Capítulo I

En las hermosas instalaciones de ese instituto paseaban las adolescentes de un lado a otro, faltaba media hora para comenzar la jornada así que no estaban para nada preocupadas, muchas hablaban, otras simplemente escuchaban música, algunos dibujaban, todas muy tranquilas en este comienzo de clases, se veían muy sonrientes y algunas que todavía se quejaban por estar ahí y no en su casa tomando la mejor siesta del mundo.

12:00 pm

Esa era la hora que decía el reloj que sonaba con cada movimiento de segundo.

Una chica castaña se cruzaba de brazos viendo aquel objeto, demasiado obsoleto que debería ser cambiado por un reloj digital que todos puedan ver y otros entender.

Soltó un suspiro y negó con la cabeza mientras entraba a su perdición, los pasillos principales, todo el mundo empujaba y no había peor cosa que pasar cerca o detrás de una de las nuevas, siempre te salpicaba lo que sea que le lanzarán, era como su iniciación, todo el tiempo era a personas que sabían que en algún momento o ahora podrían destronar o en su defecto reemplazar a las "Reinas japonesas".

Una trinidad de Diosas que tenía la capacidad de hacerte suspirar solo con su aroma, chicas que lo eran todo e incluso más, el estándar de cada una de las chicas e incluso de las que son heteros, con un guiño ya había media institución en el suelo pensando que serán su próxima conquista, sin saber que han jugado con todas las mujeres que se les acerca.

Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos estúpidos que la hacían perder el tiempo y se acomodó los lentes para caminar directo a Chaeyoung, su mejor amiga en el mundo, la única chica que tenía la fuerza necesaria para estar con ella sin salir llorando por algún tipo de comentario que saliera de sus labios.

— Hola —. Saludó a la chica que estaba al lado de la antes mencionada quien al verla se dio media vuelta y se fue, soltó un suspiro y rodó los ojos, eso ya era más que normal para ella, tal parece que no les cae tan bien a las chicas como creía.

— Hola mi Tzu —. Saltó y se aferró al cuello de la más alta quien se quejó por tanto acercamiento.

— ¿Cómo sabías que era yo? —. Son suspiró y aflojó el agarre.

— Eres a la única que las chicas le huyen —. Asintió y se encogió de hombros dándole igual las veces que ha intentado conquistar a alguien y esa persona simplemente se va dejándola con la palabra en la boca.

— Es porque soy un bicho raro —. Lentes, mochila con un montón de pines de su grupo femenino favorito, la falda larga y la camisa muy bien acomodada, no para nada, obvio que no era una espanta viejas.

— No digas eso —. Al finalizar lo que dijo los ojos de Chaeyoung no pudieron resistirse a voltear y prestarle toda su atención a las Reinas japonesas.

Los vellos de su cuerpo se erizaron, todo el mundo se detuvo, hasta la chica que estaba a punto de darle una buena mordida a su sándwich, llegaban las tres féminas más cotizadas de todo el instituto.

Hirai Momo: la única que parecía ser buena persona, tiende a llevarse bien con todo el mundo y parece que tiene un pasado difuso con Dahyun y Jihyo.

Myoui Mina: la chica que todo el mundo dice que hizo un pacto con el diablo para que le quede bien absolutamente bien todo lo que se pone e incluso lo que parece que le quedará horrible, se vuelve tendencia en poco tiempo.

Minatozaki Sana: la joya de la corona, la que le encantaba salir con todas y disfrutaba mucho de un buen...

Mucha información para ser su presentación.

Esa misma chica que ahora mismo volteaba a ver a Tzuyu y estirando un poco los brazos frente a las otras quieres frenaron abruptamente debido a la acción, da un paso hacia su derecha y emprende camino a la taiwanesa quien está completamente relajada apoyada de la pared jugando con su teléfono.

— Hey, tú —. Todo el mundo entre abrió los labios y se tensó. — Acomoda tus lentes —. Para sorpresa de todos, la grandísima Minatozaki Sana le acomodó los lentes a la única chica que no le hizo caso, con una sonrisa coqueta se le quedó mirando esperando que le dijera algo.

3...

2...

1...

— ¿Te tengo que agradecer por esto? —. Recibió un codazo de su amiga quien estaba que se moría por tener a la mismísima Myoui Mina a su lado.

— No seas grosera bicho raro —. Hirai salía a defender a su amiga.

— No —. Pero Sana no parecía estar muy feliz por eso. — Nada de bicho feo ni nada, ¡¿Me oyeron?! —. Preguntó viendo hacia todas partes. — ¿Tú eres? —.

— Chou Tzuyu —. Murmuró un tanto fastidiada.

— Todo el mundo respeta de ahora en adelante a Chou Tzuyu —. Le guiñó antes de darle leves golpecitos en el pecho y caminar con los puños apretados hasta la cafetería el lugar en donde más se encontraban las tres.

— A ver —. Mina hablaba de la nada luego del raro encuentro entre su amiga y una chica que nada que ver. — ¿Que tiene ese bicho ra-...esa chica? —. Rodó los ojos.

— Es linda —. Contestó con sinceridad.

— Si, lo es pero ¿y? —. Minatozaki se quedó en silencio pensando en lo que iba a decir y suspiró profundamente, solo sintió algo que no sentía con las otras.

— Pero ya se acabó la discusión, esa tipeja ni volteó a verme —. Recordó con amargura.

— Ella no le hace caso a nadie —. Se encogió de hombros la de flequillo antes de sentarse al lado de su malhumorada amiga quien estaba que arde, todo su rostro rojo tanto que podía ver como sondas de calor emanaban de su piel.

— Tal vez es hetero —. Minatozaki bufó con gracia.

— Aquí nadie es hetero, de verdad, nadie —. Colocó ambas manos en la mesa y apoyó su cuerpo en esta para luego ver a sus amigas. — Y se los voy a comprobar, yo Minatozaki Sana les haré saber a todos que Chou Tzuyu no es tan fría como parece —. Sentenció.

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