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Llevaba días insistiendo en querer poseer un ambiente donde él estuviera completamente solo, sin la compañía de alguien que le pidiera explicaciones por su distante actitud ni a un idiota en su puerta por las merecidas disculpas que le debía en creces.

El castaño estaba irritado, cansado de que sus doncellas le llevaran la comida a su habitación y de paso trataran de entablar una conversación para robarle información, o que su amiga —la cual ya estaba más rehabilitada— se escabullera por las noches hasta él a cacarearle sin parar de su comportamiento tan infantil: no hablar e ignorar a todos los que trataran de ayudarle. Porque presumían que cargaba con un gran problema de amor en su corazón, era lo más probable como para justificar aquellas finas lágrimas de impotencia.

Nunca había estado inmerso profundamente en la soledad, desesperanzado contra el innombrable sentimiento, desilusionado de creer que podía seguir volando en lo más alto y no caer precipitadamente en un río de desdichados. Pero ahí estaba nadando, chocando en las duras rocas de la dolorosa verdad, tragando el agua impregnada de sus errores. Primera vez que experimentaba a fondo el sitio de la perdición.

¿De qué otra manera podía sentirse luego de ser abandonado? ¿Había recuperación para un corazón roto? ¿Existían pastillas para olvidar lo sucedido o al príncipe Min Yoongi?

«Y quería conquistarlo. ¡Qué estupidez!», exclamó despectivo.

Inhaló y exhaló honda y pesadamente, el cuerpo no soportaba la aflicción de sus heridas abstractas, la rabia poco a poco se desvanecía hasta ya no fastidiar su cabeza, tan solo la decepción se mantenía regular, sin molestar ni parlotear por atención, era una emoción que comprendía lo que sucedía y se quedaba callada, esparciendo su naturaleza como era normal. Al fin, Jimin había entendido que la decepción era una gran amiga de consuelo.

Siempre pensaba en lo ocurrido y la manera en que cayó por el Uno: con simpleza y sin titubeos, algunos obstáculos de por medio, pero que eran fácilmente superados por un gesto cariñoso de Yoongi. Negó con la cabeza, se comportó como un estúpido que no previó las consecuencias. Y ahora se daba cuenta de algo ante eso: ¡en toda la condenada Selección fue un grandísimo estúpido! Pero lo peor de todo, es que era su naturaleza y lo seguiría siendo pasara lo que pasara, no tenía duda a lo que confirmaba fervientemente.

Intentó borrar aquellos pensamientos desagradables que cada vez más lo hundían en su depresión. Veía su habitación convertida en un basural exclusivo de dibujos hechos perfectamente o bolas de papel arrugadas por la frustración, las hojas blancas cubrían el área del cuarto ni un espacio se escapaba, hasta en el tocador descansaban, entre ellas una nota dada por Dara que decía:

"Lord Jimin, hoy he informado a los demás participantes que en los próximos días nos visitarán la familia real del reino de Busan e Incheon. Todos los Seleccionados deberán estar presente y su situación, sea cual sea, no podrá impedir su asistencia a la bienvenida.

Le agradezco de antemano su comprensión.

Dara."

Esas palabras escritas por una espectacular caligrafía estaban aisladas, siendo ignoradas, desde hace un par de días, lo cual aquella lujosa, refinada y magistral llegada debía estar mucho más cerca que antes. La nota de Dara, a veces, era lo único en lo que se trasnochaba pensando hasta la madrugada, imaginaba cómo serían las familias de los otros dos reinos de Corea del Sur, si ya habían pasado por la Selección y encontrado a su princesa, si algún hijo de los reyes era como Min Yoongi.

Jimin cerró los ojos decidiendo levantarse y dar vueltas por el palacio infinidades de veces, quería despejarse y qué mejor que un paseo por los armoniosos jardines. Se vistió, despeinó su pelo, acostumbrado a darse el toque de beldad, y salió de la acogedora habitación. Bajaba las escaleras y, como había sospechado y su mala suerte le susurró con jocosidad, estaba el príncipe conversando con sus padres en medio de la entrada, por más que maquinara un plan en su cabeza para evadirlos no daría resultado.

Pero valía la pena intentarlo.

No fue mucho tiempo el que le llevó al príncipe captar la figura de Jimin, interrumpió su plática con los reyes y se interpuso en el camino del dolido castaño. Antes de siquiera cuestionar su desaparición o formular sus sinceras disculpas, la voz del Siete se escuchó fuerte y clara, llena de odio puro.

—No te me acerques y ni siquiera me hables. Si haces esto último, espero que sea para mi eliminación. Ya soporté bastante —gruñó, le empujó para sacarlo del camino y continuar su propósito por el palacio.

El rey DoJin y la reina Eunhye quedaron perplejos ante la grosera actitud del muchacho y el atrevimiento de rechazar la presencia de su hijo. La mujer quería sonreír por la valentía del Siete, pero tenía en cuenta que aquello tendría serias represalias; en cambio, su marido le miraba con suficiencia y desprecio. ¿Cómo era posible que fuera irrespetuoso con un Min?

El castaño caminaba y observaba el paisaje, sereno y con lentitud. Sabía que se iría pronto del hogar de la realeza, Yoongi no permitiría estar sin su cercanía, por lo que el único motivo para dirigírsele sería confirmarle su eliminación de la competencia. Así que, debería pensar en cómo empezar su vida siendo un Tres y los planes para poder verse secretamente con su familia. Aunque, ¿poseería privilegios por haber participado en la Selección?

Dejó de pensar en los próximos líos que se presentarían ante él y miró a la persona que estaba frente suyo, con una sonrisa y un vaso de jugo, también disfrutando el día por el jardín.

—Hola, Kook —saludó Jimin.

—¡Hey, amigo! ¿Cómo estás? ¿Por qué esa cara? —Tomó el refrescante y dulce líquido.

—Me iré de este lugar.

Lord Jeon escupió el jugo y alzó las cejas, incrédulo de la seguridad, incluso el aire de sus pulmones arrancó de la sorpresa y mala noticia.

—¡¿Qué?! ¡No, por favor, no! —Le miró sin creerle aún—. ¡No! ¡Tú debes continuar! ¿Recuerdas cuando dije que si yo no ganaba serías tú? ¡Bueno, realmente no me importa si lo recuerdas o no, yo te obligaré a cambiar ese pensamiento tuyo! ¡Dios, qué pesimista eres, ¿te lo habían dicho?!

—¿Y tú? ¿Por qué hablas como si no fueras a ganar? —el castaño ladeó su cabeza.

—Hum... Digamos que lo intenté con Yoongi, pero no fluyó nada, cero amor; más bien, soy como un amigo consejero, ya sabes. A veces hablamos, porque él en situaciones no sabe qué hacer y le doy un empujón, bueno, le doy varios empujones para que esté contigo —dijo ocultando la sonrisa—. ¿Ha funcionado?

—No mucho... Casi nada.

—Le hablaría sobre Taehyung, pero en estos días lo he notado raro... —dio un sorbo y miró al frente, nuevamente escupiendo el jugo—. ¡Taehyung! —gritó alarmado el de ojos avellanos, impactado ante la escena que acababa de interrumpir.

Jimin observó la dirección y vio a su amigo rubio y el soldado Jung separándose precipitadamente del beso lleno de amor que compartían sin preocupaciones; no temían ser vistos, no temían de la condena que caería sobre ellos ni de la muerte, pensaban que el escudo de su amorío les protegería del castigo, que serían perdonados. El Siete negó, ¡qué equivocados estaban! ¿Por qué el amor tenía el poder de imaginar una vida feliz y sin complicaciones?

Jungkook vio a su izquierda al príncipe, abrió los ojos hasta tope, temeroso de las negativas posibilidades que tendría Lord Kim si era capturado; no tardó en correr hasta los enamorados y ayudarles. El soldado Jung y el Dos siquiera se habían alejado, ni el miedo pudo cometer aquella acción.

El Siete pensando ser una distracción mientras su amigo se acercaba a los otros, esperó paciente y nervioso a Min Yoongi en el mismo lugar. De seguro le daría la fecha y las indicaciones de su ida, solo tendría que soportarlo una vez más y luego todo acabaría como él anhelaba y muchos querían que sucediera. Por una parte estaba contento, pero por la otra se sentía fracasado; en algún lado de su mente —o corazón— deseaba luchar y no rendirse.

—Esto es lo que he decidido: te irás luego de la visita de los reinos. Espero que estés feliz, ya que lo has pedido tanto —dijo impávido.

El Siete frunció el ceño.

—¿Por qué no ahora? ¿Por qué tengo que esperar más?

—Me pediste tu eliminación, no una explicación. —Se dio la vuelta y comenzó a caminar al palacio, pero el delicado tacto del castaño le detuvo por el brazo.

—Exijo una respuesta.

El príncipe Min Yoongi se atrevió a acercarse más de lo permitido al delgado y moldeado cuerpo del castaño, intimidándolo con sus ojos grises, oscuros por la carencia de autocontrol. Jimin retrocedía un paso por la amenazante cercanía, pero su acción era nula, inservible, al ver cómo el Uno quebrantaba la pequeña lejanía. En un momento, tropezó, sintió que iba a caer al pasto cuando el brazo del pelinegro le rodeó la cintura y le acercó con brutalidad hacia sí, causándole por reflejo colocar sus manos en el duro pecho y levantar su azul mirada.

—No te irás ahora, porque tú ya estás dentro de la Élite —le soltó y regresó al palacio.

Ese mismo día nueve Seleccionados se fueron y dio comienzo a la nueva etapa.

Jimin logró llegar a la élite...

¿Qué pasará en esa fiesta? 👀 Lo veremos en el capítulo de mañana nsndjdn

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