Capítulo 59: ¡Todos morirán!
Los tres se sentían desesperados por diferentes razones.
Ethan corrió a toda velocidad y se enfrentó al primer guardia que vio. Él no había desenfundado su espada por temor a herir al príncipe. Así que Ethan aprovechó esto (tomando en cuenta que era más fuerte que el guardia), tomó la empuñadura y se la quitó.
—¡Tristan! —exclamó Ethan y le arrojó la espada.
Quién la tomó al caer al suelo y se preparó.
En menos de cinco segundos tenían un gran grupo de hombres yendo hacia ellos. Tristan se concentró y se preparó para evadir sus ataques.
Espadas, lanzas, escudos...las armas iban contra él con intenciones asesinas.
Ethan consiguió otra espada y corrió frente a ellos, para que el impacto fuera menor.
—Ellos no pueden matarme, úsenme de escudo—exclamó Ethan, bloqueando espadas y derribando guardias. Pero no importaba cuánto lo hiciera, más guardias seguían apareciendo. Su nivel era muy alto, pero frente a todas estas personas y el tener a dos vidas que proteger...lo ponía muy nervioso.
Si estuviera solo podría hacerles frente con facilidad, pero no lo estaba...
—Debemos salir de aquí—dijo Tristan preocupado. El apenas era un nivel cuatro, todos ellos no eran rivales para él. Si seguía ahí terminaría muerto.
Justo cuando habló un guardia pasó su defensa, y le asestó un fuerte golpe en el pecho, haciéndolo caer lejos de ellos.
Eran demasiados y Ethan no podía protegerlos a ambos.
—¡Tristan! —exclamó Ethan y se giró, listo para ayudarlo. Los guardias lo rodearon y lo amenazaron con sus armas.
—Corran, olvídense de mí, estaré bien—logró gritar apenas, cuando llegó un guardia con una gran cadena negra. La arrojó contra Tristan y lo aprisionó en un segundo mientras esta se enrollaba en su cuerpo.
Ethan suspiró aliviado al ver que no lo mataron, pero eso duró poco al ver como uno de ellos le dio una patada en el rostro, dejándolo tirado e inconsciente.
No podía dejarlo atrás, el rey definitivamente iba a torturarlo. Pero sus pensamientos se congelaron al sentir que alguien se acostaba sobre su espalda.
Aris se apoyó contra su espalda mientras seguía defendiéndose, se miraba cansado y tenso. Tener que aguantar su transformación era demasiado exhausta.
—Aris—llamó preocupado y miró a los guardias venir hacia él.
Y en ese momento hizo algo que nunca hubiera querido hacer.
Matar alguien.
En el mar se enfrentó a muchos piratas, pero sólo mató personas un par de veces, la mayoría de muertes fueron causadas por Khilsha, quién los llevaba a las profundidades y los ahogaba.
Ethan no disfrutaba matar personas, era de las cosas que menos querría hacer.
Pero por el bien de su ser amado, tendría que hacerlo.
Ocho guardias venían por él, así que... levantó su espada, y con todas sus fuerzas la batió de costado, partiendo a cada uno de ellos por la mitad. La onda de aire producida por la espada no se detuvo, y siguió avanzando, destrozando a varios más hasta que chocó contra una columna, y la derribó.
Todos se quedaron en un shock momentáneo, y dudaron unos segundos.
Tiempo suficiente para que Ethan tomara a Aris en sus brazos y saliera corriendo.
—¿Qué esperan imbéciles? ¡Usen las cadenas negras! —gritó el rey furioso al ver cómo Ethan se escapaba por el amplio pasillo.
De inmediato aparecieron más de diez guardias, con gruesas cadenas negras.
El hierro de Karthef.
Era el único material en el mundo capaz de parar a un peleador, sin importar su nivel.
Al entrar en contacto con la piel anula toda su fuerza, volviéndolos personas ordinarias.
Los magos usaban este hierro para aprisionar a sus esclavos o para defenderse de los peleadores. Pero era sumamente caro y difícil de conseguir y forjar. Y alguien como él rey, tendría suficiente para encadenar a cientos de peleadores. Esto no era nada...
Ethan corrió con todas sus fuerzas, y logró perderlos por unos segundos.
"Si me convierto en tritón podré matar a todos. Usaré mi magia con todo lo que tengo..."
—Déjame convertirme en tritón—rogó Aris con decisión.
—No—dijo Ethan sin mirarlo y siguió corriendo.
—No tenemos tiempo para esto, si nos atrapan...
—No quiero que nadie sepa de ti, por tu seguridad y la de los demás. Van a perseguirte y buscarán cualquier pista que pueda ser útil...las personas que conocemos pueden salir lastimadas, tú puedes salir lastimado.
—Pero ya no puedo soportarlo, es inevitable que vuelva...es demasiado doloroso mantenerme en esta forma...por más tiempo—dijo conteniendo el aliento.
Ethan se detuvo y lo miró.
En verdad estaba pálido y su cuerpo se sentía más frío de lo usual, estaba débil y su respiración era pesada.
No sabía qué hacer, cuando en ese momento recordó algo, y tuvo una idea.
—Está bien—lo dejó en el suelo con cuidado y lo miró a los ojos—Tengo un plan...
Ethan le contó sobre su idea, esperando que Aris la aprobara.
—Eso es...pero ¿y si fallas? Estaré indefenso y no podré ayudarte.
—Mientras tú vivas yo estaré bien, no voy a morir—dijo con una expresión decidida—Te protegeré con mi vida, y jamás dejaré que alguien te haga daño.
—Ethan...—estaba angustiado, y no sabía que responder, cuando ambos sintieron un escalofrío recorrer su espalda.
Los guardias los habían encontrado.
Ethan maldijo en su interior y se dispuso a perderlos de nuevo, cuando de repente uno de ellos arrojó su lanza.
Iba directo a Aris a una velocidad monstruosa, a tal grado que Ethan no pudo hacer otra cosa que cubrirlo con su propio cuerpo.
En el momento que el guardia vio eso su sangre se heló y sus piernas se debilitaron.
"Mierda"
La lanza cayó justo en su nuca, perforando su cuello y atravesando su garganta por completo. Tanto que esta se detuvo a escasos milímetros del rostro de Aris, quién lo miraba con horror mientras yacía sentado en el suelo.
Ethan contrajo sus cejas, un hilo de sangre goteó por sus labios, y con dificultad dije en voz baja:
—No...moriré.
Ese guardia jamás se había sentido tan arrepentido en toda su vida.
Ethan levantó su mano y trató de quebrar la vara, pero el acero era tan fuerte que cuando lo hizo la lanza se sacudió, apretando la herida, y un dolor horrible punzó en el sangriento agujero. Apretó los dientes, y con toda su fuerza la quebró.
La herida se hizo más grande y comenzó a sangrar con exageración.
Tomó la punta que sobresalía de su garganta y la jaló con lentitud, junto con un sonido húmedo.
Respiró aliviado y la herida comenzó a cerrarse.
Aprovechó el shock del momento y tomó a Aris de vuelta en sus brazos, y continuó corriendo.
Dobló la esquina y se metió en una habitación, para luego salir por otra, se incorporó en un pasillo y siguió avanzando.
—Hazlo...por favor—suplicó Ethan.
Aris observó la sangre que escurría de su cuello y boca, sus dientes manchados de rojo y su frente, con una fina capa de sudor frío.
Cerró los ojos y se resignó.
—Está bien—musitó con angustia.
Cerró los ojos y volvió a su forma original, haciendo que su ropa simplemente cayera de su cuerpo. Su brillante cola platinada brilló, y exhaló aliviado.
De inmediato comenzó a recitar un encantamiento, y su cuerpo se transformó en agua. Aris se había encogido¹, hasta ser del tamaño de una mano. Ethan lo tomó entre sus manos y siguió corriendo.
En esa forma Aris no podía usar magia por seis horas, y volvería a su tamaño normal hasta que pudiera ser humano otra vez.
Pasaron junto a un florero de vidrio, le quitó las flores y dejó a Aris dentro.
—Vamos a escapar juntos, tú no tienes que hacer nada—dijo Ethan, mirando fijamente hacia adelante.
Aris no dijo nada y se sostuvo del borde.
Ethan dobló una esquina, topándose con un gran número de guardias. Chasqueó la lengua enfadado y escondió a Aris entre sus manos.
Usando sus pies los evadía y pateaba, logró quitarle a uno una espada y sostuvo a Aris con una mano, tratando de ocultar el contenido del pequeño jarrón. Quería seguir avanzando lo más rápido posible, sentía que ya casi estaba cerca de una ventana. Que daba hacia el río que rodeaba el castillo, luego tendría que escalar la muralla, y por fin estaría afuera.
Pero los guardias no paraban de llegar, llenando el gran pasillo por completo, obstruyendo su escape.
—¿C-Cómo es posible?
—¡Está vivo! —exclamó el que tiró la lanza.
—No tiene ninguna herida...—los demás guardias que lo perseguían lo habían alcanzado.
Quiénes, al ver qué estaba bien se sintieron confundidos y perplejos.
De entre todos ellos salieron los guardias que tenían las caderas negras.
Ethan no se había percatado de dichas cadenas, sabía de la existencia del hierro negro, pero no lo recordaba en esos momentos.
Así que, ignorando eso, siguió luchando y continuó adelante.
Los guardias despejaron el camino detrás de Ethan al ver esas cadenas, y en un instante uno de ellos lanzó la cadena, que se enrolló en su pierna, cerca del tobillo.
Ethan se sintió débil y extraño repentinamente, y al percibir la cadena en su tobillo lo entendió.
"¡¿Son de hierro Karthef?!"
Y sin dudarlo apretó los dientes, levantó la mano, y con la fuerza de un humano normal cortó su pierna, justo arriba de las cadenas. Por suerte la fuerza que empleó fue suficiente, y su pierna cayó al suelo. Los guardias abrieron los ojos con espanto, ¿cómo le explicarían eso al rey...?
Ethan sintió de nuevo su fuerza, levantó su pierna y le quitó las cadenas rápidamente.
Volvió a ponérsela y se unió de inmediato.
Si Ethan cortaba una extremidad esta podía unirse otra vez, pero si pasaba más de un día, dicha parte cortada sólo volvía a crecer. Lo había experimentado hace tiempo con un dedo que perdió peleando contra un pirata.
Volvió a tomar su espada y corrió con todas sus fuerzas, apartando a todos los guardias.
Quiénes estaban confundidos, y no entendían qué estaba pasando.
Se incorporó a otro pasillo, y por fin vio a lo lejos un balcón. La vista de la capital y el cielo naranja del atardecer se observaban claramente. Y si te inclinabas en el balcón de piedra podías ver el río que rodaba el castillo, junto con una muralla de seis metros.
Estaba desesperado, cientos de personas lo rodeaban, y treinta de ellas tenían cadenas. Cinco de los guardias lo atacaron de todas direcciones, y al ver sus habilidades y fuerza Ethan podía decir que eran igual o más fuertes que él.
Apenas logró bloquearlas con la espada, pero no podía detenerse, debía seguir avanzando.
Siguió corriendo y más cadenas lo atacaron. Ethan las evadió con velocidad y se abalanzó contra varios guardias, estaba tan cerca...Cuando volvieron a atacarlo, y esta vez no pudo evadirlas todas...
—Aris—dijo en voz baja.
Quitó los dedos que cubrían el agujero y dejó al descubierto un pequeño tritón, que lloraba desconsolado y lo miraba con pesar.
—No debí hacerte caso—dijo entre sollozos mientras se cubría el rostro.
—Lo siento—las cadenas lo tenían atado de los pies, del brazo que sostenía la espada y de su abdomen—Prometo ir a buscarte, no te desesperes, pronto volveremos a estar juntos ¿sí? No hagas nada, por favor.
—¡No, Ethan! —exclamó asustado al ver sus intenciones.
Ya no había escapatoria, pero Ethan decidió dar prioridad a la seguridad de Aris. Debía ocultarlo de todos.
Levantó la mano que sostenía el jarrón y miró hacia el balcón.
—Espérame—dijo con pesar, y arrojó a Aris entre las columnas del balcón.
Los guardias lanzaron más cadenas y lo aprisionaron por completo. Soltó la espada y miró el cielo con desesperación.
—Me equivoqué...perdona Aris—dijo en voz baja.
Los guardias lo rodearon, ajustaron las cadenas y las colocaron sólo alrededor de sus brazos junto con su torso. Uno se acercó y revisó su cuerpo en busca de heridas, pero no encontró nada.
Fue llevado por todo el castillo hasta un calabozo subterráneo, bajando una escalera estrecha y oscura que descendía en caracol. La desesperación y la angustia lo atormentaban, jamás se había sentido tan ansioso...
Abrieron una puerta enorme de hierro y lo metieron dentro, de inmediato vio a Tristan en medio de la oscuridad, encadenado a la pared, sentado, y con los pies también encadenado al suelo.
Levantó un poco la vista y se encontró con los ojos de Ethan.
Tristan tenía la mejilla colorada y morada por la patada que recibió, y su mirada era lúgubre y desolada. Y aún más cuando vio a Ethan entrar.
La habitación era limpia, carente de luz y extensa, demasiado para un calabozo cualquiera. Lo encadenaron a su lado y los guardias los dejaron solos.
—Sabía que sería difícil escapar de esa manera, esos guardias con cadenas de Karthef son temibles—musitó Tristan con la mirada decaída.
—No fue tu culpa—dijo con consuelo.
—Me demoré demasiado en avisarte, y le di prioridad a Lowis. Fui a verlo a él primero...si es mi culpa Ethan—levantó la mirada y lo vio a los ojos—Lo siento tanto...
—Está bien—dijo con una sonrisa torcida—Lowis corría más peligro que yo, a él lo hubieran matado si lo encontraban. Él también es mi amigo, su bienestar es importante para mí.
Tristan se sintió un poco más aliviado, pero su rostro aún permanecía triste.
—¿Qué hacemos? Ahora parece imposible escapar—dijo Ethan al ver las cadenas negras que lo ataban de pies y manos.
—Ethan...hay muchas cosas que no te he dicho—hizo una pausa y suspiró—Desde hace mucho las personas están inconformes con este reinado. En el exterior todo puede verse bien...pero hay demasiadas personas que sufren, en la oscuridad, en lugares donde nadie mira. El sufrimiento viene de tantas maneras distintas, pero provocadas por una misma cosa: este reinado. Desde muy joven me uní a algunas personas que estaban en contra de los reyes, fue difícil que confiaran en mí, pero al final lo logré. Ese grupo de personas no actuaban y sólo eran del diente al labio, sólo eran palabras vacías. Hasta que llegué, y junto con mis ideales y riquezas los saqué adelante.
Ethan guardó silencio y lo miró con asombro.
"¿Acaso es lo que pienso que es?"
—Formó parte de la rebelión en contra de la corona. Y soy uno de los tres líderes de dicha rebelión.
—Pensé que la rebelión era sólo rumores—dijo Ethan, quién había escuchado algunas veces sobre eso. Pero no lo creía posible, el continente parecía estar bien y en paz.
—Lo eran al principio, y sólo eran un grupo de personas sin poder, hasta que me uní a ellos—agravió su mirada y dijo—Sé que ya lo he dicho antes, pero si los príncipes no son reyes algo malo pasará. Por eso es importante que tú no seas rey, por eso era importante sacarte de aquí, aunque mi vida dependiera de ello.
—Pero aun puedo escapar ¿no es así? —exclamó Ethan.
—Sí, pero no sé si el afecto sea el mismo. No sé si el hecho de ser coronado rey evitará lo que el actual rey teme. Y si es así tengo que sacarte de aquí antes de que seas coronado. Pero no te preocupes, mis aliados te ayudarán. Será peligroso ahora que el rey sabe de nuestra alianza.
—¿El rey sabe que eres parte de la rebelión? ¿cuánto sabe exactamente?
—No lo sé, pero estoy seguro que apenas hoy se enteró de nuestro intento de escape. Dudo que sepa de mí, y eso espero...—las cadenas hicieron ruido, y las manos de Tristan temblaron—Estaría mintiendo si dijera que no tengo miedo...no quiero morir a manos de rey.
Ethan miró su mirada temerosa y la angustia en sus ojos.
—Pero tus aliados pueden salvarte, eres parte de ellos, no te dejarán...
—No pueden arriesgarse, sería demasiado, todo el plan se iría a la basura. Por eso no tuve tanto apoyo para el plan de tu escape, ellos aún son un poco incrédulos con esto de los príncipes y el ser coronados. Ellos planean usar métodos más "razonable" y confiables. Destruir a la realeza lentamente...
—Le rogaré al rey que no te lastime, no dejaré que te hagan más daño—dijo con una mirada decidida.
A lo que Tristan sonrió con tristeza, y exhaló conmovido.
—Si muero quiero que le digas a Lowis que lo siento.
—No digas eso...—exclamó molesto. Pero cuando iba a seguir hablando escuchó que alguien abrió la puerta.
Era el rey.
Su cabello rubio, su ropa elegante y fina, junto con una capa roja y una mirada helada, iluminada por la linterna que llevaba en sus manos.
—Louis—dijo en voz baja y caminó hacia él. Sus pasos resonaron en el piso de piedra y lo miró desde arriba—Tengo tantas preguntas y dudas...que no puedo comprender.
Se agachó y lo tomó del mentón.
—Mis guardias dicen que fuiste herido, pero que tus heridas desaparecían como por arte de magia—y mientras decía eso sacó una pequeña daga, la acercó a su mejilla e hizo un pequeño corte.
Este se desvaneció al instante, y no quedó rastro de él.
El rey se sorprendió un poco al ver esto, y lo miró con más intensidad.
—Él te envío aquí ¿verdad? Le encanta verme sufrir y burlarse de mí—exclamó llenó de ira.
—No sé de quién habla—dijo Ethan sin entender.
—El bastardo que te raptó cuando eras un bebé, ese mismo bastardo que ha estado jodiendo a la familia real por años. Tú estás de su lado ¿no es así? Sólo has venido aquí para burlarte de mí.
Lo soltó y trató de calmarse.
—No quería creerlo al principio, pero te has unido a ese demente...Eres mi enemigo y mi salvación al mismo tiempo—dijo con los dientes apretados y se puso de pie—Pero eso no importa, mientras seas coronado rey todo estará bien. Mañana por la mañana todo estará resuelto...
—E-Espere un momento, usted está equivocado. No sé de qué habla—exclamó Ethan.
Pero el rey sólo lo observó con frialdad. Dirigió su mirada a Tristan y levantó un poco la ceja, pensativo.
—Y tú...—suspiró y parpadeó con pereza—No sé qué planeabas exactamente, ni como lograste poner de tu lado a tantas personas, pero todo se acaba aquí. Este es tu final.
—Por favor, escúcheme—suplicó Ethan—No le haga nada, él no tiene nada que ver. Haré lo que diga, pero no le haga daño.
El rey miró a Ethan con indiferencia y sonrió.
—Guardias—llamó con un tono suave e ignoró sus palabras. Y de inmediato tres guardias entraron en el calabozo—Un príncipe debe ser tratado con más delicadeza, son parte de la familia real después de todo, al menos dejen sus pies libres.
Los guardias obedecieron y los pies de ambos fueron liberados.
—Lo que pase con Tristan...esa decisión ya está tomada. Él ya no es útil para mí, no tiene caso...—arrojó la daga que estaba en sus manos y cayó cerca de ellos, justo en medio de ambos—Intenten huir de aquí, si pueden.
Sonrió con maldad y se dio la vuelta, saliendo de la habitación.
Los guardias cerraron la puerta y volvieron a dejarlos solos.
—No entiendo ¿a quién se refería el rey? ¿quién es la persona que me secuestró? —se preguntó Ethan.
—No lo sé, ninguno de mis aliados sabe la identidad de esa persona, ni qué motivos tuvo para hacerlo.
Ethan guardó silencio y bajó la cabeza.
—Lo lamento mucho Tristan—dijo luego de un rato, con un nudo en la garganta.
—Está bien, sabía que esto terminaría así—respondió en voz baja—Todo está perdido...he fallado.
Ethan no podía soportarlo más, estaba lleno de indignación y furia. Quería salir de ahí, por su bien y el de sus seres queridos, por el bien de Aris.
Movió su cuerpo como pudo y tomó la daga con su pie.
—¿Qué estás haciendo? —interrogó Tristan sin entender.
—Voy a sacarnos de aquí—la sujetó con ambos pies y se la llevó a la boca.
Jaló de la cadena y acercó su brazo lo más que pudo. Y comenzó a cortar su piel, un poco arriba del codo.
—¡Detente, no hagas eso! —exclamó Tristan con espanto y jaló de sus cadenas.
Ethan apretaban el mango con sus dientes, y soportaba el dolor. La hoja no tenía mucho filo, y la herida se cerraba casi de inmediato, haciendo imposible el cortar todo el brazo, tenía que ser un corte rápido y limpio.
—Por favor Ethan, detente—suplicó Tristan, al ver cómo la sangre goteaba y se deslizaban por su brazo.
"No puedo hacerlo...Aris me está esperando"
Pensó afligido.
Porqué temía lo que Aris podría llegar a hacer.
Definitivamente iría por él....
La caía fue larga, y al llegar al agua el jarrón chocó con brusquedad, haciendo que el impacto fuera un tanto violento. El agua era fría, y la corriente lo hacía avanzar en círculos, alrededor del castillo.
El río era por obra de la magia. La fluidez y la dirección eran constantes, y habían pequeños canales en el fondo de la muralla que dejaban salir del agua, y la hacían pasar por ríos artificiales que recorrían toda la capital.
Los ríos de oro.
Era el nombre de este fenómeno mágico.
Aris salió del jarrón y la fuerte corriente del río lo arrastró hasta uno de los canales, tan pequeño que Aris apenas pudo entrar. Pasó a través de un túnel, que se hacía cada vez más grande, hasta que por fin salió del castillo.
El río seguía, atravesando las calles de la capital, no pasó mucho cuando llegó a un puente y se sostuvo del borde de una pequeña grada que había en el interior de dicho túnel.
Se arrastró y se quedó ahí, con la mejilla pegada al suelo.
Aunque el agua no lo dejara notar, Aris estaba llorando.
—Ethan—exclamó en voz baja.
Se sentó como pudo y miró el agua. Estaba oscuro y la temperatura había caído.
"Ya no puedo soportarlo más"
Su rostro dejó de ser triste, y se tornó en uno lleno de ira.
Su corazón se volvió negro como la tinta, y se congeló por completo, ahora era como un trozo de hielo negro, que se quebraba y dejaba caer un líquido espeso y oscuro...pura maldad. Con ansias de matar a todo aquel que se cruzara en su camino.
"Lo siento Ethan, te he defraudado...pero ahora lo haré a mi manera"
Sus ojos se volvieron temibles, y el azul de sus ojos era tan frío y despistado que cortaba como espadas...
Una sombra negra y gigantesca emergió de las aguas, en el lejano muelle. Se arrastró por los callejones y avanzó velozmente, directo hacia el castillo. Oyendo el demandante llamado de su amo.
Las personas que limpiaron y vistieron a Ethan quedaron horrorizadas al ver tanta sangre regada en el suelo.
También hicieron lo mismo con Tristan y ambos fueron llevados al salón del trono a altas horas de la mañana.
Las esposas negras que colgaban de sus muñecas resonaban en el amplio salón. El rey los esperaba con una expresión suave, pero no estaba sentado en el trono, en cambio él estaba a un lado, junto con un hombre mayor de barba blanca, que sostenía una corona sobre una almohada roja.
Desde que los dioses repentinamente abandonaron al mundo los fieles y religiosos había disminuido, así como los templos. Todos sabían que los dioses estaban ahí, viendo sus acciones desde lo alto, pero ninguno de ellos intervenía o hablaba con los mortales.
Aun así algunos religiosos perseveraron, y mantuvieron algunos templos, que eran accesibles solo para gente adinerada o de la nobleza.
Y dichas personas religiosas eran mayormente magos de alto rango, asignados dependiendo de su elemento.
El anciano que sostenía la corona era un sacerdote de alto rango, mago de fuego, asignado del templo del dios del fuego.
Otros sacerdotes de otros templos también estaban presentes, sostenían joyas de diversos tipos y una capa roja de ceda.
Todo para llevar a cabo la coronación.
Ethan fue llevado delante del trono y Tristan fue dejado a un lado.
—Déjeme ir—dijo Ethan con angustia. No había dormido bien por la preocupación y su rostro denotaba fatiga—Todos están en peligro.
—Entonces ese bastardo vendrá...—comentó el rey seriamente.
—No me refiero a él, ni siquiera sé quién es. Y-Yo me refiero a....Aris....Va a matarlos a todos, por favor, déjeme ir—suplicó sin importarle su tono desesperado.
—¿Él? Ja' como si pudiera hacer algo. Los guardias perdieron su rastro y tú te niegas a decir dónde está, pero no te preocupes, él no podrá evitar esto.
—No te saldrás con la tuya maldito rey de mierda, otros evitarán que Ethan sea rey, y destrozaran tu reinado y el de todos los Slorrance—dijo Tristan lleno de ira.
—Querido rey—dijo la reina, con una dulce voz—¿Podemos encargarnos de Tristan primero? Ya no soporto verlo aquí, él no merece estar en algo tan importante como una coronación.
—...Está bien, pero que sea rápido. No sabemos que planea él y ese hombre—dijo mirando a Ethan—Podría irrumpir aquí en cualquier momento.
La reina sonrió y se dirigió a él.
—Tenemos planes para ti, querido Tristan...
—Maldita perra—dijo con total desprecio—Que te den por culo, a ti y a ese rey de mierda. Sus planes no funcionarán...
—¿Cómo lo sabes? —interrumpió la reina bruscamente—Siempre te odie, y ansiaba matarte con mis propias manos, pero sólo podía hacerte sufrir. Y creo...que al que le darán por culo será a alguien más—añadió con un tono de burla—Hace mucho esos nobles te quitaron la poca hombría y el honor que te quedaba. Te rebajaron a un mero objeto. Eres sólo basura ahora...
Y su risa malvada resonó.
—¿Enserio crees que me quitaron todo eso? Yo no lo veo así...—y levantó la mirada—Sin importar qué, yo siempre seguiré siendo Tristan, el bastardo que les hará la vida miserable. Ustedes me convirtieron en esto, en su peor enemigo—y recordando algo añadió—Sabes, al menos a mí esos putos nobles me deseaban, en cambio a ti el rey sólo pudo follarte unas cuantas veces hasta dejarte embarazada. Y luego te dejó de lado. Le das tanto asco que nunca volvió a coger contigo después de eso ¿o me equivoco? Prefería mil veces acostarse con una mujer de una pequeña familia noble, que contigo. Y si no es así entonces dime ¿por qué nací yo?
El rey no dijo nada y sólo lo miró con indiferente, haciendo que la reina se enfureciera más.
Llena de vergüenza no se contuvo más y lo golpeó en la cara, pero Tristan no sintió nada, y le sonrió con descaro.
—Entonces disfruta el ser "deseado"—exclamó la reina con los dientes apretados.
Miró a unos guardias a lo lejos, y ellos abrieron una puerta del lado derecho.
De ella salieron cinco nobles.
—¿Los recuerdas?
Tristan sintió algo helado recorrer su sangre. Y su rostro se oscureció.
—¿Para qué nos ha llamado su alteza?
—El príncipe Tristan ha muerto trágicamente por envenenamiento—y lo miró de reojo—Eso es lo que diremos dentro de unos días.
—¡Por favor, detengan esto! ¡Haré lo que sea! —exclamó Ethan con angustia, pero fue ignorado.
Los nobles guardaron silencio y sus expresiones se tornaron confusas.
—El príncipe ha cometido un grave delito que merece la ejecución, pero sería una deshonra condenarlo. Entonces pensamos en "dárselos" a ustedes, y que hagan lo que quieran, cuánto quieran y como quieran. Pueden usar la habitación del castillo que más les plazca...Ya que el mundo se olvidará de él, y dejará de existir.
Los nobles se miraron entre sí, y luego de asimilarlo sonriendo, con una mueca tan retorcida que hizo estremecer a Tristan.
—Maldita mierda hija de puta, ¡¿crees que me detendrás así?! Allá afuera hay muchos que desean sus muertes y acabar con su reinado, y sin importar qué, ustedes caerán. He dejado todo listo, y no hay nada que puedan hacer...aunque yo muera todos ellos los aniquilarán—dijo exaltado, y con un rostro pálido—¡Ustedes van a caer! ¡¿me oyeron?! ¡Caerán hijos de puta!
—Ya lo veremos—miró a los nobles y dijo—Llévenselo, pero quítenle la ropa primero. Quiero verlo humillado...
—Como ordene su alteza—respondió uno de ellos complacido.
Y sin esperar más tomó su camisa y la jaló, tratando de romperla.
—Suéltenme putas mierdas, ¡voy a matarlos! —dijo forcejeándose, pero fue inútil.
—Por favor, se lo suplico—dijo Ethan al rey, quién ni siquiera lo miró.
—Vaya, que raro verte así, tú nuca dijiste nada cuándo te follaba, ni siquiera te resistías. Pero así me gusta más...
—Todos ustedes son unos monstruos depravados—exclamó Tristan y miró a los reyes—Y ustedes son peor... ¿cómo pudieron hacerle eso a un niño? era sólo un niño, malditos bastardos...Yo nunca les hice nada...—añadió aflojando la mirada.
Pero los reyes sólo lo ignoraron.
Uno de los nobles lo pateó por la espalda y cayó contra el suelo, con el rostro pegado al suelo.
—Eres un nivel cuatro ¿verdad? Quiero que te veas como un niño de diez años, vamos. A esa edad eras más lindo, y más delicioso...
—Ya basta—dijo Tristan entrando en pánico y no pudo evitar que su voz temblara—Deténganse...
Pero no lo escucharon.
Con un pie le dieron vuelta y uno de ellos comenzó a quitarle el pantalón.
—Así me gusta, sigue rogando...
—Tristan—llamó Ethan con voz temblorosa. No podía seguir viendo, tenía que hacer algo.
Tristan sintió cómo esas sucias manos lo tocaron, deslizándose por debajo de la tela y tocando con descaro.
—Otro rato también les daremos a alguien...Lowis Kernovich. Pronto lo encontraremos. Pueden divertirse con él, o con ambos al mismo tiempo si así lo desean—añadió la reina y lo miró de reojo con maldad.
—¡No!—gritó sumamente afligido.
"A él no le hagan nada"
Cerró los ojos y su corazón latió con desesperación, sus lágrimas estaban a punto de caer...Cuando un ruido se escuchó a lo lejos.
Tan fuerte que parecía que el castillo se estaba derrumbando.
—¿Qué mierdas es eso?
El noble lo tomó del pelo y lo hizo sentarse, quería llevárselo, pero el ruido se volvió más fuerte. Y cada vez se acercaba más hacia ellos.
"Aquí viene..."
Pensó Ethan con una expresión sombría.
—Aris...
Notas:
1. Aris se había encogido: Referencia del Extra 2: Pequeño Aris.
Sé que este capítulo está algo largo, pero no quería cortarlo. Sentí que si lo hacía perdería la esencia y la secuencia de los sucesos.
En fin...Sólo faltan dos capítulos para que esta historia llegue a su fin.
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