Capítulo 18

Zeldris mantenía su vista fija sobre la castaña, de pronto sus manos comenzaron temblar y retrocedió dos pasos.

- Jaqueline- Se levantó para ir donde ella.

- ¿Cuánto llevas ahí?- Cuestionó con los ojos abiertos de par en par.

- Lo suficiente- Suelta sin más para ponerse frente a ella.

- Lo siento- La chica apartó su mirada triste, tenerlo tan cerca de ella la hacia revivir aquellos momentos que pasaron juntos.

- No te disculpes- Le extendió la mano- He venido a salvarte.

- ¿Qué?- Alza una ceja curiosa.

- Lo que oyes, no puedo permitir que sigas aquí encerrada con mi hermano, que es un monstruo, te ha lavado el cerebro.

La castaña procesa las palabras de su ex amante. La forma en la que habla de su hermano, el dilema familiar que tenían, Meliodas no era ni menos un monstruo, era más bien un misterio, difícil de resolver, pero al final valía la pena, que alguien al que ella apreciaba de esa forma fuera llamado así la lleno de un sentimiento agotador y doloroso, no por el hecho de que lo hayan insultado, más bien porque venía de alguien a quien Meliodas consideraba su familia.

- Él no es así- Habló con seguridad- Y no sé que dices que me hizo.

- Ja- Atina con diversión- No puedo creer que seas tan tonta. Jaqueline Meliodas traicionó a su familia, a su padre, a su clan, el traicionó a los suyos, todo por una diosa de la cual también se separó, siempre es él el que se queda solo, ¿No será por algo?

Ella sólo guardó silencio, sin dar credibilidad a tales palabras, su vista se nubló y quería desaparecer, comprendía perfectamente lo que él le estaba tratando de decir con palabras bonitas.

«¿Qué te hace diferente?»

A eso se refería el castaño. Si era un traidor como todos afirmaban, ¿Qué la hacía pensar que no la traicionaría a ella? El mundo estaba en contra del rubio, se supone que tenga razón, pero aún así, había pago en su interior que le impedía creerlo. Había algo que le decía que era distinto, que no es lo que todos piensan.

- Perdón por haberte dejado ese día, me equivoqué, lo siento tanto- La abrazó, ella se mantenía en chock, sin poder moverse, ni siquiera fue capaz de corresponder- Estuviste viviendo un infierno por mi culpa, llegué, puse tu mundo de cabeza y luego me fuí, como todo un cobarde. Debí quedarme junto a ti.

Se produce otro silencio de varios minutos en los cuales Zeldris solo la abraza, mientras ella piensa y piensa al respecto. Su cabeza está dando vueltas en círculos.

- He venido a enmendar mi error, quiero hacer las cosas bien. No quiero que seas prisionera de un castillo, ni que tengas que entregarte a alguien que no amas, quiero que seas feliz a mi lado- Se separó levemente para observarla, aquella chica que lo traía loco.

- Zeldris yo....- Trato de formular pero fue detenida por un beso.

El castaño se encontraba robando sus labios, pero aún así, en su estómago no aparecieron las mariposas acostumbradas, sus pies no temblaban y sobre todo, no podía dejar de pensar en Meliodas.

- Vámonos de aquí, te llevaré a un lugar mejor. No me importa ir en contra del clan de los demonios, no me importa tener que pelear contra Stigma, quiero recuperarte.

En es momento una luz llegó a la cabeza de Jaqueline, que sonrió con sinceridad, al fin sabía que decir.

- ¿Y eso en que te hace distinto de Meliodas?- Cuestionó haciendo que el castaño arqueara una ceja con duda- Dime Zeldris, estas dispuesto a traicionar a tu clan, a pelear con todos, a ser un fugitivo sólo por amor- Dobló levemente su rostro, aún se mantenía sonriendo- ¿Qué es lo distinto? Te lo digo yo, que Meliodas no lo dudó ni un segundo, tu tuviste que perderme para entender: Que por amor se hacen locuras.

- ¿Perderte?- Puja una sonrisa- ¿De que hablas?- La tomó de la mano para jalarla- Vámonos de aquí.

Pero algo lo detiene, no podía moverla, se giró impresionado para encontrar a su tan aclamado hermano. Lo miraba serio, el rubio había puesto un brazo al rededor del cuello de la chica y el otro lo pasaba por su cintura. Sus ojos verdes estaban brillantes, como dos esmeraldas.

- Hermano- Comenta para soltar a Jaqueline.

Si las miradas mataran Zeldris estuviera bajo tierra. Nadie se digna a a decir nada. Jaqueline sólo miraba curiosa al rubio, él por su parte la apretaba, incapaz de poder dejarla ir.

- Sabía que había sentido tu presencia- Las primeras palabras son dichas por Meliodas, que aún se mantenía en la misma posición.

- ¿Estabas esperando entrar en el momento oportuno?- Se conocían, al fin y al cabo eran familia- ¿Querías ver que escogía ella?.

- Pues sí- Sonríe de par en par el rubio- Tienes razón.

- Mala suerte por que ella me escogerá a mi- Dice con orgullo el menor.

- Si escucharas lo que dice, si entendieran sus palabras podrías saber la verdad- Responde su hermano sin inmutarse, solo abraza más a la castaña.

Esto sólo provoca un gesto serio por parte de Zeldris, él se acerca a paso lento, aumentando la tensión que había dentro de la habitación.

- ¿Jaqueline quieres irte conmigo?- Consciente de Meliodas tenía razón cuestiona esperando una respuesta positiva, pero la chica sólo aparta la vista por segunda vez- ¿Lo escoges a él?

- No se trata de escoger Zeldris- Puso una mano sobre el brazo protector de su prometido, él entendió y la liberó- Te quiero, fuiste mi primer amor, me enseñaste tantas cosas, pude conocer este sentimiento gracias a ti.

- ¿Eso que significa?- Cuestiona confundido.

- Qué siempre estarás en mi corazón, pero no puedo irme contigo- Las lágrimas bañan las mejillas de la castaña- He encontrado una familia aquí, un hogar, personas que me aprecian. Creeme si yo pudiera escoger me iría contigo, pero no puedo, porque ahora mismo mis pies no se quieren mover, mis manos desean estar a su lado, mi corazón le pertenece y no puedo hacer nada. Se que entre los hermanos la mejor elección eres tú, pero ahora mismo no soy dueña de mis acciones, y si me voy contigo sólo sería infeliz.

- Es Meliodas- Sus ojos se cierran lentamente asimilando sus palabras.

- El me enseñó un lado salvaje de mi misma que desconocía, convirtió mi descolorido mundo en una arcoiris, me salvó de mi propia debilidad, aún si es un Príncipe Rojo, es mi Príncipe Rojo, yo asumiré su pecado.

El menor de los demonios puso una sonrisa y sin decir nada alzó sus alas para desaparecer por el balcón. Incapaz de poder contestarle a su amada, incapaz de poder negarlo.

Jaqueline corrió en esa dirección, y lo vio perderse en el cielo nocturno.

El rubio se mantenía en su lugar, hasta ya decidió ir a su lado, la abrazó sin previo aviso. Quería darle consuelo pero no sabía cómo. Quería borrar las sonrísa que tenía en su rostro tras escuchar todo lo que ella había dicho, pero tampoco sabía cómo disimular su felicidad. Definitivamente Jaqueline era la mejor.

Se abrazaron fuerte, el pasado había venido como un látigo a ponerles otra prueba, como si no fuera bastante ya, aún así, ella fue capaz de superarla.

- Meliodas no te vayas- Susurra desde su hombro, tomó fuertemente la camisa del demonio y el lo hizo con su cabeza.

- Tranquila, nunca me iré- Separó sus cuerpos y unió sus frentes para luego besarla.


Un día como otro cualquiera, la guerra cada día se acercaba más el momento del clímax, el fin, el momento más esperado por todos. Aún así, nada quitaba que se perdieran miles de vidas en cada batalla.

- Menuda sonrisa la que llevas- Comenta Gloxinia al ver a Meliodas guardar su gran espada.

- Cosas que pasan- Responde el rubio comenzando a caminar.

- Cuéntanos, no seas malo- El rey hada vuela en su dirección- ¿Qué te trae tan risueño?

El demonio se gira para contestarle pero cuando fue a hacerlo observó que los ojos del pelirrojo sólo estaban hacia al frente, miraba anonadado.

Aún confuso puso su vista en donde estaba la de su amigo y la vió. Portaba su ropa habitual y traía una sonrisa.

- Elizabeth- Soltó sin sentimiento- ¿Que haces aquí? Debes estar lejos de mí, tu madre lo prohibió.

- Ya no me importa lo que diga mi madre. He venido a acabar con esta farsa. Amos hemos sufrido mucho por vernos lejos.

- Yo casi mejor que me voy- Comentó Gloxinia para sentarse sobre el hombro de Drole, el gigante captó el mensaje y haciendo que la tierra temblaba se alejó con pasó lento.

- ¿Pero que tonterías estas diciendo?- Pregunta Meliodas.

- No son tonterías es la verdad- Replica.

- Pero si estás comprometida con Mael- Trata de alejarse pero ella toma su mano.

- ¿Eso te dijo?- El rostro del chico manifiesta sorpresa- Es mentira, en y yo no somos nada!!!!

Jaqueline había superado su pasado, había pasado su prueba, era el turno de Meliodas.........¿Lo logrará?





Palabras del.autor:

Yo dejó esto y me voy corriendo

¿Hola como están? XD

Todo bien, todo correcto, y yo que me alegro.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Lean comiendo palomita.

Dos capítulo para el final.

Nos vemos:

~Sora~

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