20

Regresaba a su habitación liberado de todo lo que le atormentaba en su fuero interno y junto con la pacífica sensación de no llevar una carga pesada en sus hombros, más bien portaba el apoyo de una persona extrañamente cercana. Ingresó al único espacio que le pertenecía en ese entonces en el palacio y se acostó inmediatamente en su cama; sus doncellas se retiraron, sonriéndole con ternura y deseándole las buenas noches.

Jimin, observando la luz fina que se escabullía por las ventanas esbeltas, pensaba en su familia, la familia que eran hace muchos años atrás, antes de que ocurriera aquel fatal accidente y dejara a todos con el corazón desgarrado y malherido, y en la horrible quiebra. Su querido padre estaba ausente desde sus nueve años, se había perdido toda la adolescencia de su hijo mayor, del que le decía que estaba demasiado orgulloso a pesar de su corta edad y logros obtenidos, solo para ver aquella sonrisita del castaño que alegraba todos los días del año.

Jimin estaba seguro que ahora le repetiría lo mismo si pudiera, hablarían sobre la estupenda suerte que tuvo para entrar a la Selección, la gran ayuda que le otorgaba a su familia, cómo se sentía él en la competencia y, por supuesto, en una conversación seria de padre e hijo, qué le sucedía con el príncipe Min Yoongi.

Necesitaba con urgencia aquel apoyo paternal, la madurez y sabiduría con la que podría haberlo ayudado en sus problemas..., Park JungMin, su padre, le hacía mucha falta en su vida.

«¿Por qué nos dejaste?», la pregunta que siempre estaba presente en su cabeza, la cual no quería recordarla por ser malditamente dolorosa, esa interrogante era ocultada por pensamientos de estudio, la Selección, Dahyun o el príncipe Min Yoongi. Cualquier tema que lo mantuviera ocupado, le servía para mantenerse desconectado del pasado.

Cerró sus ojos, desgastados de tanto llorar de pena y rabia, y comenzó a soñar, por primera vez en años soñó nuevamente con su padre. Tan rápido como llegó el momento de abrazarlo, su cuerpo reaccionó ante la sobrecarga de amor y despertó.

Hubiera pensado que aún era de madrugada si sus doncellas no estuvieran ahí con el desayuno en la bandeja de plata y con el traje del día colgado en la pared. Perezosamente estiró sus extremidades ganándose una gigantesca oleada de cansancio, ¡quería seguir durmiendo! Saludó a cada joven preguntándole cómo habían amanecido. Cabe decir, por parte de Jihyo, HyeRi y Jennie, que Jimin era bastante preocupado por ellas, algo innecesario; estaban seguras que los otros Lords siquiera sabían los nombres de sus doncellas.

Park apresuró en vestirse: pantalones negros, camisa celeste con delgadas rayas azules y los característicos tirantes, solamente podía utilizarlos él; a veces Jimin se sentía exclusivo, le daba gracias a sus doncellas por esa atención.

—¿Bajará, Lord Jimin? —preguntó Jihyo.

—Sí... —murmuró, un poco dubitativo—. Ya es hora de que deje de ser débil, ahora seré valiente; ya no les tendré miedo (aunque no entiendo por qué les tuve). No permitiré que digan cosas que no sean ciertas sobre mí, ni que me ofendan. Si quieren reírse, que lo hagan, pero no será de mí —declaró seguro, que hasta él mismo se entusiasmó.

—¡Así se habla, milord! —aplaudió Jennie apoyando la iniciativa del castaño.

El castaño degustó sabrosamente el desayuno, calmado y sin preocupaciones mientras conversaba con sus doncellas sobre lo que sucedió en el primer piso luego de que le diera una bofetada al príncipe. Todo el palacio lo supo, le comentaron, cada sirviente y soldado pronunció el nombre de Lord Park, algunos rieron, ya sea por la gran diferencia de estatura entre Jimin y Yoongi y lo cómico que debió verse, otros reclamaron la insolencia de él y otros (los que llevaban más años en el palacio) estuvieron a favor de él, porque reconocieron la artimaña que era Yoo YoungJae en el instante que salió en el Report.

Finalizó de comer, se despidió de sus doncellas y abandonó la habitación.

Descendía las largas e interminables escaleras preparándose mentalmente para lo que se aproximaba, lo más probable es que vería a un Seleccionado merodeando por el palacio, lo miraría y se reiría en silencio por ser tan "patético". No quiso pensar en ello y de inmediato lo olvidó cuando vio al soldado Jung en la misma postura de siempre haciendo guardia en la puerta del comedor.

—Buenos días, soldado Jung —saludó el castaño con una sonrisa radiante.

El hombre giró su cabeza e hizo una reverencia monótona, sonriendo: la presencia de Jimin cada vez más le alegraba el día.

—Quiero pasear por el jardín, ¿se puede salir? —inquirió, ya que ayer el soldado no lo abandonó en ningún momento y aquello solo decía el peligro que alguien puede correr fuera de la gruesa estructura.

—Por supuesto, pero no puede ir solo —advirtió. Jimin asintió sin objeciones, la compañía del soldado no le desagrada en absoluto.

Desfilaron brevemente por la entrada al comedor donde todavía desayunaban los competidores y la familia real. Posiblemente hayan visto al desaparecido Lord Jimin, posiblemente Yoongi lo haya visto y, quizás, su desayuno se amargó por completo cuando observó quién lo acompañaba, siquiera la mermelada de su pan le endulzó nuevamente la comida. Ya no tenía apetito. Es más, quería ponerse de pie e interrumpir la amena conversación que debía tener el castaño con el soldado Jung.

Y lo hizo.

Recibió las típicas miradas de los concursantes, las reprochadoras de sus padres al abandonar el comedor mientras aún comían, era una falta de respeto tal acción, pero realmente no le importó.

Salió detrás de la pareja y escuchó la voz delgada de Jimin, tan enérgica y llena de alegría, la cual no oía desde la infernal noche pasada. Un verdadero martirio.

—¡Ah, ya, lo tengo! Jung Hoseok —bautizó el Lord con su voz—. Es un lindo nombre —halagó.

El príncipe carraspeó, incapaz y cansado de permitir que ese par esté más tiempo juntos.

—Lord Jimin, tenemos que hablar —ordenó frío, miró al soldado pidiendo que se retirara, el uniformado acató aunque a regañadientes, ya que lo que menos quería era dejar al castaño con el príncipe solos. Tenía un presentimiento para nada bueno; necesitaba estar cerca.

—¿Y ahora qué? ¿Ahora sí lo harás? — Jimin rodó los ojos, fastidiado.

—¿Qué te traes con ese soldado? —interrogó directamente el príncipe.

—¿Por qué? ¿No puedo hablar con él?

—Quiero una respuesta. En serio, no te lo preguntaré dos veces —exhaló pesado, estaba enfadado. Jimin lo notó y solo por un segundo se intimidó de la voz grave del pelinegro. Se quedó callado, ¿acaso no podía tener privacidad? ¿Acaso Yoongi husmeaba a fondo en la vida de los jóvenes?

—Solo me recuerda a alguien —respondió tajante, pero luego se le encendió el foco apagado—. ¿Estás celoso?

El príncipe pillado y reconocido por ese adjetivo tonto, miró hacia los inmensos árboles y murmuró—: Claro, ¡cómo no estarlo! No hablamos desde anoche, me echas la puerta en la cara y para ti es más primordial abrazar y conversar con el soldado que conmigo. Esto es injusto —susurró para sí mismo y agachó la cabeza, como un crío que no recibió lo que pedía—. ¿A quién te recuerda?

—Eso no es importante y no te incumbe —dijo, puso sus pies en marcha y se dirigió para volver a entrar al palacio. Quería distraerse un rato y acumular la indiferencia necesaria antes de volver a ver a los demás, pero claramente el príncipe tenía que hacer su reluciente aparición y arruinarlo todo.

Lord Jimin en medio de su regreso, sintió la mano de Yoongi atrapar su brazo y jalarlo fuertemente hacia él, chocó contra la trabajada figura del pelinegro y se rehusó a toda costa levantar su cabeza y verlo a los ojos. Por más que le dijera que lo mirara, Jimin no aprendía aquello.

El príncipe utilizó su otro brazo para pasarlo por la cintura de Jimin y acercarlo lo más que podía a sí. Nada se interponía entre ellos, siquiera el viento brusco que separaba cualquier cosa.

—Mírame —ordenó. El castaño no obedeció—. Vamos, mírame.

En el momento que Jimin alzó sus ojos azules, ambos jóvenes se perdieron entre ellos y jadearon en silencio. No lo sabían, pero cada vez se iban acercando más y más, rozaron sus narices y sin pensarlo sonrieron. Era una linda ocasión para ser el primer beso de Jimin.

Cuando estaban a punto de conocer los labios del otro y enamorarse profundamente, se oyó el sonido de un disparo y gritos proviniendo del interior del palacio. Luego, el repiqueteo intenso y terrorífico de balas siendo lanzadas a un indefinido lugar para causar pánico y amenaza.

El príncipe y Lord Jimin siquiera procesaban el terrible hecho que se estaba consumando.

Era un ataque de los rebeldes.

Les dije que les regalaría otro capítulo kskdjd.

Ya me imagino sus caras con este capítulo kaksjsj, tipo así:


Los rebeldes hicieron su aparición 👀, que creen que pasará? Lo sabremos en el próximo capítulo xd, adiosito.

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