28
Por primera vez, en todas sus noches en la Selección, durmió incómodo. La cama era esponjosa, se adaptaba al cuerpo y no causaba una mínima molestia, las frazadas de lino eran suaves, ofrecían el suficiente calor para cerrar los ojos plácidamente y olvidar el mal día o despojar la energía que sobraba. El problema que le atormentaba no era el lecho, era él. ¿Qué le pasaba? Mejor dicho: ¿qué pasaba por su mente?
Si ordenaba la inmensa maraña de palabras que se divertían mareándolo y formando más enredos en su somnolienta cabeza, prácticamente esos líos deletrearían "cita". Lord Jimin escondió la cara entre la almohada e inhaló el familiar olor a realeza. No quería pensar en ello, pero esas cuatro letras, que confirmaban con ánimo el hecho, se repetían constantemente como un eco, un eco infinito incapaz de detenerse y callar en la lejanía.
«Le estoy dando mucha importancia al asunto», pensó deseando que alguna distracción apareciera de la nada.
Jihyo entró a la habitación, silenciosa, segura de que su Lord estaba bajo los efectos del sueño, todavía habitando en la inconsciencia como las otras veces. Pero se asustó al oírlo bufar y acomodarse en la cama.
—Buenos días, Lord Jimin —le saludó, aunque después su semblante cambió a indeciso y tímido. El castaño se preocupó, pero antes de formular la pregunta, su duda fue respondida—. El príncipe me ha pedido que le avisara sobre su cita, será hoy en la tarde. De manera que tiene que levantarse para que podamos prepararlo y se vea guapo.
Él arrugó la nariz y farfulló—: No quiero verme guapo.
—Lastimosamente, usted es hermoso.
Lord Park se sonrojó y asintió, al menos todo lo que conllevaba la preparación él estaría muy ensimismado en sus doncellas riendo por la discordia que tendrían por el estilo del cabello. Bien, eso era lo que buscaba: distracción.
Sonrió perezosamente y se sentó estirando los brazos, hizo una mueca desagradable cuando escuchó sus huesos retorcerse. Iba a ordenarle a su doncella que llamara a las demás para dar inicio al proceso de embellecimiento, pero el sonido constante del teléfono interrumpió.
—¿Diga? —había contestado la doncella—. Bien. ¿Quién habla? —En el momento que oyó el nombre y apellido algo cambió en ella, fue extraño y potente, anómalo, lo cual lo pudo detectar el Siete—. Kim Dahyun, milord.
Jimin agarró el aparato sonriéndole agradecido, pero por dentro gritaba su curiosidad por la actitud tan repentina de Jihyo, había picado algo en el castaño de querer saber. La muchacha aún con aquella sensación poderosa en su fuero interno corrió hacia la puerta y abandonó al Lord en señal de brindarle privacidad.
—Hola, Dahyun. ¿Cómo...? —preguntaba con cariño antes de que la voz exaltada de su amiga le rompiera el tímpano por su descubrimiento.
—¡Jimin, ¿qué crees?! Llamé a la universidad como me dijiste y me dijeron que ella nunca había estudiado ahí, ¡siquiera postuló para entrar!
—¿Qué...? ¿Estás segura que era esa la universidad?
—Sí, recuerdo una llamada de mi padre con mi abuela y él lo dijo. Y, además, llamé al instituto donde había sido trasladada, pero ellos me dijeron que no hubo traslados en ese año por problemas laborales. ¡¿Lo entiendes?! —chilló alterada—. ¡Jisoo jamás continuó sus estudios!
—¿Por qué tus padres engañarían a ti y tu hermano sobre eso? —inquirió desconcertado, de repente entusiasmado con el enigma—. Pero... Pero ¿llamaste a tus abuelos, le preguntaste sobre ella ahora que lo sabes?
—Sí... —sonó cabizbaja—, les grité y ellos me obligaron a que les pasara con mi padre... Yo solo quiero saber qué pasa aquí, qué oculta mi familia —resopló.
—Tranquila, si hay algún secreto tarde o temprano se sabrá. Tienen un tiempo limitado —le alentó, imaginó abrazarla y exterminar los tormentos que debían rondar por su cabeza, esos ojos avellanos abarcados de duda que no le autorizaban mirar más allá del desconcierto, quería calmarla. Su imaginación colapsó cuando vio a sus tres doncellas entrar con un precioso traje, sonrió—. Dahyun, debo dejarte, eh..., yo debo prepararme.
—¿Para qué?
—Tengo una cita —y esperó el chillido característico de su amiga, alto y agudo, el cual no se presentó y solo existió el silencio por un momento.
—Lo siento, fui a gritar por la ventana —carraspeó—. Bien, ve a arreglarte, yo me quedare aquí soñando cómo se sentirá mi mejor amigo en una cita con el príncipe, solos, absolutamente solos y juntos, demasiado juntos —enfatizaba lo que provocó grandes sonrojos en las mejillas del castaño—. Espero tu llamado —declaró cantarina y colgó.
Lord Park negó suavemente y miró a las jóvenes listas para poner manos a la obra. Se dirigió a ellas y dejó que las expertas se hicieran cargo de su cuerpo, sacaron su pijama y comenzaron a humectarle una crema con olor floral muy exquisito y alegre, su cuerpo de a poco iba adquiriendo el potente aroma y la piel convirtiéndose mucho más suave; su rostro fue maquillado y se impresionó al verse al espejo: no tenía ninguna imperfección que le estropeara.
Era perfecto.
El peinado ya lo estaba acomodando Jennie, incluso le daba los últimos toques para terminarlo. Se puso el traje y los zapatos, y HyeRi fue la encargada de alisarle bien la camisa y pantalones. Quedó aún más perfecto. Si Jimin fuera un narcisista de primera, él estaría embelesado por su reflejo y siquiera se acordaría del príncipe Min Yoongi.
El mencionado tocó la puerta.
—¿Lord Jimin está listo? —preguntó el Uno cuando abrieron la puerta. Jihyo se hizo a un lado y la vista que recibió podría admirarla por mucho tiempo si no fuera porque, a continuación, tendrían una cita—. Está bellísimo —halagó con voz ahogada, de la nada el aire cobarde lo abandonó.
El castaño miró nuevamente a sí mismo: los zapatos negros de gamuza, pantalones del mismo color, sus exclusivos tirantes y camisa blanca —a excepción del cuello, las mangas y botones, que eran negros—. Gracias a el último elogio, se convenció que era bello, no importaba cuál sería su aspecto físico con el paso de los años, él mantendría siempre esa palabra en su mente.
Salió de la habitación con actitud tímida, era gracioso verlo con la mirada gacha y sonrojado cuando ayer le faltaba el respeto gritando y empujándole. La puerta cerrada fue luz verde para Yoongi que de inmediato agarró la mano de Jimin intentando llegar unidos hasta la cita; por desgracia, Park detestó la acción y se separó, lo encaró antes de bajar las escaleras.
—¿Qué dijimos? —lució su mejor mirada molesta.
El príncipe rodó los ojos e hizo un exagerado ademán para otorgarle la ventaja de ir primero. Min Yoongi era todo un caballero, pero más que nada lo era para mirar cierta parte trasera. ¡Qué bonito le quedaban esos pantalones a Lord Jimin!
Caminaron fuera del palacio, pero en el interior del Siete corría hiperactivo el mismo miedo del incidente, asustándolo. Sabía que se alejarían más de la estructura, ya sea a los grandes arbustos y árboles que se cernían sobre ellos, adentrándose en un lugar más íntimo y privado. Jimin, inseguro y temiendo por su vida, tomó la mano de Yoongi esperando no ser pagado con la misma moneda que él dio, el pelinegro se ocupó de entrelazarlas.
En ese genuino momento, Lord Park sintió la seguridad abordarlo, sintió su alma en paz, estaba sano y salvo, él se había sentido en su hogar. No separó sus manos cuando se sentaron en la banca situada en medio del pasto, tampoco tenía esa idea en mente, solo la intención de conocer al príncipe como le habían dicho. Yoongi hacía leves cariños mientras conversaba amenamente —¡al fin!—, observando cada detalle, movimiento, rasgos de su atractivo acompañante. No tenía palabras para describirlo.
Pudieron conocerse más, exactamente como lo había previsto el príncipe, supo la cantidad de hermanas que tenía, en qué trabajaba antes, qué hacía su madre, si había algún amigo, aunque sea de la niñez, lamentablemente preguntó por su padre y dio las condolencias, notaba el vacío que tenía el adolescente en su pecho por la amada ausencia.
Al igual que el Uno, Jimin también hizo sus interrogaciones, cómo fue su niñez y, escuchó a regañadientes, la loca y aventurera adolescencia que pasó —para él eso estaba demás, pero su cita ni notaba la incomodidad—, preguntó si había viajado a otros países, cómo eran, si se sentía preparado para ser rey, en resumidas cuentas, Jimin conoció los pensamientos de Yoongi, por ende, su manera de pensar. No eran tan distintos después de todo.
—¿Qué miras tanto? —cuestionó el castaño mirando tras de sí topándose con la misma nada. Si no era atrás, entonces...
—A ti. Eres hermoso, Jimin —comentó tranquilo, rió bajo al ver el sonrojo—. ¿No te lo habían dicho?
—Lo he escuchado unas mil veces de ti —exageró y rió, de pronto sus manos entrelazadas le parecieron interesantes.
—Jimin..., ¿quién es..., hum, Dahyun? —preguntó, rezó por no entrar en un tema del cual el Siete no quería, pero el inminente apretón que recibió su mano le advirtió lo contrario.
—Ella... Ella... Solo... —tartamudeaba como tal nervioso lo haría—. M-Mejor no hablemos de eso, ¿sí? Lo estamos pasando bien, ¿n-no lo crees? ¿Por qué incluir a personas que no están a-aquí?
El príncipe se sintió culpable por la transformación del semblante en el castaño, sus ojos se habían apagado levemente, la sonrisa que causaba esas arrugas en sus ojos desapareció cuando pronunció el nombre, la mano le sudaba por el miedo. ¡Qué tonto había sido! Por el egoísmo de querer deshacerse de aquellos celos que lo desasosegaban hace tres días, estaba a punto de arruinar la increíble cita. ¡No lo podía creer: celoso de una chica o mujer!
Quizás otro día lo podría saber, pero ahora su objetivo era ver renacer la felicidad en el rostro del Lord. Y comenzó a hacerle cosquillas, la bonita sonrisa emergió junto con fuertes carcajadas, esa misma carcajada que oyó hace tres días cuando estaba en la oficina de su padre en el tercer piso. Yoongi no podía estar más contento. De pronto, en una ágil maniobra, Jimin tomó el poder y atacó su torso.
Ambos cayeron al pasto riendo descontroladamente.
No fue mucho tiempo en el que Park tenía la posesión de la infantil guerra, Yoongi giró y retuvo los brazos de su cita encima de su cabeza, los dos tratando de calmarse y recuperar el aire y compostura. El príncipe sonreía mientras que el Siete reía leve al mirarlo detenidamente, estaba bastante cerca y era mucho más fácil ver el perfecto color de sus ojos, tan grises como la piedra preciosa y tan hermosos como se verían en una joya.
El pelinegro se acercó despacio a su labios, tal vez en espera del rechazo como siempre, pero los ojos cerrados de Jimin fueron una grata e inesperada invitación para continuar. El castaño sintió unos labios totalmente desconocidos rozarles los suyos, miles de sensaciones fluyeron de pies a cabeza centrándose en su estómago, se debilitó ante aquel dulce tacto. ¿Acaso las mariposas decidieron conquistarlo con su revoloteo?
—Príncipe, el rey ha... —interrumpió un soldado que inmediatamente se calló. Y se maldijo una y otra vez, parecía que no se lo iba a perdonar nunca—. Diablos, maldición, ¿por qué? —farfullaba culpable—. Se hubieran visto lindos, yo quería ver eso... ¡Agh!
Yoongi ayudó a Jimin a ponerse en pie y oír al soldado que traía noticias importantes, ignoró el deseo de matarlo; quizás su presencia arruinó la única oportunidad que tuvo para estar cerca de esos gruesos labios. Respiró hondo, al menos los rozó, al menos se aproximó a la sensación que anhelaba, al menos dormiría "un poco tranquilo".
Los tres volvieron al palacio en silencio, de repente unas miradas cómplices de los dos tórtolos. Cuando entraron, los sirvientes hablaban del despertar del rey, esa era la inoportuna noticia.
El príncipe se retiró disculpándose y dándole un beso en el dorso de la mano. Jimin se iba feliz a su habitación, pero antes de subir las escaleras, el soldado Jung le miró pícaro, preguntándole tácitamente cómo estuvo su cita —todo el personal del palacio (soldados y sirvientes) sabían del hecho por el griterío de la Biblioteca—, el castaño solo levantó su dedo pulgar sonriendo ampliamente.
Al llegar al segundo piso se encontró con Lord Kim apoyado en la pared mirando atentamente algo o alguien. Quiso saludarle, ya sea a su buen humor, pero el rubio estaba bastante ensimismado y con una leve sonrisa cariñosa que de seguro le ignoraría. Aquello le hubiera preocupado, pero como estaba tan absorto a la reciente cita no le importó. Y continuó su camino.
Uuh, ¿A quién estaría mirando Taehyung? 🤔
Muchas gracias por las vistas y votos, se les quiere 😔✊
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top