Capítulo 1
Ahí se encontraba el, lleno de seriedad y molestia. Justo al frente estaban 4 de las personas que más odiaba, si, odiaba, Meliodas odiaba casi todo lo que veía, sólo había algo que el demonio jamás pudo aborrecer, ese era el rostro de su amada Elisabeth
- Demonio- Mael comenzó a hablar con repudio, nunca lo soportó y no creía que de la nada el joven hijo del Rey demonio quisiera ayudar en su misión
- Meliodas- Le corrigió el rubio, Elizabeth se revolvió en su lugar. Tras horas de insistencia la deidad suprema la dejo estar presente cuando se le informará a Meliodas de su destino
La albina ya lo sabía, hace unos días su madre se lo había comentado
- Como te llames- Respondió seco Ludociel
- Ludociel- Lo regaño Mael, esta era su conversación, esta era su misión, el otro arcángel no tenía porque meterse, el moría de ganas por contarle
- La deidad suprema a decidido acogerte en el Clan de las diosas
- Pero....- Dijo el mismo Meliodas, el sabía que tanta bondad venía con una condición
- Pero como entenderás todas las razas de Stigma te temen- Comenzó a explicar y Elisabeth quería desaparecer, desde que se enteró que ese sería su futuro sólo quería escapar con el rubio, pero eso sería imposible, tarde o temprano su madre o el padre del joven los encontraría
- He matado más de esos clanes que cualquier ejército a demonios, lo entiendo- Dijo seco, ya quería salir de ahí y hacer lo único que le gustaba, abrazar a Elizabeth
- En ese caso entenderás que no podemos aceptarte así como así- Suspiró y en sus labios se formó una sonrisa- La única forma es que contraigas matrimonio
- Que?- Preguntó anonadado, no se creía lo que le estaba pidiendo
- Debes casarte con el ser más puro, honesto y gentil de todas las razas. Sólo llevando a cabo ese matrimonio podremos confiar en que hay algo a lo que te aferras
- Que me estás contando?- Sacó su espada pero fue detenido rápidamente por Elisabeth que se abalanzó sobre él- Elizabeth
- No!- Comenzó a derramar lágrimas- Tiene que escucharlos, ya eres un traidor en el Clan de los demonios y si Stigma no te acepta, sólo tendrás enemigos
- Pero yo.......- Intento hablar pero el carraspido de Mael lo detuvo
- Es una mujer humana, recién acaba de cumplir la mayoría de edad
- Y en sima humana- Bufo- Detesto a los humanos
- Meliodas por favor- Rogó su amada aún en sus brazos, cosa que para nada agradaba a Mael- Es una decisión tomada por mi madre, ya intente hablar con ella pero está decidida a separarnos
- Entonces luchemos- Seguía tratando de sacar su espada
- Es una batalla que no vencerás ni tú- Lo miró segura
Mientras tanto en una aldea de humanos una joven chica se disponía a salir de su hogar, se despidió de su hermano que sólo ignoró este gesto y dio rumbo al centro de la ciudad.
Camino despreocupada mientras su mente volaba en todos los recuerdos, su vida no era color se rosa y las personas a su alrededor la despreciaban, todo por lo que ocurrió aquel día, pero a pesar de eso ella no se arrepentía.
A partir de ese día, sólo era ignorada y maltratada por las personas de la aldea, sus padres comenzaron a despreciarla a pesar de lo orgullosos que estaban cuando les dijo que se iba a trabajar en el castillo. Su hermano, quien anteriormete era su mejor amigo, ahora sólo le dirigía la palabra para ofenderla o dejarla en ridículo frente a sus amigos. Pero ella nunca lo culpó, pensó que era cosa de la juventud, que quería quedar como todo un hombre, que quería impresionar a la chica que le gustaba, al menos eso se forzó a creer.
Se forzó a luchar contra el sufrimiento de que todos le dieran la espalda.
Tan perdida en sus pensamientos iba que no se dio cuenta como todos corrieron despavoridos. Siguió caminado mirando hacia abajo y chocó contra algo grande, tan duro fue el impacto que cayó al suelo.
- Perdón- Dijo mientras limpiaba su vestido tras levantarse, sus ojos se abrieron de par en par al ver a dos hombres robusto, el primero la miraba con una sonrisa y el que se mantenía detrás sólo la veía neutral, era un rubio, bien formado y jodidamente sexy frente a ella.
- Señorita Dinamor- La llamo refiriéndose a su apellido.
- Si, esa soy yo- Respondió anonadada, ya lo reconoció, era Meliodas, el líder de los Diez mandamientos, incluso a su pequeña aldea llegaban los rumores del asesino más grande de toda la historia.
- Nos gustaría hablar con usted y su familia- En ese momento detrás de ambos hombres apareció una mujer muy hermosa con bellas alas blancas, era la persona más bella que ella jamás hubiera visto.
No podía negarse, al fin y al cabo no sabía quienes eran y si Meliodas estaba con ellos significaba que eran fuertes y malvados, no podía arriesgarse a que dañaran a alguien.
- Tenemos una petición- Terminó de beber el te que su madre le había preparado amablemente, desde que el arcángel le había dado unas monedas de oro, toda la familia era delicadeza con ellos.
- Si claro lo que sea- En la mesa estaban sentados los tres invitados y ________ que miraba tímida al demonio, cosa que el chico notó.
- Necesitamos que su hija contraiga matrimonio con Meliodas- Apunto al heredero y ella escupió su agua.
- Que?!- Soltó el basó de repente- Apenas acabó de cumplir mis 20 años.
- Lo sentimos señorita- Se disculpó- Pero como sabrás acá mi amigo....- Obvio que era sarcasmo- Es el hijo del Rey demonio y por tanto en Stigma no lo podíamos aceptar tan fácilmente, aún a pesar de que sea considerado un traidor.
- Eso que tiene que ver conmigo?- En ese momento fue regañada por su madre.
- Ahora le explico- Dio otro sorbo- Usted es según los registros de los dioses el ser más puro que jamás haya existido, en su pecho no hay ni una chispa de maldad, si alguien como tu se casa con Meliodas este sería visto de otra forma.
- Sólo es una artimaña de mi madre- Susurró Elizabeth siendo escuchada sólo por el de su raza y su amado.
- Que ganaría está familia con eso?- Preguntó el padre y hombre de la casa, su hija lo miro impresionada, de verdad que estaba dispuesta a venderla, la entregaría a un demonio por dinero.
- Bueno, haríamos lo que podamos con su situación, claro si nos dan su apoyo.
- Me niego yo no quiero.....- Fue interrumpida por su madre.
- No es genial hija mía?- La tomó de las manos con una sonrisa- Al fin encontraste un príncipe.
- Mama- Susurró con dolor- Yo nunca busqué un......- Sintió como algo hundía su cabeza.
- A nadie le importa lo que busques- Susurró su hermano el oído de la joven- Es la oportunidad de tu vida- Hablo más alto.
- Señorita me temo que será de una forma buena o una mala- Mael interrumpió- Puede aceptar nuestra cortesía e ir con nosotros por las buenas o puede ser por las malas. Usted escoge.
- Mael!- Exclamó Elizabeth, ella no soportaba que el Arcágel se aprovechara de su poder.
Su familia la miró amenazante y ella no pudo hacer otra cosa que asentir. Todo esto y más había notado el demonio.
- Bien, partiremos mañana
Los rayos del sol deslumbrantes como nunca bañaban con su firme luz la salida del lugar, la familia que dirigía estar triste por la partida de uno de sus miembros.
- Escríbenos- Dijo si madre fingiendo unas lágrimas.
- Hermanita te voy a extrañar- La abrazo- A ver a quien molesto ahora.
- Hija mía ya eres toda una mujer- Su padre la tomo de las manos.
La verdad es que él que menos indiferente había sido con ella era él, por lo menos los buenos días le daba.
- Yo también los quiero- Dijo triste, era la verdad, a ella le era imposible odiar y menos a su familia.
- Nos vamos- Aviso Elizabeth mientras montaba en su caballo, habían preferido mantenerla cómoda y no asustarla con el vuelo por el cielo.
- Si claro- Dijo ella para acercarse a donde estaban los tres- Y mi caballo?.
Meliodas corrió sus ojos, Elizabeth suspiro y Mael la miró con una sonrisa mientras apuntaba al rubio que recién había subido al suyo.
- Por el buen de su seguridad lo mejor será que monte con él.
Con pasos temblorosa y sus manos sudando se acercó al gran caballo, trago en seco y en ese momento maldijo lo pequeña que era, no podía trepar ahí sin ayuda, pero tampoco se la quería pedir a el que la miraba con tanta repulsión.
- Por que tardas tanto?- Preguntó Mael, en ese momento el rubio nudo y extendió su mano a ________, esta la tomó con delicadeza y su piel se erizo al sentir el frío tacto que poseía.
Por su parte Meliodas sólo la levantó como si de una pluma se tratara y la posicionó detrás de él, no podía evitar odiarla, a lo mejor si ella no existiera......
- Agárrate fuerte ______- Advirtió Elizabeth mientras pasaba por su lado, Melidoas la admiro y sus ojos se aclararon, un bello brillo se apoderó de ellos, ________ lo notó.
Como se le ordenó sus manos rodearon la cintura del chico y apoyo su cabeza en su espalda, sin nada que objetar el rubio dio marcha al asunto y sin una palabra de por medio estuvieron cavalgando durante 4 horas hasta llegar a una extraña construcción.
Palabras del autor
Hola, hacia tiempo que no actualizó así que dije: ¿Por qué no?
La verdad es que leí hoy el prólogo de la historia de mi bella senpai y de la nada ya estaba escribiendo
Espero que les haya gustado, es un poco más corto de lo normal pero espero que se estabilice
Las amo
~Sora~
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