XXXIV
Samuel comenzaba a darse cuenta de que la actitud de Percy no solo era extraña, sino que también era sospechosa.
No hacía más que comportarse de una forma completamente inusual a la que solía.
Tomás le había preguntado un par de veces si le pasaba algo y este respondía de manera negativa, demostrando lo contrario.
Pero el mayor de todos no pensaba que fuera nada de importancia.
De hecho, el sabía que había tenido otro de sus encuentros con Bob, y daba por sentado que esa era la razón de que actuara así.
En cambio, De Luque cada vez estaba más seguro de que el inglés sabía algo.
Guillermo observaba con atención al castaño de ojos marrones. No sabía porqué miraba tan intensamente al de ojos azules. Y la verdad era que le interesaba.
Una pena que no pudiera preguntarle.
Unos minutos después, no tardaron en aparecer los guardaespaldas. Eso era lo que parecían.
Ahora los guiarían hasta las duchas y si Samuel no se quitaba al británico de encima, no podría llevar a cabo su plan, y era ahora o nunca.
Este le susurró algo al menor, quien asintió, obediente, con la cabeza.
Guillermo distrajo a Tomás en lo que Percy fue guiado por uno de los maderos.
De Luque se acercó a este y se puso a hablarle en voz baja. En un tono que sólo ellos dos alcanzarán a oír.
—Tío —Fue lo que salió de sus labios—. Sé que lo sabes —Y tan solo esas palabras pusieron nervioso al extranjero—, pero no tienes ni idea de muchas cosas.
—Déjame —dio como respuesta—. ¿Dónde está Tom?
—Estará atrás con el crío.
—No le hagas daño. —dijo amenazador
—¿Vas a escucharme y luego opinas?
—No quiero escucharte. No quiero que el grupo se rompa.
—No hay nada que romper, porque nunca ha estado unido. —Miró con disimulo a uno de los guardias y se mantuvo en silencio, hasta que pudo volver a hablar—. Sabes tan bien como yo, que no somos nada para él. Yo un poco más porque soy útil para sus planes, pero realmente eso no es importar. Nos utiliza como a todos los que conoce.
—¿Y a ti desde cuando te importa lo que seamos para Tom?
—No es que lo haga, pero empiezo a cansarme.
Percy lo miró extrañado.
—En cambio, ¿sabes cómo nos mirarían cuando se enteren de su muerte? ¿No quieres ser alguien por una vez?
Pareció pensárselo por un instante, pero nada. No cedía.
—No vas a convencerme de lo contrario.
Habían llegado al lugar, y pronto se reunirían con ellos los otros dos.
El tiempo se agotaba. No quedaba tiempo para convencerlo.
Los azules se alejaron, unos para irse, y otros para seguir haciendo de guía a los demás presos.
—¡Él le dijo al viejo que te violase! —Alzó la voz, llegando a oídos de algunos presos que iban llegando.
El de ojos azules se quedó impactado. Tanto que no era capaz de vocalizar palabra.
—¿Q-qu...? ¿C-cóm...?
—Sé que debería habértelo dicho antes...
—¿P-por qué? —Las palabras volvieron a atorarse en su garganta.
Era algo muy fuerte para digerir tan rápido.
Miró a Samuel, y este habló de nuevo.
—Necesito que estés con nosotros. ¿Qué me dices?
[...]
El castaño obsesionado con el ejercicio lo tenía todo bajo control. Había logrado reunir a los pocos criminales que no le guardaban ningún respeto, ni idolatraban a Tomás, en un mismo lugar.
En un principio, esto le resultó raro a Tom, ya que sólo dos de los presentes le tenían un gran respeto, y no se trataba de sus amigos.
Luego se relajó, pensando que fue casualidad que esas personas hubiesen coincidido en las duchas con él. No se le ocurrió imaginar otra cosa.
Tenía una fe ciega en su compañero Samuel. Y... Percy... Sabía que no sería capaz de nada. Él no podía enfrentarse a nadie. No tenía cojones.
Como el castaño supuso, al ver, Tomás, al novato desnudo, lo llamó para que se acercara a él. No lo hizo sin antes pasar junto a De Luque, de quien estaba al lado. Este le tendió, disimuladamente, una pequeña navaja, la cual ocultó a sus espaldas.
Debía utilizarla con rapidez y cabeza.
Guillermo era consciente de ello. Sabía el riesgo que corría si no conseguía acertarle a la primera. No estaba dispuesto a fallar.
—Ven aquí, chico. Voy a romperte el culo.
El joven frunció el ceño. Odiaba a ese tipo. A él y a todos los que lo menospreciaban.
Se acercó a él, sin prisa, mostrando el perfil contrario a donde escondía el arma. Aquello lo hizo quedar un chaval inocente y asustadizo. No debía darse cuenta de sus verdaderas intenciones.
A Tomás le brillaban los ojos, mientras que la boca se le hacía agua.
Notaba una leve punzada en su miembro, que de hacía más fuerte y constante a medida se acercaba a él.
—¿Estás preparado para recibirme? —Y eso fue lo último que dijo antes de ser apuñalado bajo el corazón— Mal...dito hijo de puta.
Díaz palideció por su falta de cálculo. ¿Cómo pudo fallar con lo cerca que estaba de su corazón?
Lo había tenido en bandeja y la había cagado.
—¡Vas a morir, bastardo!
El arma había desaparecido de su mano, y cuando quiso darse cuenta, el contrario estaba a punto de atacarle.
Samuel se adelantó a la situación y empujó a su ex compañero, dejándolo caer al suelo, cayendo él encima.
—Samu... —Su rostro reflejaba incredulidad. Su amigo lo había traicionado— Tú... ¿Cómo pudiste? Yo confiaba en ti.
Guillermo, Percy y tres hombres más se acercaron a los dos.
—Pues cometiste un grave error. —La mirada fría del castaño se mantenía fija en el contrario.
—Menudo hijo de puta —El británico se dejó ver tras la espalda de Samuel—. Todo este tiempo me has estado mirando a la cara, sabiendo lo que el puto viejo me hacía. Siempre creí que tenía mala suerte, pero esta vez tú eras esa mala suerte.
—Percy, compañero... Eso no es así... No es así como lo pint...
—¡Cállate! No quiero oír una sola palabra más de tu boca.
Los ojos llenos de maldad de Tomás lo observaban como si lo estuviera estrangulando con satisfacción.
—Ya no vas atemorizar a nadie. —dijo. Le quitó la navaja, que había recuperado Guillermo, a este, y comenzó a apuñalarlo sin ninguna pausa.
Estaba dolido, pero al mismo tiempo se sentía fuerte. La vida de Tomás le fue arrebatada por su propias manos, y se sentía bien.
Había conseguido vengarse, aunque ya no parecía tener importancia.
Samuel asintió, mirando a su compañero, mientras que el inglés se ponía en pie.
Tiró el pequeño cuchillo al suelo.
El más joven de ellos tres miró al castaño interrogativo. Quiso darle a entender si debía recoger el arma, por si tenían que encontrar sus huellas en ella. Pero De Luque negó.
Entonces supo que podía contar con él. Había cumplido con su palabra de protegerlo si no le fallaba, y ahora no iba a dejar que cargara con la culpa.
Samuel pensó que a Percy tampoco iba a importarle que lo castigaran un poco, al fin y al cabo su día estaba a puto de llegar...
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¡Holi de nuevo!
Espero que os haya gustado el episodio>< En un principio tenía pensado que fuese Guillermo quién acabase con la vida de Tomás, pero después de meditarlo varias veces, pensé que le debía eso a Percy. Que merecía su venganza por haber sido tan utilizado💔 ¿Pensáis que he hecho bien dándole eso?
Bueno, como siempre, muchísimas gracias por todo. Por seguir leyéndome cada vez que actualizo y por vuestros hermosos comentarios.
Y siento tardar tanto en subir capítulos. Me parezco a Auronplay con sus vídeos (?) hahah~ thank u💙
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