Mérida lloraba escondiendo la cabeza entre la almohada como cada noche. La música a todo volumen de sus auriculares no podía parar su llanto. Perfect sonaba en ellos. Tan estúpida era, siempre diciendo cosas que nunca quería decir y después era muy tarde como para arrepentirse.

La había lastimado, la había hecho llorar, ella nunca sería la hija que su madre esperaba. No soportaba llevar vestidos y ser educada, prefería recorrer las calles de la ciudad en su patineta con unos jeans gastados y zapatillas viejas. No le gustaba plancharse el pelo, prefería dejar que bailara en el viento cual llamas de fuego.

Tantas reglas inservibles que no la dejaban respirar.

A veces prefería ser un chico a ser una chica. Y su madre no comprendía eso.

No puedo cambiar incluso si lo intentara, mamá. Lo siento.