Capítulo 46: Es muy repentino
«Año 946, Era Slorrance. Castillo Real»
Aris estaba desconcertado, y miraba como la reina abrazaba a Ethan.
—No puedo creer que estés aquí...—musitó la reina con su dulce voz.
—Y-Yo...n-no sé a qué se refiere su alteza—dijo Ethan con la mayor sutileza que pudo, su rostro se calentó por los nervios y su cuerpo estaba completamente tenso.
—Lo lamento—dijo la reina dejándolo ir, bajó la mirada y limpió el borde de sus ojos acuosos—me emocioné demasiado, pido perdón por mis modales.
—Está bien querida—consoló el rey desde donde estaba, su mirada se volvió menos frívola y la observó con cariño. Luego miró a Ethan y exclamó—Tu nombre es Ethan ¿no es así? Sé que estás confundido, pero permíteme explicarte.
La reina le sonrió antes de darse la vuelta y sentarse de nuevo.
El rey hizo un ademán, los guardias abrieron la puerta y una persona que se miraba extraña entró desde una entrada lateral.
Su cabello era largo y de color negro azulado, sus ojos eran verde turquesa y sus ropas eran finas, con detalles de ondas plateados.
—Él es un mago de agua, su nombre es Wiriom, y fue el encargado de hacer la lectura de...—el rey no sabía cómo continuar y miró al mago de reojo.
—Cuando almorzaste hoy dejaste tu saliva en los cubiertos, la tomé e hice una "Lectura de adivinación"—explicó el mago de manera eficiente.
—Y resultó que sí eras tú—comentó la reina con encanto.
—¿Ser qué? —preguntó en voz baja.
—Nuestro hijo—contestó el rey con total seguridad.
Ethan lo miró, luego a la reina y finalmente miró el vacío, pensativo y perplejo.
—Estamos seguros, las lecturas mágicas nunca mienten—el rey miró al mago y este se retiró enseguida—tú...fuiste secuestrado y nunca volvimos a saber de ti. Pero no nos rendimos y buscamos por todas partes, invitamos al castillo e investigamos a todo aquel joven, de entre veinte y veinticinco años, rubio y de ojos dorados. Hasta que finalmente estás aquí—sonrió aliviado y sus ojos se entrecerraron—no sabes lo felices que estamos de que estés de vuelta.
—Y-Yo...—Ethan no sabía que decir, su mente estaba en blanco y su cuerpo no se sentía como el suyo. Todo parecía un mal y extraño sueño.
—Sé que es difícil de asimilar, te daremos tu tiempo. Pero te aseguro que tú vida será más feliz ahora, siendo el príncipe primogénito, heredero del gran trono del Continente GreatWish.
—Por cierto—el rey miró a Aris y frunció las cejas—¿quién es el? ¿por qué está aquí? —luego miró a Kirk en busca de respuestas.
—Él viene conmigo su alteza—se puso a su lado y explicó con un tono suave—por favor, permítame que se quede a mi lado.
—Oh, entonces está bien, si está contigo no hay problema, mientras te sientas cómodo. Y sé que será repentino, pero queremos que vivas con nosotros, tú amigo puede quedarse el tiempo que quiera, mientras...—el rey guardó silencio y aclaró su garganta—bueno, no importa.
—Es muy repentino—dijo Ethan aun analizando la situación—pero creo que es lógico.
—Excelente, organizaremos un gran baile por tu regreso, nadie sabía de tu desaparición, dijimos que estabas estudiando en el extranjero, así que por favor no comentes nada sobre este asunto. Todos los nobles asistirán, será una gran fiesta, espero sea de tu agrado.
—Por supuesto que sí su alteza—contestó Ethan sin saber cómo actuar frente a él.
—No te preocupes, no seas tan formal, soy tu padre después de todo, puedes llamarme Padre o Nathaniel—dijo con una sonrisa.
— También puedes llamarme Madre o Lisbeth—añadió la reina con cariño.
—Su alteza—anunció un guardia mientras se inclinaba hacia el rey—el príncipe está aquí como lo ordenó.
—Perfecto, háganlo pasar.
El guardia se retiró y enseguida una puerta al lado izquierdo se abrió.
Un joven de unos veintidós años, de cabello rubio y un poco rizado, ojos dorados pero un poco más oscuros que los de Ethan, cejas gruesas y mirada firme como la del rey, pero al mismo tiempo sus facciones eran más suaves y menos masculinas, como las de la reina, labios delgados y nariz afilada, era como ver otra versión de Ethan, pero más serio y menos risueño.
—Saludos padre, ¿me llamaste? —dijo inclinándose ante él y miró a Ethan con una mirada un tanto penetrante, analizándolo de pies a cabeza.
—Por fin encontramos a tú hermano mayor—contestó el rey con gran placer—su nombre ahora es Ethan.
—¿Con que eso es? —dijo sin ninguna expresión—Me alegra escucharlo, y más por ver qué se encuentre bien.
Miró a Ethan y se paró frente a él dando la espalda al rey, se inclinó y saludó:
—Es un placer conocerlo, príncipe Ethan, espero que el castillo sea de su agrado y su bienvenida placentera, por favor, siéntase como en casa—levantó la mirada, y con sus ojos claros lo observó.
Su expresión era complicada, tristeza, molestia, miedo, preocupación, felicidad...es como si todas esas emociones estuviesen mezcladas entre sí.
—N-No tienes por qué hablarme tan formal, supongo—respondió Ethan al sentir extraño ser tratado así.
—Está bien—alzó la mano y lo saludó más informal—espero que nos llevemos bien y podamos conocernos mejor. Mi nombre es Tristan.
—Espero lo mismo Tristan—contestó y estrechó su mano.
—Me alegra tanto ver juntos a mis lindo niños—exclamó la reina con una sonrisa esplendida—son como dos gotas de agua.
—Me da gusto que estés feliz madre—dijo el príncipe Tristan con una sonrisa suave y la miró.
Ethan observó de nuevo a los reyes y notó que en realidad se parecía mucho a ellos, más que todo al rey, quién al sonreír también dejó mostrar sus bien definidos hoyuelos.
—Bueno, lo mejor será dejar que descanses por ahora, seguramente querrás pensar y aclarar tu mente—miró a Kirk y dijo—llévalo a las mejores habitaciones, y también a su amigo.
—Descansa querido—le dijo la reina a Ethan con un tono suave—nos vemos mañana.
—Mañana por la mañana en el desayuno podremos seguir con esta conversación, también queremos saber más de ti y explicarte algunas cosas—la expresión del rey se tornó más severa y miró hacia Kirk.
—Como diga mi rey—se inclinó y guío a Ethan, quién se inclinó antes los reyes y luego lo siguió.
Aris, de mala gana también lo hizo, y al darse la vuelta se encontró con los ojos de Tristan, quién lo miraba con duda.
Aris también se inclinó ligeramente ante él y se fue al lado de Ethan.
El camino fue un poco largo, pero luego de tanto caminar llegaron a un gran y largo pasillo.
—Esta es su habitación su alteza—dijo Kirk señalando una gran puerta blanca—Y la continua a ella es suya—añadió mirando a Aris.
—Gracias—dijo Ethan.
—Te veo en unos minutos—susurró Aris en su oído. Quién lo miró y asintió.
Dos sirvientes abrieron las largas y delgadas puertas, Ethan entró con duda, se dio la vuelta, pero la puerta fue cerrada enseguida.
La habitación parecía más una casa.
Una gran cama justo en medio de la habitación, un sofá, un inmenso armario, una puerta al lado derecho que parecía el baño. Del lado izquierdo otra pequeña sección en donde había una especia de sala junto con una chimenea.
Las decoraciones eran extremadamente elegantes y delicadas, colores pasteles, blancos y dorados, el piso parecía hecho de mármol y las columnas estaban bellamente esculpidas.
Ethan avanzó unos pasos, miró la estancia y reflexionó.
Aún no podía asimilar su situación, todo fue tan rápido y repentino que no sabía si había reaccionado correctamente. Nunca esperó que su pequeño viaje al castillo terminara así.
Pero de una cosa estaba seguro.
"Yo no quiero ser un príncipe"
Eso era un obstáculo entre él y Aris en todos los sentidos.
Su mente divagó por bastante rato, asimilando su nueva identidad, que no estaba seguro si era verdad o no. Todo era un caos en su cabeza, y las pocas experiencias que tenía respeto al tema de los príncipes no era muy agradable. Recordó lo que pasó con Aris y pensó que tal vez podría recordar cosas desagradables.
Debía hablar con Aris sobre todo esto, pero decidió tomar un baño rápido, se quitó la ropa a jalones y entró al baño.
Era tan lujoso que todo parecía hecho de oro, playa y mármol, justo cómo un castillo real debía ser. Trató de ignorar todo y entró a la gran tina blanca, se restregó con gran velocidad y sólo tardó unos tres minutos. Tomó una toalla y se secó.
Salió y se puso de nuevo los pantalones, ya era tarde y al ver qué Aris nunca llegaba pensó en ir a su habitación y se dirigió a la puerta, pero en esos segundos esta se abrió y Aris entró, junto con una expresión pensativa, y un camisón blanco muy fino y elegante que tallaban su cuerpo a la perfección.
Ethan retrocedió y lo miró, Aris se sentó en un pequeño sillón que no tenía respaldo y tocando sus labios meditó.
—¿Qué piensas Ethan? —dijo con una expresión seria.
—Sé que lo sabes, pero igual lo diré, no quiero ser el príncipe que ellos esperan, sólo quiero irme de aquí contigo. Además, ni siquiera sé si lo que dicen es cierto...
—Es verdad, todo lo que dijeron es verdad. Y al verlos supe que ellos era tus padres, de eso no hay duda.
—Pero ¿cómo pasó todo esto? ¿cómo es que Charles y Giselle me criaron? no le encuentro sentido.
—Yo tampoco, todo esto es muy extraño. Y ellos ocultan algo, hay algo en sus ojos que no me gusta—dijo Aris tocando su cabello y peinándolo con los dedos.
—¿Algo extraño? ¿cómo qué?
—Ellos estaban felices de encontrarte, pero no parecía una felicidad paternal de un padre encontrando a su hijo. También sentí una pizca de perversión y maldad, definitivamente ellos no son buenos, están muy lejos de serlo—cruzó una pierna con desgano y exhaló—No te preocupes, pronto nos iremos de aquí, será fácil, pero por ahora descansamos, ya es tarde.
—Si, tienes razón, mejor será esperar un poco antes de irnos—dijo Ethan y acarició su cabeza—por ahora relajémonos un poco.
—Y dime—acercó su mano y la deslizó por su abdomen desnudo hasta su cintura—¿tienes alguna idea para relajarnos?
—Tal vez—dijo sintiendo un escalofrío por su tacto.
Aris lo sujetó del pantalón y lo acercó más a él, su rostro quedaba a la altura de su pelvis y besó ligeramente su piel.
—Dímelo, tal vez pensamos lo mismo—susurró haciendo que su aliento rozara su piel, deslizó sus manos por sus glúteos y lo acarició.
—P-Pues—no importa cuántas veces lo hiciera, las acciones de Aris siempre lo ponían nervioso.
Ethan entrecerró los ojos y sus mejillas se sonrojaron, y con un movimiento rápido Aris lo derribó y lo dejó arrecostado sobre el sofá.
Aris levantó un poco su camisón y se arrodilló entre sus piernas, se inclinó hacia él y apoyó las manos en su pecho.
Ethan sintió sus frías manos y su corazón se agitó ante tal acto, su rostro y la postura en la que estaban le resultó excitante. Aris movió una pierna y rozó su entrepierna, tocando esa parte a propósito, sonrió con dulzura y besó su pecho.
—No te muevas—dijo Aris mientras seguía tocándolo con su rodilla.
Deslizó sus manos por su cintura y sintió su suave piel, subió la boca hasta su cuello y lo mordió ligeramente. Ethan no se movió y sólo le quedó disfrutar de las caricias de su amado, que cada vez eran más atrevidas.
Aris llevó la mano hasta su pantalón y tocó el miembro de Ethan por encima de la tela.
—Aris...—dijo en voz baja.
Él levantó la vista y lo miró, a esos dulces ojos dorados, que lo miraban con suavidad.
—Ethan, tengo que hablar con...—alguien abrió la puerta y exclamó con seriedad—...tigo.
Tristan vio a ambos siendo muy "cariñosos", a Ethan avergonzado y a Aris furioso.
Su expresión pasó de ser indiferente a reflejar un poco de asombro, suspiró y dijo:
—Bueno, creo que vendré dentro de unas horas, nos vemos—dijo Tristan sin más y volvió a cerrar la puerta—deberían cerrar con llave—exclamó desde afuera y se fue.
Aris, con una expresión molesta levantó la mano y congeló las perillas de la puerta, formando un bloque de hielo sobre ellas.
Pero a pesar de todo Ethan rio entre dientes.
—¿Por qué te ríes? —interrogó Aris sin molesto.
—Es que...te ves muy lindo aun cuando estás enojado—respondió con una sonrisa, dejando ver sus hermosos hoyuelos.
Aris cambió su expresión, tornándose tímida y molesta al mismo tiempo, sus pálidas mejillas se tiñeron de rosa y desvío la mirada.
—Arruino el momento—musitó entre dientes.
—No del todo—besó su mejilla y dijo con su encantadora voz—vamos a la cama ¿sí?
Aris se relajó por completo y asintió en silencio.
Definitivamente era el único que podía apaciguar su ira.
Se levantaron y se sentaron en la cama, y Aris, aún con la mirada baja lo tomó de la mano.
—Te amo tanto Ethan—dijo en voz baja y levantó la mirada. Sus ojos azules lo miraron con tanto cariño que sus corazones se derritieron.
—Yo también te amo, tanto que ya no sé cómo expresarlo—sonrió y lo besó.
Aris cerró los ojos se dejó llevar, muy lento y suave.
Ethan se quitó los zapatos y subió a la cama junto a Aris, quién lo abrazó y quedó encima de él. Sintió cómo él desabrochaba su pantalón, deslizó su pálida mano dentro de ellos y se los quitó por completo, se sentó sobre sus caderas y lo miró desde arriba, con una expresión sonrojada.
—El día de hoy no tienes que hacer nada, yo haré todo el trabajo—dijo Aris con una voz dulce y melódica, tan exquisita que aún resonaba en su cabeza.
Ethan sintió cómo sus mejillas se calentaban, su cuerpo se llenaba de ansias y su corazón desbordante palpitaba con locura.
Aris se quitó el delegado camisón blanco y se inclinó hacia adelante apoyando sus manos en las sábanas. Sus músculos se marcaban en su cuerpo como esculpidos en mármol, eran fuertes pero delicados al mismo tiempo, siendo ya agradables a la vista y al tacto.
—Espera, tenemos que...
—No te preocupes, me preparé antes de venir aquí—apretó sus piernas contra sus caderas y su respiración era pesada. Sus ojos enternecidos lo miraban con suavidad—Hace tanto que quiera hacer el amor contigo, ha pasado mucho desde la última vez...
Ethan se sintió más extasiado y su pecho subía y bajaba cada vez más rápido.
El sólo hecho de estar en esa posición hacía que Aris se sintiera aún más excitado, su cuerpo se estremecía y su respiración se tornaba pesada. Tomó el miembro duro, acercándolo a su entrada.
Sintió la suave y tibia carne de la punta, lo metió despacio y su entrada se estiró con delicadeza, exhaló con una voz tan clara y encantadora que hizo estremecer a Ethan.
Aris nunca apartó sus ojos de él, y lo miraba con tanta intensidad mientras lo metía. Se movió un poco y el miembro se deslizó, levantó sus caderas y volvió a meterlo hasta llegar a la mitad.
—Siento que...se hace más grande—susurró con voz temblorosa y sus brazos se debilitaron.
Ethan tragó saliva y subió sus manos muy despacio por sus piernas, hasta llegar a sus glúteos.
Aris volvió a moverse y terminó de meterlo. Puso sus manos en el abdomen de Ethan y se levantó con cuidado para dejarse caer.
—Ahh—sus labios saltaron un suave gemido y sus dedos se tensaron sobre su piel, Ethan sintió todo con tanta claridad que su mente se nubló con todas esas sensaciones.
Su largo cabello plateado se deslizó desde si espalda hasta sus hombros y pecho, sus ojos azules brillaban y su pálida piel parecía tornarse rosada por el calor. Ethan lo ayudó un poco con sus manos y Aris sacaba y metía su miembro, lentamente, sintiendo cada parte de su interior ser tocado.
Sentir ese objeto dentro de él, como se deslizaba en ese lugar estrecho y húmedo, calentando todo con la fricción, tocando cada lugar que se sentía bien,
—Ahh...aaa...Ethan.
Aumentó un poco más los movimientos, volviéndose más rápido y rudos, los sonidos húmedos y de la piel chocando se tornaron más notables. El miembro de Aris goteaba y se movía con cada embestida, sus caderas subían y bajaban de prisa, yendo muy profundo, acariciando y golpeando ese parte que tanto le gustaba. La entrada se volvió más húmeda y resbalosa, su cuerpo temblaba y su pecho se agitaba con pesadez.
—AAhh....aaa, se siente tan bien—su voz era entrecortada y sus labios estaban semiabiertos. Su aliento caliente era exhalado con placer, y los estímulos ahí dentro eran cada vez más fuertes, al igual que sus gemidos.
—Aaa... Aris—Ethan también se sentía abrumado, su miembro era apretado y devorado por completo, sintiendo también como Aris estaba disfrutando de él.
Aris lo hizo con más intensidad, y ayudado con su peso llegaba justo al lugar que quería, siendo cuidadoso de no lastimar a Ethan. Sus brazos y piernas temblaban y se volvían cada vez más débiles, peor aun así mantuvo su postura.
—Aaa, aaahhh—Aris soltó un gemido ahogado y profundo al sentir la sensación que tanto deseaba.
No se detuvo y continuó, aún más rápido, su interior se volvió más apretado y un escalofrío comenzó a surgir desde dentro, todos esos estímulos se acumularon y un claro y profundo orgasmo surgió. Ethan lo ayudó con sus manos al final y Aris gimió sin contenerse, su voz ronca de tanto gemir se escuchaba con claridad, fue tan largo y lleno de placer que Ethan también se corrió. Aris sintió cómo era llenado de ese líquido tan tibio y placentero, mojando cada rincón por completo.
Eyaculó y mojó el abdomen de Ethan, quién sintió su calidez.
Aris lo sacó a duras penas y se desplomó sobre Ethan. Ambos respiraban con dificultad y sus alientos rozaban sus rojizas pieles.
—Lo amé... adoro tanto hacer el amor contigo Ethan... házmelo todos los días—musitó Aris cerca de su oído.
Y él, al escuchar eso se sonrojó al máximo.
—¿Podemos hacerlo todos los días? —preguntó tímidamente.
—Hasta la pregunta ofende... Claro que sí, y las veces que queramos.
Aris se levantó un poco y lo miró a los ojos, tomó aire y con la respiración aún agitada lo besó. Exhalaba dentro de su boca y disfrutaba de sus ardientes labios, y los besó hasta que quedaron rosados y brillantes.
—Así que también tengamos sexo mañana.
—Mm—Ethan lo abrazó por la cintura y sonrió—Lo haré como si fuera la primera y última vez.
Aris también sonrió dulcemente y besó sus labios muy despacio.
—Eres tan lindo... Ethan.
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