Capítulo 6. Fatalidad.

El sonido de la lluvia y la tormenta era tapado por el eco del alcantarillado. Todo tipo de híbridos entre furries y humanos se reunían alrededor de una hoguera hecha a partir de un barril.

— Stacy, ¿que llevas ahí? -Preguntó un hombre humano, de cabellera similar a Stacy.

— Una Sylveon, padre —Contestó la pequeña.

— Bien, bien. Una nueva familia para los descarrilados.

Stacy se acercó al hombre y le ofreció la cola de Aly. Colgando y mirando al suelo, ella se preguntó si realmente se merecía esto.

— Sonríe para mí, hija —Ordenó el hombre. Stacy obedeció y abrió la boca, revelando dientes de roedora. Aly palideció y miró con más atención a los descarrilados.

Colas de rata ocultas bajo su ropa, dientes y orejas de roedor e incluído cabeza de ratón y cuerpo de hombre. Aly empezó a sacudirse.

— ¡No me comáis, por favor! —Suplicó la Sylveon.

El hombre soltó de golpe a Aly, haciéndola caer de morros al suelo.

— No te vamos a comer. Nuestra intención es ayudar al no agraciado. Y tú no pareces demasiado agraciada... Cómo nosotros.

Aly reunió todo su conocimiento sobre los hijos entre humanos y furries. Si el príncipe Aaron era humano teniendo de madre a una dálmata Furry... ¿Por qué ellos eran híbridos?

— ¿Por qué sóis híbridos? Existe la medicina moderna para evitar mutaciones.

— ¿Medicina, eh? —Dijo una mujer de slta edad, con orejas de ratón sobresaliendo de su pelo—. La misma medicina a la que solo la realeza tiene acceso y fué la razón por la que los híbridos somos encarcelados en vista. ¿Esa medicina?

La tensión había alzado su cumbre en pocos instantes tras el veredicto de la mujer. El aparente padre miró a Stacy.

— Hija... ¿De dónde salió esta Sylveon? —Preguntó el hombre.

— La encontré en la calle, huyendo de los Lockes.

— ¡¡Es la mascota real!! —Exclamó rápidamente un niño ratón.

Todos los miembros de los descarrilados giraron sus cabezas y miraron a Aly. Se abalanzaron contra ella y la tomaron a la fuerza.

— Ticket para nuestra libertad, allá vamos —Susurró una pareja sin pulgares oponibles.

Pasadas una hora y media tras la decisión, en la plaza central dos bandos se enfrentaban sin armas, sufriendo de la lluvia que dejó sin bullicio las carreteras y los caminos.

Arthur y los Lockes contra los híbridos, quienes tenían sujeta a Aly por la cola.

— Buenos días, su majestad... ¿Entonces acepta el trato? —Preguntó el hombre.

— ... Sí. Se os garantizará la seguridad y libertad como a cualquier ciudadano a cambio de que me entregueis mi mascota, sana y salva.

— Hecho.

Ambos líderes se acercaron y se dieron las manos, apretandolas.

Cuando Arthur se iba con Aly, les susurró a los Lockes:

— Que no escapen de sus madrigueras esas mitades de hombres.

— ¡Pero serás...! —Refunfuñó Aly, pero fué callada inmediatamente por el rey.

— Tengo asuntos pendientes contigo, mascota. Te conviene quedarte callada.

Fin Capítulo 6

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