Capítulo 4. Desgracia.
Ambos caminaron en pos del jardín, pero antes de su caminata se dirigieron a la cocina, donde el Rey desayunó y Aly terminó su cuenco. Como estaba fría la comida, mandó a Plate cocinar una merienda con el pan duro. Creando las tostadas en el proceso, Arthur se llenó el estómago tras 3 días ayunando.
Digiriendo su desayuno mientras caminaba al jardín real, Aly lo seguía meneando la cola, alegre de que su majestad se encontrara mejor. El jardín real era un lugar que conmemoraba los antiguos y presentes reyes mediante estatuas de piedra. Una piedra que luego era adornada con ropas hechas con flores del castillo, para representar que seguían vivos, en la historia del reino.
Arthur se sentó en un banco y Aly se acostó en el suelo, boca arriba, queriendo caricias. Para Aly, las caricias que recibía eran una muestra de afecto. Para la agrietada mentalidad del rey, era una muestra de placer. Suelta un jadeo de aire caliente y para de acariciarlas.
— Aly... Dijiste qué harías cualquier cosa para animarme, ¿no? —preguntó el monarca.
— Claro, su majestad. —respondió Aly colocándose en una posición más honesta.
— Ejem, yo... —empezó a decir Arthur, pero los sudores fríos recorrían su espalda y su rostro estaba más rojo que nunca—. Uf, que calor hace aquí, ¿no crees?
— Estamos en solsticio de invierno, su majestad...
— Aly, llámame Arthur.
— No puedo, su majestad... Es el rey.
— Como rey te ordeno que me llames Arthur —dijo él, con autoridad.
Aly se mantuvo en silencio unos instantes.
— De acuerdo... Arthur.
— Bien. Ahora súbete a mí regazo —ordenó nuevamente.
Aly tragó saliva, pensando que dijo algo que ofendiera a su rey. Obedeció. Del suelo a su regazo, Aly saltó.
— Ahora dame la espalda.
— S—Sí, Arthur —Dijo la Sylveon obedeciendo y dándole la espalda.
Sin tener que mirar, ella podía sentir como la superficie que tocaban sus patas cambiaban de seda a una piel cálida.
— ¡M—Majestad, no creo que esto sea una buena idea! —dijo Aly con pánico.
— Arceus, perdona mis pecados —murmuró el monarca. Luego, Aly sintió algo robusto tocar su cola.
Aly emitió un quejido y trató de saltar inmediatamente, queriendo huir. Pero una áspera mano la sostuvo en su lugar, en el regazo desnudo de Arthur.
— No te muevas. Te lo ordeno —ordenó el hombre que ya no transmitía esperanza o calma. Ella trató de usar sus lazos para empujar al rey lejos de ella, pero este respondió, mordiendo uno de los lazos.
Esta gritó débilmente. Sin aliento para otro grito, Arthur se apresuró, y metió en la vagina de Aly su miembro viril. Aly jadeo y cerró los ojos, queriendo que esto fuera una pesadilla.
Los jadeos de esfuerzo y estimulación empezaron cuando Arthur levantaba y bajaba las caderas de Aly. Ella solo podía dar pequeños quejidos. Lágrimas de frustración llenaron sus ojos por suficiente tiempo.
Abriendo los ojos, tomó una gran bocanada de aire y se levantó rápidamente cuando sintió flojear el agarre de Arthur. Usando como soporte sus patas traseras y lazos, utilizó Doble Patada en el estómago de su rey. Empezando a correr, lo primero que tenía que hacer era irse de las murallas del castillo y no estar a rango de su Pokéball.
— ¡¡¡Vuelve aquí!!! —Aly escuchaba gritar a Arthur en la lejanía. Necesitaba encontrar un lugar seguro.
Fín Capítulo 4
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