Blancanieves (II)
Cuando Bianca huyó, su madrastra tuvo que buscarla. Por supuesto que lo hizo ¿qué dirían los vecinos si su hijastra desaparecía y ella no hacía nada para buscarla? Por eso mandó a Cazador a que le siguiera la pista, Bianca era tonta y dejaría algo como para poder rastrearla.
Cazador la encontró en un pueblo alejado, a muchos kilómetros de casa, por una amiga a la cual ella le había dicho a donde iba. Bianca estaba trabajando de camarera en un bar y había alquilado un pequeño departamento junto a su mejor amigo con quien había huido.
Cazador había ideado mil y una maneras para poder llevarla a casa sin que fuera de forma ilegal como meterla a un auto y partir pero al verla por el parque siendo tan... Bianca, algo en el cambió. Muchos dirían que se enamoró a primera vista, pero Cazador no conocía el amor. Simplemente sintió el deseo de dejarla libre como ella era, no podía retenerla. Sin embargo, también sentía el deseo de acercarse a ella por lo que todos los días iba al bar donde Bianca trabajaba a las tres en punto, sólo para verla.
Con el tiempo, Bianca y Cazador comenzaron a hablar y descubrieron que tenían muchas cosas en común de las que se creerían aunque el hombre nunca le dijo su verdadera razón de porque estaba allí, no quería espantarla. Sin darse cuenta, Bianca se enamoró.
Un día, cuando su mejor amigo fue a buscarla al trabajo, los encontró a los dos en las sombras de un callejón, besándose. El chico se quedó pasmado en el auto pues Bianca nunca le había hablado de ningún "chico especial". Por más que él quisiera entrar a aquel callejón y apartar a su amiga de las garras del tipo como su corazón gritaba, se quedó en el estacionamiento como por veinte minutos hasta que Bianca lo dejó ir y fue con él. Al ver la cara de felicidad que tenía Bianca, algo dentro de él se rompió, esperaba que con esa huida en la que había estado dispuesto a acompañarla incluso con los ojos vendados los uniría de alguna manera más profunda que "solo amigos" pero parecía que eso no se daría, nada pasaba como en su imaginación.
Incluso desde la distancia pudo reconocer a Cazador y su ira hacia el nuevo interés de Bianca disminuyó hasta convertirse en miedo.
—Bianca... conozco a ese tipo —le susurró.
—¿Quién?
—El tipo con el que te estabas besando. Es un investigador de la antigua ciudad en la que estábamos, mi madre lo llamó cuando mis hermanos se perdieron. Tal vez tu madrastra está haciendo lo mismo contigo.
Bianca se rió. ¿Cómo era posible que aquel amable tipo con cabello oscuro y labios rojos y apetecibles como una manzana iba a estar engañándola para llevársela?
—No seas tontín. Él siempre vivió aquí, no sería capaz de hacerme nada. Además, mi madrastra me odia, seguramente debe de haber saltado en un pie cuando nos fuimos.
El chico sentía una presión en el pecho ante cada palabra de su amiga, no podía creer que fuera tan tonta. Aquel tipo no la amaba, sólo quería llevarla de nuevo con su madrastra y recibir una gran paga por ello. Estaba como dormida en un profundo sueño de irrealidades.
Pero tal vez...
El chico recordó los viejos cuentos infantiles que su madre le leía antes de irse a dormir, donde el príncipe besaba a la princesa y ésta se despertaba de un largo sueño. Él tal vez podría despertarla.
Se armó de valor e hizo que lo mirase a los ojos. Bianca tenía una sonrisa estúpida en la cara pero no era por él, y eso le dolía. La tomó por la nuca e hizo que sus rostros se acercaran hasta que sus labios se tocaron como tantas veces había soñado. Pero Bianca no le respondió el beso, sino que se apartó rápidamente y lo miró enojada.
—¿Pero qué te pasa? ¿Estás loco o qué?
Ya era muy tarde, Bianca estaba hechizada por Cazador y él no sería capaz de despertarla con un beso. Puede que ella pareciera una princesa pero él no era más que un enano, feo y tan sólo con un puñado de sentimientos que ofrecer.
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