Capítulo 20
- Estate quieta- Exige Lucy mientras acomoda el cabello de la chica.i
- No puedo, los nervios me matan- Se miró en el espejo. Hoy después de mucho tiempo había permitido que la maquillaran, después de todo quería verse perfecta.
Celeste entró en la habitación con algo en sus manos. Una tela blanca colgaba de sus brazos. Sonrió al ver a su mejor amiga tan hermosa. Debido a la petición de los novios ella era la encargada de todo, debía dirigir todo el día.
- Hasta que al fin llegas- La pelirroja se alejó de la castaña- Calmala- Apuntó a la chica.
- Nadie puede- Río por lo bajo Celeste para dejar el vestido sobre la cama -Jaqueline, estas lista para terminar la aventura?
-Este no es el fin -La mencionada se puso en pie con una sonrisa -Recién estamos comenzando.
-Pues hagamos que tu belleza resalte hoy, mostremosle a Meliodas que eres mejor que esa diosa inútil -Dice orgullosa con aires de superioridad.
-Te lo tomas muy en cerio -Camino hasta la cama, puso sus dedos sobre la cedosa tela para sonreí.
-La odio.
Los sirvientes corrían de lado a lado, la hora se acercaba, todo debía estar perfecto, a petición de Meliodas este día sólo podía haber felicidad. Serían coronados los Reyes tras la boda, era un día memorable.
-Majestad -Edward tocó a Meliodas del hombro, el demonio caminaba de lado a lado en su habitación -Si traje.
Gracias a dios el viejo había aparecido, era increíble como estaba nervioso. Sudaba tanto que hasta asco le daba.
-Gracias -Lo tomó para llevar un mano a su frente y masajear el lugar -¿Crees que ella estará felíz?
-Créame señor -Hablaba el antiguo rey -La mirada en Jaqueline cambio totalmente a cuando se vieron por primera vez.
Lo había calmado un poco. Tal y como había pedido la castaña Meliodas se apareció en Stigma, en la sede principal y solicitó ver a la Deidad Suprema. Ahí le aseguro que se casaría con Jaqueline pero que no quería ver ahí a ninguno de los miembros de Stigma, a no ser que fueran invitados. La diosa se iba a oponer pero el amenazó con matarlos a todos.
-Ella no es la única que cambio sus sentimientos -Confiesa para ir a tomar un baño.
El reloj marco la hora punta. Todos se encontraban en sus posiciones. En el jardín de lirios se encontraban todos los invitados. Tan sólo se encontraban presente Lucy, Celeste, Gloxinia, su hermana y Drole, quien debido a su tamaño debía mantenerse en la distancia. La familia de Jaqueline había sido invitada, sin embargo habían decidido no venir a la ceremonia, cosa que en el fondo dolió.
Frente a la fuente estaba Edward, portando un traje bastante elegante. Al frente de él, Meliodas se movía incomodo en el lugar, incapaz de mantenerse quieto.
De pronto algo llama la atención de todos.
Jaqueline, caminaba con una sonrisa a través de los lirios para llegar al lugar. Portaba un vestido blanco bastante simple, estrecho en la cintura y ancho hacia abajo, no tenía mangas, en su lugar había una tela con encaje transparente que tapaba el escote y se terminaba en el cuello. Su cabello se encontraba sueltos, sin embargo algunos mechones fueron hondulados. Llevaba un velo que salía de una pequeña hebilla con forma de tres diamantes que fue colocada en el centro de su cabeza. El vestido tenía una doble capa de encaje hacía abajo.
Meliodas quedó embobado al mirarla, sonreía como tonto, rasco su nuca nervioso al ver que se acercaba y extendió su mano para que ella la tomara.
Se miraron mutuamente unos segundos, como si los demás no existieran. Aún mantenían sus manos juntas y no la soltarían hasta el final.
Edward comenzó a hablar, lo típico. Como si fuera todo un cura. La paz y el viento arrupo el lugar, estaban en mitad de una guerra, pero todo se sintió tan mágico. Las palabras que salían de la boca del viejo, la miradas de los novios, las sonrisas fugaces que solían darse al tener oportunidad.
Todo era perfecto.........O eso parecían.
-Señorita -Susurra un guardia a las espaldas de Celeste -Tenemos un problema.
Había pedido discreción, solicitó a todos que si surgía algún inconveniente fueran directamente hacia ella, ese no era el día para molestar a Meliodas o Jaqueline.
-¿Que pasa?.
Al acercarse a la escena Celeste sólo pudo divisar Elizabeth en la entrada del castillo, la diosa luchaba desesperadamente contra dos guardias que la mantenían a raya con sus lanzas.
-Por favor dejadme entrar - Suplico al borde de las lágrimas, si, lleraría otra vez.
La de cabellos rosados camino con osadía hasta ponerse detrás de los guardias, con una señal de cabeza les ordenó retirarse. Ahora debían hacer lo que ella dijera, pues los mismos príncipes habían ordenado que se cumpliran todas sus órdenes.
-Muchas gracias señorita -Habló la albina para abrazarla, pero Celeste no correspondió -¿Me podría indicar donde se llevará a cabo la boda real?.
-¿Con que objetivo? -Alza una ceja, ella ya sabía sus intenciones.
-Debo detenerla -Suspiró para mostrar una sonrisa y limpiar sus lágrimas.
-Lo lamento pero en tal caso no -Ahora quien sonreía era Celeste, debía ponerla en su lugar.
-¿Pero que? -Pestañea un par de veces -Esta usted delante de la hija de la Deidad Suprema por favor obedezca mis órdenes.
-En este castillo sólo mandan Meliodas y Jaqueline, aquí no eres nadie.
-¿Quién eres? -Negó rápidamente con la cabeza -Eso no importa ahora, se que debes estar confundida, pero verás, Meliodas me ama a mí, el solo se casa con ella por un deber.
-He sido informada de la situación de Meliodas al venir a trabajar aquí, además tengo que decir que estas errada en algo, Meliodas ama con todo su corazón a la princesa _________.
-Eso me dijo, pero me niego a creerlo -La tomo de los hombros -Por favor señorita ayúdame. Estoy enamorada de él, lo necesito. No quiero que se entregue a otra, se que soy egoísta pero........ -Elizabeth no pudo terminar de hablar.
En el lugar resono el sonido de un golpe. La albina se encontraba con el cuello girado y la marca de una mano en su cachete. Sus ojos se abrieron de par en par y aún no daba crédito a la situación.
-Abre los ojos y deja de ser así -Soltó sin más Celeste rompiendo aquel silencio que se prolongaba -Te vas a quedar sola como sigas siendo tan estúpida.
-No eres nadie para tratarme así, te estaba contando mi situación. ¿Por qué te vas del lado de alguien sin sabe la historia? -Grito molesta con su mano sobre el lugar del impacto, sinceramente le había dolido.
-Conozco la historia mejor que nadie. Conozco cada fracaso, cada conversación, cada tristeza, cada alegría que formó esa pareja. La que no sabe la historia eres tú -La tomó del brazo bruscamente para hacerla caminar a su lado.
Elizabeth casi que corría detrás de aquella humana vivaz, que había sido capaz de golpearla e incluso alsarle la voz. Unos minutos fueron suficientes para que ambas estuvieran escondidas detrás de las columnas que daban al jardín.
-Miralos -Apuntó a la joven pareja -Miralos y dime si puedes decir que están siento obligados.
Elizabeth obedeció, miró impresionada aquella hermosa escena. Rodeados de lirios los amantes sostenían sus manos, se miraban, como si fueran el más grande tesoro del universo, nos sonreían y sus ojos tenían un brillo especial, ese que sólo encontráis en alguien que ama desesperadamente a otra persona.
Verlos así, la hizo comprender que Meliodas la había olvidado, que ya no era nadie en su vida, pero aún así......
-Debo detenerlo - Susurro para intentar caminar aunque algo la detuvo.
Zeldris había tomado el hombro de la diosa, miraba furioso aquella mujer que tenía la actitud de una niña.
-Aceptalo como la diosa que eres, retirate como toda una mujer, o serás humillada nuevamente -Miro a la de cabellos rosados que lo observaba con curiosidad.
-El hermano de Meliodas -Susurró Elizabeth.
-Zeldris -Completo Celeste.
-Vete de aquí Elizabeth -Solicitó.
La mirada determinada en los ojos de aquel demonio la hizo retroceder. Miro una vez más a su amado Meliodas, que se encontraba besando a Jaqueline. Agachó su mirada y comenzó a correr en dirección contraria, alejándose de ambos.
El castaño posó su vista en _________ y sonrió, se le veía felíz. Se alegraba de que alguien pudiera darle eso que el nunca pudo, al menos se había llevado una lección: No volver a dudar cuando se enamora o podría perderla.
Entonces recordó algo y miró a la chica que aún se encontraba a sus espaldas. Ella se sonrojo al sentir esa intensa mirada y apartó la vista. Zeldris sonrió por el gesto tan tierno de su parte.
Tal ves podría comenzar algo nuevo........
Meliodas y Jaqueline se encontraron tras las puertas del castillo. Se miraron unos segundos y luego tomaron sus manos para asentir con la cabeza.
Los guardias abrieron los grandes protones permitiendo la entrada de las personas del pueblo al lugar.
-Sean bienvenidos todos -Habló Meliodas -Habla vuestro actual rey, y como tal tengo algo que decretar.
-Las puertas del castillo estarán abiertas para ustedes siempre que lo necesiten- La multitud comenzó a revólveres en su lugar -Han sido invitados a nuestra ceremonia de coronación y espero que los vínculos entre nuestro pueblo y nosotros puedan crecer.
-Sin más preámbulos..... -Los sirvientes comenzaron a dirigir la multitud hacia el interior del castillo -Pasen una bonita noche.
Y a su fue como el banquete y la gran sala de baile que había sido decorada para Stigma estaba siendo utilizaba por los aldeanos que habían residido una invitación temprano en la mañana.
Los dulces y aperitivos podían cogerse sin temor ninguno. La música en la pista era para todos por igual. Y el rey la reina bailaban donde mismo lo hacían los pobres.
-Meliodas - Llama la chica al verlo mirando las estrellas. Ya no llevaba su velo, en su lugar portaba una corona.
Se había ido unos momentos de la celebración, sin decir nada a nadie había salido al exterior.
El sólo sonrió e hizo un gesto con su mano, Jaqueline se posicionó a su lado para observar el cielo.
-Es muy hermoso -Comentó al ver las infinitas estrellas adornando aquel manto oscuro.
-Así es -Apartó su vista para ponerla sobre ella -Trajo muchos problemas llegar hasta aquí, pero es lo que hizo nuestro lazo, lo que nos une.
-Así es -La chica lo abrazó de la espalda soprendiendolo -No hay noche que sea eterna, y al final siempre brilla una luz.
-Eres mi luz -Se giro para tomarla de la cintura.
-Tu eres mi milagro.
-Mi ego va a crecer por tu culpa -Susurro en su oído seductoramente -Deja de mimarme así o atente a las consecuencias.
- Eres un pervertido -Exclamó divertida para llevar ambas manos a su cuello. Se pegó más a él y sonrió cerca de su boca -Supongo que eres mi pervertido.
-Y tú rey -Completa loco por besarla.
-Ya se te subieron los humos.
Jaqueline beso a Meliodas, la fuerte brisa los despeino a ambos e hizo que el vestido de la chica volara en el aire, se abrazaron fuertemente mientras mantenían aquel beso lleno de pasión.
Este recién era el comienzo.........
Palabras del autor:
He aquí el capítulo final, antes de que me maten, todavía queda el epílogo.
¿Qué les pareció?
Mi amada Celeste abofeteando a Elizabeth (cofcoflaratacofcof)
Creo que ya casi es el adiós.
Espero que sigan apoyandome
Lean comiendo palomitas.
Nos vemos
~Sora~
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