Final
Con un corazón pesado, Egipto encontró que Israel ya había despertado durante el tiempo que se fue y ahora se encontraba de piernas cruzadas en su cama. Sin hablar el egipcio se subió en la cama al lado de su pareja y abrazo por la cintura al israelí al tiempo que escondía la cabeza en su cuello. Israel respondió el abrazo colocando suavemente una de sus manos en la cabeza del contrario y la otra también rodeando su cintura.
Se quedaron en esa posición por unos momentos, en silencio, tratando de encontrar las palabras correctas para despedirse.
—Lo lamento... no puedo ir contigo y no puedo ni quiero obligarte a quedarte aquí— Finalmente, fue Egipto quien rompió el silencio. Sintió el agarre de Israel apretarse ligeramente ante la confirmación vocal de lo que debía pasar en pocas horas.
Era casi irónico que después de tanto tiempo de Israel reclamando por la libertad de su pueblo fuese ahora que por fin la obtuvo que se dió cuenta de lo que esto significaba para ambos.
Por primera vez en siglos, ambos estarían solos.
El solo pensamiento era extraño, incluso cuando ambos se encontraban peleando, siempre se tenían el uno al otro, siempre podían contar con que el otro estaría ahí, se habían convertido en la constante del otro a través de los años.
—Yo... lamento todo el dolor que te cause estos últimos días, me obsesione tanto en irme que no pensé ni por un momento cómo eso te afectaría— Las manos de la etnia se movimieron para ahora acunar la cara del country.
—No te culpo por ello, fui horrible contigo— En la cabeza de Egipto no podía dejar de pensar en todos los maltratos de su gente hacia los hebreos, la orden de Seti, entre muchos otros.
Sabiendo lo que el egipcio pensaba, Israel lo interrumpió —Todo eso fue tu gente, tu nunca hiciste nada contra ellos, y si, se que tuviste algo que ver con... lo de los bebés hebreos, pero eso fue el resultado de que yo me sordeara ante tus quejas e inseguridades crecientes con mi pueblo, fue tanto tu culpa como la mía que eso pasara, pero debes admitir que Seti habría hecho algo igual o peor si se le daba tiempo para pensarlo más— Las palabras fueron dichas rápidas y firmes, para que el mensaje se transmitiera lo mejor posible.
'No te culpo por esto'
Aunque en desacuerdo con lo dicho por su pareja, Egipto lo dejó pasar. No valía la pena discutir en su última noche juntos.
En cambio solo se inclino para besar suavemente al otro, beso que fue rápidamente correspondido por el de piel blanca, tras separarse unos momentos después cada uno empezó a dejar suaves besos por la piel del otro, palabras de afecto y cariño dejadas luego de cada uno.
Y tal vez, en otro tiempo y contexto, los suaves besos y caricias podrían haberse vuelto más, pero en ese momento, la sola idea de causar el más mínimo dolor al contrario se los impedía, no evitó que siguieran besando y susurrando suaves palabras al contrario.
No hubo promesas de un reencuentro, ni un 'siempre serás el único para mí', sólo un 'aquí y ahora, tú eres lo más querido para mi'.
Al final, ambos sabían que intentar aferrarse al otro ahora solo les traería dolor y arrepentimientos, Egipto tenía un deber con su gente e Israel no podía dejar a la suya ahora. Separarse una última vez era lo mejor para sus pueblos.
Aunque a ellos se les partiera el corazón con cada minuto que su hora final se acercaba.
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Ambos observaron a un lado del gran portón al último de los hebreos salir de la ciudad en dirección hacia el mar, esa era su señal para despedirse una última vez (ninguno quería, pero debían), así que dandose la vuelta para mirar de frente a la etnia, Egipto posó su mano sobre su mejilla y hablo.
— ...Rael, durante años has sido lo más importante que he tenido, más que todas las riquezas que alguna vez he poseído, incluso cuando ambos dejabamos que nuestras creencias y prejuicios nos separaban, nunca dejaba de pensar en ti hasta que volvíamos a arreglar las cosas, y ahora...— En este punto sentía la humedad en sus ojos. —Israel... no puedo prometerte que la próxima vez que nos reunamos, si es que lo hacemos, las cosas sean iguales, no puedo prometerte que mis sentimientos siempre serán los mismos, pero, quiero que sepas que, incluso si algún día te dejo de amar, nunca te voy a olvidar.— Si bien no eran las mejores que decirle a alguien que probablemente nunca más vería, ambos habían pasado por demasiado juntos como para que eso les ofendiera ahora.
Las siguientes palabras de Israel confirmaron ese pensamiento.
—מצרים, en este momento no sabes cuanto daría porque mi amor por ti hubiese sido más fuerte que las súplicas de mi pueblo, has sido mi compañero y mi apoyo durante siglos, no importaba lo que te dijese o de lo que te acusara, siempre estabas dispuesto a abrir tus brazos una vez más para mi, incluso cuando era lo bastante imbécil como para lastimarte, me dejabas volver, aunque no me lo merecía.— Egipto quería objetar con eso último, pero se quedó callado, no le era el momento, ya no. —Y sí, yo tampoco puedo prometerte amarte siempre, pero, incluso si al convertirme en un country te olvido, lo único que quisiera es estar cerca de ti, incluso si un día tú maldices mi nombre, seré feliz si consigo quedarme a tu lado de nuevo.— La mano de Israel apretaba ligeramente su hombro, las lágrimas se formaban en sus ojos.
Conmovido por las palabras, las lágrimas en los ojos de Egipto empezaron a caer al tiempo en que se inclinaba una última vez hacia adelante para darle un último beso al otro frente a él, el ligero sabor salado que poco después saboreo le indico que Israel también había empezado a llorar.
Prolongaron el beso hasta que sus pulmones ardieron y sus labios dolieron, cuando por fin se separaron y el precioso aire finalmente volvió a llenar su pecho, se miraron, aún con tanto que decir pero sabiendo que el tiempo se les había terminado (lo último de los hebreos empezaba a perderse lentamente en la lejanía), como un último regalo, Egipto se quitó uno de sus brazaletes y lo colocó en la muñeca de Israel.
—Cuidate, el desierto es peligroso estés solo o acompañado... y por favor dile a Moisés que lo siento por lo que le dije— El israelí, aunque algo confundido por la petición, apretó el brazalete que ahora portaba y asintió con la cabeza, antes de darse lentamente la vuelta y salir corriendo.
Corriendo para no tener la tentación de quedarse con Egipto.
No dejo de correr hasta que llegó al final grupo y ahí se dio la vuelta y alzó la mano en señal de despedida y volvió a correr, probablemente al comienzo del grupo (junto a Moisés).
Egipto vio todo esto con gran resignación, se dió la vuelta y empezó a caminar hacia el palacio, no tenía ganas de correr y extender sus alas solo le hará querer volar hacia Israel y ninguno podía permitirse eso ahora.
Al adentrarse en la ciudad no pudo evitar notar todos los monumentos destruidos, las tumbas improvisadas que su gente había hecho a los muertos a falta de sacerdotes para darles un entierro (o momificación) adecuados.
Todo era un desastre.
Cuando finalmente llegó a su destino, su corazón se sentía aplastado y no solo por perder a su compañero de años, sino por todo lo que había tenido que pasar su gente en los últimos días, entró y se dirigió directamente a su cuarto, esquivando en el camino a un molesto Faraón (no le prestó atención, era normal verlo molesto ahora), hizo una corta parada para comprobar el estado de Huy, quien afortunadamente no había muerto aún, y una vez en su habitación se arrojó en la cama, se acurrucó y durmió.
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La sensación de decenas de muertes y el sentirse ahogandose lo despertaron dos días después (¿en serio durmió tanto?), después del shock inicial que todo eso representaba se dió una idea de lo que debió de haber pasado.
Ramsés intentó ir tras los hebreo nuevamente, y por supuesto que Yahveh hizo algo con el agua (¿el mar?) para frenarlo (y matar a más de gente de paso).
Está revelación le provocó un gran ira, ¿cuantos más tenían que morir para que Ramsés se detuviera?
Extendiendo sus alas, estuvo a punto de volar para ver cómo terminó esta vez Ramsés con su impulsividad, cuando se detuvo a pensar.
¿Realmente valía la pena ir allá? Las acciones de Ramsés actuales y pasadas durante todo este debacle le habían mostrado cuánto realmente parecía dispuesto a hacer si le daban a elegir entre su pueblo y su orgullo.
Nada, estaba más que dispuesto a dejar que su orgullo guiara por completo sus decisiones, se hizo de oídos sordos a las súplicas de su gente y solo dejó de lado su orgullo cuando su hijo murió por culpa de este.
Y al parecer ni siquiera eso fue suficiente para hacer que se detuviera...
Respirando lentamente para quitarse la sensación de ahogarse, Egipto retrajo sus alas y solo decidió caminar a través del palacio.
Mientras caminaba no pudo evitar preguntarse qué pasaría ahora, Ramsés no parecía querer concentrarse en nada más que arriesgar a su gente para ir tras los hebreos, la mayoría de sus sacerdotes estaban muertos, en cama o simplemente no podían verlo ni escucharlo y su gente estaba asustada y paranoica de que otra plaga les cayera en cualquier momento.
Todo era un caos, cualquiera podía tranquilamente a venir a conquistarlos y gracias a su 'Faraón' era posible que ya ni soldados tuvieran para defenderse.
Todo era un caos y su compañero ya no estaba a su lado.
Todo era un caos y por primera vez en siglos el estaba solo.
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Primero que nada, no se dibujar gente besándose, así que perdón por el dibujo feo.
Segundo, este ya es el final de la historia, solo le escribiré un corto Epílogo y daré por terminado esto.
Tercero, no tengo idea de que escribir después de esto, pero ya veremos que se me ocurre cuando publique el Epílogo.
Cuarto, ¿Que les parecio el final?
Cualquier error de ortografía o coherencia, no duden en decirmelo. ¡Hasta luego!
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