10. Antes del Alba 🌕
Aria estaba metida en una pequeña cueva debajo de las aguas verdes. Su gran amiga Tara, se acercó y con señas le dijo que su padre la llamaba.
El Rey Ídon no lucía bien, estaba demasiado triste, su hermosa hija debía ser sacrificada. Aria se acercó y lo abrazó fuertemente, sirenas y tritones los miraban.
Sin esperarlo, un sonido fuerte se sintió en sus verdes aguas dulces, alguien había entrado y estaba descendiendo. Muchos se escondieron, sólo los guardianes quedaron a la espera de aquel ser.
Ki, había llegado.
Luchó fuertemente con los tritones que custodiaban la entrada al reino.
Aria estaba asustada pues pensó que habían llegado por ella según el acuerdo mantenido con Ener. Sin embargo, su corazón saltó al reconocer aquel rostro.
Ricky, pensó mientras lo veía.
La Princesa ordenó soltarlo pues lo tenían agarrado de los brazos. Los ojos de él estaban cerrados. Ella nadó a su alrededor; el ave... él tenía el ave.
Aria juntó ambas manos en su pecho y con nervios, se puso frente a él.
Los abrió. Él abrió los ojos: uno azul y uno verde.
Lo abrazó.
La abrazó.
El día por fin, llegó.
La felicidad invadió a todos, los futuros príncipes se habían reunido.
Ki creyó encontrar las cosas en otra situación, pensó que la estarían preparando para su sacrificio, pero no. Brais había engañado a los chicos cuando les dijo que debían ir al día siguiente. La verdad es que ese era el último día para ellos en encontrarlo. De no haber llegado, la hubieran sacrificado al día siguiente de ese.
La hora transcurrió y ambos se presentaron formalmente a la reina Isa del lago azul quien mostró sus respetos a los futuros reyes.
Ahora era seguro, nadie les quitaría su hogar.
Ener también estaba contenta con la llegada de Ki. Los ojos de ambos eran de una belleza natural increíble. Les regaló en señal de aceptación, una gargantilla con una gema muy hermosa que mezclaba los colores azul y verde.
Les pidió subir con ella a la cima más alta de las praderas que ahí existían.
—Ya no es necesario que lleven un humano a sus aguas. Sus huesos, ya no son necesarios para los dioses. Ellos solo piden que sigan dando magia a este lugar —indicó Ener.
Se alegraron de saberlo, las cosas serían diferentes en adelante.
La hora había llegado.
En el horizonte, se podía divisar el primer rayo del Sol que salía para darles su bendición. Las aguas de sus lagos estaban más vivas que nunca, sus manos entrelazadas marcaban el inicio de algo nuevo para ellos.
Así, bajaron a sus aguas para gozar de ella.
El deseo de todos se había cumplido, en especial el de ellos.
Ahora estarían juntos por siempre, ellos ya se habían convertido en Príncipes, antes del alba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top