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Un traje desde muy temprano residía colgado al lado del tocador en la espera de cubrir y adaptarse al cuerpo del castaño, pero siquiera había sido observado por más de cinco segundos cuando causaron una profunda preocupación en el corazón de Jimin, era tan intenso e insaciable la sensación que le hizo pensar en lo peor. Y cómo no si cada prenda que conformaba el atuendo era de color negro.
El color de la desgracia.
¿Qué incidente había sucedido para que existiera una razón de usarlo para el día? ¿Alguien murió en las últimas horas? ¿Quién era el desafortunado de dejar esta vida y habitar eternamente en la otra? Pero, ¿cómo pudo ocurrir semejante fatalidad después de la reunión de los tres reinos, aquella junta tan divertida y alegre que no traía la más mínima secuela de desventura? ¿Por qué el día comenzaba con el pie izquierdo?
Esas eran la preguntas exactas que rondaban por la mente de Jimin, de alguna manera quería indagar en el fallecido antes de que fuera a la Sala de los Hombres y Lord Jungkook le contara el hecho con detalles. Al menos, quería obtener una pista de sus pensamientos, pero por más que daba cuerda no obtenía, siquiera, la primera letra del nombre. Meneó su cabeza dándose cuenta de lo falibles que eran los intentos por saber todo, apretó los labios temeroso de lo que podría enterarse.
Soltó un suspiró abundado de rendición. Estando sentado en la cama, aproximadamente, por dos horas no iba a disminuir el interés que sentía desde que vio la nota escrita por alguna de sus doncellas. Agarró el lúgubre traje y vistió velozmente para salir de su habitación cabizbajo. Por el pasillo oía lejanos susurros de soldados y sirvientes conversando del mortal incidente, distinguía lamentaciones y alabanzas. Esto último el Siete no lograba captar el por qué del reconocimiento, como si fuera heroico.
Completaba el corto trecho para ingresar a la Sala de los Hombres cuando de soslayo miró la ausencia del soldado Jung en la puerta del comedor, el puesto lo ocupaba otro hombre que al parecer le reemplazaba apenado. ¿Qué le habría pasado a Hoseok? ¿Se puso enfermo? ¿Acaso se le infectó la herida de bala en el brazo y había sufrido una fuerte recaída?
Visualizó a Jungkook sentado en los sillones siendo consolado por Kang MinHyuk, le acariciaba la espalda tratando de calmar el llanto que poco sabía controlar y hablándole de manera reconfortante. Jimin frunció el ceño. ¿Ahora que le ocurría a su amigo?
Observó a su derredor y los ocho jóvenes también vestían de negro, todos con la cabeza gacha sumidos en la triste situación; pero con solo echar un vistazo a los Seleccionados, le extrañó no ver una cabellera rubia acercándose a él explicando el propósito de este desagradable momento. Caminó hasta sentarse junto a su mejor amigo, no estaba en las mejores condiciones para relatarle el hecho, moqueaba y sollozaba, pero era el único que le contaría, ya que los demás apenas le miraban y solo con desprecio.
Recargó su mano en el hombro de Lord Jeon y el muchacho de inmediato le abrazó sin causa aparente, hacía el esfuerzo por frenar las saladas lágrimas. El castaño dispuesto a preguntarle fue detenido por el pelinegro que se adelantó con la respuesta.
—Es Taehyung —hipó soltando un sollozo—. L-Lo atraparon en la cama con el soldado Jung. Yo sabía que algo m-malo iba a pasar.
Algo familiar en el interior de Lord Park se removió bruscamente abriendo aquella compuerta que resguardaba el mismo terror y desolación que se apoderó de él cuando escuchó la noticia de Dahyun. No había rastro de su respiración, los latidos del corazón acrecentaron su ritmo y el vacío arrendó su pecho, el temblor se esparcía por sus extremidades transformándolos en insuficientes para ayudar a alguien y la culpabilidad hacía lo suyo, atormentándolo con acciones que pudo haber hecho y evitado antes de que sucediera todo.
¿Qué hubiera pasado si no se hubiera quedado con SeokJin y habría acompañado a su amigo que solicitaba su ayuda? Tal vez este momento sería la posibilidad menos probable. Si ambos hubieran buscado a Lord Kim por el palacio, lo habrían encontrado y estarían viviendo otro presente. Una opresión en su pecho le culpó, era constante como si le recriminara su falta de amistad o lealtad.
¡Nuevamente era el culpable de la desgracia, si tan solo hubiera ignorado a SeokJin y acompañado a Jungkook!
—Intenté encontrarlos, p-pero no pude —se retaba el pelinegro—. Ambos fueron pillados en la cama del soldado, Ta-Taehyung se acostó con él..., no lo puedo creer —negaba incrédulo—. Dijeron que otro soldado había intentado ayudarles a escapar, pero solo Jung pudo, a Taehyung lo capturaron y ahora harán la sentencia con él.
—¿Y abandonó a Taehyung? ¿No luchó?
—Según mis doncellas, Jung trató de golpear a los soldados que retenían a Taehyung, pero él le gritó que se fuera para que se salvara.
Park Jimin lanzó el último suspiro entrecortado, admiró el amor de Taehyung y Hoseok, la valentía del rubio al enfrentar la condena y la del soldado al enfrentar la vida sin su enamorado. ¿Podría ser ese dramático final el de ellos? ¿Acaso el amor y la esperanza no les ayudarían a estar juntos? ¿Una condena tenía la capacidad de separarlos por siempre?
Luego, la presencia entristecida de Dara aparece en la entrada de la sala dándoles la indicación de salir del palacio y encaminarse hacia las inmensas puertas que se cernían educadamente junto con los muro que rodeaban la estructura. Todos pisaban aterrados, pasos endebles, imaginaban el dolor que sentiría Taehyung cuando se le castigara. Al llegar a su destino, a la izquierda había una alta tarima con nueve sillas de los Seleccionados y tres de la familia real; al frente, el escenario donde se consumaría la brutal acción; a la derecha, otras dos tarimas, al parecer para el reino de Busan e Incheon.
Jimin y Jungkook tomaron asiento y, por consiguiente, los reyes y príncipe de Seúl hicieron lo mismo. También había un pequeño público de súbditos presentes en la escena, parecía un gran espectáculo imperdible. De repente, se oyeron abucheos que avisaban la entrada de Taehyung, aquel chico que tenía varias posibilidades, el que era apoyado por muchos, el Dos ahora era un Ocho; de la más alta riqueza y comodidad cayó a la miseria y basura. Él estaba esposado y sin camisa, se veía agotado y los ojos rojos. ¡El muchacho estaba totalmente demacrado!
—Por orden del rey Min DoJin, la condena a pena de muerte ha sido cambiada a dieciséis latigazos —informó el verdugo en su mano sosteniendo el látigo.
Y comenzó la tortura.
La fuerza utilizada por la persona encargada era impresionantemente potente, casi inhumana, despedazaba la espalda del rubio con cada violento y sangriento toque. Lord Jimin miraba horrorizado, el sufrimiento y dolor de su amigo podía sentirlo recorrer por su espalda como si también le cayera la insensible cuerda de cuero. Trataba de soportar lo que observaba, pero no podía, ninguno de los Seleccionados era fuerte para grabar en su cabeza la cruda imagen. Quería vomitar, dormir o estar con su madre, oírla y calmarse.
En el latigazo número nueve, el castaño no pudo más. Se levantó llamando la atención de todas las personas, provocando que el verdugo frenara su descontrolada intensidad, y con paso decidido bajó de la tarima, escuchaba los murmullos y las advertencias en voz baja de Jungkook, pero ni lo uno ni lo otro le incitaron a regresar a su lugar.
—¡Eres un irrespetuoso! —vociferó el rey, Min DoJin, poniéndose de pie y asesinándolo con la mirada.
Lord Park se detuvo de golpe y dio media vuelta encarándole furioso.
—¡El único irrespetuoso aquí es usted por castigar a una persona enamorada! ¡¿Quién en su sano juicio estaría en contra del amor?! —bramó sin control—. ¡¿Aceptaría que le arrebataran al amor de su vida?! —El rey miró a su mujer y le tomó la mano—. ¡¿No, verdad?! ¡Pero usted está haciendo exactamente eso! ¡¿Cómo puede vivir tranquilo, cómo puede tener la conciencia limpia luego de esto?!
—¡Son las leyes!
—¡¿Esa es su excusa?! ¡¿Las leyes?! ¡Déjeme decirle que las leyes son bastante injustas para las personas y eso que usted debería velar por las vidas de su pueblo! ¡¿Acaso no se da cuenta de lo que sucede en Seúl?! ¡Hay cientos de súbditos que sufren, ¿y sabe por qué?! ¡Por esas malditas castas que imposibilitan cumplir sueños, que impiden salir adelante para aquellos que son "inferiores", que prohíben amores por ser "diferentes"! ¡Siempre hay límites y si se cruzan luego se espera la muerte sin poder luchar! ¡Si quiere hacer algo bueno, un cambio para su reino, debería empezar por derrocar las castas, reformar las leyes! ¡Actuar como un rey justo!
—¡Suficiente! —gritó el Uno encolerizado, hizo un ademán a dos soldados para que sacaran al joven y finalizara el griterío.
—¡No me toquen! —exclamó aún dominado por la incontrolable rabia. Sintió las manos de los uniformados aferrarse a sus brazos—. ¡He dicho que no me toquen! ¡Suéltenme ahora, es una orden!
Ambos soldados como si fuera la mismísima voz de un temible rey que no hay que desobedecer, soltaron a Lord Jimin inmediatamente y, por inercia, se alejaron en forma de respeto y disculpas. El castaño liberado regresó al palacio con la decisión fija de arreglar sus pertenencias e irse lo más pronto del palacio con la satisfacción recorrerle y sin ninguna pizca de arrepentimiento ante lo dicho y hecho
Jimin me hace sentir orgullosa kskdjdjd.
Quizás después suba otro capítulo, 👀 adiosito jajsjsjs
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