Capítulo VI
Sana se sentó y se cruzó de brazos en la mesa en la que estaba Tzuyu, no iba a dejar que le ganara o la tratará mal porque nadie iba a ser capaz de hacerla sentir mal, tragó saliva cuando la menor la miró y rodó los ojos, tal vez solo estaba siendo un poquito insistente y fastidiosa, sin embargo ella nunca besaba a alguien sin darle una respuesta después, bueno si lo hacía, pero nunca se lo habían hecho y se sentía raro, como si estuvieras buscando algo que al final puede que nunca lo encuentre.
Un escalofrío recorrió su cuerpo gracias a sus pensamientos y conectó, nuevamente, miradas con una Tzuyu que solo quería desaparecer de la faz de la tierra, nunca pensó que en su primer día de clases luego de las vacaciones iba a tener a un ser invadiendo su espacio personal y preguntándome cada dos por tres cosas sobre su anatomía, porque es que habían algunas cosas que ni ella sabía cómo le iba a explicar o que tampoco las entendía, como cuando miró a Sana abrir ligeramente las piernas y cierta zona de su cuerpo se activo o como cuando Chaeyoung sonrió y su corazón se aceleró.
Dos cosas por las que está buscando respuesta.
— ¿No me vas a decir? —. Tzuyu golpeó su frente y gruñó.
— Cuando naciste los doctores no dijeron "es niña" dijeron "lo siento su hija salió pendeja" —. Minatozaki apretó los labios para no reírse no le iba a dar el gusto de verla reírse por un chiste tan estúpido. — Parece que todo el tiempo estás pensando en vaginas y cosas así, se te descompuso lo que tienes arriba —. Sana abrió los ojos y se miró con el reflejo del teléfono para acomodarse el cabello, Tzuyu no se lo podía creer. — Hablo de tu cerebro, imbécil.
Las mejillas de la insultada parecía que se iban a reventar.
— Solo...so-solo estoy aquí porque quiero saber —. Si, su madre desde que nació sabía que iba a ser bastante insoportable pero siempre la ha tratado bien como todo el mundo que tiene paciencia de resto solo se dejan llevar por su belleza, lamentablemente para algunos y afortunadamente para otros es de las personas que saben cómo lucir sus atributos.
— ¿vas a ser doctora o cómo? —. La japonesa inclinó la cabeza hacia la izquierda. — no, doctora se te mueren los pacientes —. Suspiró al escuchar eso, la verdad es que su le gustaría ser doctora. — De seguro te vas a casar con una mujer que tenga mucho dinero y te mantenga, tú solo tienes que hacer el papel de mujer y esposa ejemplar —. Eso le había dolido a Sana, su padre se lo decía cada que tenía la oportunidad, claro cambiando de "mujer a hombre" porque él no sabía nada.
Se tragó con dificultad el nudo en su garganta y miró a los ojos a Chou. — Si me ganas en Uno entonces no me dices nada, si te gano entonces me lo dices todo —. La contraria rodó los ojos.
— Apenas y sabes contar —. Sana apretó los dientes. — Y crees que me vas a ganar en uno —. Soltó una carcajada, era la primera vez que la veía reír y no estaba para nada mal, además de que era la primera vez que la veía sin lentes.
¿Por qué sonreía así?
¿Por qué sus ojos se cerraban así?
¿Por qué se veía tan linda?
Aquel sonido suave pero divertido la dejó sin aliento.
— Bueno pasa las cartas —. Sana seguía mirándola sin parpadear, sus labios entre abiertos y cejas fruncidas. — Yo sabía que en cualquier momento te ibas a descomponer —. Estiró el brazo para darle un ligero empujón que fue suficiente para volverla a la realidad.
— Oh, si, las cartas —. Las saca de su bolso y coloca en la mesa, se está sintiendo nerviosa y no entiende el por qué, mordió la parte interna de sus mejillas cuando sus dedos rozaron con los de Tzuyu quien le quería quitar las cartas. — Espero que sepas jugar bien —. Dijo con tono burlesco haciendo que Chou infle el pecho y agarre las cartas que le tocaron. — Mi querida Chou Tzuyu vas a perder —.
— Uno —. Dijo Sana con una gran sonrisa, habían estado más de una hora batallando por quién iba a ganar, estaba oscureciendo y aunque ambas se tenían que ir solas les daba igual, ellas debían ganar a como diera lugar.
— Es imposible —. Se quejó.
Sana miró su carta, cambio de color así que no había ningún problema, ella iba a ganar, Tzuyu tenía dos cartas y tenía demasiado miedo de que tuviera un as bajo la manga y destruyera todas las esperanzas que tiene ahora.
Tzuyu lanzó la carta correspondiente al color de la carta de Sana y Minatozaki sintió que por fin el mundo le estaba sonriendo, lanzó la carta que le daba la victoria. — ¡en tu cara Chou Tzuyu! —. Gritó levantando los brazos, algunos que pasaban por ahí que todavía no se habían ido la miraron extraño, ella no actuaba así. — ¡hija de puta insoportable, Dios! —. Gimió de placer, Tzuyu solo se le quedó mirando y sonrió para sus adentros, era como una niña pequeña. — ¡Te toca contarme todo! —. Bailó y la señaló con burla.
— Ya, ya, te están viendo raro —. Intentó calmarla pero Sana ya estaba encima de la mesa demostrando sus mejores pasos de baile que dejaron babeando a más de una. — ¡Sana ya bájate! —. Chilló y la jaloneo.
— Cállate Tzuyu te acabo de ganar y Dios esto es mejor que tener un orgasmo —. Se bajó con cuidado y miró a la perdedora con una gran sonrisa. — Y bien... —. Chou suspiró y se lamió los labios. — Cuéntame de tí y contesta a todas las preguntas que tengo porque Dios Chou tengo demasiadas —. Miró la hora en su teléfono. — Tantas que tal vez te acompañe a casa no quiero que te pierdas —. Elevó ambas cejas y su sonrisa creció aún más sincera posible.
— Lo más probable es que tú te pierdas —. Murmuró apretando los dientes y se acomodó mejor. — Lanza las preguntas Sana, estoy preparada.
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