07
TW: abuso sexual, pederastia, secuestro.
1ro de abril, un día después del cumpleaños 16 de Dongmin.
El lindo omega sentía que nadaba entre algodones, la superficie debajo de él le daba aquella sensación. Sentía cero ganas de levantarse de allí, pero algo le decía, en lo más profundo de su ser, que algo iba mal. Algo no estaba bien. Su cama no era ni de cerca tan placentera, era dura y de mala calidad.
Mas no fue aquello que lo hizo despertar, sino un calor infernal que azotó su jovial cuerpo; ya que, al parecer, aquella medicina que le proporcionó su madre ya no funcionaba. Los efectos se habían esfumado. Podía sentir su propio celo en carne viva, tan ardiente, tan fuerte, avasallador e incontrolable.
Trató de controlar a su lobo que imploraba dar rienda suelta a su parte más animal, hambrienta por las carnes de un alfa, con ganas de ser devorado, desgarrado.
Pero aquella era su parte animal dejando en evidencia sus bajos instintos. Su parte racional aun estaba allí tratando de tomar el control.
Abrió sus ojos, y aquellos dulces orbes no daban crédito a lo que veían. Nada parecía tener el mínimo sentido. Aquella no era su cama, era el doble de su tamaño. Aquellas no eran sus sábanas con estampado de flores, eran blanquecinas y suaves, como si fueran recién estrenadas.
Y el olor del suavizante que se colaba por sus fosas nasales tampoco era el que usaba para lavar. Sus ropas, sus sábanas, olían a manzana y canela, esta nueva esencia que llevaba su fosas nasales era vainilla.
Se aventuró a mirar más allá, encontrándose con una habitación del tamaño de su sala, era enorme y estaba decorada en un estilo victoriano. Estaba confundido, caliente y aterrado. Era un mar de emociones agobiantes que buscaban consumir cada parte de su ser.
—¿Qué es este lugar..? ¿Cómo llegué aquí? A-Ah, uh—decía, con la lengua pesada arrastrando las palabras en un susurro casi inaudible, sintiendo cada vez más los síntomas de su celo. Tan caliente y abrumado, tan adolorido.
La puerta de la habitación fue abierta con brusquedad, asustando al omega. Por ella se abrió paso a quien consideraría su carcelero, un monstruo.
—Veo que ya despertaste, querido—dijo con gracia, acercándose lentamente a la cama después de haber cerrado la puerta con llave.
Dongmin lo miraba con miedo. No lo conocía y solo podía sentir cómo aquel idiota soltaba sus feromonas tratando de seducir a su parte animal, tan sensible y vulnerable.
—¿Qu-Quién es...usted?—preguntó tratando de incorporarse, pero se sentía débil físicamente.
—¡Qué malos modales tengo!—exclamó con ironía.—Déjame presentarme: Hola omega, soy Cha Taesung, tu alfa–sonreía con malicia mientras empezaba a desabotonar su pulcra, cara y fina camisa blanca.
Aquellas palabras retumbaron en la cabeza de Dongmin como un eco lejano, incapaz de dar crédito a las sandeces que estaba escuchando. No conocía a aquel tipo, ¿con qué derecho se presentaba como...su alfa? El solo pensamiento le hizo querer vomitar.
Aquel imbécil parecía tener la edad de su padre, él sólo tenía 16 años. No. No podía ser cierto. No lo era.
—Yo...Yo no lo conozco, no sé...de qué me habla...Dígame...qué hago aquí, no, no entiendo—decía cómo podía. El celo más la droga que ¡oh sorpresa! no era un supresor le hacían sentir sin fuerzas.
Para ese momento, ya el hombre se encontraba quitando su cinturón, cada vez más cerca de Dongmin, cuya parte racional se encontraba aterrada, podía presentir lo próximo que ocurriría.
—Estás hablando mucho, ¿no crees? No importa cómo llegaste aquí ni que no sepas quién carajos soy. Pagué una gran suma de dinero por ti, me perteneces y solo eso necesitas saber, así que ya cállate.
Dongmin se sintió aún más enfermo, y no pudo evitar empezar a llorar, con las emociones a flor de piel. No podía creer que había sido víctima de trata de personas, peor aún, que hayan sido sus padres los que vilmente lo entregaron a un demonio en cuerpo humano.
Lo vendieron como si fuese una cosa, un objeto desechable.
Y quiso protestar.
—No...No, eso no es cierto—murmuraba en medio de la negación y los sollozos.
Y recibió un cinturonazo en medio de su rostro haciendo que un halarido de dolor escapara de sus labios. Podía sentir la sangre escurrir por la parte interna de sus mejillas, el sabor metálico golpeando sus papilas gustativas.
—¡Te dije que callaras, maldita sea!—gritó con aquella voz alfa que hizo chillar a su omega.
Se sintió doblegado, sentía a su lobo oprimido y en desasosiego dentro de su ser. Tan sumiso. Y se odió por sentirse de esa manera. Quería gritar, pelear, renegar, pero en su estado aquello no podría ser posible.
Aquel monstruo terminó de despejarse de sus ropas, sin ningún ápice de clemencia en su ser, todo lo contrario, ver el temor, el miedo y la consternación impregnados en el omega le hacía sentir poderoso. Y lo que pasó después de eso jamás sería olvidado por Dongmin, sería como un horrible acontecimiento impregnado en su mente por el resto de su vida.
Aquellas caricias inmundas que se sentían como un rastrillo en su piel, besos que quemaban, y golpes por todo su cuerpo.
El peor dolor de aquella situación fue el de la mordida mientras anudaba en su interior. Su omega chillando en negación. Pero no podía hacer nada, lo había marcado, había entrelazado su vida a la de él.
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Pd: cuando sean acontecimientos pasados así de fuertes (por el tema), serán capítulos cortos dedicados únicamente a ellos
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