Príncipe Bumblebee.
El autobot comenzó a despertar, dándose cuenta de qué no estaba en la base de los autobots. Pues encima de él había un hermoso techo, pintado cómo si fuera el espacio estelar.
Poco a poco se comprendió que en dónde estaba, tampoco era un lugar cualquiera. Pues debajo de él, estaba una cama muy acolchada, rodeada de peluches de los Primes y otros Transformers famosos.
—¿Dónde estoy...? —
Se cuestionaba, mirando la habitación con curiosidad.
Todo era tan hermoso y lujoso para un lugar cómo cybertron. A su lado, en un mueble junto a la cama, había varias fotos holográficas... Pero de entre todas, sobresalió una que lo desconcertó.
La tomó con cuidado y la miró con detenimiento.
Era él, de pequeño, pero él nunca fue pequeño. ¿Cómo era posible?
No solo eso, estaba en los brazos de Optimus, quien llevaba una tiara, una capa de tul e hilo dorado.
A su lado, nada más ni nada menos que el líder de los decepticons. Portaba una corona y una capa de seda morada con hilo dorado.
No era un sueño. No había perdido la razón. No estaba alucinando.
Él era el hijo de Optimus y Megatron.
Y ellos a su vez, eran los reyes de Cybertron.
Su mano tembló y tiró la fotografía de la impresión.
Para su mala suerte, en ese momento, la puerta se abrió.
Era Optimus. Tenía en las manos una charola con un vasito entrenador y un plato lleno de energon.
Al ver la foto en el suelo, al Prime no le sorprendió; pensó que era otra vez su hijo haciendo berrinche.
—¿Y ahora por qué estás molesto...?—
Bee se levantó de inmediato y agitó las manos.
—No, Prime, no es...—
Optimus frunció el ceño y dejó la charola sobre el mueble donde las fotos.
—No te permito hablarme así otra vez, ya habíamos hablado sobre esto de decirme "Prime" cuándo te enojas conmigo—
—No, es que no me entiendes, yo no soy tú hijo—
Optimus soltó un jadeó de impresión. Y con las manos en la cintura, levantó el mentón, viendo firmemente a Bee.
—No te atrevas a decir eso de nuevo—
Bumblebee se sentía amenazado y frustrado. Por más que intentaba explicar que él no era el Bee real, Optimus no le creía.
¿Pues que hacía el dichoso "príncipe" para tener tan molestos a sus padres todo el tiempo?
¿Y ahora qué? ¿Fingía demencia haciéndose pasar por el príncipe hasta que alguien fuera a buscarlo? ¿O seguiría insistiendo?
Pues... Por la cara molesta de Prime.
La primera opción no sonaba mala idea.
Tras un suspiro muy pesado y pensarlo demasiado, Bumblebee se sentó en la cama.
En serio que no sabía que hacer. Nadie le creía. ¿Por qué?
¿Qué tenia tan mal a todos sobre su contraparte para que nada de lo qué él hablara fuera tomado en serio?
¿Qué podría hacer?
Fueron segundos, pero encontró una respuesta.
Sería el príncipe, lo suficiente para cambiar la perspectiva de todos.
Si es que su contraparte era maleducado o arrogante. Él sería un hijo modelo para desconcertar a todos y qué por fin sospecharan qué él no era el Bee de ese universo.
Quizás era una idea estúpida, pero no encontraba otra manera de poder llamar la atención de la forma qué él necesitaba.
Prime se relajó un poco y se acercó a Bee, acariciando su mejilla con cuidado.
—Lo siento mi amor, no quería levantarte la voz...—
El tacto de Optimus lo desconcertaba, se sentía tan extraño, pero al mismo tiempo le gustaba.
Su Carrier en esta dimensión lo amaba mucho.
¿Quién sería tan cruel para hacerle sufrir a una Carrier tan amorosa?
Bee se recostó en la mano de Optimus, acariciando la mano que lo acaricia.
Optimus se acercó al scout y besó su frente.
—Mi bebé...—
El scout sonrió genuinamente, había algo en la voz de su protector que lo hacía sentir... Realmente parte de ese amor.
¿En serio su líder sería así con un Sparkling?
El dulce y cariñoso Prime, abrazó a Bumblebee, besando su mejilla por mucho tiempo. Terminando por hacer reír al scout.
—¡Ya, basta!—
Pidió entre carcajadas. Optimus negó y continuó llenando el rostro de Bumblebee con besos.
—¡Mamá! ¡Para!—
Optimus soltó una risita soltandolo por fin de su ataque de besos. Pero no lo soltó del abrazo, mirando un poco a su supuesto retoño; tomando sus manos.
—¿Pasa algo? —
Bee se vió algo confundido por la mirada de Optimus, quien solo le sonreía sin más.
El Carrier negó y beso la palma de las manos del "Sparkling".
—Solo estoy muy feliz de verte reír, mi amor, te ves muy tierno—
Bee se sonrojó y giró la cabeza:
—No digas cosas, mamá...—
Optimus se sentó a un lado, acomodando a Bee sobre su regazo.
—Lo digo en serio... Ya casi nunca sonríes ni te ríes conmigo...—
La tristeza y nostalgia hundió la alegría de haces unos momentos.
Tras un suspiro, la madre continuó:
—Casi siempre estás enojado con nosotros, con tus amigos, a veces pienso que incluso con la vida y no logro entender por qué...—
Bee solo se quedó escuchando, tal vez saber que pasaba en la relación de Optimus y su contraparte le diría algo importante.
—Yo en serio... En serio quiero poder entenderte... Entender por qué estás tan enojado con el mundo... Por qué estás enojado conmigo...—
La Carrier empezó a acariciar la cabeza del scout, quién se acurrucó, tratando de animar a su protector.
—... ¿Estás decepcionado de mi... Mamá? ¿Yo te hago sentir así? —
Las manos del Prime pasaron con sutileza por el rostro del Scout y con una ligera sonrisa negó.
—No estoy decepcionado de ti... Tú no tienes la culpa de que te haya fallado cómo Carrier...Tal vez tengo más culpa que tú Sire en esto... pero aún no entiendo... qué fue lo qué hice mal...—
Bumblebee veía el dolor en los ópticos de Optimus... Ya no quería fingir ser el príncipe para que le creyeran...
Quería ser el príncipe para que la chispa de esa amorosa Carrier se mantuviera.
—No te estoy pidiendo que vuelvas a ser un niño...Solo me gustaría que volvieras a ser feliz...—
El autobot amarillo no lo pensó dos veces, abrazó con fuerza a Optimus, quién le correspondió casi se inmediato.
— Perdóname mamá... Yo ya soy un niño feliz contigo...—
Era una herida que él no había hecho, pero que estaba dispuesto a sanar mientras estuviera allí.
Optimus sonrió nuevamente y acarició la nuca de Bee, soltando un suspiro de alivio.
—Me alegra escucharlo, Bee... No sabes cuánto...—
El scout se acomodó en el pecho de su protector, recostando su cabeza mientras veía un muñeco de él mismo en el otro extremo de la cama.
Y mientras lo veía... Pensó.
"Qué mal hijo eres..."
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—¿Dónde está Bee?—
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