Capítulo 17


Los tres se encontraban frente a aquella hermosa mujer. La chica era rubia, de unos ojos azules, parecía joven y tenía una mirada llena de dulzura.

- Sean bienvenidos- Hizo una reverencia- Mi nombre es Eli.

- Nos dijo su hija que sentía la necesidad de conocernos- Habló Edward.

En esos momentos se encontraban en el interior de una casa, bastante parecida a la antigua de Jaqueline, pequeña pero acogedora, aunque ahí ciertamente se sentía el calor familiar.

- Así es, es que yo quería disculparme con ustedes- Abrazó a su pequeña niña.

- ¿Disculparse?- Cuestiona la castaña sorprendida.

- Es que verán, hace 20 años el pueblo planeó un ataque al castillo- Miro a el mayor- Mi padre los guió a la victoria. Ellos aseguraban que esa familia estaba maldita. Creían que no merecían vivir solo por adorar a los demonios.

- Ya sabemos esa historia- Comenta Meliodas.

- Pero es que mi padre y su gente Estaba equivocado, los que cometimos el error fuimos nosotros, asesinar sea la razón por la que sea está mal.

- No tienes por qué disculparte con nosotros, no fue ti culpa- Jaqueline trataba de mostrar que todo estaba bien.

- Debo hacerlo, ha quedado sobre la cabeza de esta familia aquel crimen, y no quiero vivir con ese dolor durante más tiempo- Edward se dispuso a irse, camino sin decir nada hasta la puerta.

- ¿Pero por que se va?- Cuestiona Meliodas- No hay quien le entienda.

-  Perdonen si los he incomodado pero es que yo he reconocido a vuestro sirviente- Dice Eli- Es el antiguo rey del castillo.

El silencio es acompañado por los rostros de sorpresa de los comprometidos. Sus ojos se abren de par en par y de repente todo cobro sentido, aquella tristeza que lo arrupaba cada vez que observaba un recuadro en los pasillos, la nostalgia con la que contó la historia. ¿Cuán cruel podía ser Stigma al poner a trabajar a ese pobre hombre en el lugar en que vio morir a su familia? Aquel pensamiento había llegado como una imagen a la cabeza de Jaqueline.

Se encontraba furiosa y triste, cada día ponía más en duda que la unión de razas fuera la buena de la historia. Cerró sus manos en un puño y Meliodas lo notó.

- ¿Estas segura?- Pregunto el rubio, necesitaba cerciorarse.

- Si, yo era una niña, pero jamás me equivocaría- Dijo segura- Solía venir de vez en cuando al pueblo, le encantaba mantener los vínculos con las personas. Una vez me regaló una bolsa de monedas, pero como era una niña pensé en ocultarla y gastarmelas en chucherías, tal vez si le hubiera contado a mis padres sobre la amabilidad de ese señor, hoy pudiera estar con sus seres queridos.

Jaqueline abandonó el lugar al igual que Edward, pero esta vez en un movimiento rápido. De repente se estaba ahogando, tenía un pequeño picor en garganta, era inexplicable.


Al fin la había encontrado, ella no se lo había puesto fácil. Se encontraba recostada a la carrosa, pensativa. Sus ojos estaban abiertos pero no parecía aqu mirara nada. Había soltado su cabello y su vestido se encontraba ligeramente empujado había adelante.

- ¿Qué está pasando por esa cabeza en estos momentos?- Meliodas se puso a su lado sin mirarla, ella negó levemente con la cabeza para sonreír.

- ¿De qué hablas?- Trato de fingir incomprensión.

- Nos conocemos hace poco pero puedo decir sin problema ninguno que a mi no me engañas- Le dio un un pequeño golpe en la frente, ella llevó una mano al lugar del impacto.

- No se que decirle- Soltó sin más- Siempre tengo palabras para todo, pero ahora, que quiero transmitirle tantos sentimiento, no se cómo hacerlo.

Tenía ganas de llorar. Edward era parte de la familia que había forjado, lo consideraba como un padre, era tan atento.

Meliodas la vio tan frustrada, dolida. Sólo chasqueo los dientes para tomar su brazo y atraer la hacia él. Sus brazos rodearon la cintura de la chica y apoyo su cabeza sobre la de esta.

- Se que encontrarás las palabras, siempre lo haces- Sonrió de medio lado y ella también lo hizo, de repente el pecho de aquel demonio lleno de ira, era un lugar lleno de paz, una que la envolvió- Es tu poder.

- ¿Mi poder?- Pregunta.

- Así es, tienes un extraño poder que ni yo como demonio, ni Elizabeth como diosa, no Gloxinia como hada, ni siquiera Drole como gigante tiene.

- ¿Cuál?- Se separa un poco sólo para ver la hermosa y sincera sonrisa que Meliodas porta, recordó cada palabra y sentimiento que aquella chica le había dedicado, como si una serie de Flashback pasaran ante sus ojos.

- El de un corazón oscuro poder siempre iluminar, puedes curar la tristeza, aplacar las lágrimas, incluso calmar el dolor.

- No puedo hacer tales cosas Meliodas.

- Pues es lo que me has hecho sentir todo este tiempo- Hizo una pausa para posicionar un mechón de cabello de la chica detrás de su oreja- Puede que no puedas borrar su dolor, pero solo tu eres capaz de cargar con la tristeza de los demás como si fuera tuya, y eso, de cierta forma, le quita peso.

Jaqueline lo mira impresionada durante unos segundos para sonreír. ¿Quién pensaría que hasta unos meses aquel chico la trataba con indecencia? Ahora se podría decir que era algo similar a su fuerza.

- Gracias Meliodas- Depositó un rápido beso en su mejilla para correr.


- Hola- Dijo tímida al verlo sentado en una escalera, Edward observaba la calle que se extendía ante él- Puedo sentarme?

- Claro majestadad- Contestó sin tan siquiera mirarla.

La castaña se acomodó a su lado y posó su vista en la misma dirección que él. Las personas seguían con su vida normal. Interactuaban y conversaba con normalidad.

- Lamento lo de tu familia- Soltó sin más, el solo puso una sonrisa de medio lado.

- Fue hace 20 años y aún así me duele el pecho como el primer día.

- Es normal, una cosa así no se puede olvidar- La devastaba sentir esa tristeza.

- Lo sé- Solo unas palabras y el silencio volvió a hacerse pasó entre ellos. El ambiente estaba incómodo.

Ella pensó en las palabras de Meliodas. ¿Qué podría decirle? Había ido hasta ahí por un impulso y ahora que estaba junto a él solo quería abrazarlo.

Miro a lo mejor y observó al rubio caminaba en su dirección. Las chicas se le quedaban mirando como bobas y la actividad se detuvo. Entonces como su se tratara de magia, tenía el valor para hablar.

- Edward se que no nos comparamos- Puso una mano sobre su hombro y sonrió en aprobación- Pero ahora todos en el castillo somos tu nueva familia- Jaqueline se puso en pie y le extendió una mano- Estamos aquí para ti, cuando necesites llorar puedes apoyarte en nuestro hombro. No tenemos vínculos de sangre, pero los amigos son la familia que uno elige, y yo te elegí a ti, también estoy segura de que Lucy lo hizo, y Meliodas bajo su facha de hombre rudo.

- Gracias Jaqueline- Tomo su mano para levantarse.

- De poco a poco trataremos de llenar el vacío en tu corazón, y aunque hoy sea una herida demasiado profunda, ya no estás sólo.

El viejo solo asintió para caminar, paso por el lado de Meliodas y siguió todo recto hasta ponerse en el medio de la calle.

- Aldeanos, para mi es un honor presentarles....- Comenzó a hablar en voz alta ganándose la atención de todos.

El demonio solo se posicionó al lado de Jaqueline para sonreír.

- Te dije que lo conseguirías.

- Tu siempre ves cosas en mi que yo no puedo- Le responde con otra sonrisa sincera.

Los siete corazones de Meliodas se ponen a moverse juntos a una velocidad inimaginable. La castaña lo tomo de los brazos para jalarlo hacia donde estaba el mayor.

- La fiesta comienza ahora.

La tarde paso ente risas y bailes. Al presentar a los futuros Reyes los aldeanos habían aceptado de mi y buena forma. Planearon una fiesta. La princesa bailó con casi todos los chicos, cosa que no le gustó mucho a Meliodas, el tenía celos incluso de los viejitos y niños pequeños que bailaban con ella.


- Menudo día- Comentó al ver la puerta de su habitación, su cara se puso roja y miró a su acompañante- ¿Quieres pasar?

- Esta vez haré las cosas bien y esperaré a que estés lista- Paso una mano a lo largo de su rostro.

- Para mi no es problema- Volvió a comentar con timidez.

- Tendremos mucho tiempo para eso, estaremos siempre juntos- Tomó su mano y las unió frente a su rostro- No insistas más que no pienso volver a negarme.

- Vale- Ríe divertida para separarse- Hasta mañana Meliodas.

Se despiden de una forma un tanto cariñosa. Jaqueline entra con una sonrisa tonta en su rostro, solo para observar como aquel castaño está sentado sobre su cama.

- Zeldris- Susurra, después de todo, no quiere que Meliodas la escuche.





Palabras del autor:

Por favor les ruego que perdonen cualquier error, he tenido que hacer este capítulo corriendo. Estoy anclada a la Internet de mi hermano y no tenía mucho tiempo.

Espero perdón mi falta de consideración por dejarlas así

Ya entramos en la ronda final.

Tres capítulos para el final.

Lean comiendo palomitas.

Nos vemos

~Sora~

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