Capítulo 16
Jaqueline comienza a abrir sus ojos. El tono de una melodía suave hace que se ponga en pie. Traía puesto uno de sus vestido para dormir, blanco que le llegaba hasta la cintura, con un chaleco transparente blanco que tocaba el suelo.
Se estiró un poco para poner sus pies descalzos en el piso, increíblemente no estaba frío.
Abrió la puerta de su habitación y caminó por los pasillos del castillo, de pronto se sentía como un hogar. Ya no lo encontraba repugnante, le parecía acogedor.
Justo cuando dobló una esquina lo encontró. Meliodas estaba sentado junto a un piano, tocando una melodía. Esto sorprendió bastante a la chica, que sólo camino en silencio hasta ponerse a su lado, el rubio se dio cuenta de su presencia pero tampoco dijo nada, dejó que la castaña tomará asiento a su lado.
- ¿No te fuiste hoy?- Cuestiona refiriéndose a la guerra y Stigma.
- No, me he tomado el día libre- Siguió tocando, no era un gran maestro pero no se le daba mal.
Jaqueline sólo sonrió para mirar como sus dedos viajaban a lo largo de las teclas, creando aquel sonido que la abrazaba. Ella sin poder controlarlo llevo una mano al piano. Tocó una tecla con su dedo príncipe. Meliodas sonrió en aprobación y continuó explorando aquel mar de melodías. Cada nuevo toque era como un sonido diferente.
- Te van a regañar por tomarte tantos días libres- Ríe divertida al ver que él se había detenido, dejándola sola con el piano.
- No me importa- Se miran unos momentos, sus ojos chocan, sus miradas se encuentran.
Meliodas vuelve a poner su mano sobre el piano, pero esta vez una sola, mientras Jaqueline explorará el lado derecho, el lo hacía con el izquierdo.
- No sabía que podías tocar el piano- Dice después de unos minutos- Me ha sorprendido.
- No soy un experto- Se detuvo provocando un ruido feo- Pero hay muchas cosas con las que puedo sorprenderte.
Meliodas llevo una mano a la frente de la chica, tomó los mechones que habían sobre ella y los empujó hacia arriba para poder besar el lugar.
Ella se sorprendió bastante, no estaba besando su boca, besaba su frente, como un acto de ternura y cariño. Sonrió al sentir un hormigueo en su estómago, ¿Estaba tratando de ser dulce?
Otra vez se observan fijamente, como si no hubiera nada al rededor. Sus rostros se acercan y sus bocas rozan, ambos cierran sus ojos.
- Jaqueline- Pero Edward entra sin más interrumpiendo- Meliodas también estas aquí, es una buena noticia.
Jaqueline corre su mirada decepcionada y Meliodas sólo cierra sus ojos pujando una sonrisa. Ambos se ponen en pie y van hacia el anciano que los mira curiosos.
- ¿Qué pasa Edward?- Pregunta al fin la chica.
- Necesito que os prepareís, daremos un pequeño viaje.
- ¿Un viaje?- Esta vez habla en demonio.
- Así es, ahora que están comprometidos es momento que el pueblo vea a sus futuros reyes- Los dos jóvenes se observan.
- Recuérdame una ves mas por que hacemos esto- Jaqueline alza su ceja al ver el majestuoso carruaje.
- Es simple Alteza- Edward se pone a su lado- Deben presentarse formalmente ante los aldeanos.
- Ósea que nos montamos esto.....- Se dio media vuelta- Solo para conocerlos. ¿No es mejor mostrarme tal cual?
La castaña se encontraba portando un gran vestido azul claro, anchísimo, su cabello se encontraba recogido en una cebolla y traía una tiara.
- No, a ellos hay que darles buena impresión- La empujó levemente hacia en interior del carruaje- Y ponga una sonria....No es como si tuviera nada que hacer.
Cerró la puerta de golpe y ella dio un briniquito en el lugar. El carruaje era gigantesco y super cómodo.
- Si el supiera- La voz de Meliodas la saca de su pensamiento. El rubio se encontraba con su cabeza recostada a su mano, que a su vez estaba sobre la ventanilla, el miraba el cielo.
Ella encontraba totalmente ridículo todo aquello, el pueblo estaba a unos pocos kilómetros, podrían ir fácil en caballo, no había necesidad de tal ostentocidad, pero Edward siempre parecía precavido con todo.
Fueron unos minutos a caballo suficientes para detenerse, ella sabía que sólo tardarían poco.
Meliodas fue el primero en bajar, cuando estaba sobre el suelo le extendió su mano, ella lo miro y luego la tomó.
- Bienvenidos- Soltó Edward y ambos observaron lo concurrido que estaba el lugar.
Era un pueblo ciertamente hermoso, las personas daban vueltas de aquí a allá. Habían puestos de comida y lencería. Las damiselas caminaban de la mano con sus chicos, los niños corrían felices de un lado a otro.
- ¿Por qué no nos habías traído antes?- Cuestiona la chica.
- Porque debía esperar el momento adecuado.
Meliodas y Jaqueline aún tenían sus manos tomadas a pesar de que miraban distintos lugares.
- Mira Vale!- Exclamó una niña mientras empujaba a otra- Es una princesa, una de verdad.
La niña parecía super emocionada, corrió hacia ella, debía tener aproximadamente 10 años. La miraba con los ojos llenos de brillo.
La chica se agachó para estar a la altura de la niña, quien sólo la miraba como si fuera un tesoro recién descubierto.
- Hola pequeña- Despeinó sus cabellos con un tierno movimiento- ¿Cómo te llamas?
- Soy Sofía princesa- La niña hizo una reverencia.
- Pero no te incluyes- Dijo divertida.
- Es que eres una princesa!- Sonaba tan emocionada- Y en sima una muy linda.
- Todas las niñas son princesas- Se quitó su corona y la puso sobre la cabeza de Sofía- Todos los corazones son joyas en bruto.
- ¿De verdad?- Aunque le quedaba un poco grande ella tocó emocionada el regalo de Jaqueline.
Ella asintió con una sonrisa, Meliodas sólo miraba enternesido aquella escena, nunca pensó que unos humanos pudieran parecerle buenos. Pero ver a Jaqueline con esa niño lo hizo pensar, que tan vez el quería verla así de radiante con su propio hijo. El nunca recibió el amor de un padre, siempre lo trato con indiferencia a pesar de ser su hijo más poderoso, por eso cuando Elizabeth le dio una pizca de cariño vio el cielo. Sin embargo, ahí estaba Jaqueline, dándole amor a una humana que conocía desde hace dos segundos, superando sus expectativas nuevamente.
- No es justo Sofía, yo también quiero ser princesa- Interviene su amiga.
- No te preocupes, ella me dijo que todas las niñas somos princesas- Señaló feliz a la castaña mayor.
De un momento a otro ya se encontraba rodeada de pequeñas soñadores que la abrazan y preguntaban de todo.
- Que fuerte eres- Dice un niño para trepar del hombro de Meliodas.
- Mira esos músculos- Otro lo miro desde abajo. ¿En que momento?
- Pero ustedes ¿quienes son?- Cuestionó alzando una ceja.
En ese momento la mirada de Jaqueline estaba sobre el, sonriendole, diciendole sin palabras que se dejará llevar, que no se arrepentiría.
- ¿Ustedes es poderoso?- Cuestiona el niño con una mirada deseosa y llena de curiosidad.
- Lo soy- Lo tomo para sentarlo sobre sus hombros, el chico reía por lo alto.
Sus dos amigos comenzaron a llenar de preguntas a Meliodas, quien no se cansó de respnderlas.
Por su parte Jaqueline seguía con las niñas. Ellas la levantaron para tomarla de las manos.
- Vamos, mamá morirá al verte- Dice emocionada Sofía- Lleva hablando de ti desde que se mudaron al castillo.
- ¿Saben lo del castillo?- Eso llamo su atención y más risas se detuvieron un segundo.
- Todos lo sabes. Ese castilo estaba abandonado desde que su antiguo rey se fue con su familia- Continuó Vale.
- ¿A donde fue cariño?- En ese momento Edward bajo la mirada, Meliodas y Jaqueline lo notaron.
- Al cielo- Respondió sin ser conscientes de que aquellas palabras significaban mucho.
Palabras del autor:
Perdón la tardanza pero espero que les guste. Añadí una pequeña escena romántica entre ellos.
Pero no se acostumbren porque Zeldris y Elizabeth acechan para atacar.
Lean comiendo palomitas :3
Ahora si me despido.
Nos vemos
~Sora…
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