Capítulo 10
También otra razón para reaparecer en público fue porque me enteré que todos los estudiantes de Apple White me hicieron una ofrenda con un mural y varias fotos (mías, pero también con mis amigos y amigas); sí lo vi y fue algo tan hermoso porque Apple White fue mi reinado, yo era el príncipe de Apple White; me autonombraba a mí mismo como «príncipe» porque realmente Richard Vallaj era como si fuera el rey de la escuela. Y Jessie Jones era la reina.
Lezley me perdonó, dijo que no pasaba nada y decidí invitarle un café en una cafetería cerca de L'Olympia.
—Entonces ¿me puedes explicar por qué carajos hiciste lo que hiciste? —un pajarito me contó que alguien; Lezley, arruinó toda la ofrenda: se orinaron en las fotos y rayaron el mural con pintura en aerosol que se sacaron de no-sé-dónde-carajos—. ¿Lezley? ¿Tanto me odiabas?
—No, Marcus —¿qué mierda, entonces, Lezley?—. No te odio y nunca te odié, odio lo que me hiciste; el hecho de iniciar el rumor de que yo tenía un Teratoma…, ¿qué diablos te pasa, hombre? Nunca te hice nada y solo fui víctima de burlas. Además de que amenazaste a la señorita Lerman para que no te hiciera nada —reí un poco por lo bajo—. No te rías, imbécil.
—Lo siento —me aclaré mi garganta y me preparé para hablar—. Tienes razón, me porté como un asno y lo siento mucho, Lezley.
—Hablando de eso… —Lezley dio un sorbo a su café y una mordida a su pie de manzana; cortesía mía—, ¿sí le dijiste al esposo de la señorita Lerman?
—No, Lezley, borré las fotos que tenía en mi poder una semana después de ver que nadie me amenazaba.
—Entonces sufrí todo el acoso y burlas por nada —Lezley tenía razón—. Gracias, Marcus.
—¿Me perdonas, Lezley? —tomé sus delicadas manos por encima de la mesa y las apreté; no intentó retirarlas en ningún momento—. Eres una chica muy hermosa y yo soy un animal que no supo medir sus actos ni sus palabras, por favor, perdóname.
—Sí, Marcus —¿Lezley de verdad me perdonaba?—. Todos merecemos una segunda oportunidad, así que te la voy a dar, pero por favor desmiente el rumor del Teratoma —en ese momento saqué mi teléfono y entré a mi cuenta de Twitter (básicamente la desempolvé, porque no entré durante el tiempo que fingí mi muerte; unos años difíciles si consideramos que era adicto a mi celular y a las redes sociales) para poner un único tweet, literalmente puse: «todo aquel que vuelva a molestar a Lezley Anderson se las verá conmigo, el Teratoma lo inventé yo, porque soy un niño con moral muy muy muy distraída (por no decir que soy un imbécil), si quieren molestar a alguien, mejor moléstenme a mí; Lezley no les ha hecho nada y a mí tampoco, pero soy un idiota.».
—Dalo por hecho, amiga —le di «enviar» y se envió el tweet.
—No soy tu amiga —también pensé en clavarte un hacha en la cabeza, Lezley, ¿como por qué no me querías a mí como tu amigo?—. Por lo menos no ahora, pero sé que lo seremos.
¿Cómo dice esa frase de la película "Just Go With It" donde Adam Sandler le pide a Jennifer Aniston que finjan ser exesposos, pero su hija se enoja con él cuando están con Palmer? ¿Qué le dice Maggie a Palmer? ¡Ah, sí, ya recuerdo! Le dice «ya no eres una zorra, Palmer», pues eso mismo sentí con Lezley (aunque no le dije nunca que fuera una zorra; solo pensé que ya no quería clavarle un hacha en la cabeza).
Salimos de la cafetería y comenzamos a caminar, pero vi un auto que llamó mi atención.
—Anda, ve tranquila, Lezley —no me podía creer lo que estaba viendo justo en frente de mí—. Tengo cosas que hacer.
—Irás con Richard y Louis Gerald, ¿no es cierto? —me cachó, tengo que admitir que fui un poquito obvio—. ¿Sabes qué? ¡Adelante!
Y me fui directo con ellos dos, me paré justo en frente del auto de Richard (él manejaba), pero el auto no estaba en marcha; estos dos estaban dándose un beso francés tan rico que tanto anhelé que me diera Richard…, pero me puse a pensar en que necesitaba y merecía a alguien que me ame como yo lo hacía, Richard no lo hacía, así que deseché cualquier pensamiento malo y de rencor hacia Louis Gerald (cabe recalcar que me cambié mi ropa para salir a beber el café con mi nueva amiga, Lezley Anderson, porque sudé un poco a causa del calor que me provocó bailar y cantar al mismo tiempo).
—Marcus —creo que Louis Gerald ahogó un pequeño grito una vez que me vio ahí, lo sorprendí bastante—. ¿Qué haces aquí? Quiero decir: ¡qué sorpresa¡, pero no te esperaba porque juro que hace unas horas me dijiste que David me iba a pasar la información para ponernos en contacto tú y yo —y sí, Louis tenía razón; pero yo necesitaba saludarlo por lo menos una vez; face to face.
—Tú y Richard Vallaj, ¿eh? —reí un poco por lo bajo y, para ser sinceros, no quise causarles algún tipo de molestia porque seguramente ellos ya estaban cansados de todo el asunto conmigo—. Muchísimas felicidades, Louis Gerald, no sé si te lo han dicho; pero él se ve que está loco por ti y lo digo en serio —eso lo dije de corazón, aparentemente no sonó como imaginé que sonaría.
—¿Envidia, Marcus? —lista de personas a las que quise clavarles un hacha en la cabeza: mi estilista, Max Miller, Michelle Miller, David Smith y ahora Richard Vallaj; su comentario fue tan poco acertado y tan molesto.
—¡Dios, Richard, cállate! —gracias, Louis; pero Richard tenía algo de razón.
—Calma, Louis, tiene razón —hice un ademán para que ambos se tranquilizaran; para más específico: la expresión “hands down”—. Tal vez yo sí estaba muy enamorado de Richard e incluso humillé a un par de personas con tal de protegerlo de cualquier chico que intentara acercarse a él…
—¿Que hiciste qué cosa? —Richard me interrumpió; ¡qué molesto!, pero ni Richard ni Louis Gerald se la creyeron.
—Da igual, lo cuidé tan bien que no pensé que serías tú —no me privé de apuntarlo con mi dedo índice—, Louis, mi mayor contrincante.
—A él yo ni siquiera le interesaba en primer plano, incluso me dijo que no y que nunca iba a estar conmigo… —¿qué había dicho Richard Vallaj? ¿Cómo es que a alguien no podía interesarle Richard en primer plano? Volví a hacer la lista de personas a las que les quise clavar un hacha en la cabeza: mi estilista, Max Miller, Michelle Miller, David Smith, Richard Vallaj y después Louis Gerald Train.
—Qué vueltas da la vida, ¿no? Ahora están saliendo los dos el uno con el otro —tal vez le hice una reverencia a Louis Gerald porque lo respeté desde ese momento y para siempre—. Otro día hablaremos, Louis Gerald, ahora váyanse los dos y disfruten de la compañía del otro.
—Disculpa, ¿qué? —preguntaron Richard y Louis; ¡qué bello que sus nombres se vieran tan bien juntos!, tal vez en otros tiempos lo habría intentado eliminar o hacer que se separara de Richard porque él me pertenecía; pero ¡qué enfermo se escuchaba eso! Yo sí deseaba estar con Richard, pero eso ya era demasiado.
—Ya no siento nada por ti, Richard, y te voy a decir por qué: la infidelidad de Carlo me hizo darme cuenta que merezco a alguien que me ame con la misma fuerza que yo y ni él ni tú lo hacían, lo hacen y ni lo harán; entonces es mejor así —me aproximé al asiento copiloto donde estaba Louis, mi intención fue felicitarlo—. En cuanto a ti: felicidades, si Richard no puede ser feliz conmigo, es un verdadero placer que lo sea contigo y es un placer que me derrotaras, amigo, no pensé nunca que tú estarías con él o que no te interesara.
—¿Estás bien? —al parecer Louis pensaba que yo estaba actuando, otra razón para querer clavarle un hacha en la cabeza.
—Si piensas que estoy actuando... I'm not! Es solo que ya me harté de la venganza y todo el odio que tenía atorado en mi interior. Les deseo lo mejor a ustedes, chicos, los amo mucho y les mando muchos besos —tal vez actué demasiado cursi porque les mandé un beso con la palma de mi mano, quise tomar esa parte de mí, arrancarla de mi cuerpo y clavarle una estaca directo en el corazón; pero solo me alejé y continué directo hacia mi casa en París.
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