Capítulo 50: Un rol fijo

Ethan se quitó la chaqueta y el chaleco, quedando sólo con una fina camisa blanca. Sostenía una espada y su mirada era tensa.

Owen lo miraba seriamente, y con un movimiento rápido lo atacó.

Ethan se hizo a un lado y retrocedió, bloqueando su espada.

Owen abrió los ojos con sorpresa y miró a Ethan detenidamente. Luego volvió a estar seria, tomó posición de ataque y dijo:

—Odio hablar en un combate, pero creo que es necesario. Tengo algunas preguntas para usted.

—Las contestaré con toda honestidad—dijo con amabilidad y lo atacó.

Su espada golpeó con gran peso, y Owen sintió toda su fuerza. Admirado, devolvió la estocada seguida de una patada.

Ethan apenas logró esquivar esto último y retrocedió un paso.

—¿Quién eres exactamente? ¿dónde aprendiste a pelear? —interrogó Owen con severidad.

—Antes de...que los reyes me encontraran yo vivía con otras personas, con los que pensaba eran mis padres de sangre—levantó la pierna e intentó golpearlo, pero Owen, con una mano desvío su pie—Charles Dayholt y Gissele Dayholt.

Owen iba a volver a atacar, pero en cuanto escuchó esos nombres, titubeó. Lo miró con más detenimiento, y recordó vagamente haber visto a un niño con sus características en la casa de los Dayholt. Siendo ese niño el hijo de Gissele.

—Gissele me enseñó a pelear, pero lamentablemente sólo me enseñó hasta los once años. Así que me disculpo por mi técnica tan pobre y torpe.

Owen lo observó y analizó sus movimientos.

"Sus ataques, sus movimientos, su defensa...todos son del estilo Rosse"

Con todo esto Owen no podía dudar. No había mejor prueba que está. Y pensó que tal vez esta era la intención de Ethan al pedir que pelearán. Demostrar que en verdad era el hijo de Gissele.

—Es verdad—dijo Owen, y con un movimiento de pies se colocó detrás de él—Aunque tus movimientos son errados, no eres tan malo.

Y con un pequeño giro lo pateó por la espalda.

Ethan apenas pudo reaccionar, pero ya era demasiado tarde. El golpe llevaba una dirección extraña que lo hizo caer de frente al suelo, con las manos trató de frenar un poco el impacto, pero fue casi imposible. El suelo se rompió, el polvo se levantó y cayó por completo.

Fue derrotado, pero sin esperarlo Owen sintió cómo era tomado de los tobillos, y cuando quiso hacer algo fue soltado repentinamente. Y lo siguiente que vio a Ethan jalar de su brazo, mientras recibía un puñetazo en las costillas.

El polvo se asentó, y dejó al descubierto la escena.

—Definitivamente no eres malo—dijo Owen. Logró detener el puño de Ethan, a escasos milímetros de su abdomen.

—Muchas gracias—respondió sonriendo—pero me temo que he perdido.

Ambos se separaron, y Owen puso notar que Ethan estaba completamente ileso.

El público quedó atónito antes sus fuertes y claras palabras, pero no se atrevían a hacer algo más que observar en silencio.

Owen lo miró, y notó en sus ojos algo, que hace mucho no había visto. Un alma ardiente que disfruta del combate, que no se rinde, y que ve esa derrotado como una prueba, algo que superará sin importar qué.

—Tienes...esa mirada que Gissele solía tener—dijo Owen con una expresión más suave—Si ella te enseñó a pelear es porque vio algo en ti. Vio que eras digno del estilo Rosse.

Ethan se sintió sorprendido al escuchar, y sonrió en silencio.

—Nunca conocí a alguien más talentoso que Gissele, ella era la Rosse más fuerte, y su nivel crecía cada vez más...—hizo una pausa y añadió—Tu eres como ella. Pero si usas ese estilo debes hacerlo bien... así que...algún día puedes ir a verme.

Dijo todo esto con una voz tan suave que nadie logró escucharlo.

—Sería todo un honor—respondió encantado, y se inclinó ante él—Quisiera honrar a mi madre al usar el combate de la manera adecuada. Usar y pulir lo último que me dejó. Su enseñanza.

Levantó la vista, y con ojos llenos de determinación exclamó:

—Lo que usted desee darme no lo sabrá nadie más. El estilo sólo es digno de un Rosse, y el que usted siga esto me hace muy feliz...aunque sepa que no soy un Rosse...

—Lo eres...No sé qué sucedió o porque eres el príncipe ahora, pero siempre serás el hijo de Giselle. Y confío en que guardarás muy bien los secretos del estilo.

Owen jamás, en toda su vida hubiera hecho lo que está haciendo. Pero las circunstancias, y la actitud de Ethan le dicen que es lo correcto. De todas maneras, Ethan ya conoce las bases.

—Mm—se inclinó una última vez en despedida y se fue.

Las caras de los reyes eran tan pálidas como el papel. Y las descaradas risas de Tristan los ponían de un humor terrible. El haber perdido ya era una deshonra, pero el inclinarse ante un simple Conde, era totalmente humillante.

—¿Quieres callarte hijo de...? —dijo la reina entre dientes, con gran odio. Pero Tristan sólo la miró y dejó de reírse.

—Como órdenes, madre—y sonrió con gran placer.

Ethan apareció, subiendo las escaleras del lado derecho y entró en la habitación. Notó el rostro oscuro y tétrico de la reina, la tensión flotaba en el aire y se quedó perplejo.

—Oh cariño—exclamó la reina cambiando rápidamente su expresión—No debiste haber hecho eso...pudiste haberte lastimado.

—Gracias por preocuparse, pero estoy bien—dijo con un tono suave y volvió a sentarse.

—Eres un excelente peleador Ethan—exclamó Tristan muy animado—Eso será muy útil, la fuerza también es importante en un rey. Y cuando el momento llegué te será de mucha ayuda—y diciendo esto último lo miró con intensidad.

Ethan sabía a qué se refería, y con una sonrisa agradeció sus palabras.

El rey dio por finalizados los combates. Y el ganador del torneo desapareció sin importarle lo demás.

Los aplausos del público fueron incómodos, y las únicas personas que parecían felices eran Ethan y Tristan, los únicos con una deslumbrante sonrisa en sus rostros.

Luego de eso se dio apertura a un pequeño banquete, las personas charlaban mientras tomaban comida de una larga mesa, en un inmenso y lujoso salón. Ethan, Tristan y Aris no volvieron a sentarse al lado de los reyes y anduvieron entre la multitud.

—Ese estilo de pelea es muy antiguo y complejo. Nació en la Era de la Oscuridad, como contramedida para enfrentar a los hechiceros—comentó Tristan con emoción—Es genial que tengas esos conocimientos...

—G-Gracias—dijo Ethan con amabilidad—pero ¿no crees que estás muy cerca?

—Oh—Tristan rio y se alejó de él—Lo siento, es una...mala costumbre, pero es mejor así.

—¿Por qué?

Tristan lo observó con seriedad, y se metió un pedazo de tarta a la boca.

—Bueno—dijo con la boca llena—Es algo que me aconsejo un buen amigo. Mi único amigo.

—Aún sigo sin entender—dijo Ethan pensativo.

—"Si no te gusta que las personas se acerquen a ti, tu acércate primero" algo así funciona. Además, si lo hago las personas se sienten intimidadas e incómodas. Adoro ver sus expresiones—exclamó con deleite.

Pero Aris supo que no estaba diciendo toda la verdad.

Tristan lo miró rápidamente y no apartó sus ojos de él.

—Pero no es toda la verdad, por supuesto. Pero hay detalles que es mejor no saber, porque a veces, la ignorancia es felicidad—añadió con una suave sonrisa, sus ojos brillaron con dulzura y un débil hoyuelo apareció en su mejilla derecha—En fin, mejor los dejo solos, mis queridos tórtolos.

Pero antes de irse añadió:

—Pronto conocerán a mi amigo. Les caerá muy bien, se los aseguro—les guiñó un ojo y se fue, dándoles la espalda—Ahora me voy, a molestar a algunos invitados. Y si alguien los molesta sólo mándenlos a la mierda...—y sacudió su mano en despedida.

Ethan rodó los ojos junto con una débil sonrisa y bebió de su copa.

—Tu hermano es raro—dijo Aris al verlo irse. Quién rápidamente se acercó a unas personas y comenzó a hablar con ellas muy de cerca.

—S-Si, un poco. Pero se ve que es buena persona.

—...Lo es.

Ethan vio un plato lleno de fruta a un lado y comenzó a comer. Mordió un trozo de sandía y el jugo se deslizó por sus labios.

—Por cierto, tu pelea de hoy estuvo genial—dijo con una sonrisa, dándole una servilleta.

—Sí, me contuve un poco pensando en qué podría lastimarlo. Pero me equivoqué, ambos ocultábamos nuestra verdadera fuerza. Creo que era un poco más débil que yo, pero su técnica superó mi fuerza por completo en el último segundo.

—Necesitas entrenar más.

—Pero tú no quieres que entrene—dijo riendo—te quejas de que eso separa nuestra relación.

—Bueno—dijo desviando la mirada—Si entrenas conmigo tal vez lo reconsidere.

—¿Quieres entrenar mañana? —preguntó entusiasmado, llevándose tres fresas a la boca.

—Claro—dijo pasándole más fruta.

—Genial—pero dudo al recibir el plato, y con la boca llena dijo—Creo que ya no quiero más.

—Pero esta es necesario—objetó dándole una rodaja de piña.

—¿Por qué? —interrogó sin entender. A lo que Aris sólo sonrió.

Ethan repentinamente captó la indirecta luego de unos segundos y se ahogó con las fresas, mientras su rostro se volvió rojo como un tomate.

Aris rio y dejó el plato a un lado, dándole palmadas en la espalda...

Las personas los estuvieron observando desde la distancia. Algunas se acercaron a saludar, pero la fría mirada de Aris los espantaba de inmediato.

Y pronto todos se preguntaban:

¿Quién era el joven apuesto y de belleza exótica, que estaba junto al príncipe?

Pero al ver el comportamiento de ambos las personas hicieron sus propias especulaciones.

Y el rey, quién miraba desde su asiento, los observaba con detenimiento, junto con un rostro bastante serio y pensativo.

El banquete terminó, algunos se fueron, y otros se hospedaron en el castillo. El rey y la reina se fueron y despidieron a todos. El día al fin había concluido y ambos podían descansar.

—Señor Aris—dijo Kirk antes de que ambos regresaran a sus habitaciones.

Aris se giró y lo observó con una expresión seria.

—S-Su majestad, el rey, desea hablar con usted en persona. A solas—dijo lo más rápido y firme que pudo.

Ethan miró a Aris buscando su opinión, y este, sólo asintió.

—Está bien, lléveme con él—contestó, y mirando a Ethan sonrió—Volveré pronto.

Él le devolvió la sonrisa y se despidió...

Aris fue guiado por amplios pasillos, de un lado a otro, hasta que llegó ante una enorme puerta. Los soldados la abrieron y Kirk le indicó que pasara.

Entró sin temor y la puerta se cerró detrás de él, observando el interior.

Una amplia oficina, con un gran escritorio negro, y en el estaba el rey, sentado, con una expresión somnolienta.

—Pasa adelante, toma asiento—indicó con un tono indiferente y señaló la silla delante de él.

Aris, sin decir nada caminó hacia la silla y se sentó.

El rey dejó de hacer lo que estaba haciendo y lo miró a los ojos.

—No sé porque, pero Louis se ve tan...feliz a tu lado, como si el verdadero motivo de su completa felicidad fueras tu... ¿cómo lo haces? —interrogó con sinceridad.

Aris, quién esperaba una especie de amenaza o algo por el estilo, suavizó su expresión.

—Estar junto a una persona y hacerla feliz es algo demasiado difícil de explicar con palabras.
Apoyo a Ethan en todo lo que hace, lo ayudo en cualquier cosa que desee, sus metas, sus ambiciones....estoy ahí para él, incondicional, y lo aceptó tal y cómo es, sin esperar que cambie, amándolo por completo. Una compañía totalmente desinteresada—contestó mirándolo a los ojos con seriedad.

El rey tocó su barbilla y meditó sus palabras.

—Nunca he estado con alguien así en toda mi vida, y se oye algo bastante difícil de lograr—suspiró y cerró los ojos—Incluso parece algo imposible.

—Muy improbable diría yo. Casi imposible, pero no imposible.

—Realmente Louis no debe amar a su esposa. Sólo debe tener hijos con ella. Pero lo mejor es que sienta al menos un poco de atracción hacia ella—hizo una pausa y lo observó detenidamente—¿Crees que, si se parece a ti, él se sienta atraído?

—Mm...—Aris pensó unos segundos y contestó—Le seré honesto...su alteza.
Cuando Ethan dijo que yo le gustaba porque era "yo", y que no importaba si era hombre o mujer, se refería sólo a mí. Es decir, que aunque yo sea hombre o mujer me seguirá amando. Pero Ethan no explicó muy bien en ese punto, y dio a entender que una persona le agradaría dependiendo de su personalidad, no por su sexo. Pero es sólo eso, agradar—y resaltó la última palabra.

—Entiendo.

—Y creo que la apariencia de su futura esposa no tiene que ser igual a la mía. Creo que eso le disgustaría.

—¿Por qué?

—Su alteza, creo que está juzgando muestras relación erróneamente. Le preguntaré algo, ¿usted cree que Ethan es el "dominante" en la relación? ¿no es así?

—Si—contestó sin dudarlo.

—Los demás no saben cómo son las relaciones entre personas del mismo sexo, y siempre generalizan todo. Pero nadie puede generalizar en nada. En nada.

—¿Entonces cómo son? —interrogó sin entender.

—Depende de las personas. Si una pareja quiere hacer algo, lo hace, pero puede que a otra pareja no le guste...

—¿Cuál es tu punto? —preguntó cada vez más impaciente y temeroso.

—Sólo déjeme preguntar, ¿a usted le gustaría ser el "sumiso" en una relación?

—No—dijo rotundamente.

—¿Y a mí me gustaría? si, por supuesto. ¿Y a Ethan? sin duda, no habría problema si yo se lo pidiera, lo haría con gusto, pero la verdadera pregunta es ¿quién de los dos es el que toma más frecuentemente ese papel?

El rey lo miró perplejo y palideció ligeramente.

—Usted nos otorga papeles fijos a mí y a Ethan, cuando en realidad no debería, no debería enfrascarnos en un solo "rol"—sonrió y añadió—¿Y si le dijera que Ethan es el de "abajo" en nuestra relación, la mayoría del tiempo? Dígame ¿qué haría con su esposa, si en verdad le gusta ser...el de abajo?
A Ethan no le gustaría tener una esposa que se pareciera a mí, la persona que usualmente es el dominante. Definitivamente no podría hacerlo.

El rey se sintió confundido y mareado de tanto pensar y analizar sus palabras. Tan llenas de interrogantes e información compleja y nueva para él. Y volcó todo lo que creía saber sobre ellos.

—Lo que quieres decir—dijo el rey con cansancio—es que, Louis, al ser el... sumiso, no le gustaría una esposa parecida a ti, y que además no podría intimar porque no eres tú, y porque es mujer ¿Verdad?

—Mm.

Aris se sintió satisfecho al verlo tan alterado, preocupado y ansioso. Y eso combinado con la mirada fría que le dirija lo dejó destrozado.

—Entonces sólo hay una solución—musitó el rey desganado—Si Louis no quiere hacerlo tú podrías ayudarlo...sabes a qué me refiero ¿verdad? —y los miró a los ojos con una expresión tensa.

Y rápidamente, el rostro de Aris se contrajo, su sangre se calentó, y el sólo hecho de imaginar la escena de ellos tres haciendo...lo llenó de furia y asco, por completo.

—Por supuesto, yo lo ayudaría. De eso no tiene que dudar. Yo haría cualquier cosa por Ethan—dijo tratando de contenerse. Y fingió una sonrisa.

—Bien, entonces eso me tranquiliza—exclamó más aliviado—Pero dime ¿qué clase de mujer le disgustaría?

Aris no contestó enseguida, y pensó en la respuesta.

—No tiene que ser muy delgada, de complexión fuerte, de su estatura. Cabello largo, ojos fríos. El color de la piel puede ser cualquiera, eso no le importa. Pero no tiene que tener un carácter blando, debe ser fuerte en todos los aspectos, sin embargo, también deber ser amable y bondadosa—dijo a secas.

—Bien...—contestó pensativo.

—¿Otra cosa que necesite, majestad?

Lo miró a los ojos y dijo:

—¿Hace cuánto lo conoces? —interrogó con suma curiosidad.

—Desde hace muchos años. Tanto que no hay una sola cosa que no sepamos el uno del otro.

—¿No se guardan secretos? —exclamó con una ceja levantada.

—No. Pero si él me los guarda los dirá en el momento adecuado. Lo hace porque quiere protegerme, o quiere proteger a otros.

—¿Proteger a otros? ¿de quién exactamente?

—De mi—dijo sin ocultar sus ojos frívolos.

El rey sintió un pequeño escalofrío y se aclaró la garganta.

—Ya veo...—exclamó con una expresión suave—Gracias por tu tiempo, me ayudaste mucho. Ojalá algún día podamos charlar más a menudo, y así contarme más cosas sobre mi hijo.

—Sería un placer—dijo sonrió.

El rey lo despidió, salió de la habitación, y fue llevado de nuevo a su habitación. Pero no entró en ella y se dirigió a la de Ethan.

Quién estaba sentado en la cama con una expresión preocupada, usando sólo una camisa blanca como pijama.

—Aris—exclamó al verlo entrar y se levantó.

—Hola—saludó con una sonrisa y cerró la puerta.

—¿Qué pasó? ¿qué fue lo que te dijo? —preguntó ansioso.

—Bueno...

Aris le contó todo lo que habló con el rey, absolutamente todo.

—¿Q-Qué? —exclamó Ethan con un rostro pálido—¿Él dijo eso?

—Sí, al parecer cree que podrías intimar mejor con tu futura esposa si...hacemos un trío—contestó con una expresión tensa.

—¿Cómo pudiste contener tu...? ¿cómo es que no lo golpeaste? —interrogó verdaderamente sorprendido.

—Sólo pensé: "A Ethan no le gustaría que hiciera esto". Además, quiero ir al baile contigo, no quiero perdérmelo.

Ethan aflojó su rostro y se sentó de nuevo en la cama.

—No puedo creer las cosas que dijo el rey. ¿Tener una esposa que se parezca a ti? definitivamente no me gustaría, gracias por decirlo.

—Mm, no hay problema—dijo en voz baja y se sentó a su lado.

—¿En qué piensas? —preguntó al verlo pensativo.

—Es qué...me puse a pensar en ¿qué pasaría si tú en verdad quisieras ser el príncipe? Tendrías que casarte, tener hijo...—lo miró a los ojos y exclamó con sinceridad—Si tomaras esa decisión yo te apoyaría sin dudarlo—apretó sus manos y bajó la cabeza—Pero, no sé si podría soportarlo...

—Aris—dijo tomando su rostro con delicadeza, con ambas manos—Jamás haría algo que te causara tristeza, o algo que me aleje de ti. Quiero vivir la eternidad contigo, sólo contigo. Sin nadie que nos moleste, sin estar ligado a nada, más que a ti.

Aris lo observó con cariño y sonrió aliviado.

—Mm, yo también pienso lo mismo—levantó su mano y acarició su cuello, y muy cerca de sus labios dijo—Pero lo que dije es verdad. Haría lo que fuera por ti. Incluso si me pudieras irme por mil años y esperar por ti, lo haría, porque te amo.

—Jamás te pediría eso, me rompería el corazón—cerró los ojos y lo besó.

Tan despacio, abriendo sus labios con lentitud, acariciándolo con ellos, calentando la frialdad de estos.

—... Entonces no lo hagas, nunca me lo pidas—dijo Aris apenas se separaron, y su aliento acarició la boca de su amado—porque a mí también me rompería el corazón.

—Nunca lo haré, lo prometo—sonrió con dulzura. Y mientras se abrazaban se dejaron caer en la cama.

—Gracias—hundió el rostro en su cuello y suspiró.

Ethan levantó su mano y acarició su cabello.

Pensó en todo lo que había pasado hasta ahora, y sobre los sentimientos de Aris.

No le gustaba verlo así, porque desde que llegaron Aris ha experimentado muchos sentimientos amargos. Definitivamente tenían que irse después del baile, ya que no sabría si Aris podría soportar estar más tiempo en el castillo. Y tampoco él.

Todos le daban mala espina.

"Pronto nos iremos, y jamás volveremos... jamás"

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