Capítulo III

Bostezó y apoyó el mentón en su mano derecha, le habían dicho que Tzuyu siempre llegaba temprano los miércoles porque iba a algún lugar que la verdad es que le daba igual pero como quería comprobar que no era hetero tenía que estar ahí a las diez de la mañana muchísimo más temprano de lo que debería estar, casi dormida en una de las sillas de la cafetería, la más alejada, muchos decían que Chou pasaba por el medio de esta y que entraba a la cancha.

Justo cuando iba a volver a bostezar la puerta se abrió de par en par y Tzuyu entró corriendo, parecía que llevaba mucha prisa tanta que ni se percato de que estaba ahí, aunque de seguro diría algo como "obvio que no me di cuenta porque me das igual".

Apretó los dientes al recordar la forma tan repugnante en la que la más alta se dirigía a los demás, mirando a ambos lados se levantó y caminó un tanto apresurada para no perderla de vista, se asomó y notó como corrió a los baños de la cancha, casi nadie los usaba y todo el mundo estaba al tanto que eso solo se usaba para dos únicas cosas.

Masturbación, para las chicas que estaban algo chifladas, o sexo.

Así que estaban esas dos opciones y sus ojos brillaron tanto que se podría decir que emanaron más luz que el propio sol, dando saltos para llegar más rápido se abalanzó hacia la puerta la cual abrió con lentitud, un pequeño crujido se escuchó dentro del lugar y sus ojos casi se salen al notar la espalda de Chou al descubierto, su piel se veía tan suave que tragó saliva, lo que tenía que hacer era acorrarlarla no quedarse como una estúpida viendo el cuerpo de alguien como la pelinegra.

— Mierda, mierda —. Le escuchaba maldecir por algo y tomando ventaja de que su mirada estaba a su falda entró, elevó el mentón y se asomó para ver algo raro en la falda, aquella parecía que estaba entre las piernas de Tzuyu, tal vez solo había llevado algo raro y por eso es que estaba ahí a escondidas para sacarlo de entre sus piernas, se cruzó de brazos lista para reclamar pero un sonido las alertó a ambas, de un salto entró a uno de los cubículos y se cubrió la boca con ambas manos.

Contando hasta diez y escuchando los pasos de Tzuyu hacia la puerta justo a su lado.

Creía que se iba a morir lo único que le faltaba era que Tzuyu trajera un arma o algo por el estilo y que los matara a todos, puede que esa sea la razón por la que la odiaba tanto, iba a morir en ese momento, llevó las manos a su cabello y dio leves jalones buscando una tonta forma para relajarse, no podría despedirse de sus padres y mucho menos de sus mejores amigas, era su fin y no podría hacer nada más que esperar que acabara ese sufrimiento.

Así que cuando escuchó a Tzuyu abrir la puerta, secó las lágrimas que estaban a los costados de sus ojos y abrió la puerta, tenía que morir siendo una heroína, Chou quién escuchó como la puerta a su lado se abrió, pegó un brinco, Sana se percató de ese movimiento y se arrodilló.

— Perdóname la vida, te juro que no te voy a molestar nunca me acercaré a ti no serás nadie en mi vida, serás insignificante... —. Subió lentamente la mirada encontrándose a Tzuyu con las mejillas completamente sonrojadas y algo que no era un arma sobresaliendo de la falda que ahora mismo estaba subida. — Tzu-Tzuyu —. La nombrada se acomodó la falda y frunció las cejas.

— No vayas a decir nada de lo que acabas de ver —. La agarró de las muñecas y la zarandeó. — Si te atreves a decir algo te juro que voy a matarte —. Tragó saliva.

— Tzu-Tzuyu —. Seguía balbuceando. — ¿Qu-qué es e-es-eso? —. Chou rodo los ojos.

— ¿No es obvio? —. Preguntó mirando a la japonesa quién seguía sin palabras. — Claro que para ti no, si apenas y sabes sumar —. Sana no se daba cuenta que la estaba insultando porque en su mente lo único que se reproducía era la imagen que acababa de ver. — Tú inteligencia se compara con la del Strigops habroptilus —. La contraria la miró raro. — busca en Google, aunque te aparecerá la avestruz que también es igual de tonta como tú —.

— ¿Tienes...? —.

— Noooo —. Negó con la cabeza y rodó los ojos. — Es que quise meterme entre las piernas un... —. Sana le tapó la boca.

— ¿Tienes un pene? —.

— Hasta que por fin caes —. Dijo con tono molesto y la empujó.

— Un puto pene —. Murmuró. — Un pene —. Dio vueltas de un lado a otro, Chou frunció las cejas. — ¡Un pene! —. Movió los brazos de un lado a otro. — ¡Tienes un pene! —. Gritó aún más fuerte de lo que Tzuyu pensó que podría hacer, definitivamente era la voz más irritante que había escuchado en toda su vida.

— ¡Cállate, te pueden escuchar! —. Exclamó enojada.

— ¿Chicas? —. Ambas abrieron los ojos asustadas, había alguien fuera. — ¿Hay alguien ahí? —.

— A- —. Sana fue a hablar pero Tzuyu le tapó la boca, la mayor forcejeó no quería que la vieran en ese lugar y mucho menos junto a la estúpida que le cae mal a todo el mundo. — No quiero que me vean contigo —. Dijo entre dientes.

— Yo tampoco quiero que me vean contigo —. Bufó. — ¿Te crees una miss Japón? —. Habló con tono asqueado al ver a Sana asentir. — además —. Ignoró la mirada que le ofreció la castaña. — tampoco quiero que sepan que tengo entre las piernas —. Se quejó por el agarre de la taiwanesa.

— Me estás lastimando —. Abrió la boca lista para gritar pero los labios de Tzuyu impactaron en los suyos y sus ojos casi se salen.

¿Quién iba a decir que Tzuyu besaba tan bien y que Sana se estaba derritiendo por cómo lo estaba haciendo?. Porque si, a veces las cosas cambian para bien o para mal en este caso...¿para que cambiarán?.

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