Capítulo 44: Si tú lo eres yo también lo sería...
Ethan y Aris habían tardado unos días en ir de la zona media a la alta, pero se ahorraron mucho tiempo ya que corrían a través de los tejados o entre los callejones.
Pero andar así por la zona alta era más peligroso, habían demasiados guardias y los callejones eran vigilados y bien iluminados, así que esta vez tendrían que tener más paciencia.
—No hay porque apresurarse, sólo hay que disfrutar del viaje—dijo Aris al ver a Ethan un poco ansioso—pronto llegaremos.
—Si...
El carruaje parecía ir demasiado lento para Ethan, quién iba hacia la casa del Conde Kernovich. Quería saber que había pasado con Lowis.
Desde hace mucho que quería ir a buscarlo, pero tenía miedo de la respuesta, miedo de saber la verdad. Aunque también era porque sabía que el Conde no lo recibiría, nunca accedería a hablar con un simple plebeyo.
El carruaje seguía su camino con tranquilidad y Aris miraba hacia la ventana mientras sostenía la mano de su amado, con una expresión tensa. No sabía cómo hacerlo sentir mejor, y si había algo que lo ayudara lo haría sin dudarlo, pero no sabía que cosa podría ser.
Les tomó algunos días, descansando ocasionalmente en hoteles y retomando su viaje en cuanto podían.
A veces escuchaban charlas sobre un gran evento que se realiza una vez al año en la capital, ubicación del gran castillo y la familia real. No sabían los detalles, pero luego de resolver esto irían a ver de qué se trataba.
Ethan estaba cada vez más ansioso, pero por fin se acercaban a su destino.
El cochero los bajó y Ethan le pagó.
Continuaron a pie y avanzaron por las elegantes casas, de tamaños descomunales y diseños ostentosos.
Y en una zona apartado, rodeada de un inmenso jardín había una enorme mansión.
«Familia Kernovich»
Estaba escrito en el mural que protegía el jardín. Los dos atravesaron el umbral y caminaron hasta llegar a un inmenso portón.
De color cobre, moldeado de forma elegante y delicada, con el símbolo de un gorrión, representando a la familia Kernovich.
Dos guardias en el interior, al otro lado del portón, vigilando la entrada y a quien quisieran pasar.
Ambos se acercaron y Ethan le habló a uno de los guardias.
—Buenas tardes, estoy buscando al Conde Kernovich.
Pero los guardias sólo lo miraron con indiferencia.
Ethan había comprado un traje muy elegante para verse cómo alguien adinerado, tal vez así le permitirían pasar.
—¿Quién lo busca? El día de hoy el Conde no espera a nadie—informó uno de los guardias de manera frívola.
—Lo busca Grinsel, por favor dígaselo, es importante.
El guardia lo miró unos momentos, miró al otro y este se fue sin decir nada.
Al cabo de unos minutos ambos visualizaron a alguien a la distancia junto con el guardia.
Un hombre de postura firme, de unos sesenta años, canoso, piel pálida y expresión seria.
Cuando estuvo lo bastante cerca se dirigió a Ethan y dijo:
—¿Quién dice que busca al Conde Kernovich? —su expresión apenas cambio al decir esas palabras, y miraba a Ethan con sumo cuidado.
—Grinsel, señor. Por favor, debo hablar con él, es urgente.
El hombre lo observó, suavizó su mirada, y de forma educada respondió lo siguiente:
—Señor Grinsel, me temo que el Conde no se encuentra aquí en estos momentos, él está en un importante viaje de negocios con su hijo—se inclinó ante ellos y añadió—pero por favor, vuelva en tres semanas cuando esté de regreso, le prometo que será bien recibido por él y su familiar.
Ethan estaba un poco confundido, la actitud tan educada y su manera de hablarle...ya no sabía que pensar al respecto.
—Por supuesto, entonces vendré en tres semanas.
—Me alegra escuchar eso, le diré al Conde de su visita. Lo esperamos con gran placer señor Grinsel.
—Gracias—respondió aún aturdido y se despidió.
Ambos cruzaron el jardín y llegaron de nuevo a la calle.
—Eso fue extraño—musitó Aris—el hombre no mintió, todo lo que dijo fue verdad.
—¿Enserio? —exclamó asombrado—bueno, ya veremos de que se trata todo esto...
Ambos caminaron y buscaron otro carruaje.
—¿Y ahora? —preguntó Aris preocupado por el estado de Ethan.
—No tengo un mal presentimiento sobre el Conde, extrañamente. Así que por ahora—tomó su mano y lo miró a los ojos, ambos estaban sentados uno frente al otro, viendo sus expresiones por completo—quiero disfrutar de este viaje, disfrutar tu compañía y tú cariño.
Ethan besó lentamente su mano sin dejar de mirarlo. Aris sonrió con dulzura y respondió con tono suave:
—Entonces disfrutemos—se levantó, se colocó a su lado y abrazó su brazo—cada momento.
—De acuerdo—dijo más animado y miró por la ventana—¿A dónde quieres ir, Aris?
—Mm, siempre me llamó la atención ir al teatro, se ve interesante.
—Buena idea—exclamó fascinado—y luego de eso podemos ir al evento de la capital, así mataremos el tiempo hasta que pasen las tres semanas.
—Suena bien—levantó el rostro y lo miró con ternura, se quedó ahí un momento, y luego dijo en voz baja—no te preocupes, todo estará bien.
—Mm, gracias—se acercó poco a poco, sintiendo su respiración.
Ethan estaba tan cerca, tanto que Aris podía ver sus hermosas pestañas doradas, y sus brillantes ojos, que lo miraban con intensidad. Aris acercó sus labios a los suyos y los besó.
Los acarició con suavidad hasta que estuvieron húmedos y cálidos, sintiendo su aliento y su suave carne. Y tan ligeros como llegaron, retiró sus labios y los hizo sonar, con un delicado sonido húmedo.
Aris tocó su mejilla y el lugar en donde se marcaba su hoyuelo, y con su boca, que brillaba como estrellas sonrió con cariño. Sintiendo en su corazón lo mucho que lo amaba.
—Te amo Ethan...
Buscaron por toda la zona algún teatro, y por suerte encontraron uno, que dentro de unos días harían la presentación de una obra llamada "La doncella y los pétalos de hortensias" en un elegante y costoso lugar exclusivo para personas de dinero.
Pero aún faltaba para aquello, así que decidieron alojarse en un hotel y pasear por los alrededores mientras tanto.
Pero el día en que Aris debía volver a su forma original también había llegado...
—Yo puedo quedarme aquí, tu puedes ir a comprar nuestra ropa para el teatro—dijo Aris desde la bañera.
—¿Cómo crees que te dejaré solo aquí? —exclamó desconcertado—alguien podría entrar mientras no estoy.
—Pero te aburrirás de estar aquí un día entero.
Antes Aris debía permanecer así durante veinticuatro horas, pero ahora que había subido de nivel descubrió que el tiempo se fue reduciendo, siendo sólo veinte horas.
Y estar todo ese tiempo en el baño era aburrido e incómodo.
—Además, tengo que esconderte en un frasco cuando vengan la sirvienta.
—De acuerdo—dijo encogiéndose en el agua.
—No te preocupes por mí—se acercó a la tina y acarició su cabello—nunca me sentiría aburrido a tu lado. Y aunque así fuera no te dejaría solo, nos aburriremos juntos.
Ethan llevó una silla y se sentó a su lado, le leyó para que se distrajera y cuándo la sirvienta entró Aris se ocultó en un vaso mientras Ethan lo sostenía. La sirvienta miraba a Ethan de vez en cuando, atontada y risueña, no le tomó importancia a lo demás y se fue al terminar.
El día fue largo, pero al final Aris volvió a la normalidad. Se vistió y fueron a comprar la ropa para el teatro, los trajes más elegantes que encontraron, de telas suaves y diseños a la moda. Aris tuvo que ir sin capucha ya que sería demasiado sospechoso, todos lo observaban con disimulo, pero ellos sabían muy bien lo que pasaban por sus mentes. Y Aris era muy cariñoso con Ethan, para enviar ciertas indirectas.
La noche del día siguiente llegó, se pusieron sus ropas y con boletos en mano abordaron un carruaje que los llevaría al teatro.
—Siento que estoy siendo llevado por un encantador príncipe—dijo Ethan, quién iba sentado frente a él con una pierna cruzada. Su ropa era de un tono azul marino muy profundo, con detalles blancos y botones dorados...Ethan se miraba exquisito.
Aris lo miró de pies a cabeza y sus ojos se tornaron fríos, con una mirada penetrante.
—Pues...—también cruzó su pierna y acarició la de Ethan con su pie, tocando el cuero de su bota—no estás muy equivocado.
Ethan sonrió sin dejar de mirarlo.
Aris iba vestido con su ajustado traje, de un café muy oscuro, casi negros, con botas altas y un delicado pañuelo que sobresalía de su pecho, con pequeños detalles plateados.
—Oh ¿Entonces cómo debo tratarte desde ahora?
Aris se levantó rápidamente de su asiento y se inclinó hacia Ethan, puso su mano en la pared, cerca de su rostro y se sostuvo dentro de la estrecha cabina.
—Primero no debes hablarme tan casualmente—sus ojos estaban tan cerca y el aroma de su largo cabello se sentía con delicia.
—¿Y si no quiero? —tocó su mentón y lo acarició ligeramente.
—Entonces te enseñaré a respetar—sonrió con malicia y se acercó a sus labios mientras decía esas palabras.
Los besó y mordisqueó su labio inferior, sintiendo la suave carne entre sus dientes, y Ethan, sin esperar más lo tomó de la cintura y lo sentó en sus piernas, el repentino movimiento hizo que los dientes de Aris mordieran aún más fuerte. Y un sabor metálico invadió sus paladares.
—Lástima que no es tuya—dijo Ethan lamiendo sus labios cuando Aris se retiró—quería probarla un poco...
Y la pequeña herida desapareció en el momento en que su lengua limpió sus labios.
—... Inténtalo si puedes—respondió con malicia y volvió a besarlo.
Ethan acarició su cintura y lo tomó del cabello, Aris, con sus manos en su nuca cerró los ojos.
El carruaje casi no se movía gracias a las lisas calles de la zona alta, y la luz apenas entraba por las ventanas.
Aris saboreaba cada rincón de su boca, se deslizaba por todo su interior y sentía su calidez, sus labios y su cálida respiración, agitada y llena de pasión.
—Cuida tus manos, vas a despeinarme—regañó Aris en cuando pudo apartarse.
—No puedo evitarlo—dijo besando su cuello.
—Pero...cuando salgamos de aquí...—sintió los dientes de Ethan en su piel y por reflejo apretó una mano en su hombro y contuvo el aliento.
—¿Te verán así? Bueno, entonces estaré feliz de que sepan...lo que hice con mi querido príncipe—deslizó sus dedos por su cabello y volvió a subir por su cuello, muy despacio.
Cuando el carruaje comenzó a detenerse y el chófer anuncio su llegada.
—¿Qué tal si lo dejamos para más tarde? —preguntó Ethan sonriendo, sacó un pañuelo y se lo dio.
—Ese "más tarde" no durará ni media hora—dijo Aris con una expresión maliciosa, se sentó a un lado y limpió su cuello con el pañuelo.
La mitad de su cabello estaba atado y la otra mitad suelto, pequeñas trenzas a los lados y un hermoso broche plateado decoraba su peinado. Se había aflojado un poco y algunos mechones del largo estaban desordenados, Ethan acercó su mano y los peinó.
—¿Salimos? —abrió la puerta, se bajó y le extendió una mano para ayudarlo.
Aris lo miró fijamente y sostuvo su mano al bajar, le devolvió su pañuelo y le dijo muy cerca del oído.
—Gracias cariño...—lo miró de reojo y lo abrazó del antebrazo.
La entrada era inmensa y lujosa, con una bella alfombra roja y un elegante recibidor.
Las personas estaban sin dificultad y rápidamente llegó su turno. Ethan entregó los boletos y el empleado exclamó:
—Lord Ethan, por favor, acompañe a mi colega—señaló a un empleado y ambos lo siguieron.
Pasaron por una pequeña puerta y vieron el interior. Techos altos, con hermosas pinturas, realistas y delicadas, sillas de finas telas rojas, el piso alfombrado por completo. Columnas de madera negras, esculpidas de la manera más elegante posible, y a los lados, separados por una pared baja estaban los asientos VIP, desde el primer hasta el tercer piso. Y en el piso más alto sólo habían diez pequeñas divisiones, los más privados, exclusivos y costosos.
El empleado los guio por unas escaleras hasta la planta más alta, llegaron a un pasillo estrecho, y cuando llegaron a la tercera puerta él la abrió y dijo:
—Sus asientos están listos. Que disfruten la función, y si desean algo sólo llamen.
—Gracias, lo haremos—entraron y cerraron la puerta.
Una espléndida vista se presentó ante ellos, el escenario se miraba hermoso, un sofá que se miraba muy cómodo estaba situado cerca del borde junto a una mesa, con una botella de vino, dos copas y un plato de fruta.
—Vaya Lord Ethan, que asientos más extravagantes consiguió—exclamó Aris y se acostó en el sofá, era cómodo y muy suave.
—Quería sorprenderte—respondió Ethan—¿te gusta?
—Sí, me siento como todo un noble—se sentó y se sostuvo del borde, miró hacia abajo y observó a las personas tomar sus asientos.
—Pero compré esto más que todo por la comodidad que por el lujo—Ethan se sentó a su lado, y estirando el brazo abrió la gaveta de la mesa.
—Mm, me gusta más así—comentó sin dejar de mirar.
—También pensé que querrías usar esto—sacó unos pequeños binoculares y los enseñó.
—Si—exclamó encantado y lo tomó, miró a través de ellos y observó todo con entusiasmo—siempre quise usar esta cosa.
—Lo supuse—contestó sonriendo y se quedó a su lado, viendo cómo jugaba con sus binoculares.
Las luces se apagaron lentamente y todos guardaron silencio.
—Ethan, ya va a empezar—dijo emocionado y lo tomó del brazo sin despegar la mirada del telón rojo.
Este se abrió y de inmediato la orquesta que había a los lados comenzó a tocar. Una hermosa mujer con un pomposo vestido púrpura y el cabello negro, caminó por el "jardín" y se sentó en una banca mientras cantaba.
Aris estaba hipnotizado con la actuación y pendiente de cada movimiento.
Pasó el tiempo y la obra siguió, dividida en actos.
—Sólo falta un acto—susurró Aris y le pasó su copa.
—Sí, ojalá tenga un final feliz—la llenó de vino y se la devolvió.
—Espero que ambos huyan, merecen ser felices—comentó acerca de la obra. Que trataba de un amor secreto.
De una doncella de la nobleza que miraba a un joven en su jardín, separados por una reja que nunca se abre. El joven era un excelente pintor, y encontró ese jardín un día cuando buscaba un hermoso paisaje para retratar. Y fue ahí cuando la encontró a ella.
Ambos querían huir, se amaban y pensaban que la única manera de estar juntos era de esta forma...
El telón se abrió y la doncella estaba escapando junto al joven mientras eran perseguido por los nobles, quiénes querían devuelva a la doncella, que resultaba ser la futura esposa del príncipe.
Aris bebió del vino con nerviosismo y fijó su mirada en ellos.
El joven tuvo que enfrentar a un guardia y una espada cortó su rostro, el enemigo pensó que ya lo tenía y bajó la guardia, pero fue apuñalado por el joven plebeyo.
Huyeron y se escondieron en el bosque.
«Tranquilo, no te dolerá, te curaré rápido»
«¿Que tan mal está mi herida?»
«...No está mal, sanará»
«... ¿Dejarás de amarme?»
«¿Por qué lo preguntas?»
«Esa espada atravesó la mitad de mi rostro, ahora mi cara está arruinada y una horrible cicatriz quedará en ella para siempre. Ya no soy ese a quien amas, ahora soy un monstruo seguramente...»
«Aunque te faltara una pierna, un brazo o un ojo seguiría amándote. Eres la persona más gentil que he conocido, dulce y sincero, siempre serás el amor de mi vida, y te acompañaré hasta el fin de mis días»
—Que romántico—exclamó Aris en voz baja y limpió su nariz.
—Si...
Ambos descansaron en su escondite y se prepararon para seguir.
—¿Tú me seguirías amando si me faltara algo o tuviera algo extraño? —preguntó Aris y lo miró a los ojos en la tenue oscuridad.
Ethan sólo sonrió y le devolvió la mirada.
—Aunque no pudieras hablar, escuchar caminar o ver, fueras un noble, ladrón, mendigo o un rey. Y sin importar qué hagas o quién seas todo mi ser te pertenecerá por la eternidad, en esta vida y las que existan.
Aris sonrió con deleite y se sonrojó, tocó su propia mejilla y devolvió la mirada al escenario con lentitud.
—Adoro cuando dices cosas como esas—susurró con una voz dulce—ese tono que usas, esos dulces ojos que me miran cuando lo dices—se giró y lo miró con un nudo en el pecho—¿cómo haces para que me enamore de ti cada vez más?
—Es algo que me sale natural—respondió mirando hacia un lado con timidez—no puedo controlar lo que siento por ti.
—Yo tampoco—se acomodó y se acercó más a él, tan cerca que podía verlo con claridad en la oscura sala, tocó su rodilla y la acarició con suavidad—entonces... ¿dices que me amarás sin importar quién sea o que haga?
—Mm.
—¿Aunque me vuelva un monstruo?
—Aunque seas la peor escoria que exista en el mundo—se acercó a su oído y susurró—porque...si tú lo eres yo también lo sería...
—Oh ¿Enserio? —preguntó con un tono coqueto.
—Mm, o sino sería el único que seguiría a tu lado.
—....—lo sujetó del cuello de su camisa y dijo, muy cerca de sus labios—eso es un alivio...
Aris sonrió y lo besó con delicadeza, como si se trataran de los pétalos de una rosa.
—Siempre me quedaré a tu lado... Aris...
La obra siguió y al final ambos lograron escapar, y se fueron muy lejos, donde nadie podría hacerles daño.
El público aplaudió y Aris quedó satisfecho con el final, porque casi muere la doncella en las últimas escenas.
Aris estiró su cuerpo con pereza, ya que la obra había durado casi tres horas y media.
—¿Y qué tal te pareció?
—Me encantó Ethan, gracias por traerme al teatro—Aris lo abrazó agradecido y lo miró sin soltarlo—La noche apenas comienza ¿Por qué no vamos a un bar para seguir? Ese vino me dejó con ganas de más.
—Claro, estaría más que encantado—caminó junto a Aris, quién lo tomó del brazo y salieron.
El chofer los llevó a un bar no muy lejos de ahí, con techos altos, luces bajas, muy solitario y espacioso. Las mesas tenían un gran espacio entre ellas y nadie se interesaba en lo que hacía los demás.
Escogieron una mesa al final y ordenaron el vino más fuerte que tuvieran, del tipo "especial" para peleadores, hecho con frutas del «Bosque de las bestias».
Ethan casi no bebió ya que no podía emborracharse, y sólo observó a Aris, beber una jarra tras otra. Ambos comenzaron a sentirse mareados, pero Aris no paró, y luego de quién sabe cuánto decidieron regresar al hotel.
La bebida los había puesto un poco cariñosos, pero Aris estaba tan ebrio que ambos se quedaron dormidos sin darse cuenta. En la cama, con la ropa a medio quitar y los zapatos puestos.
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