era necesario que los profesionales descartaran lesiones o daños.
—No hay dolor, contusiones, no hay heridas, ni siquiera moretones, solo una ligera pérdida auditiva que pronto regresará a la normalidad debido a las explosiones—le decía el beta que lo estaba chequeando.
MJ solo asentía a todo lo que el hombre le decía, su mente demasiado ocupada procesando todo lo que estaba ocurriendo.
Era libre. Ya no era un esclavo de aquel canalla.
Porque eso era MJ dentro de aquella mansión. Un esclavo.
Un omega recesivo que fue esclavizado debido a su padre alfa que osó a traicionar a la organización/mafia liderada por el señor Cha. Llegó como esclavo a sus catorce años, hacían ya diez años, mientras que su padre alfa fue asesinado a sangre fría frente a sus ojos, y su madre fuese ultrajada y luego asesinada (también ante sus ojos).
MyungJun nunca entendió para qué lo habían dejado con vida, hubiera preferido haber sido asesinado junto a sus padres antes que vivir esclavizado diez años y atormentado por aquellos recuerdos que le causaban pesadillas.
Sabia que el señor Cha quería un hijo y que lo quería utilizar para ello, pero fue en vano ya que un año después de su captura se presentó como omega recesivo. Las probabilidades de quedar embarazado eran casi nulas. La única manera de que esas probabilidades incrementasen era si lo intentaba con su destinado, pero aún así nada le aseguraba quedar en cinta.
Por tanto, solo se había dedicado entonces a ser mero esclavo. Los primeros años sólo se la pasaba haciendo trabajos forzosos dentro de la mansión, pero con los años se convirtió en el líder de los sirvientes. Él se encargaba de que todo en la casa brillara cual oro, que cada comida quedara exquisita, vigilaba que los empleados hicieran un trabajo perfecto.
Y también se encargaba de cuidar a los pobres omegas que llegaban a la mansión.
Y vio a cada uno morir ante sus ojos. El único que logró sobrevivir fue Dongmin.
—Hey, ¿todo bien?—se acercó Minhyuk a preguntar, sacando a MJ de sus pensamientos.
—Sí, está todo bien...¿Puedo preguntarte algo?—susurró cuidadosamente.
El alfa frente a él asintió.
—Dongmin...¿él está bien?
—Dongmin está en buenas manos, no te preocupes por él—le aseguró con una media sonrisa.
MJ asintió con una pequeña sonrisa, feliz por el pequeño omega.
—¿Y tú? ¿Qué harás ahora?—preguntó con interés.
"Cierto, qué es lo que haré ahora..."Pensaba.
—¿Siendo honesto? No tengo la menor idea—dijo con sinceridad, sintiéndose a la deriva, perdido en una isla desierta sin siquiera una brújula con la cual guiarse.
(...)
—Ten, bebe un poco de este té, te ayudará a relajarte—le dijo Moon Bin al menor, pasándole el recipiente humeante.
Dongmin lo aceptó con una pequeña sonrisa en agradecimiento, y empezó a tomar del brebaje poco a poco, sintiendo los efectos relajantes del mismo.
—Gracias por el té—susurró luego de unos segundos.
—No fue nada, me alegro que te guste, si quieres...—paró de hablar al sentir que alguien hablaba a su walkie-talkie.
Y sí, así era.
—Aquí Moon Bin—habló a través de él.
—Aquí Moon Sua. Ya estamos aquí, ven a recibirnos—se escuchó al otro lado de la radio una voz femenina.
—Está bien, voy en un minuto—respondió Bin, volviendo a poner el walkie-talkie en su lugar.
—¿Pasa algo?—preguntó Dongmin con curiosidad.
—Ya verás, estaré devuelta en un pestañeo—dijo y lo dejó en la sala, confundido.
(...)
Habían pasado ya cinco minutos, mucho más que un simple pestañeo, y Bin aún no volvía. La verdad es que estar sin él lo ponía de nervios, era la única persona en la confiaba y se sentía seguro, tenerlo cerca le hacía sentir que todo estaría bien, que nadie podría dañarlo jamás.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unas voces que venían desde el pasillo que daba con la sala en la que se encontraba.
Las voces se mezclaban entre sí así que no podía reconocerlas a simple oído, ni saber qué decían. De un momento a otro la puerta fue abierta, el primero en pasar fue Bin que tenía una pequeña sonrisa en su rostro, luego seguido por una chica de pelo corto que juró que tenían un gran parecido con el alfa de ojos gatunos, ella lo saludó con un corta reverencia, y detrás de ella...Un joven de dieciséis años, alto, muy alto, de pelo negro abundante que caía en ondas por su rostro, aquel rostro fino y pálido que en ese momento se encontraba empapado en lágrimas.
Sus ojos chocaron los unos con los otros y brillaron en reconocimiento, el alivio inundando sus miradas.
Sanha sonrió en grande, sollozando entre hipidos, pero su sonrisa decayó rápidamente al fijar su mirada en la panza enorme de su mejor amigo, que apenas tenía diecisiete años, y sollozó aún más fuerte. Dongmin lo notó y cubrió por instinto su panza con una fuerte sensación de vergüenza inundándole, pintando sus mejillas de un tono rojizo indeseable, y haciendo que bajase la mirada junto a lágrimas amargas que se perdían en un recorrido por sus regordetas mejillas hasta su cuello blanquecino.
Sanha lo notó, así que corriendo fue hasta su amigo y lo envolvió en un abrazo, transmitiéndole todo su amor y toda su alegría por al fin haberlo encontrado.
—¡Te extrañé tanto, hyung!—lloraba y parloteaba en el cuello del mayor, siempre con cuidado de no aplastar la enorme panza que se interponía entre los dos.
—Yo también te extrañé, pequeño...¡Estás enorme!—le dijo devolviéndole el abrazo con fuerza, dejando que todas las lágrimas salieran sin tapujos.
Sanha rió entre lágrimas, asintiendo en su cuello.
—Perdóneme hyung, lo siento tanto—berreó el menor con profunda tristeza.
—¿Por qué te disculpas, tonto? ¡No lo hagas! ¡No te lo permito!—lo regañó golpeando su espalda con una palmada.
—¡Sí debo, yo debí encontrarlo antes, me tardé demasiado!—pronunció con enfado hacia sí mismo.
Dongmin negó efusivamente, alejándolo para tomar sus manos entre las suyas, mirándolo fijamente a los ojos.
—No, no digas eso. Hiciste demasiado buscándome, y te lo agradeceré hasta el último de mis suspiros. Y escúchame, ¿sí? Eres un movido de dieciséis años, no deberías llevar culpas que no te corresponden, ¿entendido?—le siguió regañando con firmeza y cariño en sus palabras y expresiones.
—Pero...
—Pero nada. Mejor ven y dame otro abrazo, no te imaginas lo mucho que te extrañé—expresó, volviendo a envolverlo en un abrazo.
Los dos lloraron por todo el tiempo perdido, por todo el sufrimiento, por la injusticias, por todo. Y en ese momento fue que en verdad Dongmin sintió que todo estaría bien, todo al fin volvería a su lugar, y eso lo hizo llorar aún más pero de alivio.
—————-
A partir del próximo capítulo empieza el segundo arco de la historia 🫶🏽
Gracias por esperar, les tqm 😽 y perdón por la espera TT
Solo soy una chica de casi veintiún años terminando su carrera 🥹
Tratare de volver para antes de año nuevo pero si las moscas FELIZ NAVIDAD 🫶🏽
Pd: probablemente contenga errores pero me encargaré de eso más tarde con calma
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