Capítulo XIII
Sana tenía la cabeza apoyada del hombro de Momo mientras veían en árbol más grande del instituto ninguna estaba diciendo nada lo único que ahora mismo tenían en la cabeza era que Mina tenía un resfriado y que no iban a tener a la tercera rueda de su triciclo, aunque no solo era eso lo que la tenía así, habían pasado días en los que no había hablado con Tzuyu y cada que estaban cerca hacia lo posible para evadirla pero ¿por qué?. Esa era la pregunta que se hacía, no creía que había algo que le impidiera seguir con la extraña amistad que tenían.
Una basada en que ella aguanta las bromas y Tzuyu se burla cada que tiene la oportunidad con ingeniosas bromas.
No era nada más que una pequeña y extraña forma de estar con una pequeña que en su vida pensó que sería algo relevante en su vida, ahora que lo es quisiera no haber mirado a sus amigas y prometido algo que no pudo cumplir, a veces piensa que debe ser eso lo que mantiene así el no poder ser lo suficientemente buena como para gustarle a alguien más, de las tantas personas que babean por ella.
Pero como en toda historia, Tzuyu era distinta y demasiado difícil.
— entonces... —. Movió un poco la cabeza para ver los labios de Momo los cuales se abultaron. — ahora que no está Mina me gustaría hablar de un tema importante —. Infló el pecho. — como soy la mayor tengo que comenzar a cuidarlas tanto a ti como a Mina —. Sana sonrió debido a la ternura que le daba Momo, eran muy lindas palabras pero si las estuviera diciendo sin una mochila de ositos y un peinado no muy maduro entonces le haría más caso del que le hace ahora.
— me parece bien —. Se acomodó mejor apoyando la espalda en la pared y viendo cómo Hirai la miraba a los ojos.
— sé que siempre me burlo de Tzuyu porque es una estúpida pero bueno... —. Suspiró profundamente. — ese no es el caso si no que siento que no solo lo de Mina te está afectando y quisiera poder ayudarte —. No quería hablar de ello con Momo, no sabía por qué había algo como una barrera entre ambas después de lo que pasó aquella vez en una fiesta, Hirai no era una persona que se tomará las cosas a bien cuando se trataba de que la hicieran sentir mal o rara. — ¿Hay algo que pasó con Tzuyu que no nos has dicho? —. Lo primero que pasó por su cabeza fue el beso, ni siquiera había actuado como si la hubiera besado por eso ninguna de las dos lo sabía pero ahora estaba ella frente a una de ellas son saber que decir.
— no —.
— estás mintiendo, tu tono de voz, como te sonrojas y tus ojos se mueven de un lado a otro —. La conocía demasiado bueno, maldijo por lo bajo y se acomodó mejor intentando verse segura de lo que decía pero estaba mintiendo y a la mismísima Hirai Momo que si había algo en lo que se daba cuenta era en las mentiras porque las odiaba.
— es que pasó algo de lo que no puedo hablar porque lo prometí —. Momo le acarició el muslo y asintió.
— no hay problema ardilla, no es necesario que digas lo bueno es que ya sé que hay algo más que te está atormentando esa cabecita —. La tomó de las mejillas y las acarició, Sana notó algo distinto una cosa que nunca había sentido cuando se acercaba, había algo más en su mirada en la forma en la que se estaba expresando.
— si —. Sonrió. — te lo agradezco —. Frunció levemente las cejas al ver que Momo no se movía de donde estaba y tampoco la iba quitar porque no quería ser mala con ella además de que tampoco se sentía tan mal las caricias en las mejillas.
— Te gusta Tzuyu, ¿verdad? —. Sus ojos que apenas se estaban cerrando por las constantes caricias se abrieron como platos al escuchar eso.
— ¡No! —. Exclamó con algo de enojo. — no me gusta, es una tontería la que estás diciendo —. Hirai se apartó y la miró impresionada, nunca había visto a Sana así. — es...es...es...¡Obvio que no me gusta! —. Miró hacía todas partes con vergüenza parecía que todos se estaban dando cuenta de cómo estaban actuando. — ella no está a mi altura —. La señaló. — así que tú no digas eso —. Momo la abrazó para intentar callarla. — no digas que me gusta por favor —. Murmuró y la de flequillo se dio cuenta de lo que más le temía.
— está bien —. Cerró los ojos e inhaló el aroma embriagador de Sana antes de apartarse. — ya no lo diré —. Susurró y se acomodó mejor desviando la mirada, aguantando las ganas que tenía de llorar porque debía apoyar a Sana.
Tenía que hacerlo por su amistad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top