4. Secreto 🌚

Muy tarde, bajo las aguas del Lago Verde.

—Mi Señor, he seguido las pistas que encontré pero lamento informarle una vez más que he fallado.

El viejo Rey Ídon se llevó las manos a la cabeza cerrando los ojos.

—¿Qué ocurrió? Dijiste que lo habías encontrado.

—Tiene la marca del ave, pero sus ojos no son como los de la princesa.

—Trae la caracola, llamaremos a Isa.

Raudamente subieron a la superficie, el tritón emitió un sonido suave con aquel instrumento. La reina Isa no tardó en salir del gran lago azul.

—Espero oír buenas noticias Ídon.

—Lastimosamente, no lo es.

Ambos conversaron por algunos minutos, ninguno de aquellos que estuvieron tras la pista de Ki tuvo éxito. No podían creer que se había perdido de esa manera y no querían pensar en que haya perecido fuera de sus aguas. Ahora, él era su salvación.

Ener apareció frente a ellos ya que pudo sentir su presencia a pocos metros, luego de escucharlos, intervino.

—Recuerdo cómo era este lugar hace cientos de años —empezó diciendo—. Estoy muy agradecida con ambos y más con sus antecesores ya que hicieron de este lugar uno totalmente mágico. Mejor ayuda no pude tener. Pero es momento de comenzar otra era. Me han informado las aves que hay otro lago en una isla cercana que necesita de seres como ustedes para que le den vida. Pueden ir allá con toda tranquilidad y dejar aquí a la nueva realeza que estará por venir.

—Ener... cuando nuestros ancestros llegaron aquí estaban en busca de un lugar donde vivir. Nuestra mitad inferior no podía resistir a algunas aguas debido a muchos de sus componentes. Se perdieron varias vidas en el camino —pronunció Ídon, con mucha nostalgia—. Con el tiempo, la mayoría se adaptó a esta agua dulce y así la transformamos, le dimos vida, le dimos amor. Formamos un lugar fantástico, único e inigualable. Nadie tiene dos lagos juntos de diferente color... nadie. Y éste, Ener, es nuestro hogar. No nos lo quites.

Las palabras del rey del lago verde retumbaron el corazón de la guardiana. Cómo no sentirse conmovida con lo que acaba de oír. Aun así, aquello, no la doblegó.

—Ya pasaron dos días de los cinco que te di. He visto algunas veces brillar a Aria en las noches más oscuras. ¿Dónde está el que dices que es como ella? ¿Qué pasó?

Ídon no tenía respuesta ante ello, también se hacia esa pregunta y más. De repente, una confesión inesperada salió de quien menos podían esperarlo.

—Aún recuerdo a Ki. Tan alegre, tan servicial y educado. Nunca me miró a los ojos, siempre que estaba frente a mí agachaba su cabeza mostrando sus respetos —soltó de repente, Isa, La reina del lago azul—. Cuando descubrimos que estaba cortejando a la princesa Aria me sorprendí mucho, nunca pensé que él pusiera sus ojos tan alto. La noche que los separamos, mientras ustedes descendían con ella, llevé a Ki a las orillas de nuestro lago. Ahí, por primera vez, vi sus ojos. Lucían temerosos pero muy brillantes a la vez, súbitamente caí al ver que aquellos marcaban la señal de una nueva era. Uno era azul y el otro verde.

—¡Isa! —exclamó Ídon, con voz enérgica.

—Esa noche me asusté mucho y no estaba preparada para que me desplazaran. En compañía de mi joven guardián lo llevé hasta las colinas y con la ayuda de mi cetro le borré todos sus recuerdos —todos la miraban y escuchaban atónitos—. Le había ordenado a mi guardián que fuera su acompañante más allá de éstas aguas, pero sin darme cuenta, un humano presenció todo lo que hice. Entonces pensé, necesito un guía para ellos en la superficie, de modo que le ordené que se los llevara, no sin antes decirle que cada noventa días los trajera para que tanto mi guardián como Ki puedan sumergirse en sus aguas y así puedan sobrevivir en el exterior. Amenacé al humano de muerte también para que así pudiera regresar.

—Todo este tiempo Isa y tú lo sabías todo... ¡¿Por qué?! —quiso saber, Ídon.

—No sé a quién encontraste, Brais, pero si uno de ellos tiene el ave, estás muy cerca. El único que recuerda todo es el humano. Cada vez que vienen sólo los miro de lejos mientras que dos de mi guardianes lo ayudan, posteriormente borro sus memorias.

Poco a poco la reina comentó todos los detalles para que puedan llegar a ellos con más facilidad.

—Entonces tienen tres días para traerlos frente a mí. No cambiaré de opinión.

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