04.
—Señorito Cha, el amo lo espera en el auto—avisó Myung Jun al entrar a la habitación.
Eran las siete con cincuenta minutos. Tal como se le avisó en la mañana, Dongmin saldría con el señor Cha aquella noche a una cena de ricos que personalmente no le interesaba en lo más mínimo.
Lo que realmente le ponía los pelos de punta era tener que estar cerca de su guardaespaldas/destinado. Estaría toda la noche luchando contra su omega inquieto rasgando sus paredes por la emoción y la tristeza de no poder hacer nada.
—Gracias Myung Jun, en un momento bajo—respondió inspeccionando su reflejo, percatándose de lucir impecable, justo como a su carcelero le gustaba.
Dongmin siempre trataba de mantener contento al señor Cha, porque era menos doloroso de esa forma. Disgustarlo implicaba maltrato psicológico asegurado, y no podría dar fe de que sus piernas se salven de algún castigo físico.
Desde que quedó preñado sus piernas eran el punto de enfoque de "su alfa".
Por otro lado, en el pasillo fuera de la habitación, se encontraba un alfa a punto de mandar todo al diablo, mientras su parte racional lo mantenía a raya. Aquel día fue todo un martirio para Moon Bin. Su lobo estaba renuente a quedarse quieto, quería incentivar a Bin a cometer algún tipo de locura que sin dudas pondría en riesgo el curso de su misión.
Jinwoo lo mataría si hiciera algo que pusiera en peligro los planes que por tantos meses estructuraron.
No, debía de ser prudente.
Mientras, durante todo el día se mantuvo en el mismo lugar, puesto que el omega en ningún momento salió de sus aposentos y no podría culparlo por eso.
Aunque no podía negarlo, ansiaba verlo. Ansiaba tenerlo cerca, tal vez abrazarlo y nunca soltarlo, empaparse del rico aroma a fresas con crema que destilaba el menor, fundiéndose con su propio aroma chocolate amargo.
Moon Bin salió de sus pensamientos en cuanto la cerradura de la puerta empezó a hacer ruido, indicando que alguien estaba abriendo la puerta. Segundos después, MJ y Dongmin salían de la alcoba. Bin tuvo que disimular la enorme impresión que se había llevado al ver a Dongmin enfundado en un traje negro, con un leve maquillaje y un lindo pulcro peinado.
Se veía espectacular. No, mejor, se veía increíble. Lo siguiente a eso.
—El amo Eunwoo está listo, pueden dirigirse hacia los automóviles—habló MJ.
Dongmin, por su lado, se sentía escaneado y nervioso ante la mirada del alfa frente a él. Sería difícil controlar a su omega si aquel alfa seguía tentando a su suerte con aquella mirada tan feroz y voraz.
Moon Bin cerró fuertemente los ojos, tratando de mantener a raya a su lobo que amenazaba con querer tomar el control de sus acciones.
—De acuerdo. Adelante, señorito Cha—dijo entrando en papel e indicando a Dongmin que podía ir delante suyo.
Sería una larga noche para ambos.
(...)
El chico entró presuroso al local, huyendo la lluvia que había empezado a amenazar la ciudad. Dejó la sombrilla a un lado de la puerta junto a otras pertenecientes a los comensales. Sacudió su campera que había sido salpicada por unas cuantas gotas de lluvia, y sin más se dirigió a una mesa apartada que le brindara la privacidad que requería aquella noche.
Pidió un ice americano acompañado de un trozo de pastel de fresas con crema, y mientras esperaba por su pedido se dedicó a contactarse con su cita de esa noche, anunciando que esperaba por ella.
Minutos después, alguien se sentó frente a él. La persona que había estado esperando había llegado.
—Buenas noches, señor Yoon—saludó con una sonrisa cómplice, y con algo de jocosidad.
—Buenas noches, dama Moon—le siguió el juego.
Vamos, que Sanha tenía 16. Ambos rieron.
—¿Va a pedir algo antes de empezar?—le preguntó Sanha de manera condescendiente.
—No es necesario, ando un poco apurada.
—De acuerdo. Entonces cuénteme, ¿qué pudo averiguar desde la última vez?
En ese momento la detective Moon sacó un sobre grande y amarillo donde tenía todo lo que había averiguado durante los últimos cinco meses trabajando para los Yoon, mejor dicho, trabajando para una adolescente de dieciséis años. Puso encima de la mesa unos en específico.
—Después de investigar al señor Kim logramos dar con una cuenta secundaria de Facebook, vigilando sus interacciones dimos con una cuenta extraña desde Japón. Y efectivamente, es la cuenta del señor Lee. Lo supimos porque publicó una fotografía en una pescadería en un pueblo japonés. Esta pescadería suele subir fotografías de sus comensales, y en una de ellas se logró ver a ambos, a la señora y al señor Lee—dijo con un tanto de emoción. Era su primer trabajo y le daba emoción presentar resultados.
—Así que están en Japón...¿Cuál es el siguiente paso?
—Me contactaré con un ayudante que tengo en Japón para que investigue por allá.
—¿Algo sobre el club de apuestas?
—Aún sigo trabajando en ello, pero creo obtener resultados para dentro de unas dos semanas máximo.
Sanha pensó en toda la información obtenida. Sintiendo cada vez más cerca sus respuestas.
—Bien. Aquí tienes lo que acordamos—le pasó el sobre blanco repleto de billetes.—Y gracias por tu trabajo, realmente lo aprecio.
—No agradezcas, como has dicho; es mi trabajo—dijo con una sonrisa mientras revisaba el contenido del sobre.—Bien, creo que ya puedo retirarme, ¿cierto?
Sanha asintió.
—Buenas noches.
—Buenas noches—respondió para luego retirarse, dejando a Sanha pensando mientras esperaba aún por su pedido.
Minutos después al fin llegó su pedido, el cual precedió a degustar. Mientras comía, revisaba sus redes sociales a espera de algún milagro, noticias de Dongmin, por ejemplo.
Pero una vez más, no hubo nada.
(...)
El señor Cha llegaba al ostentoso hotel acompañado de su omega y su caballería, o mejor dicho, su séquito de guardaespaldas. Un mayordomo los guió hacia dentro, los guardias del señor Cha mientras tanto se dispersaron por el local. Solo Jinwoo y Moon Bin lo acompañaron adentro.
Dongmin iba con la sonrisa más falsa que su matrimonio impregnada en la cara, mientras iba del brazo de su captor.
Tuvo que soportar la siguiente media hora de saludos y charlas banales que no le interesaban en lo más mínimo. De vez en cuando solía dirigir miradas disimuladas hacia el sexy guardaespaldas que estaba a unos metros de él con el semblante impasible.
—Alfa, desearía ir un momento al baño, por favor—pidió Dongmin de manera sumisa una vez ya estaban sentados en una de esas mesas enormes.
—Ve, pero llévate al señor Moon—sentenció.
—¿Eso por qué?
—¿'Por qué'? ¿me cuestionas acaso?—le dijo mientras enviaba amenazas fortuitas por medio de sus tenebrosos ojos.
—N-No, perdón. Es solo que, no creí necesitarlo para ir al baño—susurró tratando de tranquilizarlo.
Moon Bin observaba la situación sin poder escuchar, pero esas miradas y expresiones corporales le daban mala espina.
—Hazte a la idea de que él será tu sombra. No permitiré que quieras huir, o quieras matar a mi primogénito otra vez. ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo...
—Perfecto...Moon, ven aquí—se dirigió al susodicho, el cual obedeció de inmediato acercándose a la mesa.
—¿Sí señor?
—Acompaña a mi omega al baño, por favor.
Moon Bin trató de disimular su incomodidad ante aquella petición lo mejor que pudo.
—Sí, señor.
Dongmin se levantó de su asiento reteniendo el suspiro que quería dejar salir. Con Moon Bin detrás de él se encaminó hacia los baños más lejanos. Su intención más que nada era alejarse un momento del patán que se hacía llamar su alfa.
Y Dongmin no podría negar que se sentía en el cielo con el aroma de Bin cada vez más cerca de él. Su lobo estaba inquieto, deseoso de un poco de contacto de aquel desconocido. Porque eso eran para el otro. Y Bin, pues él estaba en las mismas.
Los dos gozaban de un gran poder de autocontrol y voluntad, o mejor dicho, de un instinto de supervivencia.
Una vez en el pasillo donde se encontraban los baños, Dongmin observó bien que nadie estuviera observando, así jalando a Moon Bin dentro del baño con él, y cerrando la puerta detrás. Dongmin quería hacer algo, bueno...decir algo.
—¿Qué...?
—Shhh, escúchame ¿sí?—lo interrumpió Dongmin.
Moon Bin suspiró mientras asentía, dispuesto a escuchar lo que sea que su destinado tuviera para decir.
—Sé que tu lobo reconoció al mío, bueno nuestros lobos se reconocieron mutuamente así que te lo diré directamente; renuncia—soltó dejando a Bin desprevenido.
"¿Me está pidiendo que renuncie? No puede ser", pensaba Bin.
Dejó escapar una pequeña risa.
—No lo haré solo porque tú me lo pides—"lo haría pero no puedo", era lo que realmente quería decirle.
—¿Ni siquiera porque soy tu destinado?—lanzó sin siquiera pensarlo.
—¿En serio piensas usar esa carta?
—¿En serio quieres que nos maten?—atacó Dongmin, dando paso al silencio.
El menor suspiró, mientras acariciaba su tabique, bastante exasperado.
—Sabes percectamente que en cualquier momento mi lobo, o tu lobo....¡o ambos! Pueden enloquecer y entonces estaremos fritos, ¿me entiendes?
Entonces todo volvió a quedar en silencio, ambos con la respiración agitada debido a la pequeña discusión. Y Moon Bin sintiendo como la impotencia de su lobo se sentía a flor de piel.
—Lo siento pero no, no puedo renunciar. Tengo mis propios problemas y mis propias razones para trabajar aquí, ¿logras comprender?—argumentó con cuidado de no revelar más de lo debido.
Dongmin rió de manera irónica, dirigiéndose hacia la puerta.
Pero antes de salir...
—Entonces, que arda Troya—y se fue, dejándolo totalmente descolocado.
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Hola!! Acá nuevo capitulo (:
Los capítulos serán habitualmente de este largo debido a mis horarios en la universidad. Siempre que tenga tiempo libre trataré de hacerlos más largos, pero mientras tanto serán de esta manera. Y pues no serán tan recurrentes como cuando estaba en vacaciones ):
Perdón ay .
Bueno, sin más, me despido.
Espero les haya gustado ^^
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