XLV

Era 13 de noviembre.

Un día que estaba siendo demasiado tranquilo para los del pasillo de la muerte. Y, normalmente, eso no era nada bueno.

Dos nuevos carceleros trabajaban ahora allí.

A Samuel le divertía la forma en la que ambos novatos se paseaban con aires de superioridad delante de los prisioneros. Como intentando demostrar que ellos eran más que los que estaban entre rejas.

Le hacía gracia ese detalle porque sabía que no durarían mucho con esa actitud. Pronto alguien les haría ver lo equivocados que estaban al creerse superiores que los que estaban encerrados, algo que les gustaría presenciar a más de uno allí. 

Uno de los nuevos, Raúl, se acercó a la celda, que actualmente compartían Samuel y Guillermo.

Sus andares lo hacían ver decidido, pero en cuanto intercambió un par de palabras y miradas con el tipo musculoso de la celda, sus piernas empezaron a flaquear, y eso que aún no había visto nada.

—El jefe dice que pronto aparecerá para daros una buena noticia. —Su sonrisa malévola reflejaba lo mucho que le agradaba hacer frente a basura como aquella.

De Luque se acercó, todo lo que pudo al nuevo, hasta que los barrotes de hierro le impidieron continuar. Su mirada era seria y siniestra. Cualquiera podía ver en sus ojos la crueldad de estos. Lo que estaría dispuesto a hacer si aquellas rejas simplemente no estuviesen.

—Dile que venga ya y se deje de jueguecitos —dijo el castaño fingiendo no prestar atención al hombrecillo—. La gente aquí cree que porque no tengamos otro lugar a donde ir, vamos a obedecer y escuchar sus gilipolleces.

Guillermo observaba a su compañero en silencio. Veía como había estado manteniendo la vista clavada en el suelo, dando a entender que le aburrían aquellas situaciones en las que los líderes hacían las cosas como y cuando querían, saltándose las leyes como si no existieran.

—Tú, gilipollas. —Samuel sonrió  internamente cuando lo oyó decir eso. Siempre que llegabas a provocar a aquellos hombretones orgullosos, llegaban a hacer tonterías de las que no eran conscientes en esos momentos.

Evidentemente, no todos caían en semejantes juegos, pero aquel chico era un novato joven e inexperto, que no sabía dónde se había metido. Y él iba a dejárselo claro.

—Ni se te ocurra abrir la boca para...

La mano derecha del castaño fue más rápida que los labios del contrario.

Atrapó el cuello del hombre, presionando con fuerza sus dedos sobre este. 

—Quizás tú puedas decirnos cuál es esa noticia tan maravillosa —habló sin temblarle la voz ni por un segundo—. Yo que tú lo haría rápido —dijo—. Tengo mucha fuerza y muy poca paciencia.

Alex y Percy se habían asomado para presenciar la escena más de cerca.

—E-está bien... E-está... b-ien... —La voz salió con cierta dificultad de su garganta— pero déjame respi...

De Luque dejó de estrangularlo, para atraerlo hacia él, sujetándolo de la nuca, estrellándolo contra los barrotes.

—Habla. Antes de que le pierda el sentido a mantenerte con vida.

—A B-Bob le ha llegado la noticia d-de vuestra sentencia esta mañana. En cinco días acabará todo para vosotros.

El agarre del preso se volvió débil ante la noticia, tanto que el chico consiguió salir corriendo de allí.

En ese momento, ni siquiera pudo darle importancia al hecho de que alguien hubiese conseguido escapar de sus garras, lo cual en otra situación diferente le hubiese torturado la mente.

Ahora sólo podía pensar en que tenía cinco días más. Sólo cinco días más.

Ambos compañeros de celda se habían quedado en blanco mirando a la nada. Con la vista clavada al frente, sin estar realmente viendo nada.

Percy miró a su amigo, que se alejaba de las rejas, sin saber qué debía decir en un momento así. ¿Qué podía decir al fin y al cabo? Lo único que quedaba por decir eran palabras de despedidas, y ellos no habían sido nunca de esos.

—Samu... —lo llamó. Pero su voz había salido con demasiada poca fuerza como para sacarlo de su mente.

—Creo que será mejor que lo dejes para mañana —dijo Alex—. Ambos van a necesitar un poco de espacio para asumirlo lo mejor que puedan en estos días.

El inglés asintió con la cabeza como si el contrario pudiese verlo, y se sentó de nuevo en su colchón, esperando a que algo se le ocurriera.

Esperaba que algo se le viniera a la mente antes de que fuera demasiado tarde.

[...]

Era la hora del almuerzo y todos estaban en el comedor con sus respectivas bandejas de comida.

Alex y Percy miraban a sus compañeros sin decir nada. Sólo observando el comportamiento de los dos, quienes comían sin dirigirle la mirada a ningún ser humano.

Se miraron entre ellos y de nuevo a sus amigos. Era bastante incómodo. Pero no sólo eso, era frustrante no poder hacer nada al respecto.

En ese momento, el británico levantó la cabeza, mirando al frente.

"Él consiguió salvarme, y yo debo hacer lo mismo por él"

Buscó con la mirada algo que pudiera darle una idea, y se encontró con la asquerosa presencia de Roberto.

Se levantó de su asiento, observando a aquel hombre en la lejanía. Estaba hablando con otro de ellos hasta que...

Ese era su momento.

Se había acercado a la mesa de uno de los presos con la intención de buscar provecho de él.

El de ojos azules había llegado hasta él, sentándose en uno de los asientos de aquella mesa.

—¿Qué? ¿Metiéndosela a otro hasta hacerle sangrar el culo?

La mirada del mayor era desafiante e invulnerable. Que hicieras lo que hicieses no podrías cambiarle aquella expresión en su rostro.

—¿Son eso celos?

Percy sonrió sarcástico e hizo una señal al hombre que estaba entre ellos para que se fuese, lo cual hizo.

—Más quisieras —Su sonrisa se intensificó con aquella respuesta—. Siéntate.

Bob echó un vistazo al asiento, volviendo a mirar al chico de piel blanca.

—Paso.

—Siéntate, capullo.

Roberto lo dudó un instante.

No pretendía hacer lo que el otro le dijera, pero, por una extraña razón que no lograba entender, lo hizo.

Se sentó, observando de frente al contrario, en lo que comenzaba a hablar.

—Vas a hacerme un gran favor.

----------------------------
¡Dos siglos más tarde y estoy aquí de vuelta!
Realmente es horrible lo mucho que tardo en actualizar últimamente, y me gustaría cambiar eso, pero por mucho que lo intente, acabo tardándome :s
De verdad que lo siento mucho </3

Otra cosa que quería decir, es que muy pronto esta historia terminará. No sé exactamente en cuantos capítulos podré acabarla, pero no creo que hayan mucho más de siete.
No sé porqué siempre me siento un poco vacía al llegar al final de alguna de mis historias, pero, evidentemente, es algo que tiene que terminar pasando, so... qué remedio.

Al menos espero que todos estos días, hayáis disfrutado leyendo esta historia que vino a mi mente como una posible idea, y acabó convirtiéndose en la idea principal sobre la que escribir <3

One more time...
Thank you so much♥︎

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top