Prioridad (3)
A la mañana siguiente
La acostumbrada alarma despertó la mayoría de los sentidos de Jolyne que, con mucha pesadez, tomó el teléfono que casi tiraba del mueble y apagó el molesto sonido con un solo toque en la pantalla.
-Buenos días. – Saludó con somnolencia y como era de costumbre esperando por una respuesta, pero jamás la obtuvo, igualmente como ya empezaba a ser un hábito, pues siempre olvidaba que siempre despertaba sola. La joven volteó a donde debería hallarse Giorno y entonces recordó, pero aun sin estar el rubio, si había algo; una pequeña nota y una flor sobre la almohada.
Extrañada, tomó aquel papel y lo desdobló delicadamente, leyéndolo y esta vez verificando el reveso, más no había nada por esta ocasión. En ella decía lo mucho que la amaba y que decidió irse más temprano que de costumbre para poder pasar una bella noche con ella y su padre. La flor era símbolo de promesa y cariño.
-Giorno... - Pronunció en suspiro enamorado y con la palma en el corazón. Esos eran detalles que le demostraban que jamás se olvidaba de ella y encontraba momentos para reconfortarla. Con eso logró animarse de un momento a otro y sus sentidos despertaron emocionados armándose más de valor.
Bastante dispuesta, dejó aquella nota sobre el mueble y de inmediato de pie sin siquiera ponerse aquellas pantuflas azuladas, abrió las ventanas de su habitación y aspiro el delicioso aire, tales eran las ráfagas frescas que no notó que jaló de su lugar varias cosas, incluyendo aquel papel, y es que tan solo se dejaba llevar por esa linda sensación.
Sí, hoy sería un gran día.
Tomará su desayuno, se bañará y se arreglará para la cena. Debía verse lo mejor posible y presentable como lo había pedido el hombre y para gusto de su amado prometido, también para ella misma por supuesto. Y su mejor aliada era ese vestido, ese que eran tan especial pues llevaba consigo también una parte de su madre que tanto ama.
¿Sería prudente llevarle un presente al gran Dio?
...
Hora y media solo le tomó para terminar su desayuno, darse un baño y luego preparar el maquillaje para después ponerse la hermosa prenda.
Jolyne se miraba al espejo con el vestido apenas encima asegurándose que no se viera ya ninguna mancha en ella, el mismo que aquel día que no pudo ser. Era lo mejor que podía hacer con su imagen, confiaba en su instinto y en las palabras halagadoras de sus amigos que antes le hicieron al verla con esa tela tan adorable. Se veía hermosa y delicada, tal vez sea suficiente para impresionar al hombre que acostumbra lujos y rodearse de personas importantes.
Podría verse sencilla, pero de igual manera un estilo fino como consideraba.
Giorno decía que ella era alguien importante y la indicada para él, y que eso era suficiente. ¿Qué impresión se llevaría el mayor al conocerla? De verdad estaba nerviosa y quería agradarle.
Aquella vez que conoció a su madre no tuvo ningún problema, pues no mostraba el debido interés por el compromiso de su hijo. Los apoyaba, claro, pero ciertamente no era lo que esperaba siendo su propia mamá, pero con Dio podría ser diferente ahora que visitaba Italia de improviso y con una cena elegante de por medio.
En eso notó el temblar de sus piernas frente al espejo. Faltaría tiempo para la hora acordada, tendría para mentalizarse y tranquilizarse, no quería parecer una niña insegura de ningún modo.
Tal vez también dejar de pensar demasiado las cosas ayudaría.
Si bien, mientras el tiempo pase, haría su trabajo dentro del hogar, tenia todo preparado para llegar lo mas fresca posible.
Todo saldrá bien.
...
Horas más tarde
Se encontraba casi lista y atenta al teléfono celular para recibir alguna llamada de Giorno si es que algo se presentaba. Si bien, ella se adelantaría a dicha cena y como antes le llegó a mencionar, el joven quizá se atrasaría un poco, pero prometió estar lo más puntual posible y así recibir a su padre Dio Brando.
Terminando de aplicarse el tenue color sobre sus labios y para finalizar el dulce perfume en su cuello y brazos, se dedicó un par de miradas sobre su imagen en ese espejo de cuerpo completo.
Se veía casi tal cual, a ese día de su cena de aniversario, solo que por esa vez decidió dejarse el pelo suelto y con un pequeño adorno en su cabeza; una mariposa azul que con la luz brillaba y se hacia notar.
No le gustaba lo ostentoso, pero sabía que podía combinar bien con ese lugar y a las posibles expectativas de Dio.
-Bien... - Se dijo tranquilizándose, ¿Estaba nerviosa? Obviamente pero no lo admitiría ni para ella misma, debía desviar aquello.
Sin perder tiempo, tomó su cartera blanca, fue hasta la salida de su departamento bajó hasta recepción encontrándose como de costumbre a Ermes.
-Luces hermosa, como siempre. – Le dijo antes de que la otra saludara. – ¿Otra nueva cita fallida? – Preguntó ya sin reparo, más la joven ya no se molestaba.
-Una cena con Giorno y su padre. – Ermes no esperó aquello.
- ¿Qué? ¿Una cena con Dio? ¿Dio Brando? – No era un secreto que Giorno era hijo del magnate hombre, aunque igual no se la creía, hasta que por fin llegó el día, pensó. No obstante, Ermes notó la ansiedad de su amiga. – ¡Vamos! Todo saldrá bien, Dio no es nadie fuera de este mundo. – Contradictorio a su reacción, lo hizo para calmarla.
-No solo eso, es el padre de mi prometido. ¿Qué tal si no le agrado? – Sin aguantar y de manera indirecta, admitía su inseguridad.
- Pero ¿Qué dices? – Salió de su lugar y se acercó a reconfortar a Jolyne tomándola de los brazos. – ¿Cómo decía el idiota de Anasui? – Trató de hacer memoria rememorando a quien fue novio de su amiga hace mucho tiempo. – ¡Oh sí! Eres un caramelo visual. Cualquiera que te viera estaría encantado de cruzar un jodido Hola contigo. Eres hermosa.
-Pero...
- ¡Nada! Giorno está orgulloso de que seas su prometida, has valido eso. Demuestra que ambos se pertenecen, eso es lo que siempre espera un padre, ¿No crees? Yo lo haría. – Pellizcando con cariño su mejilla, eso la animó y sonrió como acto reflejo.
Ermes era de las personas que siempre sabían cómo hacerla sentir mejor, aun la moleste con algunos comentarios, se sentía afortunada de ser su amiga.
-Gracias, ¿Qué sería de mi sin ti? – Dijo sincera con un tenue sonrojo.
-Serias igual de fuerte y bella. – Le guiñó un ojo. – Anda... – Le animó a salir, y sus miradas se desconectaron en cuanto la joven supo que tenia que irse ya.
La joven Cujoh salió del edificio con la bendición de su amiga de tez morena ya apreciando el manto que empezaba a ser nocturno. Las puertas de cristal se abrieron y el ambiente fue otro donde le acercaba más al restaurante, era muy gracioso que se sintiera así, pues solo era una salida y así debía tomarlo.
Así, esperó por el Taxi que Giorno le había pedido de anticipado y con lo eficiente que era, aquel auto llegó puntual.
- Sorellina Jolyne. – Bajó el cristal Mista con cierto tono carismático. – Su corcel la espera. – Dijo con gracia bajando de inmediato y abriéndole la puerta a la novia de su mejor amigo. – Esta preciosa, princesa. Perfecta para un baile. – Un cumplido fraternal que enterneció a la chica.
-Gracias, Mista. No podría esperar menos de mi cochero de confianza. – Siguiendo el juego, Jolyne subió y el joven rápido volvió a su lugar arrancó sin ningún problema o prisa ya pasando de entre los demás autos. – ¿Otra cena con Giorno? – Aun siendo servicial, no se enteraba de lo que sucedía, mas solo lo imaginaba y tampoco es que preguntara a cada momento lo que hacían.
-Con él y su padre. – Era natural que todos preguntaran, pero eso no le molestaba del todo. En ese momento, Mista frenó de repente y volteó sumamente sorprendido hacia Jolyne. Varios autos molestos sonaron el claxon haciendo más penosa la situación.
- ¡¿Qué?! ¡¿Con Dio Brando?! ¡¿Es una jodida broma?! – Si la chica antes se encontraba ansiosa, ahora estaba el doble con deseos de lanzarse desde un precipicio. Su expresión ya se asimilaba con la del moreno.
- ¡Mista, con un demonio! – Se tapó el rostro y el moreno ahora se había dado cuenta de lo que había causado. De ser ella también estaría muerto de la ansiedad.
-Lo siento. – Volteó más tranquilo continuando con el camino y varios insultos dirigidos a su persona por parte de los demás conductores, más hizo caso omiso. – No quise recordarte tu horrible suerte de conocer a ese arrogante de mierda.
-Gracias por la motivación, idiota. – No se limitó en insultarlo, solo la alteraba más. – Tú conociste a Dio Brando, podrías darme algún consejo o lo que sea por lo menos. – Mas que una petición, era una compensación por cómo la hizo sentir.
Mista dejó salir una carcajada sin querer, haciendo que la chica arqueara una ceja. ¿Acaso dijo algún chiste?
-Solo pido no me odies por esto, Sorellina. – Jolyne lo dejó continuar. – Pero jamás conocí a Dio Brando directamente.
-Pero, dijiste que era un arrogante. – Confundida y más ansiosa quería estrangularlo.
- ¡Y lo es! Déjame decirte, que toda mi vida que llevo conociendo a Giorno, tanto Trish como yo, hemos evitado a ese mastodonte prepotente. Siempre que viene a Italia con esa cara de ogro arrogante, le hace la vida imposible a tu querido novio. Y de no ser tú, su novia, diría que te alejaras lo más posible, pero como lo eres; no tienes opción más que aceptar tu horrible destino.
Mista miró en el retrovisor y la palidez del rostro de Jolyne le decía todo. Tenía que ser sincero después de todo.
-Y yo moría por poder caerle bien a mi suegro...
- ¿Caerle bien? ¡Oh! Si es por eso, no tienes nada de qué preocuparte, Jolyne. Eres un bombón, esa es tu ventaja con él. Incluso yo estaría orgulloso y tranquilo de presentarte como mi prometida, hipotéticamente hablando. – Comentó sonrojándose y sacando una sonrisa a la chica a la vez que se halagaba, siendo Mista tan sincero, entonces debía confiar en él. – Lo único que me preocupaba era que tu soportaras a ese idiota.
-Quien estaría preocupada, esa sería yo. –Comentó conmovida. – Gracias, Mista.
-Si, bueno. Hablando de suerte es que queda muy cerca. Ya llegamos. – Sin haberse dado cuenta. Jolyne miró para afuera y se veía un gran restaurante iluminado y con algo de gente, gracioso pues el tráfico era nulo. Tragó grueso. – Dile a Giorno que te mantenga fuera del alcance de Dio.
-Estaré bien. – Le dio una rápida palmada en su hombro como agradecimiento. – Saluda a Trish de mi parte. Les debo mucho.
- ¡Claro! Pero, ¡Oye! ¿No quieres que te lleve hasta la entrada? – Viendo que Jolyne amagaba en ir por su cuenta, esta solo sonrió y le contestó con confianza.
-No es necesario, puedo cuidarme sola hasta allá.
Y sin dejarle replicar, Jolyne bajó del auto y Mista aun así verificó que la jovencita estuviera justo en la entrada vigilándola cual niña pequeña. Mentalmente le deseó suerte antes de arrancar, ella era una amiga muy querida, casi como su hermana y quería que estuviera bien.
-Giorno tiene mucha suerte. – Dijo para sí ya estando sólo en el vehículo. De igual manera, la pareja se pertenecía y sabia del cariño que se profesaban. No obstante, creía que al menos el rubio, debía acomodar mejor sus prioridades o podría costarle mucho. Y así sin más, arrancó hacia su amada Trish, su hogar.
La joven por su parte, por fin quedó sola no sabiendo que enfrentaría, tal vez exageraba, pero sentía demasiada presión el conocer a un hombre como el señor Brando y sin su novio. Se quedó mirando el lugar, era la primera vez que pisaba ese restaurante de lujo; casi todo estaba en dorado y en mármol blanco, gente igualmente bien arreglada y un ambiente del que jamás estaba acostumbrada.
Ojalá Giorno estuviera ahí pronto.
Sin más, entró siendo atendida de inmediato por un joven de traje negro y apariencia limpia, y sin más preguntó por una reservación hecha por Dio Brando.
- ¿Dio Brando? – Le preguntaron incrédulos y Jolyne no pudo sentirse más incómoda por cada que la gente reaccionaba con escuchar ese nombre. Con eso, la guiaron personalmente y con demasiada atención que de alguna forma la aturdía.
Si ella tenía alguna relación con Brando, es que debía ser alguien de suma importancia y debía ser atendida como una reina.
-Su mesa, señora. – Le dirigían con demasiado respeto, ¿Señora?
-Gra-Gracias. – La joven se sentó, era un espacio demasiado privado y elegante con una vista hacia la iluminada ciudad. Y donde ella estaba, el ruido era nulo, apenas y con las voces de los comensales y la música tenue de fondo.
- ¿Desea algo antes de que llegue el señor? – Con etiqueta, le ofreció casi evitándole la mirada, eso no le encontraba de agradable la chica.
-No, está bien. Esperaré. – Educada así pidió.
-Como usted ordene. – Hizo un ademan de respeto y dejó por fin sola a Jolyne.
- ¡Cielos...! - Entendía el por qué todos se impresionaban, igual era algo que ella haría en cierto sentido, pero sentía que era exagerado por parte de los demás. Con eso no puedo evitar rodar los ojos de manera discreta.
Ya estando sola, se dio el tiempo de ver a su alrededor. Una mesa un tanto grande con un largo sillón de piel para más de uno, siendo iluminado con sofisticadas lámparas de araña en un estilo minimalista, ciertamente no era mucho y era suficiente para tres personas con montones de comida si así se desea. Podría ser que antes de que conociera a Giorno, Dio Brando ya antes haya recurrido aquel restaurante fino, recordaba la expresión de los meseros y el recepcionista al pronunciar dicho nombre.
Distraerse con esos detalles le ayudaban y no se molestaría en ver la hora, quería creer en que el rubio menor llegaría antes que su padre, aun ya casi fuera la hora.
Varios minutos fueron pasando y con la mano en la mejilla se dedicaba a ver a través de la ventana de marco dorado, se le veía mucha gente afuera y esperaba ver una cabeza rubia y bien vestido; y claro se imaginaba más precisamente a Giorno. Estaba ensimismada con ese panorama ajetreado que no notó la presencia de alguien llegar.
-Buenas noches. – A un costado de Jolyne, se percibió una fuerte voz y eso le hizo sentir un largo escalofrío. Volteó despacio y lo primero que vio fueron hebras doradas y una mirada profunda sobre su persona. – ¿Jolyne Cujoh?
La joven de inmediato se paró y asintió no queriendo ver al rostro del hombre, si bien lo hizo de todas maneras, más que nada por educación.
-Buenas noches, se-señor Brando. – Tartamudeó y no evitó palmearse la frente mentalmente, pero igual extendió la mano y esperó un fuerte saludo en una de sus enormes manos. El rubio arqueó una ceja por el comportamiento de la chica, aunque sabía de antemano lo que le pasaba. – Jolyne Cujoh, un placer conocerle. – Habló tratando de calmarse.
El hombre la miró por varios segundos de pies a cabeza.
Dio tomó su mano y sin esperarlo, besó el dorso son suavidad sorprendiendo a Jolyne. Luego el otro levantó la mirada e hizo una media sonrisa ante la expresión de esta.
-Por favor, Jolyne. Llámame Dio, somos familia. – El rubio cambió su expresión y su voz viéndose más natural. La chica no sabía qué responder ante eso. – Quien debería ponerse nervioso soy yo, con tan bella dama que tengo en frente.
Demasiado directo y halagador, en ningún momento pensó en que el hombre podría tener tal actitud con ella, aunque ya antes llegó mencionar algo sobre eso Mista. "No tienes nada de qué preocuparte, Jolyne. Eres un bombón, esa es tu ventaja con él." ¿A eso se refería o qué demonios?
-Solo soy una chica común y corriente. – Se soltó con cuidado de no querer ofenderlo. Dio después de eso la invitó a sentarse nuevamente con un ademan. La chica desde luego que así lo hizo.
-No lo eres, jovencita americana que cautivó el corazón de mi hijo. – Ante la mención, ambos reaccionaron ante su ausencia o tal vez solo la menor. – Y hablando de desobligado, ¿Dónde está Giorno? – Pareciera que el rubio lo hacía a propósito, aunque no estaba segura. Preguntó con obvia indignación sin dejarle abogar por su prometido, poco le faltaba para poner ambas manos en la cintura. Aunque Jolyne no sabía qué responder, el rubio menor le había prometido llegar y ya estaba más que retrasado. – Días he intentado comunicarme y ese mequetrefe no se digna en contestarme.
- ¡Prometió venir! No debe de tardar. – Sintiera que lo dijo con cierto enojo, pero Jolyne solo quiso excusarlo, pues llegaba a tener mucho trabajo y Dio seguramente no llegaba a entender a su hijo, Mista mencionó que no se llevaban del todo bien.
De todas formas, Dio no dijo nada al respecto, solo vio a la chica que a su vez miró otra vez hacia la ventana con la intención de buscarle, aunque sabía que no encontraría nada, era demasiada gente.
Si bien ya ninguno dijo nada, el mayor preguntó por Giorno, pero no para hacerla sentir mal, eso pensó la chica ya que de alguna manera eso no le había gustado. Éste solo se cruzó de brazos y se recargó en su asiento pareciendo asimilar algo, aunque eso no le veía de interesante.
No despegó la vista del ventanal y sin querer dejó ser un suspiro, quiso hacerlo discretamente, pero no pasó desapercibido por Dio.
- ¿Qué te hace suspirar tan acongojadamente? – Preguntó cuál caballero y repentinamente. Ella solo giró el rostro y de alguna forma lo sintió muy cerca de su persona. El hombre se había recorrido con confianza hacia su presencia, esa acción la hizo sonrojar, porque incluso pudo oler su loción de cerca, era algo que llegaba hacer Giorno de la misma forma.
-No es nada. – Disimuladamente se apartó, pues solo con su novio llegaba a permitirlo. Aunque parecía que Dio no lo hacía con mala intención.
-No mientas, ¿Te hizo algo el descuidado de Giorno? – Se cruzó de brazos. Eso alarmó a la jovencita y de inmediato negó con la cabeza y sus palmas.
- ¡No, no! Para nada, Giorno me ama y es un excelente novio. No tiene que suponer algo así.
-Si eso es cierto, ¿Por qué no está aquí? – Dio la miró fijamente queriendo ver qué respuesta daría. Jolyne quiso hacerlo, pero esa mirada acusatoria que no era precisamente para ella, la desnudaba y solo alcanzó a decir una cosa.
-Tiene demasiado qué hacer en la oficina. – Respondió con simpleza cubriendo un tono triste. Eso no fue suficiente para el hombre.
-Eso no es suficiente motivo, querida. – No ocultó su descontento. – Ese ingrato no tiene ni para una misera llamada, ¿Qué le cuesta unos estúpidos segundos? Ese niño todavía le falta por aprender. – Se cruzó los brazos con indignación, si bien Jolyne no permitía ese tipo de pensamientos hacia el hombre que ama.
Jolyne no estaba de acuerdo, aunque por un lado quería que Giorno se tomara un tiempo para él, independientemente de lo que pase con ella.
-Usted es un hombre con mucho dinero y tiempo libre, mi novio hace todo lo posible para tener un mejor puesto y darnos una mejor vida. – Dio rodó los ojos rascándose la nuca no aceptando aquello. – No somos como usted.
- Pero yo empecé justo como ustedes, y no me maté horas en el estúpido escritorio haciendo sabe qué cosa. ¿Al menos dijo a qué hora vendría? – Cuestionó sin miramientos, ellos ya estaban a ahí puntuales, más al juzgar por el silencio de la menor, supo de inmediato que ni siquiera eso, y de llamarlo ahora puede que no responda. Igual y el rostro que se entristecía de la joven, le interrumpió ese sentir de desaprobación hacia su hijo, por lo que quiso cambiar la dirección de la discusión.
-Pues, seguro ya ha de llegar...
–¿Sabes, Jolyne? mejor olvidemos el asunto. – Paró a la joven poniendo un dedo en sus labios dándole una brillante sonrisa. Repentinamente descolocó a la menor, más no diría nada y menos si le obstaculizaba. Dio era alguien muy coqueto y quizá atrevido, pensó. – Estamos aquí para conocernos, ¿No? A Giorno lo conozco desde los cuatro años. – Se encogió de hombros como si realmente no tuviese importancia la presencia de su hijo. – Así que, ¿Florida? – Posó el dorso de su mano aguantando su barbilla dispuesto a escuchar. La chica solo asintió sin que este le quite el dedo. – Admito que es un lugar al que no me apetece mucho visitar.
Permitiéndole hablar, retiró de sus labios y vio cómo esta arqueó las cejas demostrando sorpresa.
- ¿Qué dice? ¿Ha tenido la fortuna de ir?
-Sí y no es nada que me sorprenda, incluso viví ahí un largo tiempo. – Comentó con cierta nostalgia. – No es malo, pero prefiero mi mansión en Gran Bretaña o incluso aquí y eso solo por Giorno.
-Entonces le gustan algunos lugares porque hay algo ahí que le ata. – Sin reparo, le preguntó, si él tenía el atrevimiento de decir que Florida no era un lugar grato, ella cuestionaría curiosa. Si bien, Dio no lo tomó mal, tan solo lo recapacitó mirando hacia arriba, pues en realidad jamás se había detenido en ello.
- Mira que, jamás había pensado en la razón. Podría ser, aunque soy un hombre relativamente ocupado, pero si requiero ir a un lugar solo voy y ya, así de simple. Pero si me preguntas, prefiero estar en casa. Ni más, ni menos. – Se encogió de hombros y con una mueca simple, eso a Jolyne le inquietaba, pues siendo un importante hombre y con toda esa confianza de lo que no imaginó la descolocaba, y más por cómo todo el mundo se sorprendía con solo mencionarlo. – ¡Mesero! – De repente, el hombre tuvo la necesidad de saborear un dulce brebaje. El llamado fue atendido de inmediato con un apurado joven.
- ¿Sí, señor? – Rápido llegó el mismo joven que había atendido a Jolyne.
-Una copa de vino y algo de pasta. – Sin miramientos pidió y el otro anotó de inmediato. – Y Jolyne... - Se dirigió a la chica que lo pensó un momento.
-Agua mineral y también pasta. – Tranquila también pidió.
-En seguida viene.
El mesero se alejó y los otros dos quedaron nuevamente solos queriendo continuar con la agradable conversación.
Con eso, Dio regresó su atención a la chica, este le miraba desde arriba debido a la gran diferencia de tamaños, no estaban del todo cerca uno del otro, pero Jolyne sentía el extraño interés que éste tenía al saber de ella, o quizá era su imaginación. Curioso porque no sentía ninguna vibra mal intencionada, es solo que teniendo una idea previa y tal vez errónea de su suegro le contradecía, teniendo esa actitud hasta altanera pero amigable con ella.
Minutos antes que deseaba que Giorno llegara lo mas pronto, de a poco y con la iniciativa que tenia el hombre le animaba y ya dejaba de estar nerviosa o insegura.
Tal vez y solo era una exageración, pues ahora tenia el genuino interés de conocer al padre de su amado.
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Disculpen la tardanza, pero ya aquí el cap nuevo. Como dije antes, no serán muchos, pero igual.
Si veo que les gusta me motivaría continuarlo, tambien si ven algo mal, como errores ortograficos o que repita mucho algo me lo hacen saber por favor <3
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