Capítulo 55: Vergonzosos secretos
—Lowis es un buen hijo. Estoy tan orgulloso de él...—dijo Kernovich finalmente. Su mirada estaba decaída, y sus dedos entrelazados se movían con nerviosismo.
Levantó con cuidado la cabeza y miró a Ethan.
—No estoy dando excusas, y no espero que me perdone. Pero por favor, permítame pedirle disculpas...lo que hice fue algo terrible, y no tiene perdón...—agachó la cabeza e inclinó su cuerpo en reverencia—Le pido disculpas...
Ethan lo miró con una expresión suave, sonrió con suavidad y dijo con un tono agradable:
—Está perdonado.
Kernovich levantó la mirada rápidamente y lo observó incrédulo. Y al hacer eso, inmediatamente notó que los ojos de Ethan eran cálidos y sinceros.
—Siempre pensé que había algo extraño con usted. Y resulta que es esto...—y suspiró con una sonrisa torcida—No soy alguien rencoroso, y nunca le guardé rencor ni odio, y lo que usted hizo no es tan abominable como otras cosas que han hecho los demás nobles.
Y con sólo mirarlo sé que sus disculpas y su arrepentimiento son sinceros. Nadie vive feliz cuando está lleno de odio, tristeza, miedo, culpa o rencor. E insisto, yo no siento ninguno de esos sentimientos hacia usted—hizo una pausa y enfatizó las últimas palabras—El que acepte sus disculpas también es sincero. Siéntase libre de toda culpa.
Kernovich se quedó mudo ante esas palabras. Y el peso que había en su corazón, se deshizo lentamente, hasta que ya no hubo nada.
—... Gracias—dijo en voz baja, y su expresión se tornó un poco decaída. Toda la carga que su corazón llevaba lo había dejado agotado.
—No es nada—exclamó sonriente—Ambos encontramos la felicidad, y este asunto era algo que no nos dejaba estar tranquilos. Pero ahora que ya todo está aclarado y que no hay ningún sentimiento negativo entre nosotros, vivamos en paz.
Harrison asintió con la mirada clavada en el suelo, y sonrió con alivio.
—Kernovich—el mencionado volvió la mirada y observó a Aris, quién lo llamaba con una expresión tensa—¿Puedo preguntarle algo?
Aris sabía que todo lo que dijo era verdad, no hubo una sola mentira que saliera de sus labios. Y al igual que eso, sus disculpas eran totalmente ciertas.
—C-Claro, puede preguntar lo que desee.
—¿En verdad no le ha sido infiel a su esposa desde que falleció? —interrogó seriamente.
Ethan lo miró sorprendido y sus ojos se alteraron ante tal pregunta. Y notó la severidad de su fría mirada.
—Es verdad—dijo con tranquilidad, exhaló lentamente y continuó—Es la única persona a la que he amado...Y justo cuando estaba muriendo, le prometí y le juré que así sería, hasta mi último aliento.
Aris no apartó sus ojos de él, y luego de un profundo silencio dijo, con un tono frío:
—Lo que dice es verdad...—bajó la cabeza y entrelazó sus dedos, mirándolos fijamente—Y al ponerme en sus zapatos debo admitir que...no sé qué es lo que haría si Ethan muriera. Pero sí sé que no me importarían las demás personas, y nada tendría sentido...Creo que entiendo un poco.
"Pero aun así no puedo perdonarlo..."
Clavó su mirada en Kernovich, y lo observó con detenimiento.
—Lamento su pérdida—fue lo último que dijo Aris, y volvió a guardar silencio.
—... Gracias por tus palabras—dijo Harrison, sorprendido por las condolencias de Aris.
De repente, una luz cruzó en los ojos de Harrison y dijo:
—También lamento tu perdida, escuché de Tristan que eras el hijo de los Dayholt.
—Oh, gracias—contestó algo sorprendido.
—Hace unos días me envió una carta, informando la situación. Y que debía estar en el palacio un día antes del baile. Apenas antier llegué a mi mansión, recibí las noticias y vine lo más rápido que pude—su expresión se volvió severa y dijo—Espero que todo salga bien.
Ethan se sorprendió un poco al notar que Kernovich sabía de su escape, pero luego lo encontró razonable, ya que era el padre de su mejor amigo, y Tristan seguramente tenía un motivo para hacer tal cosa.
—Yo también lo espero—respondió con un suspiro.
Ethan sintió que la atmósfera se estaba tornando pesada, así que se levantó y exclamó con naturalidad:
—Deberíamos ir a buscar a Lewis y Tristan. Ya hemos hablado y resuelto todo, además, pensé que sería agradable beber té con todos ustedes.
—Es una buena idea—comentó Kernovich con una cálida sonrisa. Y enseguida todos salieron de la habitación, en busca de esos dos.
Luego de un tiempo supieron que ambos estaban en salón no muy lejos de su ubicación.
Al llegar al salón vieron de inmediato que ambas puertas de este estaban abiertas de par en par. Y cuando estaban a unos tres pasos oyeron sus voces.
—Estás loco—se burló Lowis con una risa.
—Vamos, sólo unos segundos ¿sí? —suplicó Tristan
—¿Aquí? Alguien podría verme—regañó, pero su tono seguía siendo amable y sereno—Yo no soy un desvergonzado igual que tú. ¿No puedes esperar hasta más tarde? ¿y también mañana en el baile...?
—Vamos, te ayudaré, sólo será por encima.
—Tristan...
Kernovich ni se inmutó por la conversación, y tocando la puerta entró rápidamente.
—Su alteza, por favor, no intimide demasiado a mi querido hijo—suplicó Kernovich con un suspiro.
Ethan entró junto a Aris y miró el interior del salón con cautela.
Ambos estaban parados a un lado de una pequeña mesa, y Tristan había bajado las manos, que parecían haber desabrochado el chaleco de Lowis. Quién estaba apoyando una de sus manos en la mesa, tratando de evitar a Tristan.
—No es nada padre—explicó Lowis apartando a Tristan con su codo, fingiendo estar molesto.
—Conde, ya que está aquí ayúdeme a convencerlo—exclamó Tristan, jalando del Conde.
—¿Convencerlo? —dijo Kernovich sin entender.
—En verdad eres impaciente—dijo Lowis abotonando de nuevo su chaleco.
—Quiero que Lowis se pruebe el traje que le di para el baile, pero no quiere.
—Me lo verás puesto mañana de igual forma. Pero aun así no escuchaste, e incluso quisiste que me lo pusiera aquí.
—Pero pudiste probártelo sólo por encima—objetó Tristan.
—No—dijo Lowis sin dudarlo.
—¿Lo haces para molestarme, verdad?
A lo que Lowis sólo sonrió con maldad lleno de diversión.
—Me las vas a pagar...—amenazó Tristan, con un rostro bastante serio—y avanzó hacia él.
—Por favor, dejen de jugar un momento—pidió Kernovich.
Justo cuando iban a "enfrentarse" ambos se detuvieron. Tristan miró al Conde e hizo un pequeño puchero.
—Le quitas lo divertido a la vida.
Kernovich no sabía que responder a eso, y mirando a Tristan se puso un poco nervioso.
—Estamos aquí porque queríamos invitarlo a tomar el té y charlar—intervino Ethan rápidamente.
—Que buena idea—exclamó Lowis encantado—Hay tanto que quiero contarte.
Luego, miró a su padre, que parecía relajado. Su rostro demostraba que todo estaba bien, y su corazón ahora era ligero y sereno. Lowis sonrió y miró a Ethan con una expresión deslumbrante.
Todos se quedaron en el salón y los sirvientes les llevaron té.
Hablaron de todo tipo de cosas.
Lowis le contaba de sus negocios con Tristan, y de lo bien que había vivido estos últimos años. A lo que Tristan y Kernovich hacían algunos comentarios. Ethan también les contó algunas aventuras que pasó en el mar, que había sido pirata y de las islas que había visitado.
Fue una charla muy alegre y divertida, que trataba de las cosas buenas y felices que todos habían vivido. Y al escuchar los relatos, todos se sintieron aliviados por la felicidad del otro.
La noche cayó y era hora de cenar.
El comedor principal estaba lleno de nobles, comiendo y bebiendo, riendo y susurrando.
Y cuando los cinco entraron al gran salón los ojos de todos cayeron en ellos.
—Hace mucho que no lo veía...—dijo alguien en voz baja.
—¿Aún tiene la cara para venir aquí, así nada más?
—¿No le da vergüenza...?
—Ese niño de la calle jamás será un heredero digno.
—El apellido Kernovich ha llegado a su fin—se burló otro.
—Murió hace mucho junto con su...
Ethan y Lowis, al escuchar los "susurros" de todos, sus ojos se llenaron de frialdad. Con ganas de ir y darles una reprimenda.
—No—dijo Kernovich en voz baja al notar tal actitud, y fue observado por ambos. Él les sonrió y añadió—No vale la pena...
A lo que ambos sólo lo miraron, llenos de indignación.
Repentinamente, Tristan avanzó con grandes zancadas, sin que Kernovich pudiera detenerlo. Cuando este paró y se dirigió a todos.
—¿Por qué siguen hablando sus mierdas, ah? ¿acaso no notaron mi llegada? —su mirada se tornó helada, sin una pizca de simpatía o amabilidad—Cuando yo o mi hermano, el príncipe heredero este presente, no quiero oír ninguna de sus estupideces. Ni mucho menos escuchar que hablan de los Kernovich. Dicha familia es muy querida para mí y para el príncipe, y si alguien sigue con ese tipo de comentarios de mal gusto, yo mismo lo sacaré a patadas de mi casa—y enfatizó esas últimas palabras con gran desprecio.
Todos palidecieron ante su actitud y sus palabras, bajaron las miradas llenas de ira y se tragaron sus comentarios.
Todo el salón se hundió en un sofocante silencio y nadie se movió.
—Bien—dijo Tristan satisfecho, siguió avanzando e hizo una pausa. Observó a la muchedumbre y habló lentamente—Espero que estén disfrutando de la comida. Adelante, sigan en lo suyo, menos plática y más acción. Que sus mandíbulas sólo se muevan para masticar, y no para escupir mierda.
Y con una expresión relajada y contenta tomó un trozo de carne de la mesa con un tenedor, lo miró unos segundos y se lo metió a la boca.
—Está delicioso—dijo con la boca llena. Miró a Lowis, quién todavía estaba con los otros, paralizados y en estado de shock. Levantó la mano y lo llamó—Ven, tienes que probar esto.
Los cuatro salieron de su aturdimiento y llegaron junto a Tristan.
Probaron la carne, y en efecto, estaba deliciosa.
Los nobles continuaron comiendo de mala gana y caminaron hacia las enormes y largas mesas, dispuestos a comer.
Los sirvientes, algo incómodos, les sirvieron lo que ellos ordenaron luego de probar la comida de larga mesa. Y miraban a Tristan desde lejos, llenos de resentimiento.
—Gracias—dijo Lowis en voz baja, apenas audible para Tristan.
—Eres mi amigo, ¿cómo podría quedarme quieto con algo así? —respondió con una sonrisa. Y el único hoyuelo que poseía se marcó en su clara mejilla.
—En verdad parece que no le temes a nada—comentó Lowis.
—...Sólo lo parece... en verdad le temo a muchas cosas. Pero si se trata de mis seres queridos, afrontaré mis temores, si eso me permite verlos sonreír—y lo observó con suavidad.
Lowis lo miró fijamente, y luego de un rato le sonrió con tristeza.
—No enfrentes tus miedos solo. Aquí estoy para ti, y sostendré tu mano para que no tengas miedo nunca más.
Tristan se sintió inmensamente conmovido por sus palabras, y sólo bajó la mirada. Respiró con lentitud, y dijo sin mirarlo a los ojos:
—Lo sé—e hizo una pequeña pausa antes de hablar—El tener a un amigo como tú ha hecho que no muera de miedo pese a todo.
Levantó la mirada y le sonrió con gran deleite.
—Todos esos nobles...en verdad son temibles.
—...Lo sé.
Lowis sentía que sus palabras tenían un significado diferente y oscuro, pero no sabría cómo exactamente. Y sólo le quedaba sonreír, y apoyar a su amigo, sin importar qué.
La cena continuó con un ambiente extraño, pero los reyes no se presentarían, y los únicos de la familia real eran Ethan y Tristan.
Y Aris sólo observaba todo en silencio, al lado de Ethan. Cuando observó a un hombre acercarse a ellos, con paso lento y seguro, sonriente y elegante.
—Buenas noches príncipe Louis—saludó el hombre al acercarse a Ethan—Soy el Marqués del Este, Jaxon McLean. Es un placer.
Nadie aparte de los reyes, su hermano, Harrison y Lowis, sabían de su pasado. Ethan lo miró y estudió su apariencia.
Alto y delgado, de piel trigueña, de un tono claro. Ojos cafés y cabello castaño. Sus rasgos eran delicados y refinados a pesar de tener unos cuarenta años.
—Hola—dijo Ethan sin mucho entusiasmo.
—Hace tiempo quería hablar un poco con usted, pero no me atrevía—exclamó sin dejar de sonreír.
—Oh.
—No sé cuál era su situación antes de venir aquí, pero sí tiene alguna duda o necesita algo no dude en llamarme. Con todo gusto le seré de ayuda al príncipe—sus ojos sonrientes reflejaban astucia y curiosidad. En verdad se notaba lo mucho que quería saber sobre el origen de Ethan.
Quién, mirándolo con frialdad, sólo lo observó en silencio. Y enseguida notó que cerca de ellos habían varios nobles, muy pendientes de su charla.
—En verdad agradezco mucho sus palabras—contestó Ethan finalmente con una sonrisa—Y creo que si necesitaré su ayuda en el futuro.
Los ojos del Marqués brillaron al oír esto, y sonrió con más encanto.
—Nunca había estado en lugares así antes, y mi educación es poca—continuó Ethan con entusiasmo—Pero eso es obvio, ya que donde yo crecí no había ninguna clase de educación.
—Vaya...—exclamó Jaxon entrecerrando los ojos.
—Si—suspiró y suavizó su expresión—Los prostíbulos no son buenos lugares para criar niños después de todo.
Al escuchar sus palabras la sonrisa del Marqués se congeló. Su rostro palideció y una sensación helada le recorrió la espalda, erizando su cuero cabelludo.
—¿Un prost...? —interrogó en voz baja, pero no pudo terminar la oración.
—Sí, seguramente fueron ellos quienes me vendieron a un burdel, usted sabe, los que me raptaron cuando era bebé—explicó con naturalidad—Fueron días muy duros, esa clase de trabajos son pesados y tortuosos, algunas veces dolorosos, o incluso asquerosos.
Sus ojos se tornaron oscuros al decir esto último.
Jaxon y los demás escucharon claramente sus palabras, y todo el salón cayó en un absoluto silencio.
—Más en esos dónde sólo se atienden a nobles. Siempre piden cosas muy desagradables—y se abrazó sus propios brazos, como si recordara algo perturbador—Y sin importar cuánto te bañes, sigues sintiéndote sucio.
Jaxon tragó grueso y se arrepintió de haber tocado el tema.
—Y ahora que lo pienso—Ethan se acercó más al Marqués y lo inspeccionó—Creo haberlo visto una vez.
—C-Claro que no, ¿c-cómo podría yo...? —se excusó rápidamente.
—Sí, estoy casi seguro—se tocó la barbilla pensativo y exclamó—A usted le gusta meterles cosas a las personas, y no creo que sea necesario decir dónde.
Jaxon sólo quería ganarse el favor de este futuro rey, pero ahora sabía que había cometido un grave error...
—Y usted, el de ahí—habló Ethan con fuerte voz y señaló a uno que no estaba muy lejos—También creo haberlo visto.
El mencionado palideció y sintió la fría y angustiosa mirada de su esposa, que estaba a su lado.
—Si, a usted le gusta atar a las personas, de maneras...no muy decentes—miró a otro y también lo señaló—Y usted...vaya que es intenso, tanto que parece una tortura, aunque su cosa de ahí abajo sea pequeña...Y el de haya, realmente tiene un serio problema con...
Ethan recordaba la mayoría de las charlas que tenían sus amigos, y los rumores y comentarios siempre hablaban de estas cosas. E incluso algunos chismes rodaban por los tres grandes burdeles, ya que muchos tenían amigos en dichos locales, o eran antiguos empleados. Así que cualquier información respecto a las obscenidades de los nobles, era muy quién conocida por todos. En parte era conveniente, ya que siempre había que estar bien informado...
En el fondo Ethan se avergonzaba de sí mismo por recordar este tipo de cosas, aunque le estaban siendo de mucha ayuda en estos momentos.
Ethan señaló y expuso muchos vergonzosos secretos, haciendo que sus rostros se tornaran verdes o pálidos.
Si ellos hubieran sabido que esto pasaría, nunca habrían venido a cenar.
Y ahora sabían que ambos hermanos eran igual de odiosos, desvergonzados, imprudentes e indecentes.
—En verdad sufrí mucho en esos tiempos, y terminaba muy cansado luego de todo...Pero es un alivio haber salido de todo eso, y podré vivir cómodamente desde ahora.
Todos trataban de recordar a Ethan, y más aquellos que disfrutaban con jóvenes, pero eran tantos los servicios que habían comprado, que era imposible poder recordarlo.
Tristan estaba riendo sin disimulo, mientras Lowis y Harrison estaban en shock, totalmente perplejos.
Luego de eso Jaxon se fue, lleno de vergüenza e indignación. Nadie se acercó a ellos y se fueron luego de casi tragarse la comida.
—Con cosas como esta me queda más que claro que somos hermanos—exclamó Tristan rodeando los hombros de Ethan con su brazo, acortando por completo la distancia entre ambos—Desde el momento que te vi supe que eras alguien divertido.
—No es nada—se excusó Ethan un poco tímido—Pero en verdad fue incómodo decir todas esas cosas en voz alta.
—Qué más da—dijo riendo. Se acercó a su oído y añadió en voz baja—Después de mañana no volverás a ver a estos bastardos. Y me alegra que hayas seguido mi consejo de joderles la vida un poco.
—Tristan—exclamó Ethan aún tímido, pero con una pequeña sonrisa en sus labios.
Aris no había hablado mucho durante todo ese tiempo, y sólo observaba a Ethan y los alrededores, estudiando las frías y horrendas miradas de todos.
Aunque también era por Ethan, ya que quería que disfrutara de estos pequeños momentos con sus amigos.
Los cinco se quedaron solos en el comedor y comieron hasta quedar satisfechos. Se despidieron y cada quien se fue a su habitación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top