Cisne Negro
Como en los cuentos de hadas... Cuentos que no son cuentos...
A la media noche, cada quien permanecerá donde se encuentre...
Al lado del amor real... al lado del significado de la navidad.
SWORD ART ONLINE
ESPECIAL DE NAVIDAD
PRÍNCIPES DE NEGRO.
Los hilos del tiempo se enredan y desenredan a su capricho, entrelazando historias que jamás debieron tocarse, pero que afloran los sentimientos reprimidos y por ende el crecimiento humano, animal... y hasta floral.
Como una delicada castaña que pende del agarre final de su rama, a punto de caer al vacío.
Hasta desprenderse...
Su recorrido declive, atraída por la gravedad la separa de su lugar de origen, hasta transportarla al lugar que jamás imaginó.
Se impactó contra la cabeza de cabellos de atardecer, rebotó y terminó sobre el plato de postre de frutos rojos sobre la mesa.
–Jaja... una decoración inesperada. –Sonrió el acompañante de la chica de aquella larga cabellera y estirando su mano hacia aquel plato, tomó la fruta y la retiró. –Supongo que el viento la derribó, por eso te dije que no era buena idea sentarnos en el ala fuera del restaurante.
–Mo... ¿Por qué te estás quejando por todo?... –extendió su mano hacia él, pidiéndole de esa forma que le devolviera la castaña. Al verla, se la entregó, haciéndola recibirla sobre la palma.
–¿Para qué quieres eso?
–Será un recuerdo de este día... teníamos mucho de no salir a una cita... y menos en ocasiones como esta.
–¿Hablas del frío terrible y las millones de personas en el centro comercial?... –se frotó los brazos, aún llevando abrigo.
Se lo había dicho cuando ella le planteó la idea de tener una cita, esos días feriados. "Las calles estarán abarrotadas de gente y de nieve, es probable que haya tormenta y nos quedemos varados"
Al ver que no recibió respuesta de su novia, más que su cabeza gacha, suspiró. –De seguro estará más caliente dentro de la sala del teatro... –le sonrió y colocó una mano sobre la de ella, haciéndole sentir sin querer... lo helado que realmente estaba, pero ella no comentó al respecto para no hacer peor la situación. Sabía que su amado estaba soportándolo por ella y por ende ya no se hablaría del asunto.
No tardaron mucho en terminar su postre y cuando se dieron cuenta ya estaban comprando los boletos en la taquilla del teatro. Era costumbre para la Yuuki esos días acudir a las presentaciones tan primorosas de la época y esa sería la segunda vez que acudía con su novio.
–¿El Cisne negro?... –lo miró extraña al ver las entradas. –Pensé que sería el Cascanueces...
–Sí... –se llevó una mano tras la nuca.
–Pero... esta le llamó la atención a Kirito-kun... –sonrió. –Déjame adivinar... ¿Por negro?... –lo miró a punto de estallar en risa, sonrojándolo.
–¡Asuna! –reclamó, sin poder ocultar su bochorno.
–Tranquilo... –susurró entonces. –Sabes que el negro es mi color de la suerte... –entrelazó sus dedos a los de su amado y prácticamente lo arrastró hacia las butacas.
A la entrada de la sala, se les brindó un panfleto, el cual la Yuuki, leyó una vez se sentaron.
¿Has visto alguna vez un cisne negro?...
Existen leyendas al respecto, hermosos y perfectos ejemplares cuyos graznidos atraviesan las más fuertes murallas y cuya seducción infinita es capaz de ahogar a las más eficaces aves nadadoras.
Existe solamente uno por mundo... y todos se encuentran conectados entre sí por la misma alma.
–¿No era malvado?... pensé que sí... –miró concentrada el boceto. –¿Pero quién no quisiera... que...? –Miró hacia su amado, sintiéndose avergonzada por tener tales pensamientos. Era muy consciente que Kazuto era tranquilo y parco en ese tipo de cosas, no era de esperarse que la cortejara con halagos o palabras enamoradas, no era su estilo; aunque no podía negar que de vez en cuando... le gustaría escucharlas de él, sin tener que sacárselas a cucharadas.
Suspiró profundo y cerró los ojos, era en vano pensar al respecto.
Cuando la temperatura en el lugar cambió, el extremo frío de haces unos instantes, mutó al calor que no le permitía llevar su abrigo, por lo que abrió los ojos al mismo tiempo que intentó quitárselo.
Llevándose la sorpresa de su vida... estaba parada en medio del desierto, vistiendo un largo vestido pomposo y elegante.
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–La magia... se desata para esta época... no hay otra explicación...
La voz dulce pero temerosa inundó el ambiente desolado del castillo, mientras su sombra se perfilaba en las paredes de sus aposentos, iluminada tenuemente por el candil.
Luz que enseguida se dispersó por toda la habitación, asustándola, dejándolo todo tan brillante e iluminado que era increíble... ¿Cómo?... ¿El sol?... ¿Acaso el sol había entrado en sus aposentos?
Miró los alrededores consternada, dándose cuenta que no estaba donde pensaba... y la luz provenía de una antorcha... sin fuego...
La mirada ambarina miró inexplicada aquella lámpara en el techo.
–¿Asuna? –La voz... la llevó a buscar el origen de su emisión, encontrando a aquel muchacho parado en el lumbral de la puerta, mirándola extrañado. ¿Ali?... No... Pero... ¡Debía ser él! Aunque se notara más joven... ¿Qué estaba pasando?...
Los labios de durazno se apretaron entre sí, tratando de encontrar una explicación a lo que estaba sucediendo.
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OVERWORLD
El viento rozaba contra sus mejillas de una manera ardiente.
–Esto no puede ser verdad...
El viento sopló un poco más fuerte, por lo que se cubrió el rostro con ambas manos, para entonces sentir una oleada proveniente desde adelante.
–¡Mi diosa! --Los ojos se abrieron en la seguridad que aquella voz la reconfortaría, aunque aquel extraño llamado, la descolocó por un segundo, hasta que los ambarinos en su rostro, se posaron sobre la figura de quien le hablaba.
Estaba... montado sobre un... caballo con alas... –bajó la mirada estupefacta. ¿Era un sueño?... Claro... debía ser un sueño de esos que a veces tenía luego de jugar muchas horas a Alfheim...
El príncipe se bajo del alado negro y caminó hasta alcanzarla.
–No puede permitirse estar afuera con el poder de solus tan radiante sobre nuestras narices... podría dañar su preciosa piel, mi diosa... –La tomó de la mano y la encaminó tras de sí.
–¿Eh? ¿Qué?... ¡¿Qué acabas de decir?! –La comparación que podía realizar entre el Kirito-kun de su sueño y su amado era... abrumadora. ¿Era más alto?... más fuerte... más robusto y sus manos... tan grandes, apretaban la suya como la de una pequeña niña, no podía quitarle los ojos de encima. ¿Qué significaba eso?
–¡No tienes idea de cuántas conseguimos! –volteó a verla, al paso.
–¿Cuántas?... –preguntó sin saber siquiera de qué le hablaba aquel extraño pero hermoso ser...
–¿No me digas que se te olvidó?... Andas despistada Stacia... –sonrió.
–Stacia... –repitió para sí misma.
–Hablo de las moras... esta mañana se hizo la recolección, no sabes lo montones que se trajeron. –su sonrisa la interesó.
–¿Le gustan las moras?... en lo personal creo que son un poco ácidas...
La pregunta le hizo detener el paso y soltarle la mano, para entonces mirarla de pies a cabeza, asustándola al sentirse escrutada de esa manera.
–Mi diosa... ¿De dónde vienes?... –preguntó al percatarse que tras de ella, se extendía el camino que colindaba hacia el reino vecino.
–¿Y... y esa pregunta?... –trató de rebatirlo, mostrándose altiva, según el rango tan alto que se le había otorgado por él.
–No... es solo que... –enmudeció al momento de pensar en cómo proseguir, ya que era demasiado evidente que su amada sufría de alguna especie de embrujo y lo más probable es que hubiera sido obra de los hechiceros de The World. –No quiero que ande viajando sola... Sirrah me dijo que olías diferente...
–Todo... aquí es diferente... –Pensó, mientras apretaba las manos entre sí.
–¿Nos vamos? –La sacó de sus pensamientos al estirar el brazo hacia ella, muestra de apoyo para subirse al equino.
–¿Eh?... –lo miró temerosa, pero no deseaba discordar más de lo que podía, por el simple hecho de estar ahí y no ser quien se supone que era.
–Siempre pones la misma cara, cuando se trata de montar a Sirrah... ya te he dicho varias veces que él no va a hacerte nada malo.
–Mm... –Asintió, sin saber que más decir.
No podía negarlo, aquel animal era de lo más hermoso, fuertes patas y de sedoso pelaje negro. Tragó saliva al acercarse más, hasta que su mirada se cruzó con los ojos de chocolate del que sirve de transporte, cuyos párpados se cerraron y abrieron cual asombrados ante ella, ladeó la cabeza y relinchó levantándose en patas traseras.
–¡Oe Oe! ¿Qué te ocurre amigo?... –le acarició, el príncipe y se acercó a su oído izquierdo. –Lo sé... yo también lo noté...
Al escuchar las palabras de su amado amo, resopló molesto.
–Ya, ya...
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JAPÓN
–Aún... ¿Sigues molesta?... –preguntó con el rostro desdichado, contrastando con fuerza contra la iluminación que recorría los alrededores donde se encontraba, aquel pasillo que parecía el cielo nocturno tras de él.
–¿Molesta?... –Finalmente se decidió a hablar al verlo con tal semblante, pero no pude decir ni moverse más al verlo dar dos pasos hasta alcanzarla y sentirse inmediatamente rodeada por sus brazos.
El olor en su cuello... era suave y hasta dulce... lo que la sorprendió, estaba casi a su altura y el abrazo la había dejado apoyando su mentón sobre el hombro del muchacho, al que no sabía si devolver aquel acercamiento o no. Pero pudo comprobar su pregunta enseguida. No era Alistair... su pecho era más pequeño... y los brazos más finos... pero aún así... el calor que emanaba era inmenso. ¿De qué se trataba eso?... ¿Era un Ali más joven, en verdad?
–Lo lamento, mi señor... pero... no comprendo... –no hubo necesidad de obligarlo a separarse. Ya que al escuchar lo que le expresó, él mismo se retiró.
–¿Cómo?... – la miró casi por escandalizarse ante como le llamó.
–¿Mi señor?... ¿Pero qué estás diciendo, Asuna?... –La mirada sorprendida de la pecosa del grupo, llamó la atención de ambos, que voltearon a la puerta.
–¿No sabía que tenían esos tratos entre ustedes Kirito-chin –Secundó el pelirojo.
–¡Les dije que ya iba! –les gritó el Kirigaya, tomando una almohada de su cama y tirándoselas a la cara, la cual ágilmente atraparon entre los dos.
–¡Pero qué trabajo en equipo! –celebró Ryoutarou.
–Baka... mira la situación –tomándolo de la mano, lo sacó de la vista de los dos dentro de la habitación.
Kazuto, suspiró al verlos alejarse y volteó hacia su amada, que lo miraba aún perdida.
–Aunque Liz tiene razón, Asuna... el hecho que estés molesta... es decir... ¿Por qué me llamaste señor?...
–Mi señor... –repitió, corrigiéndolo.
–Eso... –la miró cansado.
–Porque... eso es lo que es... Pero más importante... esa persona... –señaló temerosa a la puerta.
–¿Sí?... –cada vez la conversación se volvía más extraña.
–¿Era... Sir Klein?...
–Puff... ¿Sir Klein?... Pues sí... era Klein... –levantó una ceja y se cruzó de brazos. –Ya entendí a lo que quieres jugar, yo seré el señor y tú serás la princesa.
–¿Jugar... a la princesa?... –Lo miró indignada. –¡Soy una princesa!
–Sí, sí... –empezó a caminar fuera de la habitación. –¿Me acompaña, su alteza real?... –preguntó divertido, a lo que Stacia tomó la palabra con toda naturalidad.
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OVERWORLD
Sentados a la mesa, en la cual se extendían filas de pergaminos abiertos. La joven yacía con ambas piernas muy juntas y los hombros apretados contra su pecho, cual si reducía el espacio que ocupaba pudiera desaparecer o regresar a donde provenía.
El Castillo... era inmenso...
Habían recorrido un enorme pasillo revestido de alfombras y pinturas antiguas, hasta llegar a donde se encontraban. Aún no comprendía qué estaba haciendo en ese lugar... pero no quería mostrar desesperación, aún así, su mirada consternada hacia él, llamó la atención del príncipe, que dejó de leer, al sentirse observado.
–...¿Qué?
–¡No! –fue lo único que salió de entre sus labios que enseguida volvieron a unirse, a sabiendas que pronto tendrían que volver a separarse para dar una explicación. Apretó los párpados con fuerza.
Sin embargo... no se ejecutó ninguna pregunta más. Por lo que se vio obligada a abrir los ojos, despacio... encontrándolo mirándola, mientras sostenía su mentón con la mano, al apoyar el brazo sobre la mesa.
Al ver que se había dado cuenta que la miraba, sonrió. La delgada línea que curvó sus labios era indiscutiblemente bella.
–¿No vas a decirme nada?...
–¿Decirle algo?... ¿Cómo qué?... –finalmente se animó a responderle, confrontando su mirada guerrera con la del príncipe. Sin duda un gesto muy característico de Stacia, lo que pareció confundirlo, en un segundo Alistair había estirado la mano y atrapado la de Asuna sobre la mesa.
–No entiendo...
–¿Eh?... –¿Debía retirar la mano?... ¿Qué es lo que no entendía?... Estaba tentada a jalar su mano hacia atrás, pero se detuvo al escucharlo.
–Por un momento... pensé que... –suspiró, soltándola, para sentarse relajado, apoyando la espalda contra la silla. –Pensé que te habían suplantado...
Los ojos ambarinos, lo miraron incrédulos, es decir... ¿Ya no le parecía extraña?... ¡Pero si no tenía idea de quien era la Stacia de la que le hablaba! ¡Ella era Yuuki Asuna! ¡Y lo único que quería era regresar a su mundo!
–¿Te dieron de beber algún brebaje extraño?... –su mirada había cambiado por completo, la frialdad de la incredulidad se había esfumado y la preocupación había tomado lugar, esa forma de mirar... tan sutil y tierna que Kirito ponía solo para ella...
–No he bebido nada... –¿Qué estaba diciendo?... Si respondía a sus preguntas, iba a terminar descubriéndola... –Voy a retirarme... –echó la silla hacia atrás para levantarse.
–¡Mi diosa! –se levantó rápido para terminar de mover la misma. –Si desea desplazarse solo debe informar... –sonrió –no es común en usted mostrar esta falta de modales...
–diosa... –Se distrajo con el término y volteó sin percatarse que él seguía ahí tras ella, terminando estrellándole el rostro contra el pecho, por lo que él la sostuvo.
–Tal vez... si sea buena idea que descanse un momento... –Las manos sobre sus hombros se sentían grandes y cálidas, provocando un brinco en su corazón, lo que la apabulló. Terminó empujándolo para liberarse de su toque.
–Yo... yo... –no pudo argumentar nada, así que ahí mismo se echó a correr hacia el pasillo por el que habían pasado hasta llegar al comedor.
–¡Stacia! –salió por la puerta el príncipe y viendo en ambas direcciones por las que pudo huir la princesa, la encontró al girar la cabeza hacia la izquierda.
El largo de su vestido no le era manejable y los volantes que le adornaban no servían más que para enredarse, por lo que había caído contra el suelo.
–Mi diosa... ¿Te encuentras bien?... –se acercó rápido a levantarla.
–¿Qué es esa manera de hablar tan extraña?... –le apartó la mano que deseaba brindarle.
–¿Qué quiere decir?...
–¡Eso! Esa mezcla extraña de cercanía y formalidad... no es natural...
–Nunca pensé... que mi forma de hablar le molestara... –bajó la mirada preocupado, llevándose una mano a los labios extrañado. –Pero mi diosa... no puedo saltar la cortesía que usted se merece... pero tampoco puedo no expresar mi entera y eterna confianza... La amo... Es que acaso usted... ¿Ya no siente lo mismo?...
Le había profesado amor de la manera más abierta posible... sin dudar... y con la mirada expectante... lo que la llevó a pensar en su amado al instante...
Kirito no hablaba... pero era tan detallista... desde que lo conoció, su forma de expresar preocupación iba más allá de expresiones de amor de sus labios, sus actos y gestos con ella siempre fueron lo mejor que pudo dar.
Ahora lo comprendía... no eran gritos de amor los que buscaba en él...
–Debo... confesar algo... –deseaba disculparse y rebelar su verdadera identidad, se decidió de momento, pero fue interrumpida, quedando con la idea en la punta de la lengua.
–¡Están aquí! ¡Alteza! –el llamado de un mozo rompió la atmósfera en la que ella quedó con una respuesta al aire.
Alistair la miró y sin decir nada, le dio la espalda.
–Siéntase libre de descansar en los aposentos... Stacia-sama... –mencionó y tras un suspiro, prosiguió su camino.
–Espera... yo... –su voz salió suave y dudosa, por lo que lo dejó ir. ¿Qué debía hacer en ese caso?... Ella no era la persona que debía ser la receptora de sus declaraciones tan honestas... ¿Pero le creería?...
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El ambiente era completamente diferente a los otros pares de ojos avellana, que caminaban al lado del chico vestido de negro, por la espesa nieve que se regó desde días atrás por la ciudad.
Se había reunido toda la party para trasladarse a la plaza central, donde se había organizado una gran feria navideña, llena de dulces y juegos en los que sería perfecto pasar el tiempo en espera de la Navidad.
Las luces eran apabullantes, encendiendo y apagando en forma de animales, campañas y bastones; enredadas en los árboles y cambiando con cada parpadeo de color, robando la atención absoluta de la chica, que se quedó parada observando todo el esplendor.
–Si te quedas ahí, te congelarás –habló suave a su oído el pelinegro, que tras quitarse su propia bufanda, se la enredó en el cuello.
–¡Eso es papá! ¡Nada mejor que ser un caballero en esta época! –se escuchó el sonido de la dulce voz de la niña, pero Stacia no veía a nadie más a los alrededores, por lo que miró rápido en busca del emisor.
–¡Estoy aquí mamá! –Una vez más y pudo notar como el sonido provenía del extraño aparato sobre el hombro del chico.
–Me traje yo la cámara porque salimos muy deprisa, ¿Quieres que te la devuelva? –Estaba por sacársela del hombro el espadachín, cuando la diosa colocó las manos frente a su rostro.
–Jaja ¿Qué?... –sus ojos se despejaron, abriéndose en su mayor capacidad, al verla mirando el artefacto, curiosa.
–Una voz...
–Ah.... Con que sigues con eso... pensé que habías dejado de jugar a la princesa extraviada...
–La voz dijo... que usted era un caballero... entonces... ¿No es el príncipe?... –juntó sus manos sobre su pecho temerosa.
–Eh... –sonrió sin comprender y se llevó una mano tras la nuca. –Puedo ser lo que tu quieras Asuna...
–¿Asuna?... –la segunda vez que le llamaba de aquella extraña manera.
–Me pregunto qué estás tramando... –entrecerró los ojos para entonces ofrecerle tomarla de la mano. –Los demás van a alejarse mucho sino vamos ya...
–¿Y debemos estar con esas personas?...
La pregunta lo llevó a parpadear sorprendido. –No es... obligación pero... –sintió entonces su mano siendo tomada por la de ella, que lo apretó.
Los ojos perla la miraron enternecidos. –Como tú digas... –emprendió la caminata, que le servía de guía a la princesa.
Todo fue diversión y sorpresas al ingresar a la reunión de lugares, probando alimentos que en la vida había pensado que existían, manzanas con caramelo, algodón de azúcar, helado de fresa, cada cosa más dulce que la anterior pero igual de deliciosa.
La vida dentro del castillo había sido rutinaria y aburrida durante la mayor parte de su vida, atendiendo sus obligaciones y satisfaciendo necesidades, que muy pocas veces podía realizar actividades diferentes... Eso hasta que su amado príncipe apareció en su vida, cual huracán que acabó con todos sus muros. Podría asegurar que probar todas aquellas delicias lo enloquecerían...
Se había dejado llevar por su propia emoción, pero las trufas que se derretían en su boca y las que aún permanecían en la bolsita sobre su mano, se lo recordaron.
–Siempre que pruebas algo delicioso, quieres que los demás lo prueben y compartan la felicidad... –se detuvo en seco, llamando la atención del espadachín, que tomaba un té caliente.
--¿Tan rico está?... –trató de tomar uno, pero ella enseguida cerró la bolsa, dejándolo con una gota al lado de la cabeza.
–Son... ¡Son para Alistair! –respondió con una frase inesperada e inentendible para el Kirigaya.
–¿Alis...tair?... –parpadeó, fijando sus grises en ella.
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La Navidad... no era una celebración presente en aquel castillo desolado... se veía a simple vista, ni guirnaldas, ni castañas... ni muñecos de nieve...
Ni árbol decorado...
No había obsequios...
Ni figuras de Santa Claus...
No habían galletas de jengibre...
Ni medias en la chimenea...
Pero más allá de todo eso...
No estaba Kirito-kun...
Podría pasar una navidad en la playa de ser necesario... porque aunque las festividades eran hermosas... lo importante era brindar todo el amor que yacía en su corazón... mientras se encontrara con las personas que amaba...
Una lágrima se deslizó por su mejilla al comprenderlo.
Pasaría la noche buena sola... en aquella habitación de un mundo extraño y lejano.
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Continuará...
¡JO JO JO! ¡FELIZ NAVIDAD!
Jaja en un principio tenía pensado hacer esto un Oneshot pero creo que es mejor cortar acá xD así nos quebramos la cabeza pensando como regresará cada quien con su respectiva pareja xD.
Antes de las dedicatorias de la historia, quiero mencionar lo feliz que estoy, tanto por la época como por estar acá. Los proyectos que tengo desde años anteriores y los nuevos, tienen mi musa a mil por hora!
Ahora sí, tal y como lo prometí, este escrito es regalo de Navidad para mi gemelis Sumi-chan jajaja, desde que se me ocurrió hacer intercambio de parejas pensé que sería genial que fuera con una que representara mucho para tí y para mí! Y aunque el AlisCia no es canon xDD es canon en nuestros kokoros!!
También lo dedico a mi muy querida y nueva hermanita Iri-sama!!! jajaja que te has metido con un dulce taladro hasta el centro de mi corazón! Gracias por todo lo que has hecho por mí hasta ahora! Me has hecho súper feliz con la acuarela preciosa que llevo tatuada desde mi cumpleaños en el alma.
GRACIAS A LAS DOS, LAS AMO.
GRACIAS A TODOS POR LEER
PD
La historia de Mythical no tiene nada que ver con esto, digamos que otro mundo paralelo)?
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